Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ediciones Casariego. |
Hace unos meses se expuso en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, Casa Malpica de Manzanares, una
muestra de las distintas traducciones, tanto históricas como raras o
extraordinarias, del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico
García Lorca. Esta exposición mostraba la repercusión internacional que
tuvo dicha obra, la fama que alcanzó García Lorca en su corta y truncada
vida, y el esmero que pusieron los distintos editores en esta obra desde un
primer instante.
Es por esta razón,
el cuidado y mimo de los editores al presentar un nuevo trabajo que no se tiene
otro remedio que hablar de un trabajo maravilloso sobre el Llanto publicado
en 1993 por Editorial Casariego S. L.[1]
Casariego hizo
una tirada de 1.750 ejemplares. Se va a reseñar el que hace el número 910. Los cien
primeros números fueron encuadernados en piel. Además, se numeraron los 55
primeros para los colaboradores de la obra, pero la presentación que se tiene
en mano tiene tapa dura en negro con letras del título en rojo y en amarillo
del autor. Igualmente, en rojo, la estampa o dibujo de un diestro y la
editorial que lo presenta.
La estructura de
la edición es la siguiente:
-Una introducción
de uno de los poetas mayores de la generación del 27: Jorge Guillén.
-El Llanto por
Ignacio Sánchez Mejías acompañado por las ilustraciones de Picasso.
-Una nota aclaratoria
del editor de las razones por las que se añade la edición facsímil de la obra.
-Y la edición facsímil.
En total 66
páginas. La edición facsímil no está numerada.
¿Qué cuenta
Jorge Guillén en la introducción?
En primer lugar,
que llanto, planto o elegía tienen un sentido similar que nos lleva hacia la conmoción
ante algo. El llanto es una elegía conmovedora, estructurada en cuatro
partes, con distintos nombres:
1.La
cogida y la muerte no tiene, según Guillén, una narración realista. La hora
de las cinco no puede abarcar todos los sucesos que se imaginan, aunque el
estribillo sea un gran acierto:
A
las cinco de la tarde
Eran las cinco en punto de la tarde…
… ¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
La irrealidad simbólica
reúne sucesos que no sucedieron como el niño con la sábana, la espuerta
de cal, la paloma y el leopardo, las campanas de arsénico y
de humo hasta una rotura de ventanas por el gentío. Hay según
el poeta, crítico y amigo una leve indicación al hecho en sí como muslo con
el asta o heridas quemantes, que laten bajo el estribillo que
imprime una gran eficacia patética que no se recuerda en ninguna otra elegía:
“¡Ay que terribles cinco de la tarde!” …
“las cinco en sombra.”
2.La sangre
derramada
Aunque García
Lorca no estuvo en el ruedo, ve la sangre sobre la arena cuando ya no hay nadie
en la plaza. Por eso invoca a los jazmines, a la vaca del viejo mundo y a los
toros de Guisando. Pero no quiere ver esa sangre:
¡Qué no quiero verla!
Surge de pronto,
según Guillén, la necesidad de un retrato del fallecido tanto espiritual como
psicológico que incide en que era como el primero entre todos, No hubo
príncipe en Sevilla, por su fuerza y prudencia, dentro del aire de Roma
andaluza. Persona y lugar. Armonía clásica.
A Jorge Guillén
le emocionan o conmueven los versos siguientes:
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
Le emocionan porque
contienen y potencian la idea de país, desde un punto de vista andaluz.
3.Cuerpo
presente.
El cuerpo
adquiere forma pétrea, activa, que coge simientes o nublados. Y más
cosas. Se pregunta Guillén sí la piedra es una tumba o simplemente una metáfora.
Lo dice por la cabeza de oscuro minotauro y porque la lluvia penetra
por su boca. Lorca nos pide contemplar el cadáver como un reto para
despedirlo.
Según Guillén
todo va juntándose: sueño, vela, reposo. Como una liberación imaginada. Nos queda
como consuelo la denominada incongruencia, según el introductor, cuando dice
que ¡También se muere el mar!, pero que nos remite a otros elementos de
la naturaleza.
4.Alma ausente.
Guillén ve que
el muerto ya está solo, que nadie le conoce, porque te has muerto para
siempre. Se enuncia una verdad general, deja al muerto en el cementerio. El
autor del poema, según Guillén, piensa en su mito, en su héroe, cuando estaba
vivo y relata su madurez superior a aquellos de su clase, insigne por su conocimiento, con
las palabras nobles y elevadas de un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Y termina:
Yo canto su elegancia con palabras que
gimen
Y recuerdo una brisa triste por los
olivos.
Guillén ve
caminando a Ignacio y Federico entre esos olivos.
El editor nos presenta
el Llanto con veintitrés ilustraciones de Picasso. Se hace una cata o selección:
En la página 5,
una cuadrilla con picador va a salir a la plaza.
En la página 8,
la suerte de banderillas.
En la página 13, la vista aérea de un colorido coso, fechado en 1-08-1957.
En la página 20,
un toro a carbón o emplaste.
En la página 24,
un torero levantado por un toro, en rojos y azules sobre fondo blanco y negro.
En la página 29,
el torero está envuelto en su capote mientras espera al toro como la vida y la
muerte.
En la página 31,
Pase ayudado en alto de un torero, sin toro.
En la página 33,
par de banderillas cara al toro.
En la página 36,
Cristo con corona de espinas.
En la página 44,
Virgen llorando fechada el 2-3-1959.
En la página 49,
torero clásico ¿rondeño? En gris y negro.
En la página 50,
como el final citado, un campo de olivos en negro y blanco[2].
Se hace aquí una
digresión para recordar que en la tesis de Peña Robledo[3] sobre Ignacio Sánchez Mejías
en ABC recordaba la teoría de Olano sobre la posible relación entre una primera
idea para el Guernica como recuerdo por la muerte de Sánchez Mejías, por
el impacto que tuvo. Y también la teoría que entronca a uno de los pintores deudores
y divulgadores del modo de pintar veneciano, el flamenco Rubens, por su cuadro Los
horrores de la guerra, visto de forma invertida y transformado por Picasso
en un tema taurino y doloroso, pero que coinciden con las deudas que tienen Las
señoritas de Avignon, 1907, con los desnudos de los pintores venecianos.
Por otra parte,
como indican diferentes estudios, como el de Fátima Halcón o Álvaro Martínez Novillo,
no era extraño el tema taurino a Picasso, como a cualquier español desde
finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX. Y claro, en una persona nacida en
Málaga en esta época[4].
El editor,
volviendo a la edición de Casariego, añade la reproducción facsímil del manuscrito
que se custodia en el Museo Casa de Tudanca que perteneció a José María de Cossío.
El lector, y el curioso, podrá observar las diferencias y variaciones entre el
manuscrito original y el texto final publicado. Es decir, se puede ver cómo fue
el proceso creativo.
García Lorca
termina la impresión en marzo de 1935 con las ilustraciones de José Caballero
en Ediciones El Árbol para Cruz y Raya. El poema fue leído en público en el
Teatro Español y, en abril, en el Alcázar de Sevilla. El manuscrito dedicado
llega en mayo a Cossío con el dibujo de un Arlequín llorando. Está expuesto en
el centro de la sala principal de la planta baja cubierto por unas vitrinas y
se puede apreciar la dedicatoria a Cossío y el dibujo del arlequín. En el libro,
la reproducción facsímil, sin numerar, supuestamente según se ha podido
comprobar, serían las páginas 52 a 66.
Como es sabido,
hay una dedicatoria anterior a la que hace a Cossío en el manuscrito. Es la
dedicatoria siguiente:
“A mi querida
amiga
Una joya de
edición.
[1] GARCÍA
LORCA, FEDERICO: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ilustrado por Pablo Ruiz
Picasso. Editorial Casariego. Ediciones de Arte, fascículos y bibliofilia.
Madrid. 1993. Ejemplar 910. ISBN: 84-86760-34-8. Libro propiedad de Gloria Patón
Fernández-Pacheco, coordinadora de Museos de Manzanares. Depositado en Archivo
Museo Ignacio Sánchez Mejías.
[2] Páginas
con ilustraciones: 5, 8, 13, 16, 19, 20, 22, 24, 26, 27, 29, 31, 32, 33, 36,
38, 40, 41, 43, 44, 46, 49, 50.
[3] PEÑA
ROBLEDO, E. M.: Ignacio Sánchez Mejías según el diario ABC. Tesis doctoral en
la Universidad de Burgos dirigida por P. Ojeda Escudero. Páginas 203-213
[4] HALCÓN, F.:
Picasso y el ruedo. Sobre su idea de plaza de toros. En Laboratorio de Arte 29,
2017.
MARTÍNEZ
NOVILLO, A.: Reseña sobre Picasso Toros y toreros en Revista de Estudios
Taurinos, Número1, 1994.
GÁMEZ JIMÉNEZ,
R.: El Guernica de Picasso como recurso didáctico. En el Centro virtual
Cervantes, Actas XLI (AEPE)
Hola, efectivamente, es una joya de edición y tu entrada también, la has descrito muy bien. Te felicito. Un abrazo. :)
ResponderEliminarLos libros producen efectos intangibles: emociones, agradecimientos, evasiones. Gracias por tus palabras
Eliminar¡No sabes lo que disfruto tus escritos! Son una bella clase literaria. Muchas gracias!
ResponderEliminarMuchas Gracias. El libro y el lugar ayudan. Me alegra que hayas disfrutado.
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