Cultura y sociedad

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Ernestina de Champourcín (3) en el Lyceum Club Femenino

Ernestina de Champourcín, Archivo General de la Administración



     Evocaba Ernestina en una entrevista concedida en 1996, aquel Lyceum Club Femenino del que formó parte activa, quitando importancia al lugar y el tiempo que ocupó y a la implicación que tuvo en el desarrollo de su creación:

     “No era nada especial. También en París y en Londres había Liceums Club. Nosotras copiamos la idea. Iban muchos hombres, el té era especial y muy barato… había salas de exposiciones, había salas de juego, pero no era exclusivamente femenino. Allí coincidieron muchas mujeres que habían frecuentado el Liceo de París, como Zenobia, como la mujer del ministro de Cultura… ahora no recuerdo su nombre. Invitábamos a los amigos y a las amigas. Lo que más les gustaba era la merienda, era muy buena y muy barata.”[1]

      Ella quería olvidar- ya nonagenaria, pero no desmemoriada- que había sido colaboradora directa del Lyceum Club desde sus inicios hasta el estallido de la Guerra Civil. Ella, que aspiraba a modernizar España a través de la educación, el club le brindó la oportunidad de canalizar sus deseos al organizar las actividades culturales.

     En abril de 1926, María de Maeztu presidió la asamblea que constituyó el Lyceum Club de Madrid en un local de la calle Miguel Ángel. Se pretendía crear un modelo cultural de inspiración krausista. María de Maeztu lo dirigiría. Las vicepresidencias las ocuparían Isabel Oyárzabal y Victoria Kent, la tesorería sería gestionada por Amalia Galarraga, la secretaría la organizaría Zenobia Camprubí y Ernestina de Champourcín y la vicesecretaría correría a cargo de Helen Philips. Habría dos presidentas de honor: La reina Victoria Eugenia y María del Rosario de Silva, duquesa de Alba.

     Desde sus inicios, el Club tuvo siete secciones. Ernestina perteneció a la sección de Literatura y Social, y, a partir de 1934, al establecerse las secciones de Ciencias e Hispanoamericana, Champourcín colaboró esporádicamente con esta última. Pese a la oposición de sus padres, pese a las críticas de su mentor Juan Ramón Jiménez, esposo de Zenobia, que no respaldaba este foro, Ernestina siguió y lamentó que Juan Ramón no quisiera participar en una conferencia.

     Ernestina no estaba asociada al Club por oposición paterna, pero se involucró en sus actividades. En la sección de Literatura se dedicó a atraer e invitar a personalidades del mundo de las letras. En la sección Social, su labor se dirigió en ayudar a mujeres y menores sin alfabetizar. En la sección Hispanoamericana, tuvo en cuenta sus nobles ancestros uruguayos que habían gestionado o regido territorios en América durante el periodo virreinal. Mantuvo, gracias a ello, relación con la médica Paulina Luisi, la poeta Alfonsina Storni o la actriz Berta Singerman.

      Otra sinergia positiva para Ernestina fue la red de contactos que estableció en el Lyceum: la hija del director del Museo del Prado, Fernando Álvarez de Sotomayor, Pilar,  le permitió asistir a la enseñanza de obras de arte del director y la poeta correspondía invitando a su hija a las exposiciones y recitales que daban tanto la Residencia de Señoritas como el Lyceum Club. Otro tanto ocurrió con las hijas del pintor José Pinanzo Martínez, Teresa y María Luisa, con quienes compartió tardes de café y visitas culturales. Ello redundó en una cultura más intelectual y profunda.

       En la sección de Literatura, uno de sus empeños fue el cuidado de la biblioteca del club. Tenían la dotación realizada por el matrimonio formado por María de la O Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra. La casa ducal de Alba había aportado otra dotación libresca importante. Un total de doscientos volúmenes abarcaban diversas materias y destacaban por su pensamiento tolerante.

     Además, Champourcín consiguió establecer lazos con editores y personas relacionadas con el mundo editorial que le ayudaron a dar a conocer su obra. Empezó a realizar reseñas de autores conocidos, o que sería conocidos, como Lorca, Guillén, Juan Ramón, Concha Méndez y Carmen Conde.

     Tras la publicación de su primera obra, y con la ayuda de su mentor Juan Ramón Jiménez, comenzó a frecuentar tertulias literarias, conoció de primera mano las vanguardias, a los nuevos poetas, aquellos a los que leía. Aquellos a los que compraba sus libros en la librería de León Sánchez Cuesta, en la calle Mayor, donde le atendió en varias ocasiones Luis Cernuda. Procuraba, eso sí, asistir a la Residencia de Estudiantes donde los escuchaba y participaba en el Cine-Club que organizaba Gaceta Literaria.

Portada Reglamento Lyceum Club Femenino. BNE

     Invitó a Lorca en 1928, pero no acudió hasta febrero de 1929, con la circunstancia del posible suspenso de la conferencia por la oposición del cardenal Segura o el gobierno del Directorio de Primo de Rivera. Habló sobre “Imaginación, inspiración y evasión”. Su disertación tuvo eco en la prensa de la época. Concha Méndez también se atribuyó que García Lorca diese la conferencia en el Lyceum, así como la de Alberti. Lo cierto es que la Gaceta Literaria nombra a Ernestina y Pilar Zubiaurre como organizadoras de importantes conferencias en esas fechas.

     Sobre la famosa conferencia de Alberti, Palomita y galápago (¡No más artríticos!), hay una negativa inicial del poeta gaditano a dar una conferencia. Pero hubo un cambio de parecer en el portuense que estableció de nuevo contacto con Champourcín para hablar de poesía moderna el 10 de noviembre de 1929. Alberti apareció vestido de payaso, con una paloma y un galápago y criticó abiertamente a varios de los maridos de las socias del Club. Terminó pidiendo un voto de censura para la sección literaria. Ernestina estuvo a punto de dimitir, según contó a su amiga Carmen Conde. Ernestina escribio enn la Gaceta Literaria quitando hierro al suceso y Alberti envió después una carta de agradecimiento por permitirle dar la charla, destacando a Champourcín y Zubiaurre. Con los años, Ernestina se dio cuenta de que Rafael, el tonto de Rafael, les había tomado el pelo.

     En noviembre de 1928, a invitación de Champourcín, habló María Luz Morales, que firmaba en La Vanguardia como Felipe Centeno y escribía de una forma moderna sobre la feminidad en El Sol. Los ecos de la conferencia con reseñas positivas fueron recogidas en El Sol y La Vanguardia. Al final de su conferencia, Morales alabó a Ernestina.

     La conferencia de Alberti produjo la enemistad de algunas socias con Ernestina. Especialmente, las de mayor edad, como Carmen Baroja, y la defensa de las más jóvenes, como Concha Méndez.

     La oposición se hizo más fuerte a partir de los años treinta, especialmente con la conferencia de Ernesto Giménez Caballero sobre sexualidad. Con la República, hubo una división entre las personas que criticaban la politización del Lyceum, como Carmen Baroja, que lo abandonó, y las que consideraban que era demasiado conservador y burgués como Lejárraga o Concha Méndez. Hubo también un momento llamativo cuando Victoria Kent consigue la absolución de su defendido, Álvaro de Albornoz, implicado en el golpe de Jaca, en diciembre de 1930.

      Aunque estuvo involucrada en la organización de un homenaje a Mariana Pineda por su centenario, no asistió al acto porque la familia Champourcín se trasladó a La Granja entre mayo y octubre de 1931 con la intención de evitar que los hijos, Jaime con Renovación Española y Ernestina favorable a la República, participaran en actos políticos tras la quema de conventos en mayo de 1931. Volvió con el invierno y siguió organizando actos en el Lyceum: Recitales de poesía en el teatro Alkazar por Conchita Power, que leyó poesías de Ernestina con las de Garcilaso, Lope de Vega, Machado y Villalón. O la conferencia de Miguel de Unamuno en 1935 a cuenta de Raquel Encadenada.

     En 1935 también dio una conferencia Luis Cernuda, poeta del 27, con quien había salido años antes. En junio de 1936, las socias del Lyceum Club le organizaron un té-homenaje con motivo de su poemario Cántico inútil y por la novela La casa de enfrente, elogiadas por la crítica[2].

     El club fue un centro creativo de mujeres burguesas, con ideas femeninas, que buscaban mejorar la educación de la mujer, con carácter constructivo, intentando conseguir su emancipación. Para Balló, Ernestina fue la más moderna del grupo.

     Se ha hablado de las semejanzas y diferencias entre las alavesas del Lyceum Club: María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas y presidenta del Lyceum Club hasta 1928, y la poeta Ernestina de Champourcín. 

     Eran unas alavesas que gozaron de reconocimiento público en sus respectivas áreas de trabajo y quedaron relegadas al olvido en sus últimos años. Mujeres independientes, altruistas, con gran conciencia de su valía. Ambas fueron traductoras por su dominio de los idiomas. Tomaron el exilio y se vieron marginadas. María estuvo influenciada por el cambio ideológico de su hermano Ramiro, tanto por su participación en la Asamblea Nacional primorriverrista como por el asesinato de Ramiro de Maeztu en 1936, suceso que provocó su abandono de cualquier práctica política. 

     Ernestina tampoco habló de política tras el exilio, pero es conocida su conversión religiosa que hizo que su poesía tuviese un marcado misticismo. Una mujer de contrastes. Republicana de origen aristocrático, fue mirada con recelo por republicanos, y exiliada por motivos políticos, no hizo alarde de republicanismo a su regreso. Fue promotora de literatura de mujeres y de sus derechos, sin declararse feminista. Culta y elegante, no quería aislarse de quienes la requerían para hablar de poesía o para recibir su consejo[3].

     La vida de Ernestina estuvo marcada por la Guerra Civil. Era el momento de mayor madurez poética. No esperaba el golpe y la guerra. Madrid, el Madrid que admiraba su pareja, Juan José Domenchina, cambió ante sus ojos, se transformó súbitamente. Nadie sabia dónde estaba nadie… los yo de todos era ahora muy distinto con lo que no sabía cómo enfrentarse. En el 36 se casó con Domenchina y, tras varios pasos previos, el matrimonio Domenchina Champourcin llegó a México en 1939[4].

García Lorca y Alberti en 1926. ABC







[1] SANAHUJA, E., SANZ, T. y VARGAS, A.: Ernestina de Champourcín, entrevista. En DUODA Revista d’Estudis Feministes, núm. 10-1996.

[2] ESTEBAN CEREZO, M. ª D.: “¡Quién fuera Ernestina de Champourcín!” Contribución de la poeta en el Lyceum Club Femenino (1926-1936), Hispania Nova, 23, 2025. Páginas 153-172.

[3] AGUINAGA, M.: Dos ilustres alavesas en el Lyceum Club: María de Maeztu y Ernestina de Champourcin, Revista Cálamo FASPE n. º 66. 2018. Páginas 23-30.

[4] BALLÓ, T.: Las sinsombrero, sin ellas la historia no estaría completa. Espasa. Barcelona. 2016.  Archivo Museo Sánchez Mejías (lectura 6-6-2025)


    Entradas que contextualizan este artículo:
     - La obtención del sufragio femenino en España


 4-10-2025 20:23                                   Actualizado 5-10-2025 19:09

El Lyceum Club Femenino: En los orígenes del feminismo español

 

 

María de Maeztu en el Círculo Leonés en enero de 1935. ABC

     A María nada le atraía más en este mundo que dejar al morir una gran obra donde las mujeres españolas encontraran algo mejor a lo que ella tuvo en su juventud. Tuvo un camino lleno de obstáculos que salvar para conseguir unos fines acertados y brillantes[i].

    Hubo un lugar de reunión de unas mujeres luminosas y primigenias que compartían ideas, inquietudes, que debatían y trabajaban a favor de las mejoras de sus derechos como ciudadanas.

     María de Maeztu había conseguido que las reuniones que  realizaban fuesen cada vez más numerosas. Se citaban, según Carmen Baroja, en la Residencia de Señoritas norteamericanas de la calle Miguel Ángel. 

     Se juntaban todas, o casi todas, las mujeres que habían hecho algo en Madrid y que por ellas o por sus maridos tenían una representación[ii]. Fueron los momentos fundacionales del Lyceum Club Femenino.

     María fue su primera presidenta y una de sus fundadoras[iii]. En una entrevista concedida en El Heraldo de Madrid el 5 de noviembre de 1926 dijo que el club era algo más que un lugar de recreo, un lugar que intentaba facilitar a las mujeres españolas, que estaban recluidas hasta el momento en sus casas, un mutuo conocimiento y ayuda: un movimiento de fraternidad femenina. Unas mujeres que deseaban intervenir activamente en los problemas culturales y sociales del país. Así, el club tenía seis secciones: Social, Musical, Artes Plásticas e Industriales, Literatura, Ciencias e Internacional. María de Maeztu estaba convencida de la capacidad de las mujeres españolas.

     Tania Balló cita que uno de los defensores de este club femenino fue José María Salaverría. Su pareja, Amalia Galárraga fue tesorera y fundadora. Encontraban similitudes con otros clubes estadounidenses y europeos. El modelo era el Lyceum Club londinense. Tras las primeras reuniones de la calle Miguel Ángel, buscaron sitio en La Casa de las Siete Chimeneas, Infantas, 31.

     Los problemas burocráticos hacían difícil el empeño. Las mujeres, entonces, no podían disponer de una economía propia, ni ingresar dinero, ni alquilar una casa o negociar…

     El primer acto público fue una exposición de las hijas de Joaquín Sorolla, María y Elena. Mujeres influyentes, mujeres liberales, mujeres importantes del panorama social y cultural integraron el club. Isabel Oyarzabal, Zenobia Camprubí, María de la O Lejárraga, Carmen Baroja, formaban parte de la junta directiva. Concha Méndez, Ernestina de Champourcín, Rosa Chacel, estaban entre sus socias.

Socias del Lyceum Club en 1930. Fuente: Revista Estampa



     Resistieron. Lucharon contra las críticas. En 1927 llevaron a cabo un estudio del Código Civil y Penal de la mano de abogadas en ejercicio que remitieron al gobierno con sus reivindicaciones mínimas en cuestión derechos humanos de las mujeres. Algunas de sus socias ostentaron en el corto periodo de la II República cargos de responsabilidad. Balló incide en el significado de este club como el de un crecimiento personal, social e intelectual de las mujeres de su tiempo.

     Las conexiones entre el Lyceum Club Femenino y la Residencia de Señoritas, que estaba también dirigida por María de Maeztu, era evidente por el interés de su directora en el apoyo de la cultura de la mujer. Algunas de sus socias estuvieron de una manera u otra en los dos centros citados[iv].

     María Pérez Herrero escribió Ni locas ni tontas, donde relata las vivencias de estas pioneras del feminismo en España. De sus distintos colores, de sus distintas culturas. Muchas de ellas mujeres de que intentaban sobresalir, realizarse. Fueron capaces de unirse entre ellas, creer en sí mismas y en su capacidad de obrar. María de Maeztu fue la primera mujer pedagoga. Estudió en Alemania e Inglaterra gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios. Su trayectoria internacional le valió para dedicarse a la educación de la mujer española: El derecho a la cultura de la mujer no es un privilegio, es un deber que se cumple.

     En los años treinta España estaba cambiando: Mujeres que llegaban a diputadas, derecho al voto, divorcio, asociacionismo, reclamaciones de emancipación femenina…

     Los éxitos del Lyceum no siempre fueron aceptados por la burguesía femenina que estuvo en su fundación. Las elecciones y los sucesivos cambios políticos produjeron fisuras entre ellas. Carmen Baroja, fundadora, contaba que la política lo envenenaba todo y muchas mujeres se dieron de baja. El club se hacía demasiado político.

     La guerra acabó con todo esto. La mayoría marchó al exilio. Una de las mujeres más destacadas, María de la O Lejárraga dijo, como resumen a estas palabras:

     ¡Apasionaos, mujeres desapasionadas! Salid, decididas y serenamente en busca de la verdad, que, a mitad de camino, saldrá ella a vuestro encuentro.[v]

     El Lyceum Club Femenino de Madrid tuvo vida entre 1926 y 1939. María de Maeztu fue destituida de la Residencia de Señoritas en 1936 y murió en Mar de Plata, Argentina, en 1948[vi].



[i] Versión libre de la carta de María de Maeztu a Eulalia Lapresta, París 4 de agosto de 1922.

[ii] BAROJA Y NESSI, C.: (1998) Recuerdos de una mujer de la generación del 98, Barcelona, Tusquets, p. 89.

[iii] BALLÓ, T.: (2016) Las sinsombrero. Sin ellas la historia no está completa. Espasa. Barcelona. Epígrafe No solo ellos tomaban café. El Lyceum Club Femenino. (Archivo Museo Sánchez Mejías, 17-05-2024)

[iv] https://www.nodulo.org/ec/2011/n111p09.htm

[v] PÉREZ HERRERO, M.: (2022) El Lyceum Club, un desafío femenino, en Torre de los Lujanes, Real Sociedad Matritense de Amigos del País 79. Madrid.  

[vi] JIMÉNEZ FRAUD, A.: (2018) Epistolario, tomos I y II. Fundación Unicaja y Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Edición de Valender, García-Velasco, Aguilar-Álvarez y Trilce Arroyo.Epistolario parcialmente leído de 60 cartas entre dos de los pedagogos más importantes que han existido en España, Alberto Jiménez Fraud y María de Maeztu. (Archivo Museo Sánchez Mejías, 13 a 17 de mayo de 2024)

 


El marqués de la Vega-Inclán

      Marqués de la Vega-Inclán, Sorolla, Wikimedia       En mayo de 1925, Alberto Jiménez Fraud escribió a María de Maeztu para comunicarle...