Cultura y sociedad

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El 'contubernio' de Múnich

Vigésimo aniversario. Contubernio de Múnich
     
      Uno de los hechos históricos que permiten entender el desarrollo de la transición a la democracia española tras la muerte de Franco es la reunión de distintas personalidades que manifestaban su oposición o distanciamiento desde la posición liberal, demócrata-cristiana y socialdemócrata en junio de 1962. 

     Articulados en torno al exiliado Salvador de Madariaga y con motivo del IV congreso del Movimiento Europeo, fueron conocidos como El Conturbenio de Múnich. El término contubernio fue acuñado por las autoridades de la dictadura. Fue uno de sus errores. No era una 'cohabitación ilícita'. Era un intento de superar el franquismo con el acuerdo entre personalidades de los dos bandos y un intento de concertar monarquía y democracia. La hostilidad perjudicó las aspiraciones europeas de Franco. Asistieron del exilio y del interior. 118.

     Personalidades como Dionisio Ridruejo, el falangista que tras su etapa italiana se volvió liberal y luchó contra el régimen entre cárceles y exilios. Fue uno de los promotores del movimiento europeo que hizo ver a las autoridades comunitarias que hasta que no hubiese libertades en España no sería posible la entrada en la Comunidad Europea.

     O Enrique Tierno Galván, el catedrático de Salamanca que había iniciado desde 1962 un acercamiento intelectual y político al marxismo. En 1965 fue expulsado de la universidad por su oposición pública a la dictadura. Fue alcalde de Madrid entre 1979 y 1986. Se adhiere por carta a Rodolfo Llopis al congreso europeo. Fue impulso del fenómeno cultural de la movida desde su puesto de alcalde de Madrid.

Salvador de Madariaga

     José María Gil-Robles, otro de los participantes, había sido el líder de la Confederación de Derechas Autónomas (CEDA) durante la II República y Ministro de la Guerra con Alejandro Lerroux. En junio de 1962 manifestaba a la prensa francesa que el régimen de Franco tenía como árbitro de la situación al ejército y que veía factible una solución a la dictadura con una monarquía que tuviese en cuenta las reglas democráticas. 

     A Manuel Giménez Fernández, ministro de Agricultura con Lerroux hasta abril de 1935, no se le concedió pasaporte para asistir al Movimiento Europeo y sufrió represalias a posteriori.

     Joaquín Satrústegui había evolucionado del ultraconsevadurismo hacia el liberalismo dentro del ámbito monárquico. Fue uno de los promotores del movimiento europeo, sufrió la deportación a Fuerteventura. Había formado en 1954 con Álvarez de Miranda y Ridruejo la Asociación Española de Cooperación Europea.

     Ciento dieciocho españoles, del exilio y del interior, participaron en el Congreso del Movimiento Europeo. El régimen apreció el peligro de la reconciliación entre personalidades de los dos bandos. Coincidía además con un brote de conflictividad social. La dictadura seguía enrocada en la inercia de la confrontación de la guerra civil. Hasta los comunistas, que no participaban en el movimiento, enviaron observadores al mismo. El franquismo podía asumir la participación de los socialistas (PSOE), cuyo líder, Rodolfo Llopis, trasmitió a Satrústegui que aceptarían una monarquía que cumpliese los estándares democráticos europeos, para así transmitirlo al Conde de Barcelona. Pero era poco asumible que, en esos momentos, los demócrata-cristianos se convirtieran también en oposición al franquismo, pactaran con la oposición y sentaran las bases de la futura transición. La actitud del Conde de Barcelona fue distante. Distancia que provocó escisiones entre los democristianos.

     Estos hechos impedían romper de forma definitiva el aislamiento del régimen, que, de hecho, paulatinamente, se iba produciendo, dentro de la soledad en la que estaban quedando los partidarios del franquismo. Y los pactistas del congreso del Movimiento Europeo de 1962 en Múnich lucharon por ello.

Rodolfo Llopis


     

El pacto de Teodomiro

    

     En el mes de Rayab, en el año 94 de la Hégira (713 d. C.), Abd al-Aziz ibn Musa ibn Nusair, hijo de Muza, firmó un pacto con el visigodo conde Teodomiro, que controlaba una zona determinada de Murcia limítrofe con la actual Alicante. Los conquistadores islámicos contaban con pocos efectivos y el territorio conquistado era extenso. El acuerdo con los vencidos fue uno de los medios más eficaces para controlar Hispania junto a la invasión militar. La debilidad del reino visigodo había posibilitado que territorios como el de Murcia gozaran de autonomía. Con el pacto, se sometía a vasallaje al territorio y se cobraban unos impuestos. A cambio se permitía mantener la religión, propiedades y costumbres a los conquistados. El acuerdo fue algo usual durante la expansión islámica. La desintegración del reino visigodo, la pasividad de la población local hispana y la ayuda de la minoría judía coadyuvaron en el éxito de la conquista de forma rápida. La costumbre del acuerdo había sido practicada con anterioridad en el norte de África.
     En el caso de no aceptar el pacto, de sometimiento, se obligaba a la sumisión que les hacía perder sus tierras, que serían ocupadas por musulmanes. Estos pactos se llevaban a cabo durante la expansión militar. Con la llegada de sucesivas oleadas de invasores, se produjo un reparto de tierras y los acuerdos fueron perdiendo valor.
     El pacto fue el siguiente:
     “En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Edicto de Abd al-Aziz ibn Musa ibn Nusair a Tudmir ibn Abdush [Teodomiro, hijo de los godos]. Este último obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su Profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos… no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que puede llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual”[i]
     En los peores momentos, ante una invasión, ante una catástrofe, hay un lugar para el pacto, el acuerdo, y la capitulación. ¿Es necesario llegar hasta un momento tan extremo para acordar con los desconocidos o contrarios? Teodomiro sabía que debía aceptar las condiciones para sobrevivir, pero sabía que, con la permanencia de los nuevos conquistadores, con el tiempo, aceptaría las costumbres de los invasores. De hecho, una descendiente de Teodomiro se casó con uno de los conquistadores.
     En cualquier negociación, es mejor llegar a un acuerdo, aunque tenga partes insatisfactorias, con la condición de obtener en el futuro un rédito mayor.
     El medievalista Eduardo Manzano decía en una reseña al libro de Alejandro García Sanjuán La conquista islámica de la Península Ibérica y la tergiversación del pasado, en el que se rebatían las inexactas tesis de Olagüe sobre la llegada musulmana, que la conquista islámica fue real, que se consiguió por la fuerza o por la capitulación, y que las interpretaciones posteriores obedecían a los intereses de la política omeya.[ii]  
     En la práctica, los habitantes de Hispania aceptaron las condiciones de los invasores como, antes, habían aceptado a los godos. Además, vinieron más musulmanes que godos, y estuvieron más tiempo.


[i] Ibn Idari, Kitab al-bayan al-mugrib fi ajbar muluk al-Ándalus wa-l-Magrib, ed. y trad. F. Maíllo Salgado. La caída del califato de Córdoba y los reyes de taifas. Salamanca: Universidad, Estudios Árabes e Islámicos, 1993.
[ii] MANZANO, E.: De cómo los árabes realmente invadieron Hispania. AL-QANTARA, XXV 1, enero-junio 2014, páginas 311-319.

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