"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La conquista de la voluntad


     - ¡Jueces, imploro vuestra clemencia! Soy mortal, el rey de Corinto. Mi proceder ha sido humano, mis intenciones son producto de la imperfección con la que fuimos creados. Son los dioses los que actúan sin ningún control. ¿Por qué no podemos ser iguales, con las mismas leyes?
     - El acusado debe limitarse a exponer los hechos por los que ha quebrantado las leyes divinas. Se le acusa de revelar secretos divinos, de engañar con ardides, argucias y tretas a Hades, Ares y Perséfone. Los jueces de los muertos decidiremos la pena a la que será castigado eternamente.
     - Soy Sísifo, rey de Corinto. A esta situación he llegado por otros engaños. Las mentiras y faltas de orden divino de los mismos dioses. Sí, soy astuto. Sí, he cometido abusos, sí. Pero me muevo en el mundo de los oprimidos por los dioses, por sus debilidades y caprichos con los humanos. Yo me rebelo contra el poder omnímodo de los dioses.




     - Cuente los detalles y no hable de los poderes que están vedados a los humanos.
     - Poseo el rebaño más grande de Corinto, ninguno es comparable. Noté que disminuía en número y empecé a sospechar de mi vecino Autólico, que, como el resto de los humanos, también utiliza la astucia para sobrevivir. Supe que había ayudado a Maya, la madre de Hermes, a esquivar los celos de Hera porque Zeus era su padre. Hermes, agradecido, le dio el poder de convertir los toros en vacas, y de hacerlos cambiar de color. Pero debía demostrar que era él. Y marqué las pezuñas para descubrir el ganado que me robaba. Cuando noté otra vez falta de ganado, envié a la guardia y descubrieron varias piezas con las pezuñas marcadas pero que ya no eran toros pues se habían trasformado en vacas y con distintos colores.
     - ¿Y que decisión tomó el acusado?
     - Soy culpable del ultraje que cometí. Pero es el mismo que cometen todos los dioses. Zeus no para de engendrar hijos por aquí y por allá. Lo reconozco, mis instintos primarios, salvajes, fueron superiores. Secuestré a la hija de Autólico, creo que su hijo es mío y no de su esposo, Laertes.
     - El acusado ha cometido el mismo delito que critica…, y que no le excusa de condena.
     - Sí, cogí la mala reputación de fugarme con las hijas de los demás. Fama que llegó a oídos del dios-río Asopo que se acercó a mi preguntándome por el paradero de su hija desparecida. No estaba conmigo, le dije. Pero sé quién la tiene. Haz que brote un manantial de una roca que dé agua a Corinto y te lo diré. Asopo accedió y brotó agua de una roca. Le dije la verdad. Zeus se ha llevado a tu hija y la lleva de paseo por el valle cercano. Luego me enteré, más tarde, que Zeus escapó convertido en roca y que, tras el encuentro, terminó tullido Asopo.
    - ¿Sabe el acusado que no puede hacer revelaciones de secretos divinos?
    - ¿No se puede revelar que Zeus no controla sus deseos? Me rebelo. ¿Cómo pueden exigir a los humanos que seamos cumplidores de la ley? Dejaremos de creer en ellos.
     - Está cayendo en desacato. Y en blasfemia por no creer. Su panorama se torna difícil. Nosotros los jueces de los muertos deseábamos ser clementes y no resulta fácil nuestra labor por su comportamiento. Y ahora pasamos a su rebeldía tras la intervención con los dioses. A sus engaños y burlas. ¿Qué ocurrió con Hades, Ares y Perséfone?   
     - ¡Que se rebelen a Zeus! Le obedecen en todos sus caprichos. Él es la ley. No. Es la arbitrariedad.
     - ¡Acusado, los hechos!
     - Me llega Hades, que está siempre con los muertos, y los vivos somos muy vivos. Los muertos ya no hacen nada y está perdiendo facultades. Me dice que viene con unas esposas para detenerme al ser hermano de Zeus, y con la conversación terminó esposándose el y yo lo até a la caseta del perro. Como no lo rescataron hasta que pasó un mes, no se moría nadie.
     - ¿Sabe qué con esa argucia cambió el orden del mundo y las batallas se volvieron fingidas porque no moría nadie?
     Iba a responder Sísifo que le parecía muy mal que Ares se divirtiera con la guerra, otro capricho divino, pero se encontraba en una situación peliaguda, terrible y optó por la prudencia.
     - Se presentó Ares con su fuerza guerrera y destructora, casi me mata, y tuve que liberar a Hades, y los humanos volvieron a morir. Después me condujeron a los infiernos.
     - De donde se escapó.
     - Le digo a Perséfone que no me habían enterrado conforme a las leyes y que no tenía que estar allí, en el tártaro, que debía estar al otro lado de la laguna Estigia, y me deja marchar para que vuelva, tal y como se lo digo, mañana con el óbolo debajo de la lengua, después de ser enterrado. ¡Sí, qué vuelva!
      - Y no volvió…por su cuenta. Finalmente, tuvo que ir Hermes.
      - Sí, es el dios que busca a los espíritus. Señores jueces, solo soy un ser humano, con sus virtudes y sus defectos. Debía ser juzgado por los jueces de los humanos, no por los jueces que los dioses han elegido para los muertos en el reino de Hades. Además, en mi defensa, conseguí que de una roca brotará un manantial para que no perecieran por falta de agua los habitantes, los animales y las tierras de Corinto. Y sé que, por esta razón, me aprecian allí.
     - Los Jueces de los Muertos hemos decidido darte un castigo. Por la roca de la que brotó el manantial, por la roca en la que se tuvo que convertir Zeus, por la revelación de secretos divinos, empujarás y llevarás una piedra igual hasta la cima de la colina del inframundo, todos los días, todas las veces, eternamente. Una piedra, una roca, que una vez que llegué a la cima, cae por la ladera, y que volverás continuamente a subir. Es nuestra sentencia[i].
     Sísifo fue uno de los primeros que se rebeló a los designios divinos y lo pagó duramente. Fue como Adán y Eva cuando comieron de la fruta prohibida, los primeros que descubrieron el esfuerzo de la vida. Trabajarás con el sudor de tu frente.  Todos los días tendrás la voluntad necesaria para elevar la piedra hasta la colina, sabiendo que nunca conseguirás, por más astucia que tengas, que la piedra se quede allí. Tal vez un día lo consigas. Por eso, por que es posible que puedas dejarla allí definitivamente, porque es un reto. La voluntad le movía y se preparaba para empujar con su cuerpo o llevarla entre sus manos.
     Tiempo después, Ulises, en su larga vuelta a Ítaca[ii], viajó al inframundo donde encontró a Sísifo cumpliendo la maldición a la que se le había condenado. Homero no cita si había alguna relación de parentesco entre ellos, ni las razones por las que estaba allí. Cita los enormes esfuerzos que realizaba, con sus manos, con sus pies, como había una enorme fuerza que impedía, que imposibilitaba, llegar a la cresta de la colina. La piedra volvía a la llanura. Y Sísifo, con sus músculos, con su sudor, volvía una, y otra vez más a subir la colina con la piedra.
    Con el sudor, con la astucia, con la voluntad, toda la vida hemos luchado por conseguir unos fines, unas metas, unos deseos. Esta voluntad de luchar, de superación contra lo escrito, de mejorar las condiciones en las que vivimos, por diferentes medios, es la razón que mueve a la mayoría de los seres humanos. Los resultados son diversos y distintos. ¡Yaaa…!
     La voluntad diaria que inspira nuestras vidas siempre recuerda a la película de Chaplin[iii] Tiempos Modernos en la que, en tono de comedia, hace una crítica a los excesos de la Revolución Industrial. Él termina enajenado. Pero se redime porque encuentra a otra persona, se enamora, que le vuelve al mundo de los humanos desde el inframundo. Una vuelta a las cosas sencillas.  


Tiempos Modernos, Chaplin.


[i] GRAVES, R. Dioses y héroes de la Antigua Grecia. Bibliotex y Unidad Editorial. Madrid. 1999. Páginas 63-65.
[ii] HOMERO.: La Odisea. Canto XI, Descenso a los infiernos.

El tránsito de un sabio: Santos Juliá.


     
     Santos Juliá fue un divulgador de historia contemporánea. La última vez que lo vi fue en una conferencia, sobre su libro Transición[i], en la “Escuela de Ciudadanos”[ii] que dirige el periodista Román Orozco. Con un estilo ameno, directo y cordial disertó sobre transición, consenso y el asunto que entonces, y ahora, nos concita, el problema del intento de secesión en Cataluña.
    
Ponentes constitucionales en el Parador de Gredos (1978)
   Para Juliá, el concepto de transición se manejaba desde la misma Guerra Civil (1936-1939), se elaboró terminológicamente durante la dictadura de Franco y se llevó a la práctica tras su muerte. Es una historia larga no una invención, decía muy al estilo “Braudel”. Utilizaba la ironía inteligente para hablar de alguno de los personajes de los últimos cuarenta y cuatro años. Incluso fue irónico con su cicerone, puesto que el venía muy preparado con su documentación, muchos papeles, para la conferencia, faltaría más, y le habían colocado una mesa que parecía minúscula. Su adaptabilidad fue encomiable.
Fernando Abril y Alfonso Guerra en el proceso constituyente.
    Señalaba que el consenso que muchos asignan a la Transición no fue tal, que solo fue real durante el momento de firmar leyes o pactos. Un minuto después, el consenso ya no existía, porque se remarcaban las diferencias políticas entre partidos y, a partir de ese momento, se hacía necesario pactar de nuevo, acordar, para llegar al consenso en otra materia. Por tanto, que no se debe confundir o hacer creer que el período de la Transición fue el del consenso continuo.
     El postulaba como solución para el problema de Cataluña la estructura federal de España. Aunque, desde mi punto de vista, la igualación de las autonomías en estados federales no creo que sea una solución aceptable para los secesionistas, que, creo, están en la vía de la separación total del estado español, a no ser que estén en una negociación de máximos, la independencia, para, ulteriormente, conseguir una posición muy ventajosa dentro de España, en un largo tira y afloja, sin importar a sus dirigentes los jirones o rotos emocionales, que esperemos que no sean humanos, por el camino. Porque no es la formación de un estado racional, constitucional y legal lo que se propugna. Es el forzamiento de las estructuras del estado de 1978. Su destrucción. Al calor de las críticas al estado surgido de la Constitución de 1978 desde principios de siglo, por algunos historiadores y politólogos, se ha intentado minar algo que es difícil de obviar: Que la constitución de 1978 fue aprobada por la mayoría de las fuerzas políticas de las Cámaras representativas elegidas democráticamente, es decir, no se hizo a favor o en contra de la mitad de la población, y el texto legislativo fue aprobado por referéndum el 6 de diciembre de 1978 por cerca de un 90% de los votantes, con una participación del 67%. Solo un 7% votó en contra[iii]. Por este refrendo, cualquier reforma de la estructura del Estado debe ser votada por todo el cuerpo electoral español, y debería, aunque no es exigible, concitar el grado de aprobación que tuvo en 1978, para que fuera política aceptable para todos.
Placa del Restaurante "José Luis"
     Las transiciones a la democracia que caracterizaron el período de finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado fueron procesos que se extendieron por el planeta, comenzando en el sur de Europa, pasaron de forma inmediata a América Latina, con desigual fortuna pero con democratización creciente, y terminaron en los países del Este de Europa tras la caída del muro el 9-10 de noviembre de 1989, treinta años no es nada, con obvios resultados variados y con brechas en la democratización como vemos, hoy en día, en países tan distintos como Hungría, Polonia, Bielorrusia o la Federación de Rusia.
     Existe un desencanto, además de las críticas de apaño, por gente poco informada, porque las simples estructuras legales democráticas no producen, per se, el bienestar de la gente.   
     Ocurre igual en América Latina, véase los informes Latinobarómetro de Marta Lagos en Chile, informes que me recomendaron Rosa María Martínez Segarra y Carlos Malamud, de la cátedra de Historia de América de la Uned durante la carrera de Geografía e Historia. O los informes que hizo Juan José Linz en España antes y durante la transición española a la democracia. O los actuales Eurobarómetros. Las expectativas creadas no suelen ser satisfechas. La democracia puede traer el bienestar económico, pero no siempre, y los derechos reflejados en un texto legal no son las tablas de la ley de una religión. Es como la creencia en que los niños viene en cigüeña de París. El fenómeno de las falsas expectativas. El creer que los dirigentes, nuestros, elegidos por votantes tiene una sabiduría o carisma especial para solucionar los problemas complicados. Los elegimos, los refrendamos, con el deseo de un mejor gobierno. Nuestra capacidad intelectual, sea la que sea, debe comprender que no son ni la liga de la justicia ni los vengadores y que están sometidos a las leyes que les dotan de unos poderes especiales, que pueden o no saber utilizar. Sus méritos no obedecen tampoco a su ideología.
     En estos días que vemos los problemas de Chile, que tuvo una difícil transición a la democracia, con una crisis social en un país aparentemente estable, que observamos como México, tras la evolución a la democracia desde el partido único, muestra una debilidad estatal ante la presión de los narcos, y que vemos que España tiene de nuevo problemas con el conflicto catalán, otra vez en ebullición y con difícil solución, se recuerda, se echa de menos, a pensadores, sabios, o simples personas, que, como Santos Juliá, buscaban  luz, ecuanimidad en sus escritos. Que tenían una afabilidad en el trato y un respeto a las ideas de los demás.
10-11-2017, Santos Juliá y Román Orozco (Fuente: Escuela de Ciudadanos).


[i] JULIÁ, S.: Transición. Historia de una política española (1937-2017). Galaxia Gutenberg. Madrid. 2017. 656 páginas.
[iii] MARIN, J.M., MOLINERO, C e YSÁS, P.: Historia Política 1939-2000. Itsmo. Madrid. 2001.

Antonio Machado: profesión de fe

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