"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

El futuro estaba por llegar

     

Vasos canopos egipcios para guardar restos eternamente


      Con la anuencia del cuerpo, diplomático o no, hemos asistido a su disección. Tras ser abierto de frente a occipucio, nada dijo. No se quejó. Guardó un respetuoso silencio, alterado, excepcionalmente, por el ruido de la sierra mecánica de dientes avasalladores. Saltaron varias astillas óseas y un reguero de sangre se proyectó sobre la pared como pintura de gotelé. 

     Como era habitual, el cuerpo, diplomático o no, no se enteró de su propio deceso. Ni siquiera pudo ordenar o pedir el responso habitual. Hubiera sido apropiado leer la Carta de San Pablo a los Romanos con la emoción consabida: 'pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros'. O leer Las Coplas por la Muerte de su Padre de Jorge Manrique: 'Recuerde el alma dormida/ avive el seso e despierte/ contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte'.

     Al final nos fuimos a dormir la siesta, tal y como al finado le hubiera gustado, asintiendo  y asistiendo los acompañantes entre regüeldos y risas de la opípara comida que los cocineros de la casa habían preparado. ¿Quieren algo más?, decían. ¿Qué objetar? Lo pagábamos, lo pagamos y lo pagaremos entre todos. ¡Qué remedio! No hubo sal de frutas suficiente. ¿Existe todavía la sal de frutas? Preguntaremos al oráculo de Omeprazol. Lo mejor de la comida fue el aperitivo de sesada al ajillo, regada con un Jerez prodigioso, solera AOS de 1924 de Osborne, que se embotelló cuando el hijo del Conde de O. cumplió 21 años. Secó y con mucho cuerpo, de 22º de alcohol. Para su elaboración se utilizó uvas de la variedad Palomino y Pedro Ximénez. Veinticinco años creando un color caoba con ribetes verdes que recuerdan a la maceración de algunas carnes. No hace falta decir que la sesada y el vino recordaba al cuerpo diplomático.

    Las exequias se celebraron en el teatro Falla a ritmo de murgas, comparsas y chirigotas. La tierra cubrió sus restos. Los asistentes cantaron viejas salmodias desconocidas acompañadas del ronroneo de los gatos y del graznido de los cuervos. 

     Esa misma noche, se permitió a todos los ciudadanos participar en la verbena en honor del servicio, exterior o no, donde se bailó hasta la madrugada cuando se preparó un desayuno de pan moreno con aceite de oliva virgen extra, tostadas untadas con manteca 'colora' y pisto manchego en hogazas de pan blanco. 

    El futuro estaba por llegar.

 

     

Albergue, parador y refugio

     

Parador de Manzanares. Wikipedia

     ¡He visto cosas que ustedes no creerían! Un hombre en las horas postreras de una vida intensa. Un escritor que relataba mi corta vida. Gente del cine disfrutar de estas estancias en medio de la meseta que me alberga. Políticos dialogando de reformas democráticas. Todas estas cosas, y más, permanecerán en el tiempo, como las alegrías y las lágrimas en la lluvia. ¡Es hora de contarlo!

      Ignacio Sánchez Mejías1 fue uno de los mecenas o mentores de una brillante generación de literatos que, a su vez, habían influenciado en él, convirtiéndole en un creador más y adquiriendo nuevas realidades intelectuales gracias a Lorca, Alberti, Guillén o Diego. Había vuelto a la tauromaquia en 1934, como cuando el hijo pródigo regresa a los orígenes, corriendo el riesgo de perder la vida contando lo que había vivido y aprendido en los años de ausencia. Actuó en La Coruña el seis de agosto de 1934. Volvió al día siguiente a Madrid y se encontró con Domingo Ortega que había sufrido un accidente de coche. El de Borox le pide que le sustituya en la corrida que tiene en Manzanares el 11 de agosto. Lo aceptó más por compromiso entre colegas que por deseo porque tenía que lidiar el día anterior y el posterior. Hay quien asegura que pudo aceptarlo por necesidades económicas. Lo que es seguro es que se comprometió. Envió su cuadrilla al festejo del día siguiente y se marchó a Manzanares donde sería asistido por una cuadrilla inferior de la que únicamente los picadores formaban parte de la cuadrilla de Ortega. La situación se complicó porque no consiguió inicialmente alojamiento, pero al final lo obtuvo, en el Albergue de Manzanares. Durante la corrida fue cogido por un toro de Ayala llamado Granadino2. Cuarenta y ocho horas después fallecía en Madrid a las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde3 cuando se convirtió en mito literario gracias a Federico García Lorca. 

Ignacio Sánchez Mejías. El país.

 

      Ese mismo año, Pedro Muñoz Seca, escritor teatral de éxito, escribió El Refugio mientras se alojaba en el Albergue. El refugio es una obra en tres actos que sitúa la acción en la instalación hotelera cuando el establecimiento cumplía tres años. Muñoz Seca murió fusilado en una de las sacas de Paracuellos del Jarama en los inicios de la Guerra Civil española.

      Al final del primer acto, Horacio, uno de los protagonistas, habla por teléfono:

      “Estoy en un parador, en un «albergue» que tiene el Turismo cerca de Manzanares. He encontrado aquí acomodo, y me aprece que voy a ganar bastante dinero. Mañana os enviaré diez duros.”

     

      En esa época, estaba dotado con un verdadero lujo: los colchones se importaban de Inglaterra, existía un frigorífico General Electric y una radio pickup americana, además de dos baños completos.4  El Albergue situó a Manzanares en el mapa geográfico de los alojamientos turísticos de España.

    

Pedro Muñoz Seca. Abc.


      Estos muros que ven presenciaron  a los actores que participaron en el rodaje de la primera película española que compitió al premio Óscar, que participó en Cannes y causó un gran revuelo entre los habitantes de la zona. Juan Antonio Bardem rodó en 1957 La Venganza protagonizada por Carmen Sevilla, Jorge Mistral y Ralf Vallone. Carmen Sevilla afrontaba un exitoso papel dramático, Jorge Mistral era uno de los galanes de la época gracias a películas como Botón de Ancla y Ralf Vallone pertenecía a esos actores italianos internacionales de larga trayectoria y recordo como el cardenal papable de El Padrino III de Coppola, por ejemplo. Juan Antonio Bardem era favorable al Partido Comunista, opuesto a la dictadura, aunque en 1956 el partido había abogado por la reconciliación nacional. Ese espíritu se intenta plasmar en el film. Quiso inicialmente titular la película 'Los segadores', pero la censura franquista no lo permitió porque recordaba el himno catalán. Manzanares, Membrilla, Minaya, El Toboso fueron algunos de los escenarios de la película que compitió al Óscar a mejor película extranjera.

     

La Venganza. Filmaffinity.


      Los años fueron pasando como pasaron muchas familias que visitaron estos muros del albergue que con los años se convirtió en parador. Las bodas, las comuniones, los aniversarios, las reuniones de todo tipo. Comidas, cenas, desayunos. Alojamientos. Refugios.

      Un día se pudo observar como políticos de nuevo cuño dialogaban para desarrollar la democracia española,  como fue la creación de los entes autonómicos. La creación de la autonomía castellano-manchega tuvo como escenario el Parador de Manzanares durante 1981 con la constitución de la Asamblea Mixta encargada de iniciar los trabajos estatutarios. Se convocaban en ese día 41 parlamentarios nacionales y los 120 diputados provinciales de la región5. La fase regional de aprobación del estatuto daba comienzo.

      Esta explanada de entrada siguió recibiendo visitantes que parecían abrazar las paredes del Parador que se mantenían fuertes y renovadas, incluso con el paso del tiempo, que disfrutaban de los momentos vividos, contemplando el campo que les circundaba y su vista se dirigía al horizonte por donde el sol iluminaba cada día. Noventa años era solamente el principio.

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1Para conocer más de Ignacio Sánchez Mejías: Archivo-Museo Ignacio Sánchez Mejías, Calle de las Monjas 12 13200 Manzanares, 926614056, museosdemanzanares@gmail.com

2TERUEL MARTÍNEZ, S. M.: Ignacio Sánchez Mejías: Torero y escritor. Su relación con la Vanguardia y con la Generación del 27. Tesis doctoral Departamento de Literatura Española, Teoría de la Literaturay Literatura Comparada, Facultad de Letras de la Universidad de Murcia. 2014. Páginas 52-63

3GARCÍA LORCA, F.: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935). Austral, Espasa Calpe. Madrid. 1984. Edición junto a Poeta en Nueva York y Diván del Tamarit. Páginas 143-156.

4P. L. M.: Paradores: Entre la tradición y la vanguardia. Revista Sesenta y más. Publicación del Ministerio de Trabajo nº 239. Junio 2005. Páginas 8-13.

5CASTELLANOS LÓPEZ, J. A.: Quién fue quién en la transición en Castilla-La Mancha (1977-1982). Ediciones Castilla-La Mancha. Obtenido por Books Google. Página 8.

Gustav Klimt junto al botiquín

   

Detalle de "El beso", Gustav Klimt, Galería Belvedere, Viena

La besaría eternamente, con gusto, con placer. La amaba. Tanto originariamente como en las sucesivas copias. Su destino era quererla y disfrutar de su mejilla. Abrazarla, recogerla con un calor humano y cercano.

     Se dejaría abrazar envuelta en sus ropajes. Sus mejillas enrojecían con el beso eterno que le daba. Se sentía enorme con su cariño a pesar de verse empequeñecida entre sus brazos. Se agarraba en su cuello, le asía su mano junto a su pecho. Su amor era como el más dulce de los sueños. Del cual no quería despertar.

      No sabían qué hacían en esa sobria habitación. Sí, eran una copia. Pero merecían estar en una pequeña galería de arte, en una librería, en un café literario o en la casa de unos pequeños burgueses, bohemios e intelectuales. No esperaban besarse eterna y deliciosamente en la consulta de enfermería de un centro de salud. Ella le dijo que la enfermera era agradable, que únicamente iba unas horas al día, pero que le molestaba ver como enseñaban las más dispares partes del cuerpo las personas que le visitaban. Ella estaba acostumbrada a enseñar su cuerpo a él, y él a ella. Los dos se sentían incómodos cuando, sin ninguna cortesía, llegaba una persona y se bajaba los pantalones o se levantaba su falda y enseñaba una parte de su culo y, aún más, se extrañaban de la rapidez que se daba la enfermera para, con una jeringa, pinchar. ¡Amor qué cosas vemos! También se asombraban del tamaño de algunos órganos y de los aparatos que colocaban en brazos y dedos y de las regañinas que daban cuando, además de pinchar la yema de un dedo, le decían a un señor llamado Ramón que no comiese pasteles. Su padre, Gustav Klimt, les condenó a besarse eternamente para su gusto y para el placer de los ojos expectantes ante la riqueza visual y simbólica de una obra, original o copia, que se colocaba en todas las retinas hasta llegar a nuestro cerebro para provocarnos con su estética. Nacieron para contar un placer sin fin a través de los tiempos.

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      -Buenos días.

      -Buenos días.

      -Me ha dicho la doctora Benito que debe ponerme estas inyecciones de vitamina B-12.

      -Dígame su nombre

      -Prometeo Pérez Heras.

      Teclea el ordenador y con una satisfecha sonrisa escondida tras una mascarilla dice aquí está, tiene razón, se las tiene que poner

      -¿Dónde? Dice él.

      -¿Trae las inyecciones? En el culo. Lado derecho, primer día, y las sucesivas alternamos, bueno alterna usted.

      -De acuerdo. Hace mucho que no vengo a esta consulta. ¿Desde cuándo tiene una copia de Klimt?

      -¿Quién es Klimt? -Le pregunta como diciendo yo no soy culpable- Ya estaba allí cuando llegó. Nunca se planteó de dónde vino, ni quién la puso. 

     Sobre la camilla, a la misma altura del botiquín hay una copia de El beso de Gustav Kilmt, un poco amarillento por el paso del tiempo, en una ubicación inicialmente extraña, en la sala de enfermería de un centro de salud de una localidad manchega que levita levemente del suelo cada mañana cuando amanece al percibir el milagro de la vida cuando sale el sol. La sala de enfermería se beneficia de ese sol por unos ventanales con vistas a tejados de casas con visos de abandono y cuando acaricia sus cristales, la vida entra allí. Una camilla, una báscula, un escritorio con ordenador, dos sillas frente al sillón de la enfermera son completados por un armario de curas y aparatos de ayuda sanitaria. La pareja que se besa en la copia de Klimt tiene iluminación propia.

      El hombre que padece el pinchazo en su cuarto trasero derecho observa la copia. Ve una sensual pareja arrebolada en su éxtasis amoroso sobre un bello prado florido, ciertamente primaveral, en su máxima intimidad. El hombre que besa a su amada, probablemente el mismo Klimt, porta una túnica con cuadros rectangulares en blanco y negro sobre un luminoso fondo dorado con dibujos de espirales y luce en su cabello una corona floral verde. Ella, su amada Emilie Flöge, siguiendo el paralelismo con Gustav, lleva un esbelto vestido estampado de círculos que contienen otros menores que semejan motivos florales sobre un fondo dorado ornamentando de flores, cuadrados y motivos geométricos preciados y valiosos. Su pelo, cortado a la moda de principios de siglo, está cubierto de flores que se habrá puesto para que su amado no la olvide. Parece llevar un collar de flores de probable inspiración polinesia.

      -Sí, creo que es de Klimt, dice mientras se abrocha el cinturón, saca su frasco de gel y le dice a la enfermera hasta mañana.

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      Klimt visitó Rávena a principios de siglo XX y se maravilló de los mosaicos bizantinos de San Vital, de la utilización de oro y plata como fondo, actualizando su uso. El beso de Klimt es de 1907-08.

"Teodora y su séquito" I. de San Vital, Rávena

 



 

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