"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La libertad por elevación

     
       El comunicado fue definitivo:
      -A todos los ciudadanos de esta gran nación, en cuanto comience el día, obedeceréis la orden gubernamental. Quien no se someta será propuesto para sanción y posible pérdida de derechos.
De este modo todos los barrios, todos los pueblos, todas las diputaciones, todas las autonomías, y todo el gobierno obedecieron, con el nuevo día, la orden gubernamental.
      Hubo desde ese momento personas que se dedicaron a denunciar a los que no se prestaban a cumplir las normas, no a su sentido literal, sino a lo que cada grupo entendía que debía cumplirse. Grupos que desde su púlpito, ventana o balcón, solo por estar un poco más alto, se sentían con autoridad para decir quien o cual no las cumplía.
      Un grupo de personas, muy afectas al dirigente más importante, el Grandioso gobernante, le dijeron ante su magna presencia:
      -¡Grandioso gobernante! Se ha decretado que a partir de la primera hora del día decidido se obedezca la máxima ley establecida y quien no lo haga deberá ser castigado con toda la dureza de la ley del gobierno. Es un hecho que hay un grupo de personas y sus seguidores que reclaman todos sus derechos y no obedecen la ley establecida. Son aquellos que representan al grupo de ciudadanos que tiene cierto poder y no temen los decretos establecidos rebelándose contra los preceptos ordenados.
      El Grandioso gobernante preguntó sobre la identidad de los cabecillas de los desafectos. Los ciudadanos delatores dijeron desconocer su apariencia pero sabían sus identidades digitales. 
     Identidades digitales que respondían, a imagen o semejanza de los tres hebreos del libro de Daniel, a los nombre de usuarios de cuentas de Sidrac, Misac y Abdénago. El Grandioso gobernante que, en ningún momento, se hubiera imaginado que alguien pudiera compararle con Nabucodonosor, rey caldeo de Babilonia, montó en cólera divina y, en un arranque furioso, ordenó al acusador general de la administración que denunciara, detuviera y pusiera a buen recaudo a los cabecillas de la respuesta a las órdenes legales establecidas desde la primera hora del día establecido en el decreto.
      Ante la inercia del momento, los contrapesos del poder, ya de por si lentos, caminaron más despacio, y no fueron capaces de oponerse a los decretos decididos sobre el cumplimiento de la legalidad de lo establecido. Tampoco fueron capaces de decidir si las normas del decreto eran legales con lo cual todo quedaba en una indefinición flagrante, sin llama, y sin resultados, que causaba más desafectos al orden y seguidores a los rebeldes, que, aunque desconocidos, gozaban de mucho éxito con sus avatares de usuario Sidrac, Misac y Abdénago.
      Por la ubicación de sus dispositivos fueron localizados los cabecillas de la rebelión y conducidos a la dirección de seguridad que se encontraba en el viejo edificio del Alto Horno de Maderas Nobles. Allí fueron confinados y encerrados en la sala de caldarios, en el recinto de sauna, para ablandar poco a poco su voluntad, mediante suaves y continuas saunas, hasta un máximo de setenta y dos horas. A cada hora de sauna le sucedía una hora de intemperie, y así sucesivamente, pero incrementando el tiempo de sauna y reduciendo el instante de intemperie con lo que a las doce horas de reclusión estaban más tiempo exprimiendo el sudor a través de los poros de su piel y reduciendo la capacidad de resistencia y la defensa de la identidad de sus seguidores.
     Lloraban de placer y de dolor ante las continuas saunas, y su voluntad se fue mutando como su percepción de la realidad, distinta, y su resistencia se fortificó como un vino generoso cuando elevaron cánticos espirituales al cielo que les estaba vedado contemplar. Comenzaron con “Bella Ciao” y “Grandola Vila Morena” para animar su conciencia, después su alma, y luego, finalmente, su cuerpo. Enardecidos, entonaban las letras de los partisanos italianos, y, a continuación, seguían con la canción de José Afonso, con un imaginario clavel en la boca, rogando por una tierra de fraternidad.
      El repertorio de reivindicación personal se fue ampliando con himnos patrios como el “Banderita” de Marujita Díaz, “Dame Veneno” de Los Chunguitos, “Tramperos de Connecticut” del Gran Wyoming y Reverendo, y la versión de “Paquito el chocolatero” de King África. A cada nueva canción los carceleros elevaban la temperatura de la sauna, inclementes, duros, como si pautaran una dieta radical y milagrosa para reducir a los líderes de la revuelta.
     Líderes de la revuelta que mostraban una resistencia irresistible para sus captores, ya que les pidieron que subieran más la temperatura porque querían cantar “El tractor amarillo” para lo que necesitaban más calor para presumir del tractor descapotable.
     Sus captores, agotados, pasaron información, por los cauces habituales, al Grandioso gobernante sobre la grandiosa resistencia de los líderes de la revuelta. El Grandioso gobernante se quedó pensativo, pero también pasmado, y preguntó a su equipo de seguridad:
      -¿Han cantado “El toro guapo” de El Fary?
      -No, Grandioso gobernante, la suerte busca, huye y a ratos vuelve. Pero dicen que se saben la letra de “Cántame” de María del Monte, “Por ella” de José Manuel Soto, y todo el repertorio de Ismael Serrano.
      -¿Quién ha introducido drogas en la sauna? Mi paciencia tiene un límite. ¿Tiene acceso a LSD?
      -¡No!, ¡Oh, Grandioso gobernante a quien las flores no disputan belleza y elegancia! No sabemos la razón pero cuando cantaban el tractor amarillo empezaron a bailar, se fueron elevando suavemente del suelo entre los vapores de la sauna y sus giros continuos, como giróvagos emborrachados de placer, hizo inútil interrogarles ni sacar información productiva. Su actitud nos desmoralizó. Están muy bien entrenados. Deberíamos aprender su técnica de resistencia ante la adversidad, su aguante ante el encierro, su capacidad de adaptación ante la elevación de la temperatura, su forma de bailar que mezcla el ritmo flamenco y la estilización del teatro kabuki japonés. Estamos agotados. Te pedimos el relevo porque no tenemos trajes de protección ante sus poderes.
      -Traedme los detenidos a mi presencia ¡Rápido!
      Horas más tarde llegaron los detenidos, asustados, gritando, lamentando que hubieran salido de la sauna. Querían volver. Ante él dijeron:
      -Grandioso gobernante: Tu condena a la sauna eterna ha sido rota por nuestros carceleros. Te imploramos cumplirla completamente, al menos durante cuarenta días y cuarenta noches. Queremos flotar entre los vapores calientes y cantar alabanzas a nuestros seguidores. Hemos conseguido memorizar los grandes éxitos de El Fary y las representaciones teatrales de Guillermo Toledo. Nos elevaremos más de dos metros sobre el suelo cuando declamemos sus actuaciones. Y, finalmente, cantaremos “Vivir así” de Camilo Sesto cuando la altura pasé de tres metros. Flotaremos sobre los demás ciudadanos, estaremos embriagados de amor por estar así, con el alma herida.
      El Grandioso gobernante estaba sentado en su sillón de gran gobernante, de respaldo ergonómico y reposadero de pies almohadillado, pero, conforme hablaban los detenidos, cabecillas de la rebelión, su voluminoso cuerpo se fue elevando, sus brazos se fueron agitando, sus labios temblaron de forma espasmódica, sus piernas se movían de forma que ningún danzante podía igualar ante la melodiosa voz de los líderes de la revuelta, y sus cuerdas vocales comenzaron a emitir una voz melodiosa conforme alcanzaba las más altas estancias del palacio del Grandioso gobernante, y por efluvios sonoros de su boca se oyó canturrear “Libre” de Nino Bravo sin poder parar, sucesivamente, sin pausa, continuamente. El Grandioso gobernante salió por el balcón del palacio y se dirigió al cielo, buscando nuestro satélite lunar y al pasar al lado de la Estación Espacial Internacional saludó a sus cosmonautas cantando:
      -¡Liiiibre, como el sol cuando amanece, yo soy liiiibre!
      El Grandioso gobernante supo al fin lo que era la libertad. Amó. Sonrió, sin hablar, cubierto de flores carmesíes a la luz de la Luna. Con el tiempo fue el mayor divulgador de las maravillas del planeta Tierra debido a los beneficios de su visión global desde la Luna y las largas horas de estudio que dispuso al abandonar sus ocupaciones como gobernante.
      Los líderes de la revuelta fueron liberados tras setenta y dos horas porque no se presentó ningún cargo contra ellos. Pasaron el resto de sus días actuando por teatros, salas de fiesta, casetas municipales y cualquier otro recinto de aforo respetable que llenaron completamente con sus canciones e interpretaciones contagiosas, embrujadoras, mágicas con las que influían en los comportamientos humanos de los ciudadanos de esta o aquella gran nación.


La pérdida y el recuerdo

    
      El 21 de abril de 1898 el congreso de los Estados Unidos de América recibió la petición del presidente Mckinley para declarar la guerra a España tras la movilización propagandística de la sociedad estadounidense por distintos medios, destacando los empresarios de prensa Hearst y Pulitzer. Los restos del imperio colonial español eran Cuba, Puerto Rico y algunas islas del Pacífico, entre ellas, el archipiélago filipino.
      La pérdida emocional de los últimos vestigios de un imperio, ya residual territorialmente desde la segunda década del siglo XIX, planteó el cuestionamiento del sentimiento español, su situación política, sus problemas sociales, el papel de los poderes fácticos como el Ejército, la configuración del propio estado y  de su estructura económica.
      El regeneracionismo como consideración de España había comenzado antes de la crisis de 1898, más se constituyó en motor necesario al poner esta actualidad como foco de sus postulados. Fueron postulados o arbitrios, muchas veces contradictorios, presentados por intelectuales y escritores que mediante ensayos, artículos de prensa, conferencias y discursos proponían soluciones a los problemas de España. Algo parecido ocurrió, especialmente tras la derrota de Rocroi en 1643 y el reinado de Carlos II, y existente desde finales del siglo XVI y siglo XVII, con los arbitristas económicos relacionados con la Universidad de Salamanca.
      Considerar España como problema. España era un organismo histórico de sustancia etnocultural de base castellana, generada a través de los siglos; una realidad objetiva e irreversible que era mejorable. Conscientes del atraso, incidían en el mismo con el interés de llevar a cabo una modernización que recuperará la grandeza pasada. Como grandes taras señalaban la naturaleza oligarca y caciquil del sistema de la Restauración que se plasmaba en el atraso campesino, la escasa investigación científica y técnica, el pequeño desarrollo industrial, la pérdida del estatus como potencia europea y el analfabetismo e incultura que lastraba el desarrollo de los ciudadanos y élites intelectuales para que actuasen como transformadores de la sociedad. Como remedio se hacía una crítica al desarrollo del liberalismo español y su manifestación política, el parlamentarismo, llegando a proponer situaciones de excepción. Este movimiento influirá en pensamientos de derecha como el maurismo y de extrema derecha como el primoriverismo, el falangismo y el franquismo.  
     Otros, en otra perspectiva, fiarán las virtudes regeneradoras a la verdadera democracia con la asunción de la nación española e influyendo en republicanos y socialistas que evolucionan del regionalismo al autonomismo en el tránsito de la monarquía a la república. La cuestión regional estará también dentro de los planteamientos de  regeneracionistas1.
      El sistema de la Restauración fue incapaz de impulsar el desarrollo de la sociedad española en el momento en que se producía una expansión de las naciones capitalistas. Una crisis ideológica sobre la identidad de España, que Tuñón de Lara calificó de quiebra ideológica, pero que para González Cuevas no fue único en Europa porque a partir de 1890 Portugal renunciaba aparte de su imperio colonial, o con el primer fracaso italiano en la Abisinia y la derrota francesa de 1870 frente a Alemania. La crisis afectó, por tanto, a las ideologías dominantes, liberalismo y conservadurismo, y desarrolló, por ende, a otras ideologías desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Surgió un conservadurismo radical donde lo nacional ocupaba un lugar prioritario y que se podría denominar como conservadurismo integral que en España tuvo un lento avance que se manifestó en el surgimiento de nacionalismos a partir de los regionalismos vasco y catalán como síntoma de la debilidad del sentimiento español tras la pérdida de las últimas posesiones territoriales fuera de la España actual2. Y, en otro espectro, influirán en el desarrollo de la dictadura de Primo de Rivera al final del reinado de Alfonso XII, en su promoción de desarrollo económico y modernización técnica.
      Como otra idea de España, se aportará por republicanos y socialistas, en el primer tercio del siglo XX, el intento de asentar una república española en la década de la Gran Depresión.
      El historiador marxista Hobsbawm calificó al imperio español, junto al portugués, de imperios preindustriales3 al mismo tiempo que supervivientes de la edad Moderna. La relación entre la metrópoli y las antiguas colonias se mantuvo a través de las relaciones basadas en una cultura hermanada por una lengua común, un comercio que nunca se rompió, pero que ya estaba dominado por los estadounidenses desde antes de la independencia como ha señalado Carlos Malamud4 indicando que en 1850 ya exportaba Cuba cuatro veces más al vecino americano que a España, y unos lazos familiares de emigrantes de ida y vuelta.
      El recuerdo sentimental de Cuba se plasma en la literatura de la Edad de Plata de la cultura española. Como ejemplo final, señalar que el impacto que causa Nueva York en Federico García Lorca es matizado al final de su viaje con el paso por Cuba como se aprecia en su poemario "Poeta en Nueva York", donde consagra su décima parte a la llegada a La Habana, siendo el poema “Son de negros en Cuba” muestra de ese cambio emocional tras dejar su estancia en Estados Unidos.

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1 DE LA GRANJA, J. L. , BARAMENDI, J. , ANGUERA, P.: La España de los nacionalismos y las autonomías. Síntesis. Madrid. 2001. Versión kindle. 1171-1212.
2 GONZÁLEZ CUEVAS, P. C.: Historia de las derechas españolas. De la Ilustración a nuestros días. Biblioteca Nueva. Madrid.2000. Páginas 187-220, sobre la crisis del 98.
3 HOBSBAWM, E.: La era del imperio, 1875-1914. Crítica. Buenos Aires. 2009. Página 66
4 MALAMUD, C.: Historia de América. Alianza Editorial. Madrid. 2013. Página 394.

Cuando todavía eramos débiles

    
      -...Porque cuando todavía eramos débiles, Cristo, a su tiempo, murió por los impíos...

      El sacerdote inició el responso a la entrada del cementerio municipal. Asistían tres familiares, separados, con la boca y las manos tapadas, ocultas, huyendo del aire infecto, del miedo infecto, del pavor sin fin. No pudieron entrar en el cementerio hasta el momento que la funeraria llevó el féretro. El trámite sería rápido. Si era creyente, se esperaba un rato más hasta la llegada del religioso que rezara el responso. Ella, la muerta, condenada a muerte en su vejez por covid19, hubiese querido un oficio fúnebre muy religioso, como ella. Sus familiares hubiesen respetado sus convicciones. Un entierro largo, cantando por sus monjitas, con el sonsonete melodioso del último trance.

      -...pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros...

      Uno de los familiares le preguntó al sacerdote qué texto sagrado estaba leyendo. Le dijo que Romanos, la epístola de San Pablo. El apóstol que había abrazado el cristianismo tras su caída del caballo. Él, que se estaba cayendo del caballo diariamente, bruscamente, incrédulo, él.

     -...porque si, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvos en su vida1...

      Los níveos y ocultos sepultureros del cementerio hablaban, mientras esperaban la llegada del féretro, de sus problemas, de su olvido, de lo poco que se estima el trabajo que hacen, sepultados por el pico, la curva y la meseta de los contagios, por la falta de medios y medidas, por el escaso peso de los que pesan y miden, por el retraso, por el fárrago y el piélago abrumador de noticias solapadas para que cueste llegar a su labor mortuoria, que certifique esa otra cuenta de la que no quieren hablar, la de los muertos, la de su respeto, la de su honor, la del recuerdo, la de su despedida...
      No, no se quiere ver el abandono en que se depositan los restos humanos en un campo municipal. Los familiares estaban impresionados por el momento, por la circunstancia, por los ropajes de protección de los enterradores, de blanco leviatán, con máscaras trompadas para protegerse de cualquier posible emanación de la descomposición y podredumbre de los fallecidos, y de nuestra propia podredumbre, de nuestro propio temor. El miedo a nuestro propio virus, el miedo a la incomprensión, el miedo a perder toda seguridad.

      -...Porque ninguno de nosotros para sí mismo vive y ninguno para sí mismo muere...

      En menos de veinticuatro horas se lleva a cabo el enterramiento como medida sanitaria. Cuando los familiares llegaron al hospital ya estaba introducida en un saco negro, fúnebre, en una sala cerrada, hermética y sola. Sellada en su barca final. Hasta que no llegó el trabajador de la funeraria, no se abrió el mortuorio hospitalario. Llovía y los familiares esperaban a rellenar el papeleo de la muerte, que atracase un Caronte moderno bajo el agua purificadora, lluvia que parecía limpiar toda mácula del aire, toda polución ambiental que emanaba de la entrada del hospital que se abría en contadas ocasiones cuando llegaba algún enfermo urgente con miedo a que le atendieran superior al dolor que traía tras tropezar haciendo carreras en el salón de su casa durante el confinamiento. Todo era penoso. Salió un sanitario cubierto de blanco leviatán...


      -...En fin, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. Que por esto murió Cristo y resucitó, para dominar sobre muertos y vivos2...

      El trayecto hasta el hospital recorría un paisaje apocalíptico, desolador, vacío. Las calles habían crecido sin nadie y estaban ocupadas por la ponzoña del virus, por la imprevista manifiesta, por los espectros residuales de hombres, mujeres y niños que habían dejado su reflejo en el aire, en las pisadas, en sus exhalaciones convertidas en nubes, en los rayos de sol reflejados. Era la desesperación por un rápido contagio, por un veloz empeoramiento, por la noticia del conocido enfermado, por aquellos a los que no se podía ayudar. Inermes, indefensos, clamantes.

      -...Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos en Él3...

      Nada más terminar el responso se trasladó el féretro a su tumba, preparada para ser sepultada en cemento y ladrillos, tapada rápidamente con la losa de su lápida, el granito de su roca final que aplastara el recuerdo y el drama existente. Los sepultureros tal vez querían aplausos. O solo reconocimiento.
      Los familiares, personas libres en el cementerio, volvieron al confinamiento domiciliario. Recordaban el comienzo del poema de Dámaso Alonso: “Si vais por la carrera del arrabal, apartaos, no os inficione mi pestilencia4”. Habían olvidado el amor entre los humanos porque no sabían quiénes eran los pestilentes. Y volvían a su cárcel personal por su propio miedo a lo desconocido.
      La clausura propiciaba un mundo irreal, paralelo y similar a la perspectiva que se vive en “La invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares donde la soledad, los recuerdos o las querencias se entrecruzan. Ideas, pensamientos, ideas. Uno de los familiares comentó que Ortega y Gasset prologó la edición de Emilio García Gómez de “El collar de la paloma” del cordobés Ibn Hazm (994-1063), donde decía que 'la cara es el hontanar donde brota el amor como tal5'. Ahora, por ir tapados, no había tal. 


 
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1Romanos, 5, 5-10
2Romanos, 14, 7-9.
3Romanos, 6, 8.
4ALONSO, D.: Hijos de la ira. Poema 'De profundis'. Austral. Madrid. 1983. Página 143-144. Poemario publicado en 1944.
5IBN HAZM: El collar de la paloma. Alianza Editorial. Madrid. 1989. Edición de Emilio García Gómez. Prólogo de José Ortega y Gasset. Página 25. Tratado sobre el amor y los amantes en la Córdoba andalusí.

Las Visperas Sicilianas, Aragón y Boccaccio

    
Procida
      Juan de Prócida fue un diplomático italiano que inspiró el levantamiento de las ciudades sicilianas contra el poder francés al que acusaban de centralizar el poder y trasladar la capital de Palermo a Nápoles durante el reinado de Carlos de Anjou. Solicitaron acogerse a la soberanía papal, que la rechazó y les excomulgó, y, a continuación, se la ofrecieron a Pedro III de Aragón, que la aceptó y se desplazó a la isla, por lo que fue también excomulgado por el papa que promovió una cruzada.
      Este complicado panorama se desarrolló durante la pugna entre el Emperador y el Papa en el siglo XIII. Los franceses habían apoyado al papado que, por esta ayuda y excomulgado el rey de la corona aragonesa, que se declaraba vacante, se la ofrecieron al rey de Francia Carlos de Valois.      
     Con estos hechos, que comienzan el 30 de marzo de 1282, un reino hispano, la corona de Aragón, inicia su participación en la política italiana con esta petición de ayuda siciliana. Los monarcas aragoneses demostraron una gran habilidad política en el tablero que disputaban el Papado y los reinos de Francia, Aragón y Nápoles. Los aragoneses heredaron los intereses del emperador Federico II en el Mediterráneo1.
Vísperas Sicilianas. Archivo corona aragonesa
      Detrás de la figura que inspira las Vísperas Sicilianas se encontraba Giovanni de Procida. Y junto a él otro noble del sur de italia, Roger de Lauria, que llegó a ser almirante de la flota naval aragonesa, de forma brillante tanto en el sur de Italia como en la defensa de Gerona, obteniendo como recompensa el condado de Concentaina.23 Roger de Lauria, con el tiempo, y su recuerdo, fue asimilado en el repertorio de la historia militar española dando nombre a la segunda bandera de la brigada paracaidista del ejército de tierra español.

      Las Vísperas Sicilianas tuvieron reflejo e influencia en la cultura popular. En la música fueron reflejadas en una homónima ópera por Verdi4, con bellos pasajes como el de Procida cantando a su Palermo añorada.
Roger de Lauria
      Giovanni Procida y Roger de Lauria aparecen también como personajes literarios en el Decamerón de Giovanni Boccaccio (Decameron) por la admiración que el autor sentía hacia ellos. En el sexto cuento de la segunda jornada cambia el nombre al protagonista de Giuffredi en Gian de Procida enmarcando la acción en los inicios del levantamiento contra los franceses en las vísperas sicilianas y en los inicios de la influencia aragonesa en Sicilia. Y en la novela sexta de la quinta jornada Ruggier de Luria, Roger de Lauria, salva a Gian de Procida y su amada, que había sido obsequiada al rey Federico, sin conocer la categoría de su amor por Procida ni los servicios prestados por la familia a la causa del rey hasta que no se lo advierte el marino Lauria tras reconocer a los enamorados cuando iban a ser quemados y estaban atados al palo de su posible final.
      El Decamerón (Umana cosa è aver compassione degli afflitti) comienza señalando lo humano que es tener compasión por los afligidos y relata los efectos de la peste bubónica de 1348 y de como los florentinos abandonaron la ciudad buscando en el campo un aire más sano según los conocimientos de la época. En 2020 su recuerdo permanece tanto por los errores de diseminar el virus en las zonas rurales como por los deseos de evadirnos de la realidad circundante. 


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1DONADO VARA, J., ECHEVARRÍA ARSUAGA, A., BARQUERO GOÑI, C.: La Edad Media: Siglos XIII-XV. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2009. Páginas 53-56.
2HINOJOSA MONTALVO, J.: La expansión mediterránea de la Corona de Aragón, dentro de Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por Vicente Álvarez Palenzuela. Ariel. Barcelona. 2011. Páginas 575-580.
3GONZÁLEZ MINGUEZ, C.: La reacción oligárquica frente al poder de las monarquías, dentro de Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por Vicente Álvarez Palenzuela. Ariel. Barcelona. 2011. Páginas 614-616.

La búsqueda del tejido inconsútil

    
      Nací en una casa que se sumergía en el tiempo recordando una sastrería. Jugaba viendo como las gallinas picoteaban el grano mientras las sastras calentaban las planchas con ascuas y veía como con una tiza, que diseñaba tejidos imaginarios, hacían trazos reales que luego se recortaban en el tejido. Elaboraban, cosían, marcaban, tomaban bajos, medidas. Hacían trajes.
      Y observaba como otros vendían tejidos. Todo era naturalmente así.   
    Gente de pequeños oficios conformaron mi conciencia familiar. Carniceros, tenderos, agricultores, sastres, telefonistas. Gente sencilla. Trabajadores.
      Ya en la cuna jugaba con mis piernas, gateando en el aire, dibujando figuras, simulando de forma mágica como alternaban su posición, colocando la pierna derecha en el inicio de la extremidad izquierda y la pierna izquierda en el inicio de la extremidad derecha.

      Intercambiables como un ilusionista en una cuna de madera a los tres o cuatro años. Alcancé mi madurez con tres años cuando nació mi hermano y esta madurez se forjó con el nacimiento de mi hermana pequeña. Al contrario que Peter Pan, deseaba crecer, más arriba y más ligero, con una espada de madera y risueño.
      Había conocido los tejidos desde el origen de mi conciencia, y consciente, los distinguía en todas sus hechuras, en todas sus composiciones. De igual modo, creía en la bondad y la hermandad de todos los seres del planeta por lo que pretendí descubrir un tejido que pudiese gustar a todos y que fuese elaborado sin suturas ni costuras. Inconsútil.
      El diseño de una prenda sin suturas, sin costuras, de una pieza, había sido el fin más preciado, el objeto más deseado, producto de alquimias, ingenio de quimeras, y búsqueda de piedras filosofales.
    Pedí consejo al sastrecillo valiente. Había derrotado a las moscas que se tomaban su mermelada, ¡a siete de un golpe!, y que, con su valentía y su temeridad, venció a todos los gigantes; y, gracias a su astucia, dominó la cornada del unicornio y la embestida del jabalí. Pero se había coronado rey al casarse con la princesa y estaba asumiendo la forma de valor que exige el poder y ya había olvidado su vida de sastre, por lo que su valentía no era útil para encontrar la tela que no necesitaba suturas ni costuras para elaborar un traje.
      Desolado, me dirigí a los dos sastres que habían confeccionado el traje invisible del emperador. Me hablaron de su diseño. Sus trajes eran únicamente visibles por personas aptas para su cargo o con un grado de sabiduría considerable. Me pareció lo más acercado a la búsqueda de la piedra filosofal. Pero fue una visita infructuosa. Era obvio que no tenía costuras, puesto que el tejido estaba compuesto de la vanidad de los seres humanos, de la soberbia de los hombres poderosos, de la charlatanería de los truhanes y de las componendas creadas por la convivencia y la supervivencia social. Un traje etéreo, mental y claramente artificial que se destruía con la inocente palabra de un niño.
      Estaba desesperado. Era imposible encontrar ese tejido. Algodones, lanas, sedas, linos. Tencel. Poliéster, rayón, licra... Nada. Nada servía. En algún momento había que entrelazar hilos, al menos una mínima sutura, o como mal menor una etiqueta cosida, un botón prendido. No comprendía la situación hasta que me di cuenta. No era la elaboración del tejido en sí. Era su capacidad para no perder la unidad de su composición lo que le hacía inalterable y permitía su consistencia.
      Me ayudó el niño inocente que había indicado que el rey estaba desnudo. Podía elaborar cualquier traje para el rey, para su país, de la forma que quisiera la mayoría, con los colores que fueran más aceptados, tras las preguntas libres de todos los conciudadanos, sin trabas, con el acuerdo de todos los sastres del reino. Una vez elaborado el traje, sería la prenda sin costuras, sin suturas. Y ese tejido nunca sería dividida como no lo fue la prenda inconsútil más famosa de todos los tiempos1, porque su ruptura o su reparto indicaba la falta de unidad entre todos los seres que creían en algo, en alguien, o en alguna cosa.

      En realidad, el tejido inconsútil no lo encontré jamás. Siguió siendo un deseo, una quimera, un sueño, una ilusión. Una esperanza. Aquello que nos queda como último recurso de amparo en momentos difíciles, de resistencia.
#QuédateEnCasa 
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1En el Evangelio del apóstol Juan (Juan, 19, 23-24) se dice que la túnica sin costura de Jesús fue la única prenda no repartida en trozos entre los soldados en el Calvario siendo echada en suerte para adjudicarla integra. Para los primeros cristianos era un signo de unidad entre ellos.

La fiesta del español

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