Cultura y sociedad

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La conquista de la voluntad


     - ¡Jueces, imploro vuestra clemencia! Soy mortal, el rey de Corinto. Mi proceder ha sido humano, mis intenciones son producto de la imperfección con la que fuimos creados. Son los dioses los que actúan sin ningún control. ¿Por qué no podemos ser iguales, con las mismas leyes?
     - El acusado debe limitarse a exponer los hechos por los que ha quebrantado las leyes divinas. Se le acusa de revelar secretos divinos, de engañar con ardides, argucias y tretas a Hades, Ares y Perséfone. Los jueces de los muertos decidiremos la pena a la que será castigado eternamente.
     - Soy Sísifo, rey de Corinto. A esta situación he llegado por otros engaños. Las mentiras y faltas de orden divino de los mismos dioses. Sí, soy astuto. Sí, he cometido abusos, sí. Pero me muevo en el mundo de los oprimidos por los dioses, por sus debilidades y caprichos con los humanos. Yo me rebelo contra el poder omnímodo de los dioses.




     - Cuente los detalles y no hable de los poderes que están vedados a los humanos.
     - Poseo el rebaño más grande de Corinto, ninguno es comparable. Noté que disminuía en número y empecé a sospechar de mi vecino Autólico, que, como el resto de los humanos, también utiliza la astucia para sobrevivir. Supe que había ayudado a Maya, la madre de Hermes, a esquivar los celos de Hera porque Zeus era su padre. Hermes, agradecido, le dio el poder de convertir los toros en vacas, y de hacerlos cambiar de color. Pero debía demostrar que era él. Y marqué las pezuñas para descubrir el ganado que me robaba. Cuando noté otra vez falta de ganado, envié a la guardia y descubrieron varias piezas con las pezuñas marcadas pero que ya no eran toros pues se habían trasformado en vacas y con distintos colores.
     - ¿Y que decisión tomó el acusado?
     - Soy culpable del ultraje que cometí. Pero es el mismo que cometen todos los dioses. Zeus no para de engendrar hijos por aquí y por allá. Lo reconozco, mis instintos primarios, salvajes, fueron superiores. Secuestré a la hija de Autólico, creo que su hijo es mío y no de su esposo, Laertes.
     - El acusado ha cometido el mismo delito que critica…, y que no le excusa de condena.
     - Sí, cogí la mala reputación de fugarme con las hijas de los demás. Fama que llegó a oídos del dios-río Asopo que se acercó a mi preguntándome por el paradero de su hija desparecida. No estaba conmigo, le dije. Pero sé quién la tiene. Haz que brote un manantial de una roca que dé agua a Corinto y te lo diré. Asopo accedió y brotó agua de una roca. Le dije la verdad. Zeus se ha llevado a tu hija y la lleva de paseo por el valle cercano. Luego me enteré, más tarde, que Zeus escapó convertido en roca y que, tras el encuentro, terminó tullido Asopo.
    - ¿Sabe el acusado que no puede hacer revelaciones de secretos divinos?
    - ¿No se puede revelar que Zeus no controla sus deseos? Me rebelo. ¿Cómo pueden exigir a los humanos que seamos cumplidores de la ley? Dejaremos de creer en ellos.
     - Está cayendo en desacato. Y en blasfemia por no creer. Su panorama se torna difícil. Nosotros los jueces de los muertos deseábamos ser clementes y no resulta fácil nuestra labor por su comportamiento. Y ahora pasamos a su rebeldía tras la intervención con los dioses. A sus engaños y burlas. ¿Qué ocurrió con Hades, Ares y Perséfone?   
     - ¡Que se rebelen a Zeus! Le obedecen en todos sus caprichos. Él es la ley. No. Es la arbitrariedad.
     - ¡Acusado, los hechos!
     - Me llega Hades, que está siempre con los muertos, y los vivos somos muy vivos. Los muertos ya no hacen nada y está perdiendo facultades. Me dice que viene con unas esposas para detenerme al ser hermano de Zeus, y con la conversación terminó esposándose el y yo lo até a la caseta del perro. Como no lo rescataron hasta que pasó un mes, no se moría nadie.
     - ¿Sabe qué con esa argucia cambió el orden del mundo y las batallas se volvieron fingidas porque no moría nadie?
     Iba a responder Sísifo que le parecía muy mal que Ares se divirtiera con la guerra, otro capricho divino, pero se encontraba en una situación peliaguda, terrible y optó por la prudencia.
     - Se presentó Ares con su fuerza guerrera y destructora, casi me mata, y tuve que liberar a Hades, y los humanos volvieron a morir. Después me condujeron a los infiernos.
     - De donde se escapó.
     - Le digo a Perséfone que no me habían enterrado conforme a las leyes y que no tenía que estar allí, en el tártaro, que debía estar al otro lado de la laguna Estigia, y me deja marchar para que vuelva, tal y como se lo digo, mañana con el óbolo debajo de la lengua, después de ser enterrado. ¡Sí, qué vuelva!
      - Y no volvió…por su cuenta. Finalmente, tuvo que ir Hermes.
      - Sí, es el dios que busca a los espíritus. Señores jueces, solo soy un ser humano, con sus virtudes y sus defectos. Debía ser juzgado por los jueces de los humanos, no por los jueces que los dioses han elegido para los muertos en el reino de Hades. Además, en mi defensa, conseguí que de una roca brotará un manantial para que no perecieran por falta de agua los habitantes, los animales y las tierras de Corinto. Y sé que, por esta razón, me aprecian allí.
     - Los Jueces de los Muertos hemos decidido darte un castigo. Por la roca de la que brotó el manantial, por la roca en la que se tuvo que convertir Zeus, por la revelación de secretos divinos, empujarás y llevarás una piedra igual hasta la cima de la colina del inframundo, todos los días, todas las veces, eternamente. Una piedra, una roca, que una vez que llegué a la cima, cae por la ladera, y que volverás continuamente a subir. Es nuestra sentencia[i].
     Sísifo fue uno de los primeros que se rebeló a los designios divinos y lo pagó duramente. Fue como Adán y Eva cuando comieron de la fruta prohibida, los primeros que descubrieron el esfuerzo de la vida. Trabajarás con el sudor de tu frente.  Todos los días tendrás la voluntad necesaria para elevar la piedra hasta la colina, sabiendo que nunca conseguirás, por más astucia que tengas, que la piedra se quede allí. Tal vez un día lo consigas. Por eso, por que es posible que puedas dejarla allí definitivamente, porque es un reto. La voluntad le movía y se preparaba para empujar con su cuerpo o llevarla entre sus manos.
     Tiempo después, Ulises, en su larga vuelta a Ítaca[ii], viajó al inframundo donde encontró a Sísifo cumpliendo la maldición a la que se le había condenado. Homero no cita si había alguna relación de parentesco entre ellos, ni las razones por las que estaba allí. Cita los enormes esfuerzos que realizaba, con sus manos, con sus pies, como había una enorme fuerza que impedía, que imposibilitaba, llegar a la cresta de la colina. La piedra volvía a la llanura. Y Sísifo, con sus músculos, con su sudor, volvía una, y otra vez más a subir la colina con la piedra.
    Con el sudor, con la astucia, con la voluntad, toda la vida hemos luchado por conseguir unos fines, unas metas, unos deseos. Esta voluntad de luchar, de superación contra lo escrito, de mejorar las condiciones en las que vivimos, por diferentes medios, es la razón que mueve a la mayoría de los seres humanos. Los resultados son diversos y distintos. ¡Yaaa…!
     La voluntad diaria que inspira nuestras vidas siempre recuerda a la película de Chaplin[iii] Tiempos Modernos en la que, en tono de comedia, hace una crítica a los excesos de la Revolución Industrial. Él termina enajenado. Pero se redime porque encuentra a otra persona, se enamora, que le vuelve al mundo de los humanos desde el inframundo. Una vuelta a las cosas sencillas.  


Tiempos Modernos, Chaplin.


[i] GRAVES, R. Dioses y héroes de la Antigua Grecia. Bibliotex y Unidad Editorial. Madrid. 1999. Páginas 63-65.
[ii] HOMERO.: La Odisea. Canto XI, Descenso a los infiernos.

El trabajo en equipo: Los cerditos y Ulises.


     El trabajo en equipo consiste en el reparto de tareas necesarias para conseguir un objetivo común, una finalidad necesaria o un proyecto laboral durante el que se establecen relaciones entre las tareas o funciones a desarrollar, sea como complemento o ayuda, o bien, se  presentarán en la solución final, siempre bajo la supervisión de un jefe o coordinador de equipo que se encargará de mantener la cohesión del grupo.
     ¿Cómo deberían funcionar los equipos? ¿Qué éxitos y fracasos tienen? Sobre fracasos, en la cultura popular, hay un cuento que nos ayuda a entender lo que no se debe hacer en el trabajo en equipo: “Los tres cerditos”. Es un cuento inglés tradicional que nos relata como tres cerditos deben actuar ante la llegada del lobo que quiere su carne como alimento. Analizan la situación correctamente: se deben proteger. No hay un acuerdo en la actuación llegando a construir tres tipos de casas, de menor a mayor seguridad. Pero la actuación más permisiva es que se separan. Si estuviesen actuando como un equipo, construyendo una casa triplemente reforzada y defendible, podrían elaborar incluso soluciones de ataque para ahuyentar al lobo. Al final son tres contra uno. Actuando de forma coordinada y solidaria podrían vencer.  Separados, son presa fácil para su competidor, un cazador temible durante milenios. Estudiarían sus debilidades de lobo: Suelen cazar en grupo y va en soledad. Y está hambriento[i]. Será más débil. 
      La labor del encargado o jefe de equipo se dirigirá al mantenimiento de un buen ambiente de trabajo, de lo que se ha consignado siempre como compañerismo, y a la capacidad para limar aristas y solucionar conflictos cuando estos se presenten. Es una labor de cohesión y coordinación. Es necesaria cierta capacidad de liderazgo. Y ciertas dosis de astucia.
   Líder astuto fue Ulises que superó pruebas difíciles durante la vuelta a Ítaca. Supo dirigir a sus compañeros esquivando el canto de las sirenas, absteniéndose de comer la flor de loto y minimizando pérdidas en su encierro con Polifemo[ii]. Tal vez ‘demasiado’ astuto: se fue a tirar unas espadas con los amigos y tardó veinte años en volver a casa y al gobierno de su isla. En su defensa se puede argumentar que eran tiempos antiguos. Joyce[iii], en Ulises, con humor, reduce el tiempo del héroe contemporáneo a un día para novelar su visión del Odiseo moderno.
   La función primaria y esencial es la asignación de tareas tras el conocimiento del trabajo, proyecto u objetivo. El proyecto debe tener unos objetivos claros. En caso de presentar dificultades de compresión, objetivos difusos, fines indefinidos, o tareas indeterminadas se debe proceder a realizar un trabajo previo de definición y clarificación anterior al reparto de tareas en el equipo.
     Del mismo modo, las tareas asignadas deben ser claras y definidas. Las funciones, objetivos y plazos deberían ser presentadas por escrito. El jefe de equipo debe indicar también ante quien o quienes se deben remitir los problemas que se presenten durante el desarrollo de las tareas, quien o quienes deben intervenir en la resolución de conflictos dentro y fuera del trabajo para evitar problemas de convivencia o armonía.
     La estructura de los equipos de trabajo es, y debe ser, flexible por las labores multidisciplinares que, hoy en día, se realizan. Estructuras rígidas, inadaptables suelen obtener fracasos.
     Es un error pensar que los equipos deben tener compartimentos estancos. No es la ciudad ideal de Platón de filósofos, militares y artesanos caracterizados por sabiduría, fortaleza y templanza donde la justicia armonizaba estas tres virtudes (Libros VII-IX, República, Platón[iv]). La caracterización actual de los equipos interrelaciona sus tareas y conocimientos desde el inicio, se complementan y se ayudan en las tareas en un ejercicio de solidaridad y empatía de grupo. Son o deben ser profesionales.
     El equipo debe ir cumpliendo sus funciones según objetivos y fechas marcados. Es labor del jefe de equipo coordinar esta labor pudiendo delegar funciones durante el desarrollo del proyecto. Estas delegaciones deben ser hechas por escrito.
     Cuando se termine el proyecto debe ser supervisado antes de presentar los resultados, coordinadas las tareas y tiempos de ejecución. Esta es labor esencial del supervisor o jefe de equipo. Porque si el equipo no cumple, el equipo ha funcionado mal, y el supervisor o jefe es la cabeza visible sobre el que caerán las críticas.

     Con reminiscencias con lo citado de la República de Platón, la actuación en equipo de los náufragos y retenidos en el Nautilus en Veinte mil leguas de viaje submarino de Jules Verne es un ejercicio de trabajo en equipo para fugarse. Reminiscencias platónicas porque el profesor Aronnax representa la sabiduría, el arponero Ned Land la fortaleza y el mayordomo Consejo la templanza. El Capitán Nemo, alter ego de Verne, tiene encerrados a sus huéspedes en el submarino evitando que vuelvan al mundo de donde proceden. Ellos terminan llegando a un acuerdo. Escapar cuando sea posible, volver al mundo real del progreso decimonónico al que pertenecen para contar lo que han visto. O no. No están a gusto en el vientre de la ballena del Nautilus. Aprecian su libertad, es su objetivo, y establecen un plan conjunto de acción. Tras múltiples peripecias y un ejercicio de solidaridad, escapan y sobreviven a Nemo. Julio Verne les absuelve como humanos[v].
     Resumiendo: El trabajo en equipo es un ejercicio profesional de trabajo, solidario y empático, con tareas y fines determinados, y con una estructura flexible y adaptable.
         


[ii] HOMERO.: La Odisea. Sirenas, Canto XII. Lotófagos y Polifemo, Canto IX. Versión digital libre.
[iii] JOYCE, J. : Ulises. Bruguera Lumen. Barcelona. 1981. Traducción de José María Valverde. Dos tomos.
[iv] PLATON.: La república o el estado. Colección Austral, Espasa Calpe. Madrid. 1980. Páginas 205-277.
[v] VERNE, J.: Veinte mil leguas de viaje submarino. Plaza y Janés y Círculo de Lectores. Barcelona. 1992. 518 páginas.  

Irene Polo, Hollywood en España, 1930

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