Cultura y sociedad

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La representación del roble

 

Roble. Public domain.

     Rossellini dirigió en 1959 El general della Rovere. El film está basado en un escrito homónimo de Indro Montanelli. Un estafador de poca monta es reclutado por los nazis para que espíe a los partisanos italianos con la intención de identificar a sus líderes. Tal interés toma que se trasmuta en uno de ellos, dando su vida en defensa de la resistencia. Un hombre desconocido, carente de ejemplaridad, quiere huir de las deudas de juego mediante la colaboración con un régimen dictatorial. Infiltrado en una cárcel para perseguidos políticos, ante la realidad de sus penalidades, decide defender una causa por la que es fusilado. Un impostor, en definitiva, del que se adueña su otro yo y defiende la causa que iba a delatar, asumiendo la dignidad del personaje. Rossellini juega con el zoom y sus posibilidades, como diría Román Gubern.



     Nos interesa en este punto asociar el apellido que toma el suplantador, della Rovere, del o de roble. Decimos que son como un roble las personas que son o parecen fuertes, recias y de gran resistencia. Es su apariencia, tal vez su obligación.

     Una de las familias del Renacimiento italiano que llegó a ocupar el Papado y algunos de los estados o dominios de su complicada política fue della Rovere. Julio II fue el pontífice que convivió con Miguel Ángel, Bramante y Rafael, luchó contra los Borgia para conseguir su trono, se apoyó en los franceses y colocó a su clientela en puestos de poder. Recordamos en este párrafo la película El tormento y el éxtasis de Carol Reed, 1965, que incluye en su inicio un documental sobre el arte de la Roma del Renacimiento.

     Uno de sus familiares, Francisco María I della Rovere, llegó a duque de Urbino al suceder a Guidobaldo I de Montefeltro en 1508. No tenía descendencia  y le adoptó por intercesión de su poderoso pariente papal. Francesco María era un condotiero. Un comandante o jefe de soldados, generalmente mercenarios, que sirvió a la Iglesia, la República de Venecia, el ducado florentino y, también, al emperador Carlos V.

     Desde joven se le representó vinculado a su linaje, su destino y preparación. Se atribuye a Giorgione, 1502, un retrato adolescente de medio cuerpo en el que acaricia un casco maravillosamente pintado con los efectos de la luz que hace brillar el metal. Brillo que resalta la decoración de hojas de roble. El adolescente nos mira. Parece decir: Soy della Rovere.

Atribuido a Giorgione. Wikipedia

     Dos años antes de su muerte, en 1536, fue retratado por Tiziano. Representa un hombre maduro, cansado, ojos hundidos y aspecto grave. Demacrado. Lleno de la responsabilidad del poder. Con armadura. La educación adecuada a un militar experto en armas de defensa y ataque con conocimientos en el mundo antiguo.

     Aparecen representadas, a diferencia del cuadro adolescente, las tres cuartas partes del cuerpo, con brillo en la armadura que le cubre hasta el cuello, con bastón de mando en la mano derecha que apoya en la cadera, en el momento que sirve a Venecia, visto desde abajo hacia arriba, delante de un armario cubierto con una tela rojo bermellón. Y sobre ese armario, su casco o cimera militar con los signos identificativos de la familia Rovere y los bastones de mando conseguidos en la batalla. Toda la imagen de un guerrero con poder. Todo representado como si fuese real.

Francesco María della Rovere. Tiziano. Wikipedia

     Francesco María della Rovere falleció a los 48 años, 1538, probablemente envenenado por su barbero, Pier Antonio de Sermide, que pudo ser instigado por el duque de Castel Goffredo y su cuñado Cesare Fregoso. Estos últimos fueron exonerados.

 

 


Sobre Miles Christi y los caballos

     

El arte del poder

     Si te caes del caballo, pierdes la razón, pero, por contra, ganas el instinto. 

     El caballo es símbolo de poder, de realeza. Recordemos que Saulo de Tarso se cayó del caballo, dejó el poder de perseguir cristianos y formó parte de ellos, instintivamente, espiritualmente. Más tarde en una de sus cartas, la que remitió a los efesios dijo:

     11 Revestíos con la armadura …, para que podáis resistir contra las asechanzas …; 12 porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, … 13 Por lo cual, echad mano de la armadura …, para que podáis resistir en el día malo, y, tras haber vencido todo, os mantengáis firmes.

     14 Estad, pues, firmes, ciñéndoos la cintura con la verdad, y poniéndoos la coraza de la justicia, 15 y calzándoos los pies, prontos para el evangelio de la paz; 16 embarazando en todo momento el escudo de la fe, con el cual podáis apagar todos los dardos inflamados del Maligno. 17 Tomad el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la palabra de Dios” (Carta de San Pablo a los Efesios, 6, 11-17).

     Este texto sirvió para justificar el poder de los reyes modernos: montado a caballo como soldado de Cristo. El modelo fue la estatua ecuestre de Marco Aurelio que todo el mundo visibiliza en el Campidoglio de Roma desde que Miguel Ángel Buonarrotti lo situó allí, aunque hoy es una copia. Durante siglos fue confundido con Constantino, considerado en esa época como el primer emperador cristiano, e hijo de la santa patrona de la Arqueología, Elena. La santa, según la tradición, excavó y recuperó reliquias relacionadas con la pasión de Cristo. Siguiendo el hilo de la tradición, el brazo derecho del madero de la cruz de Jesús llegó al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, lugar que en 2023 celebra su jubileo. 

El arte del poder

     Continuamos a caballo, el modelo de poder real lo estableció la escultura ecuestre del filósofo estoico y emperador romano Marco Aurelio. Fue modelo para Donatello en su condottiero Gattamelata de Padua, cuando establece la comparación entre los antiguos y los modernos en el Renacimiento, a mediados del siglo XV. Remarcaba el aspecto guerrero del caballero. A este se añadirían otros prismas de la representación del poder absoluto de los reyes y príncipes de la Edad Moderna. Y ahí aparece la figura de los modernos Apeles y Alejandro Magno. 

Marco Aurelio en Campidoglio. BMRE

     Tiziano se convirtió en el Apeles del nuevo Alejandro Magno, el Rey Emperador Carlos. Además, introdujo el color de la pintura veneciana que termino siendo dominante en los modos de la pintura española tras vencer o convencer a los partidarios de la pintura toscano/romana que era más partidaria del dibujo o el diseño de la Italia Central. 

     El problema más grave que tuvo Carlos V durante su reinado fue interno. La herejía protestante que se extendió por los principados de los electores y vasallos del Imperio. Conseguida la victoria en Mühlberg (1547), el César Carlos y sus consejeros consideraron que la imagen del poder debía reflejar la victoria pero también la clemencia y la paz conseguida momentáneamente como una realidad. Los caballos españoles eran grandes, poderosos y de patas no muy largas. Tiziano pintó a Carlos de Gantes sobre equino castañó oscuro, cubierto con una barda carmesí. Él lleva una armadura blanca y dorada con una banda en tafetán carmesí. Lleva lanza o venablo y una pistola de arzón.

     La Casa de Austria seguía la tradición o la evocación del caballero cristiano, de la caballería cristiana, basada en las ideas del Nuevo Testamento atribuidas a San Pablo y que durante esta primera mitad de siglo había sido revitalizado por Erasmo de Rotterdam. Al texto antes citado de los efesios se añadía la segunda epístola a los corintios donde el santo de Tarso hablaba de armas espirtuales, fuertes y poderosos por virtud de Dios, para destruir y asolar los perversos consejos y dañados pensamientos. 

     La caballería cristiana medieval se adhería a la imagen estoica de Marco Aurelio y a los deseos de paz interna. De ahí la imagen pensativa, melancólica y medida que hizo el pintor cadorino de su señor.

     A caballo huyó de Insbruck el emperador en 1552 por la traición de Mauricio de Sajonia. Si quería vivir en paz debía aceptar que cada estado tuviese su religión. La paz de Augsburgo de 1555 fue un primer paso hacia una paz que fue insegura durante buena parte de la modernidad.

     La representación del poder fue evolucionando con la aportación de Rubens, con la copia de las obras de Tiziano, con el aprendizaje de las pinturas venecianas de la corte madrileña durante las embajadas del flamenco en Madrid. Copió y reinterpretó las poesías de Felipe II, otra visión con la copia del Adán y Eva de Tiziano, pintó una adoración de los Reyes Magos, que reformó incluyendo su retrato en la segunda visita. Y también pintó a caballo al poder con Felipe II a caballo. Utilizó un tapiz de Jan Cornelisz Vermeyen para reinterpretar un cuadro de Tiziano. La armadura, el rostro y la posición varían con respecto al retrato Carlos V por Tiziano.

     Tiziano fue también fuente de inspiración para otro pintor flamenco, Van Dyck, en un momento complicado en la corte inglesa de Carlos I, quien se encuentra inmerso en la pugna con el Parlamento cuando intenta centralizar sus poderes, poderes que perderá cuando los puritanos ganen la guerra que le derroque y ajusticie en 1649. Antes de su caída, con la llegada de Van Dyck, el monarca y su pintor intentan crear una imagen de caballero cristiano que basa sus fuentes en la estatua ecuestre de Marco Aurelio cuando se pensaba que era Constantino, en el Carlos triunfante de Mülhlberg, pasado por el tamiz de Rubens, pero con la mirada pensativa y melancólica de Tiziano. El rey inglés quiere ser como el emperador con la herencia del poder que le han trasmitido sus antepasados, entre ellos Felipe II, que fue esposo de María Tudor entre 1554-1558. 

    


      Finalmente, el caballo y sus caídas han marcado otras artes. El teatro, por ejemplo, nos enseña en La vida es Sueño, Calderón de la Barca, que Rosaura, tras caer del caballo, conoce a Segismundo, donde la realidad y el sueño luchan contra la razón de estado. Y en La Casa de Bernarda Alba, García Lorca, la figura de Pepe el Romano no sería igual sin el simbolismo sexual de su caballo garañón. Sin olvidar el filosófico diálogo entre Babieca y Rocinante en el prólogo del Quijote.

   

     Para saber más:

     -Calderón de la Barca, Pedro: La vida es Sueño. Hay multitud de ediciones en papel y digitales. La primera que conseguí fue de Ramón Sopena.

     -García Lorca, Federico: La casa de Bernarda Alba. Muchas ediciones. Cátedra, por ejemplo. 

     -Historia del Mundo Moderno.Coordinado por Luis Ribot. Madrid. Actas. 2010. 595 páginas.

     -Historia Moderna Universal. Coordinado por Alfredo Floristán. Madrid. Ariel. 2008. 780 páginas.

     -Renacimiento.

     -Historia del Arte de los siglos XVII-XVIII.

     -El modelo veneciano en la pintura occidental.

El hombre que no quiso reinar

    

Baldomero Espartero, caricatura.

 

     La reunión terminó y un sabor amargo quedó en su boca. Su salud quebradiza, la edad, sí, la edad. Le había dicho no tres veces. Como Pedro. Con veinte años menos hubiera sido otra cosa. ¡Ojalá pudiera regresar a 1854, tras Vicálvaro y Manzanares! La decisión de un nuevo rey la hubiese tomado él. La libertad de la patria hubiese estado en sus manos. Ahora, en Logroño, su prestigio era moral y el tiempo había pasado. Ya gobernó el Estado cuando la reina Isabel era menor. ¿Qué querían los mensajeros de Prim?

      Ya le dijo no a Serrano. Quería que fuese el líder del 68 antes de la llegada de Prim. Espartero era el líder político y moral de los progresistas; él se sentía sin fuerzas. Para ellos era el duque de la Victoria, el conde de Luchana, vencedor de cuatro guerras. Él era el hijo del carretero de Granátula que se fue a estudiar a Almagro. La patria estaba en peligro; la ayudó. En su retiro de Logroño pasaba desapercibido en compañía de Jacinta ¿Le temían o le respetaban?

      Sentía que la patria estaba, otra vez, en peligro. Recordaba cuando luchó como adolescente contra los franceses. ¿Y la patria? Lo había vivido en Cádiz durante los debates de la Constitución. Sus recuerdos regresaban al cadete adolescente durante los primeros años de la guerra contra el francés.

      Volvió de América con prestigio. Todos le consideraban el líder de los Ayacuchos. Nunca participó en esa batalla, pero había sido la última. A sus compañeros de armas de las guerras americanas les ayudó. Ese amargor en la boca… Sí, los benefició. Tenía plena confianza en ellos. Venciendo a los carlistas, presidiendo el gobierno de España y siendo regente de la reina Isabel. Entre septiembre de 1840 y julio de 1843 el poder era él ¿Por qué había venido la embajada de Prim?

Abrazo de Vergara entre Espartero y Maroto

 

      —Baja, que te tienes que marchar a estudiar. Recordaba a su madre llamándole para desplazarse a la cercana ciudad de Almagro. Pero llegó 1808 y al grito de “la patria en peligro” respondió Joaquín Baldomero.

       Espartero sabía que había llegado al poder por sus hechos de armas, por su carisma y sus dotes de liderazgo; pero, también, mediante pronunciamientos. Su vida había sido la milicia. En la guerra contra el invasor francés se sintió como un aprendiz ilusionado de la libertad y los derechos del pueblo, de su soberanía y patria a la que defendía ante la peligrosa invasión napoleónica. Emperador al que admiraba y temía. Al que deseaba emular. Tenía la percepción que había puesto orden en Francia durante los procesos revolucionarios y había propagado los ideales de la libertad. Reconocía los excesos, la fuerza autoritaria con la que los había impuesto. Había sido emperador. Y él se había negado a ser rey de España. ¿El ofrecimiento de Prim era real? Le pedía que fuera candidato. Dado el caso, se sometería a votación. ¿Qué haría obteniendo una derrota? Sí, le temían. Creían que haría otro pronunciamiento. Esbozó una sonrisa sarcástica. No podía subirse al caballo porque había sido derrotado por su vejiga.

      Su edad, su salud, quebraban su voz, disminuían su entendimiento. Se sentía como un viejo león de temible apariencia y desdentado interior. En Luchana fue un soldado heroico, ahora huía de las responsabilidades. Un antiguo presidente de gobierno ausente desde su retiro por O'Donnel. No podía haber dos gallos en un mismo corral. ¿Merecía la pena?

      Le contestaría con amables palabras, con claros razonamientos que ni su edad ni su salud se lo permitía, que buscasen un candidato entre los españoles y que se profundizase la elaboración constitucional. Su popularidad venía dada del pueblo porque era uno de los suyos. Deseaba volver al pueblo. Ser uno más. Dar consejos. Y que la voluntad popular se cumpliese. Los carlistas eran una amenaza menor. Luchana y el abrazo con Maroto lo elevaron a una categoría similar a la del corso. Y ahora se alejaba de su estela renunciando a la jefatura del Estado. ¿Era tan cualificado y sabio? Tal vez buscaban un mesías, alguien por encima del bien y del mal. Espartero meditó largo rato. Redactó la negativa a la comisión enviada por Prim, comandada por su fiel Madoz.

      Su recuerdo se iría apagando. Sería visitado por todos, le pedirían consejo, molestaría a alguno. Viviría plácidamente con la gente de Logroño. Había podido reinar. El hijo del carretero parecía rechazar la voluntad popular que emanaba del nuevo líder.

     Siempre quiso defender las libertades de sus compatriotas y ahora no luchaba por ellas. Esa era la intención de Prim, pensó. Que manifestara que el líder era el militar de Reus y no él. Creyó el viejo general que la tentación de Prim era ser rey. Que esa era la oculta intención. Al contrario que Prim, los enemigos los tenía dentro de su país. Prim los tenía dentro y fuera. Era quien más se parecía a Napoleón. Aunque él hubiera sido el más famoso y el más aclamado. Poseía ese poder autoritario liberal. Una mano dura que él ejerció en su momento para conseguir el orden público necesario. Conseguir la libertad gracias a la paz. ¿Sabrían conseguirlo? ¿Estarían capacitados?

      La noche de mayo fue apagando sus vacilaciones. Supuso, como siempre, que debía cumplirse la voluntad nacional. Su duda era sí alguno sabría cómo. Incluso él.

Baldomero Espartero

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     Joaquín Baldomero Espartero (1793-1879) fue un político y militar español que ocupó la regencia de España entre el 9 de mayo de 1841 y el 30 de julio de 1843. Presidió en tres ocasiones el consejo de ministros, la última entre 1854 y 1856. Fue militar de prestigio en varias guerras destacando la dirección del ejército isabelino durante la primera guerra carlista con hitos como Luchana y el acuerdo de Vergara (1839). Muchas calles llevan su nombre: Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, Conde de Luchana, en honor a sus títulos y fama. En 1870, ya retirado, el general Prim como hombre fuerte de la revolución de 1868 le envió una comisión para ofrecerle la corona de España, la cual rechazó por cuestiones de edad y salud. Espartero nació en Granátula de Calatrava y falleció en Logroño.

La decisión de Flavia

    Madeleine Carroll fue una magnifica actriz que en 1937 interpretó a la princesa Flavia en “El prisionero de Zenda”i, basada en la novela del mismo nombre de Anthony Hopeii, editada muchas veces, y adaptada al cine en varias ocasiones. Para mi, la versión de 1937 es mejor que la adaptación de 1952 protagonizada por Stewart Granger, Deborah Kerr y James Mason y dirigida por Richard Thorpe. Las dos “Flavias” de estas películas tenían en común su calidad interpretativa, su indudable atractivo, y el gusto por la costa malagueña española.
 
      La adaptación cinematográfica de 1937 fue dirigida por John Cromwell, y producida por David O. Selznick, uno de los grandes gracias a títulos como “Lo que el viento se llevó”o “Rebecca”. El magnífico reparto de 1937 incluía a Ronald Colman, C. Aubrey Smith, Douglas Faibanks Jr, Raymond Massey y Mary Astor.
      La princesa Flavia había sido educada desde su infancia para acompañar en el poder a su primo Rudolf. Una esmerada educación, unos modales principescos, unos ademanes exquisitos la convierten en el prototipo de princesa detentadora del poder político y social e imagen de un país. No quiere a su primo. Le detesta. Por dipsómano, pero, sobre todo, por que no asume sus obligaciones políticas, por su falta de resolución y respeto a la institución del país que va a gobernar. Todo cambia el día de la coronación. Por circunstancias que no cuento para quien no haya leído la novela o visto la película, un primo suyo, de parecido extraordinario, suplanta al rey y terminan enamorados el suplantador y la princesa. Es la pugna entre participar en la vida política, ejercer el poder o ser una ciudadana que busca la descansada vida huyendo del mundanal ruido y sigue la escondida senda que versó Fray Luis, disfrutando de un amor sin las limitaciones del personaje público. La puna entre la fama o el disfrute de la vida plena.
      Flavia lucha entre la obligación para su país, su clase, su educación, y el amor descubierto, del que disfruta unos días, como un bien escaso. No puede tener ambas cosas. Tiene que decidir. Ha sido educada para tomar decisiones, para ocupar el poder. Termina optando por su ejercicio en detrimento del amor, lo nuevo y lo desconocido. Lo inesperado y lo deseado. Al final gana la razón de estado, el calor del poder, la fama. Tiene libertad de elección porque puede decidir perder la libertad de amar en favor del ejercicio del poder. A partir de ese momento, tendrá capacidad para decidir sobre la vida de los demás, de los ciudadanos o súbditos de su reino pero ya no podrá disponer de su vida como quiera. Y su papel será dependiente de las decisiones del rey. Poder, pero un poder menor.
Fray Luis de León decía que la escondida senda solo había sido elegida por los pocos sabios que en el mundo han sidoiii.
      En estos días, dominados por la alarma sanitaria del coronavirus, veo a todos los que ocupan el poder: alcaldes, presidentes de comunidad, presidentes de gobierno, líderes parlamentarios. No parecen libres. No sé sí menos que los que estamos recluidos en nuestras casas disfrutando de películas clásicas, novelas de aventuras y papel higiénico.
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iiHOPE, A.: El prisionero de Zenda. Colección Flecha Negra coordinada por Luis Alberto de Cuenca para Cículo de lectores. Barcelona. 1998. 189 páginas.
iiiFRAY LUIS DE LEÓN: Canción de la vida solitaria. Poema escogido de la antología Paraiso Cerrado, selección y edición de José María MICO y Jaime SILES. Galaxia Gutenberg y Círculo de lectores. Barcelona. 2003. Páginas 124-127

La vajilla de plata


     #prestigio #fama #vajilla #Tendilla #poder #Roma #Nápoles #diplomacia
     - Ya se han marchado. ¡Date prisa Biagio! El río tendrá las aguas más frías y podemos mojarnos.
     - Habrá que recoger las redes pronto. ¡Marco, las antorchas! Empiezan a agotarse y no queda mucha luz. ¡Como comen los cardenales! Esperemos que haya surtido efecto la artimaña del conde, nuestro señor, o nos molerá a palos.
      - O a libros. Que manía con leer, ni que fuera a entrar todo el saber por los ojos. Y lo curioso que es. Siempre preguntando, siempre queriendo saber. ¿Para eso lo ha enviado los reyes de España?
      - Según me dijo el milanés que ha hecho amistad con él señor, vino a mediar en el conflicto que había entre Don Ferrante de Nápoles y el Santo Padre, al que Dios guarde muchos años. Que estuvo en Firenze antes que venir a la madre de todas las ciudades, Roma, mientras se solucionaba el conflicto. Parece que el conde, al que servimos desde que llegó a Roma, intermedió también con la familia del señor Lorenzo de Médicis para un enlace matrimonial, para que haya paz entre los señores de nuestra península. Se ha hecho amigo del florentino y el conde vino extasiado de aquella ciudad. También está absortó, y absorbido, por las obras que se están realizando aquí donde ha renacido el gusto por las artes y las ciencias, pero también por la fama, el prestigio, la fortuna y el fasto.
     - Y por la liberalidad de gasto. ¿Qué estamos haciendo? Gracias a las redes, porque, después de la tirada de vajilla, el río Tíber debería cambiar su nombre por río Argento. ¡La plata que se ha precipitado a sus aguas!

II Conde de Tendilla


     - La actuación del conde, por ostentación y lujo, ha sido sorprendente. Espero que nos pague con una buena bolsa de monedas de plata como consejeros de esta idea. ¡Biagio, ayúdame con las redes!
     - Tiremos los dos al mismo tiempo. ¡A la vez, Marco! Ya salen los platos y las bandejas. Las copas de plata del palacio están a salvo y tenemos que contar toda la cubertería. Para cada plato se ha sacado un juego distinto. Después de cada plato, el conde ordenaba que se tirara al Tíber. Creo que estos españoles son de presumir quien tiene el brazo más largo…por no decir otra cosa. Están adquiriendo mucho poder. Antes con el papa Calixto y, ahora, con su sobrino Rodrigo Borja se han situado dentro del poder romano.
    - Nosotros estamos sirviendo al conde. Tiene fortuna. Los mandatos de sus reyes se están cumpliendo, y las acciones que nos encarga, nosotros las cumplimos y es mejor que otros señores. Lo mismo vamos a España a su servicio. Acompañando al señor Pietro Martire de Anghiera. Nuestro señor lo lleva como preceptor de su familia y para extender la gloria de nuestro arte y nueva cultura. Nosotros estábamos con el señor Pietro y allí hay todavía una guerra contra los habitantes de Granada. El reino de Granada era su vasallo y tiene relaciones comerciales con genoveses y venecianos.
     - Como los reyes de Castilla y Aragón. Los señoríos van por un lado y el dinero va por todos sitios. Sigamos contando cubiertos. Tenemos que seguir aconsejando a este señor como hemos hecho con las redes. Así seremos útiles. Cuando no seamos necesarios, nos despedirá.
     - Es cierto. Quería mostrarse magnífico, culto, espléndido, ostentoso. Y tras cada plato, al agua. Los encargados de la limpieza de la vajilla en la cocina lloraban de rabia. Creían que se habían quedado sin trabajo y que lo que ellos cobraban se gastaría en comprar nuevos servicios de vajilla de plata.
      - No sabían nada porque así lo había ordenado don Íñigo. Bien que se reía cuando se preparó el ardid de la red para recoger la plata que íbamos tirando al río. Y los cardenales lanzando alabanzas de la esplendidez de nuestro señor. Tiene sentido del humor. Dicen que es herencia de su abuelo que fue muy famoso en Castilla. Le llamaban el marqués de Santillana. Que era escritor. Por eso nuestro señor conde es tan aficionado a la literatura.
     - En Roma fue recibido como los antiguos triunfos de los generales romanos del imperio. Como un Pompeyo, como un Cesar. Vamos, terminemos. La red la doblamos mañana. Por ahora parece que están todos los cubiertos, platos, bandejas y copas de plata del palacio. ¿Falta algo?
      - Pues algo no cuadra. De un servicio falta una cuchara y de otro, dos tenedores.
       - ¿Estás seguro? No es una pérdida muy grande. Han comido maravillosamente, el conde ha conseguido los objetivos que se proponía, y nosotros hemos conseguido que confíen en nosotros. Perder nada más que tres cubiertos… se convierte en un asunto de menor importancia. ¿No piensas lo mismo?
     - Eso parece. Guardemos la vajilla y demos noticia al conde. Según parece, su padre estuvo en Mantua hacia el año 1460 de Nuestro Señor Jesucristo cuando el turco había conquistado Constantinopla. Pero no hubo acuerdo. Era el primer conde de Tendilla, por un pueblo que hay en una comarca de Castilla que se llama, según dicen, la Alcarria.
      - Son una familia poderosa en esas tierras, los Mendoza. Estamos de suerte y puede que a su lado no pasemos hambre dando clase de latín. El conde no está muy versado en esta lengua.
      - Plata y comida. Eso es lo importante. ¡Vamos Marco! Demos noticia a Don Íñigo López de Mendoza y Quiñones, II conde de Tendilla, y luego bebamos vino y disfrutemos de las romanas.
     - ¡Adelante Biagio, la noche comienza!
    
     Cerca de dos años duró la misión diplomática del Conde de Tendilla en Italia. Fue enviado por los Reyes Católicos para mediar entre Ferrante de Nápoles, pariente de Fernando el Católico, el papado y algunos nobles napolitanos en el difícil tablero de la política italiana del brillante renacimiento artístico y complicado panorama político italiano, tanto por los propios italianos, como por las influencias de otras potencias como españoles y franceses. A su vuelta a España vino acompañado de las ideas de la Italia del Renacimiento, acompañado de gente culta que ayudó al desarrollo del humanismo español en el periodo de transición entre lo medieval y lo moderno.
     Tendilla era uno de ellos. Él estaba en la guerra de Granada, era una guerra medieval, se fue de embajador a Italia, y, cuando volvió, regresó al final de esta guerra. Tras su fin, en enero de 1492, fue nombrado por los reyes Capitán General del Reino de Granada y alcaide de la Alhambra. Está considerado como uno de los hombres más destacados de su tiempo.
Río Tiber
     El suceso de los cubiertos pudo ser cierto. Es una anécdota que refleja el gusto por la fama, el prestigio y la ostentación. Magnífico como el de Médicis, estuvo atento a las obras y reformas de su tiempo.
     Representaba, en cierto modo, la fuerza de una nueva potencia europea que se creaba con el matrimonio de los Reyes Católicos.
     Cuentan que, en el siglo XIX, el duque de Osuna, cuando era representante diplomático en San Petesburgo, tiró la vajilla al río. Murió en la ruina. Eran otros tiempos. Al menos, su biblioteca, fue rescatada por el Estado y se encuentra en la Biblioteca Nacional.

El Museo Nacional de la Escultura de Valladolid

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