Cultura y sociedad

Mostrando entradas con la etiqueta Ignacio Sánchez Mejías. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ignacio Sánchez Mejías. Mostrar todas las entradas

Sobre la claridad y calidad literaria de Santa Teresa de Jesús_1

       

Santa Teresa de Jesús. Wikimedia.

      Fray Luis de León contó a la priora Ana de Jesús que no vio ni conoció a santa Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra. Ahora que era santa y celestial, decía, la veía siempre en sus hijas, las monjas, y en sus libros, que son muestra de su gran virtud. Eran los frutos que había dejado cuando se fue. Preparaba una edición de los libros de Santa Teresa de Jesús a mediados de septiembre de 1587.

     Fray Luis argumentaba que la virtud y la santidad de la madre Teresa podría hacerle dudar cuando la hubiera visto. Pero no estando y viendo sus frutos en forma de obras, monjas y libros, no tenía la más mínima duda de su certeza. Porque eran un ayuntamiento de milagros acumulados.

     Milagro era la perfección de su orden de mujeres y hombres, milagro la perfección de su enseñanza. Que ante los peligros que sufría la Iglesia, con su provecta edad, no envejecían su gracia. Por lo que ella representa la santidad de las primeras iglesias, idea que se transmitía a las monjas de su congregación, testimonio vivo de la perfección conseguida, testimonio vivo de su labor sacrificada.

     Para el maestro de la universidad salmantina, esos milagros llegaron a sus libros. Con la ayuda del Espíritu Santo, la santa fue con sus libros un ejemplo rarísimo, por excepcional.

     Excepcional y rarísimo por la altura de los temas que trató, por la delicadeza y claridad con que lo hace, por la pureza y facilidad de estilo. En su elegancia. Es el Espíritu Santo quien guía su mano, quien ilumina el cálamo de sus ideas. Es la llama que luce en la oscuridad y enciende el fuego con las palabras que calientan los corazones.

      Sus lectores allanan el camino de la virtud. Sus seguidores quedarían prendados del amor a Dios por medio de los escritos de Teresa de Jesús. Sus lectores mediante los libros que han sobrevivido quedaban encendidos en el amor a la fundadora desaparecida.

     Puso a Dios ante la mirada del alma, para su fácil hallazgo, dulce y amistoso. Sobrepasaba, así, las dificultades que se presentaban.


     Y en la publicación de estos libros andaba Fray Luis después de la muerte de santa Teresa. El Consejo Real le dio el cometido de verlos. Los libros que salían fueron cotejados con los originales para que fuesen fieles a la mano de la santa madre. Que no hubiese el más mínimo marchamo de duda de los escribientes por descuido o error.

     El editor salmantino contaba a la priora que en los libros de Teresa de Jesús aparecían revelaciones, y se trataban temas interiores, de gran profundidad, que ocurrían en la oración, que estaban apartados de lo ordinario. Habría quien diría que es dudoso. Habría quien diría que no debería salir a la luz. Que podría aparecer el diablo con disfraz figurado. Pero también, sin duda y con fe, podría ser el Espíritu Santo hablando a los suyos quien apareciese de distintas maneras.

     Fray Luis dijo a Ana de Jesús que el ángel que se acercó a Tobías le manifestó que el secreto del Rey bueno es esconderlo. Ahora bien, las obras de Dios era necesario manifestarlas por su santidad.

     Hubo un tiempo en que se dudó de la santa abulense. Con su muerte y la certeza de sus grandes obras, su fe y la incorruptibilidad de su cuerpo dieron razón al maestro Fray Luis para dar a conocer sus obras.

    Los textos no dan la referencia simple de lo que Dios comunicó a la madre Teresa. Añaden además las medidas que ella tomó para examinar estas revelaciones. Su juicio. Su apetencia o su rechazo, según las normas de la iglesia.

     Santa Teresa dijo que, Y lo que no se puede sufrir, Señor, es, no poder saber cierto si os amo, y si son acceptos mis deseos delante de vos. Fray Luis veía que las almas, en estos ejercicios, sentían a Dios presente para los efectos que en ellas entonces hace, que son deleitarlas y alumbrarlas. Y les daba avisos y gustos.

     Teresa de Cépeda y Ahumada escribió también poesía mística. Superada en esta faceta por san Juan de la Cruz, en el terreno historiográfico y literario es más importante su obra en prosa. Sus obras místicas de carácter didáctico como Camino de perfección o el Libro de las fundaciones le sitúan en ese lugar principal de las memorias o autobiografía mística. Hay otro libro, el Libro de su vida, que es más interesante para estudiosos de su obra. Importante porque muestra otro estilo. Con una capacidad adicional: Tanto al expresar anécdotas de la vida cotidiana de su infancia como el momento en que se producían los accesos místicos, la naturalidad y la sencillez eran la norma utilizada. Haciendo comprensible para todos cuanto contaba. El ejemplo nos lleva primero a su juventud:

     Era aficionada á libros de caballerías, y no tan mal tomaba este pasatiempo, como yo le tomé para mí; porque no perdia su labor, sino desenvolvíemonos para leer en ellos; y por ventura lo hacia para no pensar en grandes trabajos que tenia, y ocupar sus hijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos. Desto le pesaba tanto á mi padre, que se había de tener aviso á que no lo viese. Yo comencé á quedarme en costumbre de leerlos, y aquella pequeña falta, que en ella vi , me comenzó á enfriar los deseos, y comenzar á faltar en lo demás; y parecíame no era malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque ascondida de mi padre.” (Afición juvenil a los libros de caballerías, de moda hasta la llegada de Don Quijote).

    Elegimos ahora un texto sobre las sensaciones y sentimientos de santa Teresa en un éxtasis místico:

    "Quiso el Señor, que viese aquí algunas veces esta visión: vía un ángel cabe mí hácia el lado izquierdo en forma corporal; lo que no suelo ver sino por maravilla. Aunque muchas veces, se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada, que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese ansí: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido, que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todosse abrasan. Deben ser los que llaman cherubines, que los nombres no me los dicen: mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles á otros, y de otros á otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al f in del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba á las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios, Era tan grande el dolor, que me hacia dar aquellos quejidos, y tan ecesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave, que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo á su bondad lo dé á gustar á quien pensare que miento.”  Cuenta santa Teresa que los días que ocurrían estos hechos andaba como embobada, sin desear ver o hablar, abrazada con su pena.

     No se va a entrar en el análisis de anécdotas y chascarrillos que han pasado a lo largo de los últimos siglos al acervo coloquial. Se hará la fotografía de dos o tres momentos en los que los intelectuales han tomado el recuerdo directo, o indirecto, de la santa de Ávila.

     Esta reseña concluirá con la cita qué hicieron Ignacio Sánchez Mejías y Federico García Lorca de la fundadora abulense.

       Ignacio Sánchez Mejías, cuando dio la conferencia “El pase de la muerte” en la Universidad de Columbia de Nueva York, cita a Santa Teresa por medio del marqués de San Juan de las Piedras Albas. Se le ocurrió hacer una huerta y pidió bueyes a un hacendado rico ante la pobreza de las monjas. El incrédulo terrateniente le puso la condición de dárselos si iba a recogerlos la santa. El engaño fue incluir toros bravos entre los bueyes. Fuese por inspiración divina o no, Teresa de Jesús reconoció al toro, lo unció y lo manejó como un cordero. La fundadora dio un pase de pecho al hacendado, en quien ve Sánchez Mejías la representación del demonio.

     García Lorca cita a Teresa de Cepeda y Ahumada en su “Teoría y juego del duende”. Recuerda que era flamenquísima y enduendada. Flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases, que los dio. No por presumir de guapa ante Fray Juan de la Miseria o por darle dos bofetadas al nuncio de Su Santidad, que lo hizo, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende la traspasa con un dardo; le quiere matar por haberle quitado su último secreto: el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo.

     Estos dos ejemplos tienen un profundo sentimiento literario junto a un arraigado componente espiritual. Para José Javier León, la Teresa de Lorca fue un amor total, en el que asoma lo carnal y lo vesánico. Como locura de amor. León da una pista adicional. Cuenta que María Luz Morales, la primera mujer directora de un periódico en España (La Vanguardia, 1936-37) informó que Lorca pensó escribir sobre Santa Teresa. Este deseo fue recogido por Gibson en su biografía sobre el granadino. Una obra de teatro sobre una Santa Teresa mística y humana. De todo esto esto no se ha encontrado nada, quedando como proyectos en la cabeza de Federico García Lorca. La noticia la recibió la periodista a finales de 1935 tras el estreno de Doña Rosita la soltera en Barcelona. 

-----     -----     -----     -----     -----     -----     -----     -----

     Bibliografía consultada:

-              -Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, edición de Fray Luis de León. El texto de juventud está tomado del volumen I y el texto sobre el éxtasis místico del volumen II de la impresión de 1927 sobre la edición de Fray Luis de León de 1588.

-             -La construcción de la modernidad en la literatura española, de Ana Suárez Miramón. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2015. Páginas 190 y 214.

-               -La sangre derramada: Ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca. El pase de la muerte. Obra de José Javier León. Editada por Athenaica en Sevilla en 2020. En ella se ha repasado:  

            -Ignacio Sánchez Mejías: El pase de la muerte. Y...

            -Federico García Lorca: Teoría y juego del duende.

            (21-10-2023 en biblioteca Archivo Museo Sánchez Mejías).

            Teoría y juego del duende se ha repasado adicionalmente en Obras Completas de Federico García Lorca, versión Kindle.

          -De Federico a Silverio, con amor, de José Javier León. EUG. Granada. 2020. Páginas 105-124.

         - Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, de Ian Gibson. Volumen II. Ediciones Folio. Barcelona. 2003. Página 536.


         ------------





20-04-25 21:55 Actualizado 21-04-25 16:49


 

Sánchez Mejías y Vargas Llosa

      

Javier Cercas, El País, 14 de abril, captura de pantalla de uso no comercial. 

     El paseante anda como loco. No encuentra a Pantaleón, ni a Lituma. Lo mismo están en el Colegio militar Leoncio Prado, que tampoco sabe dónde está ubicado.

     Una vez tranquilizado, buscó la página 13 del primer libro y fue seleccionando:

     "Estará igual, con su pequeño jardín, el viejo mango y el flamboyán de flores rojas recostado sobre la terraza donde solían almorzar al aire libre los fines de semana; su techo de dos aguas y el balconcito de su dormitorio, al que salía a esperar a sus primas Lucinda y Manolita, y, ese último año, 1961, a espiar a ese muchacho que pasaba en bicicleta, mirándola de reojo, sin atreverse a hablarle." (Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo. Página 13.)


     "Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la Avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?" (Inicio de Conversación en la Catedral, Mario Vargas Llosa.)


     "Pequeño, amoratado, Ferrufino había aparecido al final del pasillo que desembocaba en el patio de recreo. Los pasitos breves y chuecos, como de pato, que lo acercaban, interrumpían abusivamente el silencio que había reinado de improviso, sorprendiéndome" (Mario Vargas Llosa, Los jefes. Página 13.)


     "Se vio en el espejo de la entrada: había compuesto su expresión, un ligero rubor coloreaba sus mejillas y la agitación subía y bajaba su pecho. En un movimiento maquinal, se cubrió el escote de la bata de entrecasa." (Mario Vargas Llosa, Los cuadernos de don Rigoberto. Página 13.)


     "Correr en las mañanas por el malecón de Barranco, cuando la humedad de la noche todavía impregna el aire y tiene a las veredas resbaladizas y brillosas, es una buena manera de comenzar el día." (Mario Vargas Llosa, Historia de Mayta, página 13.)


     "Cuando abrieron la puerta de la celda, con el chorro de luz y un golpe de viento entró también el ruido de la calle que los muros de piedra apagaban y Roger se despertó, asustado. Pestañeando, confuso todavía, luchando por serenarse, dicisó, recostada en el vano de la puerta, la silueta del sheriff." (Mario Vargas Llosa, El sueño del celta, inicio, página 13.)


     Hoy, Javier Cercas le ha escrito un obituario a Vargas Llosa que murió en el Perú un 13 de abril de 2025. Lo titula Vargas Llosa, un cruce entre Gustave Flaubert y Victor Hugo. El final tiene resonancias entre épicas y líricas, realmente míticas:

     "Al menos en el ámbito de nuestra lengua, tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un escritor tan grande como Vargas Llosa: tan grande y tan rico de aventura."

    Recuerda la sublimación del arte mediante el elogio por el amigo, recuerda la elegía más famosa del siglo XX español, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca. La amistad, la inmortalidad a través de su recuerdo, la identidad de lo que somos o queremos ser:

     "Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,

un andaluz tan claro, tan rico de aventura" 

     (Federico García Lorca, Alma ausente, en Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.)

     Cuenta Manuel Grosso que fue a dar una conferencia en El Cairo sobre García Lorca y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Sus amigos poetas lo habían mitificado de tal manera que los egipcios pensaron que el mecenas de la generación del 27 no había existido. Lo consideraban un mito literario. 

    Vargas Llosa lo es y lo será.


     

Presencia de Ignacio_y 3

Actualizado 20-01-2025 7:15      

El amigo mitificado. Instituto Cervantes.

     Con esta entrada cerramos el atrevido resumen de la presencia de Sánchez Mejías en la prosa de Gerardo Diego. Comenzábamos con la referencia que hizo de Ignacio en las palabras pronunciadas cuando recibió el Premio Cervantes, acompañada por los primeros momentos de la amistad de Diego y Cossío, cuando ya conocían a los Gallos y Sánchez Mejías; amigos que junto a Bergamín fueron los grandes aficionados de los toros de la generación del 27, probablemente. Y, como obvio, los actos fundacionales de la generación en Sevilla, donde fue mecenas y coronó a Dámaso Alonso.
     En nuestra segunda entrada, incidíamos en el carácter emotivo de las referencias, como el acto poético de 1968 en la plaza de Manzanares, joya en prosa escrita en ABC, con referencias clásicas al teatro romano de Mérida y su celebérrimo certamen. Parangón sin igual.
     Nos hemos dejado artículos ya referidos en otras entradas, como los de la proeza atlética tras de un taxi y la merma de facultades en los días previos a su última tarde o la repetida anécdota de su claridad intelectual que asombró a Jorge Guillén, como les asombró en otra ocasión la sabiduría taurina del filósofo Ortega y Gasset. Hay cierto desconocimiento en estas lides sobre el hijo de José Ortega Munilla. Nos dirigimos a momentos, instantes y recuerdos de una amistad, en distintos lugares y a través de los tiempos.
     -----------

     Eso no lo hace ya más que Rafael. Y con cincuenta años casi... le dijo Ignacio a Gerardo. Estaban entusiasmados. Eran dos amigos que estaban viendo ejercer su maestría a Rafael El Gallo. Gerardo discretamente recoge las impresiones años más tarde. Sabía que lo que hacía Rafael Gómez no podía repetirlo Ignacio... ese revoleo de flor...; reconocía su valor extremo, pero sentía entusiasmo al ver la precisión magistral del Divino Calvo. El Veragua mitológico se empeñaba en atacar al cuadrúpedo equino y El Gallo salió al quite, aliviando con majestad y con gracia calada... 

     Habían entrado tarde, más allá de las cinco de la tarde, pero la idea era de Ignacio. Siempre generoso. Le llegó a pagar junto a Gerardo de Alvear el viaje a las Américas cuando le era difícil sufragar ese gasto.

     Siempre resaltó la facilidad para el manejo del segundo tercio de Joselito y Rodolfo Gaona, de Antonio Bienvenida. Gerardo se planteó la posibilidad de la supresión del garapullo por las prisas con las que se realizaba, lo mal que se ejecutaba, el desdén de las figuras, el mal hacer de los segundos... Comenzaba a carecer de sentido. Para Diego se ponían más nones que pares. El santanderino recordaba a Magritas, quien 20 años después de la Guerra Civil, ya viejo, guardaba su estilo. (Siempre es preferible cumplir años a perder el estilo, puesto que estamos vivos). Su estilo..., aunque su estatus de plata no fuera llamativo, según Gerardo Diego. Magritas fue novillero en competencia con Sánchez Mejías en sus inicios. Y brillaron en este segundo tercio. Y años más tarde, con valor y voluntad, Ignacio consiguió un puesto de primera fila hasta llegar a las astas del 11 de agosto de 1934.







________________________

     - Arriba, 12-2-1967

     - El Ruedo, 18-01-1966

     - DIEGO, G.: Obras Completas, tomo V. Alfaguara. Madrid. 1997. Reseñas de 24-11-2023 y 26-04-2024, en biblioteca Archivo Museo Sánchez Mejías.

Presencia de Ignacio_2

      Publicado 21-12-2024 12:45

Sánchez Mejías, Lorca, Alberti, Diego, Alonso, Salinas, Góngora, Aleixandre, Cernuda y Bergamín. ABC-Cultura-26-01-2018


     Los artículos taurinos de Gerardo Diego obedecían en su mayoría tanto al saber taurino como al propio conocimiento de los protagonistas. Conocimiento que llegó a convertirse en amistad con Ignacio Sánchez Mejías, según Díez de Revenga.

     Desde otro punto de vista, se cree que el diestro que más admiró fue Rafael Gómez El Gallo o el Divino Calvo, quien estuvo casado con Pastora Imperio, como reseñamos en la boda de Pastora y Rafael[1]. Sin embargo, la obra periodística taurina está muy marcada por el recuerdo emotivo de dos toreros distintos, fallecidos en distintos lugares y en distintos momentos históricos: Sánchez Mejías y Manuel Rodríguez Manolete. Además, se dio la casualidad de la asistencia de Gerardo Diego a las dos penúltimas faenas de estos toreros.

     Siguiendo a Díez de Revenga, pensamos que el mejor artículo de Diego sobre Sánchez Mejías, dramaturgo y torero, fue escrito el 9 de julio de 1968, en ABC, tras un homenaje en su recuerdo en la plaza de toros de Manzanares, donde se impregnó de la emoción ambiental unida al tono personal. Habían pasado casi treinta y cuatro años cuando el recuerdo se evocó.

     Díez de Revenga[2] nos señala otro artículo de Diego donde aparece un banderillero de Ignacio, Magritas, especialista en las banderillas, como Sánchez Mejías, tercio que cayó en decadencia en los años sesenta. Lo comentaremos en otra ocasión.

     El recuerdo poético de Manzanares en  1968 se produjo un dos de julio. En ese acto, Esperanza Abad, José Enrique Camacho y Eusebio Poncela leyeron “Verte y no verte” de Alberti, “Citación fatal” de Miguel Hernández, y “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Federico García Lorca. Tres días más tarde se publicó el artículo en ABC[3].

     Gerardo Diego sintió la tarde de aquel recital poético como algo inolvidable. Una tarde de verano tormentosa, que abrió su cielo para la serenidad del homenaje, para el recuerdo de la sangre derramada y para el propio concepto del pundonor. En la pequeña intimidad del acto como reflejo del coso en el que se celebraba. Temía que el tiempo no quisiera colaborar con la reunión: El cielo entoldado, agorero, goterones de lluvia, fragorosos truenos de tinieblas, rejones y banderillas de rayos amenazadores. Después de la tempestad, vino la calma y el recital.

     Diego no olvida los asistentes: pueblo de Manzanares, su alcalde, la peña taurina “Ignacio Sánchez Mejías”, la agrupación de teatro de cámara y ensayo dirigida por Miguel Arrieta[4]. Y su amigo, José María de Cossío. Cossío alabó el acto en el que se descubrió la lápida en recuerdo de Ignacio. Sobre un tablero en el ruedo, adosado a la barrera, Alfonso Carreño dirigió unas oportunas palabras. Se recitó a Alberti y Lorca. Y la poesía de Miguel Hernández, menos conocida en esos instantes. Diego cuenta que luego dirigió unas pocas palabras antes de leer su Presencia de Ignacio Sánchez Mejías. La emoción se desbordó. En realidad, se cuenta que sorprendió la vitalidad de Don Gerardo.

      A todo ello ayudó la acústica perfecta. A Diego ese sonido trágico, impresionante y perfecto le recordó el teatro de Mérida, cuando asistió a la representación de la Medea Séneca-Unamuno antes del 11 de agosto de 1934. Medea fue estrenada 18 de junio de 1933 en Mérida por la compañía de Enrique Borrás y Margarita Xirgu, con orquesta y coros dirigidos por Bartolomé Pérez Casas.

Margarita Xirgu y Enrique Borrás en Medea, 18-6-1933. Bocconi en ABC

      Diego citaba en el verano de 1968 que era necesario este homenaje. Que de los tres toreros modernos, que habían muerto en la cercanía, su recuerdo faltaba. En Talavera de la Reina, Joselito; en Linares, Manolete: Era él el más poeta y amigo de poetas, el dramaturgo, el iniciador del viaje poético a Sevilla y el promotor de la coreografía gitana y andaluza, fueran unos poetas desde el más allá y otros sobrevivientes quienes le honrasen[5].

     En la revista local Siembra n.º 4, julio-agosto 1968, aparece la fotografía de Gerardo Diego recitando “Presencia de Ignacio Sánchez Mejías”, sobre el homenaje dedicado al torero desaparecido en la plaza de toros de Manzanares.

     En Siembra n.º 103, julio de 1984, se publicó un extra por Sánchez Mejías donde se reproducen las cualidades de Sánchez Mejías según Los Toros de José María de Cossío. Junto a la entrada de la enciclopedia, colaboraciones locales de Tomás Sánchez-Gil, poema; o la de Jolopca que nos recuerda como se exhibió la cabeza del toro que corneó a Ignacio Sánchez Mejías en las barracas de feria, o que las fotos de la cogida que aparecieron en ABC son de Melchor Díaz Pines. Colaboraron otros autores locales, como Manuel Rodríguez Mazarro, Manuel Agustín Serrano Amo, y Teodoro Sánchez Migallón. En la página 38 de la revista aparecen fotografías de homenajes a Sánchez Mejías en Manzanares: la citada de 1968; la conferencia -homenaje de 1971; y la visita de María Teresa Sánchez Mejías con su primo Joselito en 1980 en el homenaje que se realizó en el coso de Manzanares, entre otros actos conmemorativos[6]

     Un poeta tan distinto como distante en el tiempo, Benjamín Prado, escribía en EL PAÍS que la obra de Gerardo Diego era un episodio ineludible de nuestra literatura. Desde sus inicios en la vanguardia hasta sus depurados versos de madurez. Y que sus artículos en ABC y Arriba son un retrato magnífico de la España de la posguerra y de las gentes que la habitaban. (EL PAÍS, 25 de enero de 2001).



[2] DIEZ DE REVENGA, F. J.: Edición e introducción de Obras Completas de Gerardo Diego, tomo IV. Alfaguara y Fundación Gerardo Diego. Madrid.1989. Páginas 77-81. (Archivo Museo Sánchez Mejías, 26-04-2024).

[3] DIEGO, G.: Gerardo Diego en ABC. Edición de Rafael Inglada. Fundación Gerardo Diego. Centro de documentación de la poesía española del S. XX. Bodega y Azotea, 3. Santander. 2011. Página 413-414. (Archivo Museo Sánchez Mejías, 18-7-2023).

[4] https://www2.march.es/arte/madrid/exposiciones/arte-sonoro/cronologia-datos.aspx

http://www.carloscruzdecastro.com/0000009b300810c07/0000009b30081310b/index.html Esperanza Abad y Miguel Arrieta presentaron el grupo CANON en 1970, en él actuaba José Enrique Camacho. Teatro musical.

[5] ABC, 9 de julio de 1968. Gerardo Diego comparte la Tercera con el premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias que escribe sobre la personalidad quijotesca o mesiánica de Fray Bartolomé de las Casas. La referencia a la coreografía gitana y andaluza parece recordar "Las calles de Cádiz".

[6] SIEMBRA n.º 4, julio-agosto 1968; y n.º 103, julio-agosto 1984.

Presencia de Ignacio_1

     Publicado 13-12-2024 5:06

Gardel y Samitier. Fuente: Diario Clarín


     También Carlos Gardel y el tango, los médicos uruguayos que empezaron a salvarme la vida, los futbolistas españoles con los que hice el viaje y salí a las canchas bonaerenses. E Ignacio Sánchez Mejías, Rey Pastor..., así evocaba Gerardo Diego a su amigo torero cuando recogió el Premio Cervantes, casi con un pie en el estribo, con las ansias de la muerte... como la última dedicatoria cervantina. 


         
     Felicito a usted por su publicación, hasta por el pudor de no vender por unos reales el derecho de hablar de sus sentimientos, y crea que me ha producido todos los buenos efectos que un libro puede producir salvo el de sorpresa, ya que algo conocía de Ud. y conocía sobre todo a Ud. mismo
     A José del Río que recibí las fotografías con el intermedio de Sánchez Mejías...José María de Cossío conocía a Ignacio Sánchez Mejías, tal vez de su época de banderillero de los Gallo y de su época de miembro de la cuadrilla, compartiendo el kilométrico ferroviario. La carta, desde Tudanca, 9-08-1920.
Kilométrico de Joselito en Tudanca con Cossío. Fuente: Toro Cultura

     
     Los dos actos celebrados en los días 16 y 17 en la sociedad de Amigos del País, organizados por el Ateneo y patrocinados y pródigamente costeados por Ignacio Sánchez Mejías, fueron memorables ciertamente para cuantos actuamos o escucharon lo que allí se proclamó... Cuando fue el cincuentenario de los actos fundacionales de la generación del 27, Diego seguía aseverando la prodigalidad de Ignacio, con motivo de una edición facsímil de Carmen y Lola, a las que tanto queremos. 
Lola. Foto: autor

     En una de sus suites líricas Federico García Lorca canta casos y cosas de la selva de los relojes. "Fondos de tic-tac/ racimos de campanas, y, bajo la hora múltiple/ constelaciones de péndulos". Su terrible "A las cinco de la tarde" del "llanto por Ignacio Sánchez Mejías" no fue invención de Lorca, porque ya venía utilizándose como contraste de precisión de los poemas ultraístas y creacionistas, pero sí certera obsesión escogida para atemorizar oyentes y lectores impresionables... Diego ahondaba en los insondables relojes de las cinco que se visualizan en el patio de la Casa Malpica, terribles como dice Lorca, terribles como los sentía Gerardo Diego en 1954, por estas fechas de diciembre... frías, pero con el recuerdo caluroso del frío sevillano.

     También me parece oportuno recordar que la celebración sevillana de otros actos del centenario, si se pudo realizar con el esplendor y las muy sonoras campanadas que repercutirían en pocos años por todo el universo mundo de la lengua y la poesía española, se hizo gracias a Cossío... con su arte y "aquel" para aunar aficiones, estamentos y voluntades, fue el que presentó mutuamente a toreros y poetas y singularmente a Ignacio Sánchez Mejías... Volviendo al origen, atribuyendo la impronta de Cossío en el comienzo de la relación entre los poetas y el toreo, pasión popular entonces y poetas amantes de lo popular, en el recuerdo por la pérdida del intelectual autor de las Fábulas mitológicas en España y la enciclopedia de Los Toros.
Entrega de premio Cervantes a Gerardo Diego

     Santander, 6 de julio de 1925
     Querido José María: ¿cómo va ese pie? El día de Santiago habrás visto que torea Belmonte con Marcial y Algabeño. Te espero. El 19 torea Ignacio en Santoña. Es fácil que me anime a ir. No he estado nunca en Santoña.
     Cumplí los encargos. Te adjunto el recibo del sindicato y las cuartillas sobre Gracián... He hecho esas décimas para Litoral, la revista del mar que hacen en Málaga...
     ... Escríbeme. Un abrazo cariñoso de 
                                                                  Gerardo

     Esta carta resume parte de lo que fue la vida intelectual hace cien años con sus pasiones taurinas, amantes del fútbol como novedad, pero, al mismo tiempo, pendientes de los trabajos de Gracián y las publicaciones en revistas de vanguardia. Descansados, ya, leyendo parte de Presencia de Ignacio:
     
... Como lo que eras, Ignacio,
como lo que eras y eres,
gloria y pelea de hombres,
cuchillo de las mujeres...

____________________

     Para saber más:
     -Diego, G.: Obras Completas. Poesía y Prosa. Tomos II y VIII. Alfaguara. Madrid. 2000. Reseñas 31-05 y 1-06-2024 Archivo Museo Sánchez Mejías.
     -Cossío, J. M. y Diego, G.: Epistolario. Nuevas claves de la Generación del 27. Ediciones la Universidad y F.C.E. Gobierno de Cantabria. Alcalá de Henares. 1996.


In itinere

 

La Argentinita visita ABC_1-01-1919. ABC_sin firma.
   


     Verano de 1928. Hacia
 las dos o las tres de la mañana, Martínez Nadal regresaba a casa de la tertulia de la Granja El Henar. Una tertulia en la que se reunía con un grupo de deportistas. De pronto vio por la calle de Alcalá hacia la plaza de la Independencia a Ignacio y La Argentinita, caminando cogidos del brazo. En cierta manera, llevada, en un gesto que ella gozaba. Sánchez Mejías le dijo a Encarnación que podían acompañar a Rafael un rato y de camino oler las acacias mimosas en verano. Luego cogerían un taxi. Martínez Nadal recordaba que en la plaza se cruzaron con Federico y Emilio Aladrén. García Lorca saludó con alegría a su amiga. Una conversación agradable, llena de cuentos y chistes, inundaba la ensoñación veraniega de la noche.
Tierra de cante y baile_La Puntilla. Autor

     De pronto, alegre, puede que bebido, Federico les preguntó sí habían visto el nuevo circo. Un silencio más atronador que el rugido de un león hizo que el granadino le dijera a Emilio, gritando, que se quitara la gabardina y rodara por el suelo.

     Una tormenta estival había dejado el suelo impregnado con la tierra mojada convertida en un leve barrizal. Aladrén[1] se arrojó a la húmeda calzada y rugió como los leones de piedra que se encuentran en las villas romanas sevillanas. Dio unas cuantas volteretas hasta que Federico le mandó levantarse. Le ayudó a ponerse la gabardina, saludaron de manera circense como si una multitud presenciara su número, se abrazaron y rieron, mientras una botella de ginebra asomaba de uno de los bolsillos de Emilio Aladrén[2]. La alegría por vivir.

     Un año después, en Nueva York, cuatro días antes de la conferencia de Ignacio, La Argentinita debutó en el Majestic Theatre como participante de la International Revue. El tres de marzo de 1930, Federico de Onís[3], uno de los primeros promotores de las relaciones entre españoles y estadounidenses, bautizó a su hijo y eligió a Federico y Encarnación como padrinos del nacido. Nacía de este modo el coloquial trato que mantuvieron en vida: comadre y compadre, como miembros de su propia familia[4]. La vida. 

   Nana de Sevilla_La_Argentinita_García_Lorca 

     Febrero de 1933. Una mujer francesa de 34 años conoce a Ignacio gracias a Lorca, quien le presenta como el andaluz por excelencia. El escenario era propicio. En casa de Jorge Guillén se leía una obra de teatro de próximo estreno: Bodas de Sangre. Surge el pellizco. ¿Lo sabrá en algún momento Encarnación? Según Lorca, La Argentinita los mataría de saber este amor ¿Es verdad? Pilar López siempre dijo que su hermana no era de crimen pasional. Ignacio llega a presentarse en París ante la perplejidad del marido de Marcelle Auclair, Jean Prevost: “hay sangre en ese hombre”. La fatalidad de un muerto entre los amigos de su hijo le hace volver[5]. La sangre, al fin. Todos coinciden en el poder de seducción y gusto por las mujeres de Sánchez Mejías. In itinere.

Toruño y alhelí_Valdelagrana. Autor
Osborne cerca del Molino Grande_Manzanares. Autor


[2] DÍEZ HUERTAS, C: Encarnación López, La Argentinita: Entre el folklore y la vanguardia. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4384189

[5] FARIZA, P.: la vida encontrada de Encarnación López “La Argentinita”. Bala perdida. Madrid. 2020. Reseña 21-10-2023 Archivo Museo Sánchez Mejías.





Margarita Xirgu en Pino Montano

     

Margarita Xirgu en Pino Montano 1916

       No se sabe qué fue antes. Sí el gusto por la escenografía taurina que la Xirgu tenía, o la admiración que los "Gallos" tenían por la eximia actriz.

     En la primavera de 1916 se encontraba en Sevilla actuando con su compañía cuando Margarita Xirgu recibió la visita de los hermanos Álvarez Quintero. Le ofrecieron una versión de la Marianela galdosiana que se estrenaría en otoño en el teatro de la Princesa madrileño. 

     Durante su estancia sevillana fue agasajada por Rafael y José Gómez, los Gallos, en su residencia de Pino Montano. Un año antes había conocido, según contaba la conocida actriz, a Ignacio Sánchez Mejías, que había contraído matrimonio con la hermana pequeña de estos toreros. 

     La afición teatral de los hermanos Gómez Ortega, la afición taurina de la Xirgu, nos muestra las interacciones que hace un siglo existían entre distintas aficiones, pasiones o artes. La famosa actriz sintió la muerte de Joselito en 1920. Pero su pasión por el mundo taurino y su componente escenográfico al aire libre perduró, como se muestra en la fotografía de 1946 con Juan Belmonte en una finca de Lima.

Margarita Xirgu y Juan Belmonte 1946 Lima


Como buen aventurero...

 

Previa del estreno de Las calles de Cádiz

Latas de sardinas. Wikipedia
       La retina nos permite grabar imágenes en nuestra memoria que permanecen en el tiempo de forma duradera.

    Uno de esos recuerdos viene, hoy, a nuestro repositorio mental de imágenes selectivas, de los álbumes fotográficos de la familia Sánchez Mejías. ¿Por qué hoy?

      Leyendo a Paulina Fariza, a José Javier León, a Gerardo Diego. Por partes….

     A Paulina Fariza le recomendaron, Gibson y José Javier León, que fuera a consultar al recientemente abierto, 2018, Archivo MuseoSánchez Mejías, porque estaba buscando documentación para su biografía sobre Encarnación López, Argentinita, y su larga relación profesional y personal con Ignacio Sánchez Mejías; y, también, por su estrecha relación amistosa y artística con Federico García Lorca, desde el canto y la danza a compartir el apadrinamiento de un bautizo que causó el trato familiar de comadre y compadre

     Fariza cuenta que en ese primer momento no encontró nada en el archivo. Pero más tarde llegaron al archivo tanto su publicación como las de Gibson, José Javier León y las obras completas de Gerardo Diego, donde se completaba ese mundo del espectáculo, gracias a los buenos oficios de Gloria, la coordinadora de museos de Manzanares. En el Archivo familiar era difícil, con anterioridad, encontrar datos de Argentinita.

Argentinita. Museo Julio Romero de Torres

     Pero hay personajes en ese Archivo que hacen de nexo con la famosa bailarina y que se desprende por su participación como el perejil que acompaña toda buena comida. En el archivo fotográfico, además del torero intelectual Ignacio Sánchez Mejías practicando múltiples habilidades, destaca la presencia de Rafael Gómez Ortega en distintas fases de su vida y dedicación. Nada extraño. Era hermano de Dolores y José Gómez Ortega, los Gallos. Rafael Gómez fue Gallito, después Gallo, y, finalmente, el Divino Calvo. Y cuñado de Sánchez Mejías.

Espárragos cojonudos. Flickr.

    ¿Qué nos sorprendió? La gran presencia fotográfica de José Bello Lasierra, conocido por todos como Pepín Bello. Pasó largas temporadas en la finca Pino Montano, gozando de la hospitalidad de la familia Sánchez Mejías Gómez y, al mismo tiempo, participó en los viajes por la provincia de Cádiz de Argentinita y Sánchez Mejías cuando estaban buscando cantantes y bailarines para Las Calles de Cádiz. Al menos así lo refiere Paulina Fariza en su biografía de Argentinita. Cita como fuente en primer lugar a María Teresa León y su Memoria de la melancolía. María Teresa acompañaba a su pareja, el portuense Rafael Alberti, en la búsqueda de bailaores y cantaores puros, no maleados por la ópera flamenca, llamada así en Madrid por los puristas, según contaba el propio Alberti en La Arboleda Perdida. María Teresa León dice que Ignacio miraba fijo a los artistas y decidía luego… Y según Alberti, ningún gitano se resistía a las proposiciones artísticas de Sánchez Mejías.

     Una segunda fuente de información fue el escenógrafo Santiago Ontañón. Fariza cuenta que acompañaban a Argentinita y Sánchez Mejías, Federico García Lorca. A ellos se podía añadir Pepín Bello y Eduardo Ugarte, colega del poeta granadino en La Barraca.

     Y consideramos que es fiable esta información de Ontañón por la colaboración de este escenógrafo y decorador en La Barraca en las obras La cueva de Salamanca y La tierra de Alvargonzález. No fue extraña la colaboración de pintores, decoradores y figurinistas en La Barraca. Era el caso de alguno de los participantes en la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos de 1925, como Norah Borges y Benjamín Palencia.

     Fariza nos cuenta que el papel de Sánchez Mejías en La Compañía de Bailes Españoles de Argentinita no era público. Se comportaba con discreción. Pero su importancia era clara. José Javier León publicó en El duende, hallazgo y cliché una tarjeta enviada por Eduardo Ugarte, el codirector de La Barraca con Lorca, que dirigía al señor don Ignacio Sánchez Mejías, al que denomina director de la Compañía de Bailes Españoles de Argentinita. Esta tarjeta quedó guardada en la casa de la bailarina.

     Y testimonio de esa colaboración la encontramos también en la biografía de Amorós en Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la edad de plata, biografía del intelectual y torero.

     Gracias a las biografías de Pepín Bello, pero también a su longevidad, sabemos que en los últimos instantes del torero, cuando Argentinita no podía pasar al sanatorio madrileño, una de las personas con las que tuvo contacto fue Pepín. Sí, el entrañable José Bello Lasierra, al que se atribuye la creación de los anaglifos e inspirador de algunas escenas de El perro andaluz de Luis Buñuel.

     De su carácter amistoso da muestra el viaje que hizo a Venecia con el abogado Antonio Garrigues Walker. El abogado contaba en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, número 69, en 2008, que había heredado la amistad con Pepín de su padre. Los dos fueron centenarios, Pepín y Garrigues padre, y el hijo disfrutó de un ser divertido que juzgaba con capacidad de análisis a todos los mitificados y desmitificados. Viajaron en coche a Venecia y durante ese viaje Garrigues Walker conoció al amigo de su padre. Él los había oído hablar de poesía. Les encantaba recitar un poema de Jorge Guillén: “Como buen aventurero, / cuando muera, /quiero saber que me muero”. Poema que se leyó en el entierro de Antonio Garrigues Díaz-Cañabate.

     Y le fascinó su predilección por las latas de conserva. Por ese sabor exquisito de una sardina o un espárrago de lata… Cuando le regalaban espárragos naturales, los tiraba. Genio y figura.

      Y todo esto por leer a Fariza, a León, a Diego, que estás en los cielos, por la altura y por lo cierto.

De Madrid a Venecia en coche. Kellbillet.

     -----     -----     -----

     Para saber más:

     —Boletín ILE, 68, 2008. 

    - Sáenz de la Calzada, Luis.: (1976) La Barraca. Federico García Lorca y su teatro universitario. Revista de Occidente. Madrid.

     En el Archivo Museo Sánchez Mejías:

       Fariza Guttman, P.: (2020): La vida encontrada de Encarnación López “La Argentinita”. Bala perdida. Madrid. (reseña entre 21-10-23 y 28-5-24).

       León, José Javier.: (2020) La sangre derramada: ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca. El pase de la muerte. Athenaia. Sevilla. (reseña 21/10/23).

       Alberti, R.: (2005) La arboleda perdida. El País. Madrid.

       Diego, Gerardo.: (2000) Obras completas, tomo VIII. Edición de José Luis Bernal. “El teatro musical de Federico García Lorca”, El imparcial, 16-04-1933. (reseña 18-07-23).

       Castillo, David.: (2007). Conversaciones con José “Pepín” Bello. Anagrama. Barcelona.

       Archivo fotográfico visualizado en el verano de 2022.

La mujer en la evolución humana

        Fuente: Presenza      Los reinos de taifas pagaban un tributo a los reyes cristianos en reconocimiento de su superioridad conocido c...