"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Notas sobre el laboratorio de Bacteriología de Málaga (y 2): La Cueva del Tesoro y el Hospital Noble

 

Cueva del Tesoro-Rincón de la Victoria. Wikipedia

     El 7 de mayo de 2017 La opinión de Málaga contaba la historia de la Cueva del Tesoro del Rincón de la Victoria, considerada bien de interés cultural. En 1915, el farmacéutico Enrique Laza compró en ese paraje unos terrenos ricos en hierbas medicinales. En el subsuelo, se encontraba la cueva del Suizo, luego llamada del Tesoro, que legó en 1951 a Manuel Laza Palacios, su sobrino.

     Las hierbas se utilizarían para elaborar fórmulas magistrales que pacientemente fabricaría para la venta en su prestigiosa botica que había abierto en la calle Molina Lario de Málaga.

     Fue en un principio la Cueva del Suizo en recuerdo de un miembro de la guardia valona que excavó en el siglo XIX el recinto con el fin de encontrar un tesoro. El tesoro lo encontró Enrique Laza en forma de excremento de murciélago, la murcielaguina, que ya se usaba como un excelente abono[1]. Hizo un pozo y extrajo toda la excrecencia del mamífero alado[2]

     La consideración de la cueva cambió a partir de la visita del prehistoriador y divulgador del arte e industrias prehistóricas de la península Ibérica, Abate Henri Breuil[3], quien, acompañado del prehistoriador malagueño Miguel Such[4], tomó notas de las pinturas rojas de la cueva hacia 1918. La cueva pasó a los herederos de Don Enrique Laza y en los años 90 del siglo XX tuvo un alquiler municipal por parte del Rincón de la Victoria. En 2009 se inició un expediente de expropiación de la Cueva del Tesoro con un justiprecio de 4,9 millones de euros[5]

     Pero esto ya es otra historia, que nos aparta de Enrique Laza, fallecido en 1957, y que nos ha servido para mostrar la curiosidad intelectual de boticario veleño por encontrar medios para la elaboración de medicamentos naturales y hallar la utilidad como fertilizante de residuos orgánicos.

     La curiosidad y la preocupación por la vida de los demás. Lo que hoy llamamos empatía o simplemente la obligación que conlleva la profesión médica, movió a la familia de Joseph William Noble o José Guillermo Noble (1797-1861) a cumplir su voluntad tras morir de cólera en Málaga. Cuando se recuperaba en esta ciudad de una enfermedad, asistió a un enfermo de esa terrible epidemia, abandonando la fonda de la Alameda en la que se alojaba. Contrajo el cólera y murió el 6 de enero de 1861.

Hospital Noble de Málaga

    Sus herederos crearon un hospital auxiliar para atender a los vecinos, pero también a los marineros de todas las naciones que arribaran a la capital malagueña. El terreno fue concedido gratuitamente y el edificio sería gestionado por la Beneficencia Municipal con la condición de recaer la propiedad otra vez en la familia Noble en caso de ruina. La familia ofreció una donación de 20.000 a 25.000 duros.

     Los terrenos cedidos estaban en La Malagueta[6]. Tras las vicisitudes habituales de permisos, dilaciones, proyectos y construcciones, el 24 de septiembre de 1870, ante el notario José Ponce, el alcalde José Novillo y tres concejales firmaron la escritura de cesión del hospital a Málaga, que ocupaba un terreno de 4.940 metros cuadrados.

    Hasta principios del siglo XX, la vida del hospital fue difícil. Su labor auxiliar en manos de la Junta de Damas de las Hijas de la Caridad desde 1884 se orientaba a principios de siglo a cuidar enfermos y enseñar a los niños de la barriada para cuidar su educación en un colegio que estuvo abierto hasta 1931.

Plaza del General Torrijos

     En 1923 la gestión pasa a manos de la Junta de Damas de la Cruz Roja. En esta gestión no se cedía la Casa de Socorro del distrito de la Alameda.

     Tras la instauración la II República, el Hospital Noble fue propuesto para su incautación en una moción del alcalde García Morales el 17 de junio de 1931. La intención era que pasara a la Beneficencia Municipal porque el alcalde consideraba que se incumplían los fines sugeridos por la familia Noble. El 10 de agosto de ese año se hizo un inventario general y se detalló las obras realizadas desde su creación con los costes que hubiesen tenido. Tras debates de distinto calado, el nuevo Hospital abrió con el nombre de Municipal, ya no de Noble, bajo la dirección del Doctor Guerrero Andrade.[7] La historia posterior excede de nuestras pretensiones. Añadiremos, eso sí, algunas características del edificio que albergó hasta 1936 el Laboratorio de Bacteriología de Málaga.

     El Hospital Noble de Málaga se ubica en la rotonda del General Torrijos— sí, el del famoso cuadro de Gisbert[8]—, al final del Paseo del Parque, justo delante de la Plaza de Toros— como contaba Gloria—, conformando una fachada de cierre a la carretera, cercano al inicio del Paseo de Reding. Perpendicular al corredor de la N-340.

     De estilo neogótico inglés y aire románico, el edificio cuenta la importancia de la colonia inglesa en la zona. En el Cementerio Inglés reposan los restos de Joseph Noble. Hoy alberga edificios administrativos municipales. En las primeras fotos pudimos observar los ladrillos de color rojo tierra y la mampostería. Una gran nave longitudinal tiene un pasillo central que se abre a las dependencias, distintas y alineadas a cada lado. En los extremos, dos alas transversales, y en una de estas alas, una capilla. En el edificio colaboraron los arquitectos Cirilo Salinas, José Triguros y Juan Nepomuceno Ávila, que firmó la autorización de la obra[9].

     Como indicamos en la entrada Notas sobre el Laboratorio de Bacteriología de Málaga (1), Enrique Laza escribió a la comisión ejecutiva de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), presidida por Menéndez Pidal, Bolivar, Torroja y Casares el 22 de agosto de 1933. Casares era reacio a ceder el material, lo que mueve a Laza a escribir a su paisano malagueño de la Residencia de Estudiantes, Alberto Giménez Fraud. Le pide que influya sobre la JAE, que él conseguirá mayor implicación económica por el ayuntamiento de Málaga. Que no habrá o habría interferencias en la labor científica del laboratorio.

Plano de Málaga en 1918. 1:7500. IGN.

     El 17 de octubre de 1933, el secretario de la JAE José Castillejo le envía una carta diciendo que cree que se aprobará todo[10].

     Como hemos visto, el Laboratorio de Bacteriología de Málaga tuvo un parto largo y difícil. Enrique Laza Herrera y la Sociedad Malagueña de Ciencias mostraron un empuje y decisión, lleno de paciencia, que fue digno de encomio, especialmente en esos años en los que parecía que todo se había parado. Aunque, como observamos, al final se orientó más a la atención hospitalaria que a la ciencia aplicada[11].

     Una nota en el epistolario de Jiménez Fraud, una lectura en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías y el esfuerzo de quienes lucharon por el desarrollo de la ciencia en España.



[7] LARA GARCÍA, M. P.: Historia del Hospital Noble de Málaga (1865-2004). Isla de Arrayán, XXV, junio 2005, páginas 189-215.

[10] CARRASCOSA, A. V.: La Sociedad Malagueña de Ciencias y establecimiento del Laboratorio de Bacteriología de Málaga. Boletín de la Academia Malagueña de Ciencias. Número 10. 2008. Páginas 129-142.

[11] CARRASCOSA, A. V. y MARTÍN ALBADALEJO, C.: La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas y la Institucionalización de la Microbiología. En El desarrollo de la Microbilogía en España, Volumen I, coordinado por CARRASCOSA, A. V y BAGUENA, M. J. Fundación Areces. 2019. Páginas 192-201.

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