Cultura y sociedad

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"Índice", la revista que presentó a los jóvenes poetas del 27 (1)

«Índice», número 4, 1922, BNE.



     Con más pretensiones que duración nació Índice como revista literaria. La revista se puede consultar en la Biblioteca Nacional. Son cuatro números que muestran el empeño editorial de Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Otras revistas del onubense fueron (1925) y Ley (1927). ¿Por qué es importante Índice?

     Porque fue la carta de presentación de unos nuevos poetas que conformarían la generación del 27: Pedro Salinas, José Bergamín, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Antonio Marichalar, Federico García Lorca, y otros, que conformaron la Edad de Plata de la cultura española, como Antonio Machado, Alfonso Reyes, Corpus Barga, Moreno Villa, Adolfo Salazar, Azorín, Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, …

     La revista era intergeneracional. Ajena a cualquier grupo, con redactores de distintas tendencias, de origen español e hispanoamericano. Les unía la exaltación del espíritu y el gusto de las cosas bellas. Se apoyó en Alfonso Reyes y Enrique Díaz Canedo- estos dos en el origen de la Casa de España y el Colegio de México, premio príncipe de Asturias 2001, al otro lado del Atlántico y con los intelectuales españoles exiliados allí-, y José Bergamín. La publicación de la revista fue irregular. En las tres primeras se presenta como revista mensual. En la cuarta, aparece como “de definición y concordia”, “selectamente ecléctica” y “primorosamente editada”. El impresor fue Gabriel García Maroto. Tuvo suplementos.

     Contiene textos de crítica, estudios y creación literaria, en prosa y verso. Incluyó una sección de varios con antologías de Góngora, traducciones, sección de cartas y crónicas.

     Juan Ramón Jiménez hizo también una Biblioteca Índice, colección de libros, y estuvo a punto de publicarse un número 5 de la revista, que no se llegó a terminar. En estos momentos, las relaciones entre los miembros de la generación del 27 y el poeta de Moguer iban bien.

     Los tres primeros números salieron con demora «relativa», pero el número 4 se retrasó hasta bien entrado 1922, con cambio de portada. Antonio Marichalar escribía a Juan Ramón Jiménez en el mes de mayo de ese año, agradeciéndole el interés que se había tomado para que saliese la publicación que había visto en una librería. Parecía que se iban solucionando los problemas de impresión, pero fue el último número de la revista. Ya fuera por la gestión como por problemas económicos.

     En la entrada del número 4 llamaba a los tres primeros como el difícil ensayo de la revista. Y contaba los problemas de toda clase que habían tenido para publicar: retraso de papeles, trastornos de imprenta y administración, viajes de redactores, con la necesidad de hacer las cosas bien. Y justificaban con un mal endémico de nuestro país: «Quien, en la España actual, haya intentado empresas de este carácter serio y puro, sabe cuánto hay que luchar para conseguir los resultados de relativa perfección que son corrientes en otros países.»

     No querían ser una revista al uso, aunque pretendían editar entre ocho y doce números al año, sino ser una revista «inactual», con el intento de la máxima perfección posible, tanto en ética como en estética.

     Esperaban recibir trabajos de colaboración y algún dinero con la dosis necesaria, por tanto, de ayuda espiritual y material. No hubo más números tras este cuarto número, en el que publicaban poesías Antonio Machado, Juan Chabás, Pedro Salinas, Federico García Lorca, o Juan Ramón Jiménez; y prosa José Bergamín, Jorge Guillén, Alfonso Reyes o Adolfo Salazar.

     Reproducimos aquí la primera estrofa de Antonio Machado, en Olivo del Camino:

“Parejo de la encina castellana

crecida sobre el páramo, señero

en los campos de Córdoba la llana

que dieron su caballo al Romancero;

lejos de tus hermanos

que vela el ceño campesino- enjutos

pobladores de lomas y altozanos,

horros de sombra, grávidos de frutos-

viejo olivo, sin mano labradora

que pode tu ramaje y con olvido

del hacha leñadora,

¡cuán bello estás sobre la tierra erguido,

bajo ese azul cobalto,

como un árbol silvestre, espeso y alto!”

     Y reproducimos una estrofa del artículo «Kodak de Andalucía» de Adolfo Salazar que viajó a finales de 1921 por esa tierra y en una instantánea fotográfica dice:

     “Opulencia de Granada, intimidad de Córdoba, Sevilla, o la ciudad. Vivacidad sevillana, gravedad cordobesa, esplendor granadino. Patios de Córdoba, calles de Sevilla, paisaje de Granada. Para el pintor, en Granda las masas, en Sevilla el color, en Córdoba el matiz. Para el músico, la polifonía de Granada, el cantar de Sevilla, el silencio de Córdoba.”

     El musicólogo y crítico Adolfo Salazar escribió una postal a Federico García Lorca informándole que se dirigía en el mes de septiembre hacia Andalucía con la intención de visitar Córdoba, Sevilla, Málaga y terminar en Granada, donde pensaba encontrarse con Lorca. En el artículo recuerda también su paso por Málaga:

      “Estás llena de nubes y de lluvia, Málaga, y no te dejas mirar... Yo guardaré el recuerdo de tu noche

 

 

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     Bibliografía consultada:

-        Biblioteca Nacional de España

-        Índice, 1921-1922, revista literaria y aventura editorial del premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez. Cuatro números.

-        https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/junio_12/05062012_01.htm

-        SALAZAR, A: Epistolario, 1912-1958. Edición de la musicóloga mexicana Consuelo Carredano. Residencia de Estudiantes, Fundación Scherzo, INAEM, Centro Cultural de la generación del 27. 2008. Tarjeta postal de Adolfo Salazar y Robert Gerhard a Federico García Lorca, septiembre de 1921. (Reseñado 25-11-2025 en Archivo Museo Sánchez Mejias).

        26-11-25 14:09  Actualizado 18:00










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Antonio Machado: profesión de fe

     

    

Instituto Antonio Machado en Soria. Wikimedia.

     Antonio Machado nació con la restauración borbónica de 1875, su primera madurez llegó con el Desastre de 1998 y sintió la sensación de decadencia nacional de un país que se había olvidado de sí mismo con su pobreza, analfabetismo y desigualdades.

      En el primer cuarto del siglo XX viviría el auge del anarquismo, el surgimiento del pistolerismo, la Semana Trágica de Barcelona de 1909, y una especie de breve fulgor económico con la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial. Vivió el final de la restauración borbónica con el desastre de Annual de 1921 y la dictadura de Primo de Rivera de 1923. Y sus últimos años vieron la llegada en 1931 de la II República y la Guerra Civil. Todo ello trufado por la Belle Époque y el segundo periodo más fértil de la cultura española: La Edad de Plata.

      Antonio y Manuel Machado eran hijos de Antonio Machado Álvarez, Demófilo, abogado y reputado folclorista, que envió a sus hijos a estudiar a la Institución Libre de Enseñanza, que habían fundado, entre otros, Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío.

      Las necesidades económicas provocaron el viaje del padre de Machado a Puerto Rico. Su mala salud le hizo volver hacia 1893 y falleció poco después. Antonio contaba con dieciocho años. Su primera colaboración literaria se fecha en 1892 para la revista satírica La Caricatura. Con su hermano Manuel colaboró en el Diccionario de ideas afines de Eduardo Benot.

      Trabajan y viajan como traductores y redactores en el diccionario hispánico de la editorial Garnier, iniciando una etapa parisina en la que conocen a la intelectualidad de finales del siglo XIX y principios del XX. Es la época de la eclosión del modernismo. En 1902, Antonio Machado, en uno de sus viajes de ida y vuelta a París, conoce a Rubén Darío en la capital francesa. De esta amistad o admiración será reflejo en 1903, cuando en Soledades le dedica algunos poemas.

      Por consejo de Giner de los Ríos y Miguel de Unamuno preparó una cátedra de francés y obtuvo la plaza de Soria, adonde llega en la primavera de 1907. Allí conocerá a Leonor Izquierdo, menor de edad, con la que se casa dos años más tarde, con solo 15 años. Establece con la ciudad soriana un vínculo afectivo y, también, un vínculo intelectual. De las excursiones de 1910 germinaría Campos de Castilla. Gracias a la Junta de Ampliación de Estudios hace un tercer viaje a París. Leonor le acompaña. Asiste a clases de Bergson, escribe La tierra de Alvargonzález, tratan a Rubén Darío. La feliz estancia se trunca. Leonor enferma en julio de 1911 y fallece en agosto del año siguiente, a los dieciocho años. La única alegría de esos días fue la publicación de Campos de Castilla.

      Cuando Azorín proyectaba una antología en 1913, Antonio Machado redactó una autobiografía en la que decía que tenía un gran amor a España, pero tenía una idea negativa de ella. Que lo español le encantaba y le indignaba. Se consideraba un creyente en una realidad espiritual opuesta al mundo sensible. Manifestaba, además, una gran aversión por lo que escribía, tras haberlo escrito, y su mayor tortura era corregir las pruebas de imprenta. Sentía, o explicaba, que todos sus libros estaban llenos de erratas.

      Gerardo Diego escribió años más tarde un artículo en el que analizaba el siguiente poema de Campos de Castilla:

 

Profesión de fe

     Dios no es el mar, está en el mar, riela

como luna en el agua, o aparece

como una blanca vela;

en el mar se despierta o se adormece.

      Creó la mar, y nace

de la mar cual la nube y la tormenta;

es el Criador y la criatura lo hace;

su aliento es alma, y por el alma alienta.

 Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,

y para darte el alma que me diste

en mí te he de crear. Que el puro río

de caridad que fluye eternamente,

fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,

de una fe sin amor la turbia fuente!

     Decía Gerardo Diego que en los endecasílabos o en las silvas mezcladas de heptasílabos del poema, la sentencia se imponía constantemente y el aire retórico— exquisito y sincero— dotaba la superficie de corriente sonora. 

     El tono y el ritmo de los seis últimos versos le hizo descubrir el subyacente soneto porque, según Diego, Antonio Machado lo envió a imprenta sin espacios, como una silva. Dos serventesios, en cada uno de los cuales hay un heptasílabo, seguido precedían después de una larga pausa a los seis versos de los posibles tercetos. Utiliza un orden muy raro en los clásicos, pero frecuente en los autores modernos.

     Como se ha señalado, Campos de Castilla se publicó en 1912. Sus 54 poemas iniciales fueron aumentados hasta 123, conformando el núcleo de la poesía machadiana. Representa el pensamiento crítico e histórico de la generación del 98.

     En el tren, cuando se marchaba de Soria a Baeza tras la muerte de Leonor, en abril de 1913, escribió la siguiente despedida:

“En la desesperanza y en la melancolía

De tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.

Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,

Por los floridos valles, mi corazón te lleva”

(Fragmento de Recuerdos, incluida en Campos de Castilla)

 


 

 

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 Referencias consultadas:

 —LORENTE, A y NEIRA, J.: (2021) Doce escritores contemporáneos. UNED. Madrid

—DIEGO, G.: (2000) Obras completas, Tomo VII, Prosa. Edición de José Luis Bernal. Alfaguara. Madrid. Es un artículo que se publicó en La Torre, n.º 45-46, titulado Antonio Machado y el soneto, en 1964. Reseñado en el Archivo Museo Sánchez Mejías (29-02-24).  

—MACHADO, A.: (1977) Poesías completas. Austral, Espasa Calpe. Madrid.

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