Resumen: Uno de los museos más antiguos de España se fundó en Valladolid- 1842- con obras de arte procedentes de los conventos desamortizados. En 1933, durante la II República, se quiso reconocer la riqueza de sus esculturas y se elevó a la categoría de museo nacional. Las reformas se sucedieron. Se rehabilitó en Colegio de San Gregorio, se le incorporó el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, fundado a finales del XIX, y entre 2009 y 2011 tuvo una nueva remodelación.
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A partir de la desamortización de Mendizábal
(1836), el Estado liberal tutela los tesoros artísticos de los conventos y los
destina al disfrute y educación del público, creando los Museos Provinciales de
Bellas Artes. En Valladolid se crea su museo en 1842 en el Colegio de Santa Cruz.
Aproximadamente, se cree que ya tenía entonces mil pinturas y doscientas
esculturas. En 1879 hubo una escisión que originó del Museo Provincial de
Antigüedades (Museo de Valladolid). Su supervivencia durante el siglo XIX se mostró complicada[1].
La fecha decisiva para dar un salto cualitativo en su categoría fue producto del nuevo interés de los intelectuales, a comienzos del siglo XX, por el estudio de las fuentes históricas y literarias por las raíces de lo español. Vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y a la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas se crea en 1910 el Centro de Estudios Históricos (CEH) bajo la dirección de Menéndez Pidal. Dentro del CEH hubo una sección dedicada al arte escultórico y pictórico de la Edad Media y el Renacimiento. Entre los estudiosos de esta materia se encontraba Ricardo de Orueta.
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Detalle de Cristo yacente en su sepulcro. Juan de Juni. 2022. bmre |
Cuando llega la II República, Orueta es
nombrado director general de Bellas Artes. En 1933, el Museo Provincial de
Bellas Artes es elevado a categoría de Museo Nacional de la Escultura, que
remarcaba su representación en la materia objeto- escultura- del museo, le daba una orientación
investigadora, científica y distinguía el patrimonio español.
El proyecto se acompañaba del traslado a
otro edificio, el Colegio de San Gregorio, reformado por los arquitectos Emilio
Moya y Constantino Candeira y la colaboración de Francisco Javier Sánchez
Cantón. La colección se enriqueció con obras del Museo del Prado.
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Francisco Javier Sánchez Cantón[2] escribió en el número 3,
mayo 1933, en la revista Residencia, donde relataba que, por un decreto
de Fernando de los Ríos, se había elevado a Museo Nacional el Provincial de
Bellas Artes de Valladolid. Sánchez Cantón señalaba la disposición y las urgencias
de los lujos por la cultura del ministro de Instrucción Pública y Bellas
Artes.
Añadía que desde junio de 1932 se trabajaba
en la consolidación y adaptación del Colegio de san Gregorio en museo. El Colegio necesitaba esa reforma porque había sido ultrajado por las tropas
napoleónicas, atacado por las torpezas burocráticas y los excesos de los
restauradores.
El autor no olvida a Ricardo de Orueta.
Señala que sus obras sobre Pedro de Mena, Alonso de Berruguete, Gregorio
Fernández, entre otras, sirvieron para que se alojase en el sitio indicado las
obras de los escultores que había investigado.
A las directrices de Bellas Artes ayudaba
el Patronato de Tesoro Artístico que fue quien dotó de los servicios más
básicos al museo: sistemas antiincendios, luz, calefacción y otros servicios.
Los arquitectos eran Emilio Moya, arquitecto de zona, y Constantino Candeira,
arquitecto provincial de Valladolid. Las galerías del primer patio recuperaron
su aspecto inicial, abrieron puertas y ventanas, que acentuaron la altura de
pilares y la esbeltez de la construcción.
Realizada la obra, se procedió al traslado
de las obras expuestas en Santa Cruz; la instalación fue dirigida por Ricardo
de Orueta, asistido por Sánchez-Cantón, subdirector del Museo del Prado, y la
ayuda de los arquitectos. Sin olvidar la intervención del director del museo,
Francisco de Cossío.
Sánchez Cantón remarcaba la importancia de
las esculturas policromadas de los siglos XVI al XVIII, arraigadas hondamente
en el alma del pueblo. Aunque olvidadas por el neoclasicismo, fue preciso la
llegada de tiempos en que los estudios arqueológicos revelasen que la Edad
Media coloreó también las imágenes, y que la misma Grecia del siglo VII al IV
valoraba las estatuas y los conjuntos escultóricos con incrustaciones y tintas
de vivos tonos, para que se concediese categoría estética a la imaginería española.
El autor sabía que quedaban en las iglesias de toda España retablos e imágenes innumerables de extraordinario valor, y visibles en los lugares para donde se labraron. El Museo de San Gregorio, y sus fondos, sería, a la vez, estímulo para visitar los templos que guardasen esculturas valiosas. Sería un foco donde estudiar nuestra escultura y un lugar para conocer el sentido de la devoción de su creación.
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Detalle de Belén Napolitano. Palacio de Villena. 2022. bmre |
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Con el paso de los años, la colección del
museo ha ido aumentando, puesto que se han enriquecido sus depósitos
artísticos y se han modernizado sus instalaciones y equipamientos.
Las esculturas de la colección histórica,
talladas en madera y policromadas, forman parte de la fase más importante de
nuestra historia del arte de los siglos XV a XVIII: Alonso Berruguete, Juan de
Juni, Gregorio Fernández o Pedro de Mena.
En el año 2011, los fondos del museo se
incrementaron con la incorporación de la colección del desaparecido Museo de
Reproducciones Artísticas, con un catálogo de más de 3.000 piezas, que está
considerado como uno de los mejores de Europa, por su antigüedad, calidad y
abundancia. El museo tiene hoy tres sedes que se extienden por la peatonal
Cadenas de San Gregorio: Colegio de San Gregorio con las riqueza de los siglos
XV-XVIII; el Palacio de Villena, con las exposiciones temporales, el salón de
actos, la biblioteca, aula didáctica y la llamativa sala del Belén Napolitano;
y la Casa del Sol, que fue una propiedad del conde de Gondomar, diplomático y
erudito de la época de Felipe III, donde se exhibe la colección de
reproducciones artísticas añadidas en 2011.
El considerado como el itinerario
histórico del museo ocupa 20 salas del Colegio de San Gregorio. Se desarrolla
en tres secciones:
-
El
siglo XV. Inicios de un arte nuevo. Jorge Inglés, Rodrigo Alemán o Pedro
Berruguete.
-
Las
Artes del Renacimiento. Siglo XVI. Felipe Bigarny, Alonso Berruguete, Juan de
Juni o Pompeo Leoni.
-
Imágenes
del Barroco. Siglo XVII. El naturalismo español. Gregorio Fernández, Alonso
Cano o Pedro de Mena, llegando a Salzillo o Salvador Carmona en el siglo XVIII,
hacia el rococo y el purismo academicista.
Hay un itinerario considerado temático que
se divide en cuatro grupos de salas independientes y que contienen conjuntos
escultóricos singulares o visiones que complementan la colección y el edificio
que alberga:
-
Memoria
del museo, que explica la historia del Colegio de San Gregorio y la fundación y
vida del museo.
-
Los
pasos procesionales de la Semana Santa: Francisco de Rincón y Gregorio
Fernández.
-
Arte
y vida privada. Desde el gabinete del aristócrata a la vida de clausura.
-
El
Belén Napolitano, colección permanente en el Palacio de Villena. Siglo XVIII.
La colección de reproducciones artísticas
de obras clásicas de la Antigüedad, en la Casa del Sol, hace referencia las
copias realizadas en los talleres de los grandes museos durante el siglo XIX y
primeras décadas del XX, cuando se permitía sacar vaciados de las piezas
originales de Laocoonte o Discóbolo, pasando por los retratos del Fayum o las
colecciones de camafeos y piezas de orfebrería. Estas copias nacieron con la
intención de acercar el arte a la sociedad y como admiración de los europeos
por el arte de las civilizaciones griega y romana.[3]
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Inmaculada Concepción. Pedro de Mena. MNE. bmre |
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Ricardo de Orueta fue uno de esos
ciudadanos que comprometieron las libertades democráticas a la defensa de la
cultura. Entre 1910, año de su llegada a Madrid y 1931, cuando ingresa en
política, se le aprecia en aquellos ambientes más interesantes, en las
investigaciones más renovadoras y en los círculos más decididos por la defensa
de la cultura española, por su respeto y por su custodia.
En los inicios, como siempre un amigo,
Jiménez Fraud, clamaba por su valía:
“¡Hombre, no pudieron ustedes hacer más
por lo de Ricardo O! ¡Luego se quejarán ustedes de falta de gente, y cuando
tiene a uno dispuesto a dar el alma en una cosa le desperanzan (sic) y
desesperan de este modo! ¡Si la Junta no es la que sabe escoger hombres y se
contenta con medias cucharas…!”[4]
Ricardo de Orueta dedicó una especial
atención a la modernización de los museos. Comprendió que era una manera de frenar
las salidas de obras de arte españolas al extranjero. Era, a su vez, la manera
de estudiarlas más allá de los textos, muy relacionado con el ideario institucionista,
con el fin de que fueran accesibles a los ciudadanos.
Como mencionamos en una entrada anterior, por las cartas de Moreno
Villa a Jiménez Fraud, Orueta volvió a Madrid. Quería terminar su libro sobre
la escultura cristiana medieval. Esta obra quedó inconclusa porque la guerra
civil también afectó a la escasez de papel que hizo inviable su publicación.
Poco antes de su muerte en febrero de 1939 fue nombrado director del Museo Nacional
de Reproducciones. Tuvo una caída fatal por sus escaleras[5]. Hoy el Museo de Reproducciones
Artísticas es una sección del Museo de la Escultura de Valladolid, en la sede de la Casa
del Sol.
A principios del siglo XX se redescubrió a
El Greco por Manuel Bartolomé Cossío (1908) y Alonso Berruguete por Orueta. El
Museo de la Escultura cita unas palabras suyas sobre el escultor:
“Muchas figuras de Berruguete no tienen
alma, son un simple embrollo de líneas, un garabato, un revoltijo que no puede
convencer, ni razonar, ni hablar: son un quejido, un grito, un suspiro… Sus
espíritus nunca sueñan, ni meditan; sólo reaccionan como fieras, escalan,
chillan y gesticulan en una lucha de titanes, pero con más vigor de nervios que
muscular.” (1917)[6].
[1] Museo
Nacional de la Escultura, Museos de titularidad estatal, Curso de Museología,
Fundación Uned. 2017. Coordinado por Fernando Adam Fresno.
[2] SÁNCHEZ
CANTÓN, F.J.: El Museo Nacional de la Escultura de Valladolid en revista
Residencia, mayo 1933, número 3.
[3] Carta de
Servicios del Museo nacional de Escultura de Valladolid. 2015-2018. Catálogo de
publicaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Dirección General
de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas. Subdirección
General de Museos Estatales. Edición 2015.
[4] Carta de
Alberto Jiménez Fraud a José Castillejo, secretario de la Junta de Ampliación
de Estudios el 1 de agosto de 1912, desde Londres, en la que le exhorta a
utilizar más a Ricardo de Orueta por su dedicación. JIMÉNEZ FRAUD, A.:
Epistolario, tomo I. Edición dirigida por James Valender y José García-Velasco.
Fundación Unicaja. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid. 2017.
Reseña 31-07 y 13-08, 2025. Archivo Museo Sánchez Mejías.
[5] BOLAÑOS,
M.: Ricardo de Orueta, crónica de un olvido. María Bolaños Atienza es
doctora en Historia del Arte y profesora titular de la Universidad de Valladolid.
Es autora de Historia de los Museos en España (2.ª ed., 2007) y La memoria del mundo
(2002). Fue directora del Museo Nacional de la Escultura. Publicaciones del MECD.
2014.
[6] Museo
Nacional de la Escultura de Valladolid. Cita de su estudio sobre Alonso Berruguete
realizado en 1917.
Otras referencias:
![]() |
Vaciado grupo Laocoonte según modelo Museos Vaticanos. Casa del Sol. Museo Nacional de Reproducciones Artísticas. MNE. Valladolid. |
9-09-2025 19:35 Actualizado 19:53