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#Roma #Nápoles #diplomacia
- Ya se han marchado. ¡Date prisa Biagio! El
río tendrá las aguas más frías y podemos mojarnos.
- Habrá que recoger las redes pronto. ¡Marco,
las antorchas! Empiezan a agotarse y no queda mucha luz. ¡Como comen los
cardenales! Esperemos que haya surtido efecto la artimaña del conde, nuestro
señor, o nos molerá a palos.
- O a libros. Que manía con leer, ni que
fuera a entrar todo el saber por los ojos. Y lo curioso que es. Siempre
preguntando, siempre queriendo saber. ¿Para eso lo ha enviado los reyes de
España?
- Según me dijo el milanés que ha hecho
amistad con él señor, vino a mediar en el conflicto que había entre Don
Ferrante de Nápoles y el Santo Padre, al que Dios guarde muchos años. Que
estuvo en Firenze antes que venir a la madre de todas las ciudades, Roma,
mientras se solucionaba el conflicto. Parece que el conde, al que servimos
desde que llegó a Roma, intermedió también con la familia del señor Lorenzo de Médicis
para un enlace matrimonial, para que haya paz entre los señores de nuestra península.
Se ha hecho amigo del florentino y el conde vino extasiado de aquella ciudad.
También está absortó, y absorbido, por las obras que se están realizando aquí
donde ha renacido el gusto por las artes y las ciencias, pero también por la
fama, el prestigio, la fortuna y el fasto.
- Y por la liberalidad de gasto. ¿Qué estamos haciendo? Gracias a las redes, porque, después de la tirada de vajilla, el río Tíber
debería cambiar su nombre por río Argento. ¡La plata que se ha precipitado a
sus aguas!
II Conde de Tendilla |
- La actuación del conde, por ostentación
y lujo, ha sido sorprendente. Espero que nos pague con una buena bolsa de
monedas de plata como consejeros de esta idea. ¡Biagio, ayúdame con
las redes!
-
Tiremos los dos al mismo tiempo. ¡A la vez, Marco! Ya salen los platos y las
bandejas. Las copas de plata del palacio están a salvo y tenemos que contar
toda la cubertería. Para cada plato se ha sacado un juego distinto. Después de
cada plato, el conde ordenaba que se tirara al Tíber. Creo que estos españoles
son de presumir quien tiene el brazo más largo…por no decir otra cosa. Están
adquiriendo mucho poder. Antes con el papa Calixto y, ahora, con su sobrino
Rodrigo Borja se han situado dentro del poder romano.
- Nosotros estamos sirviendo al conde.
Tiene fortuna. Los mandatos de sus reyes se están cumpliendo, y las acciones
que nos encarga, nosotros las cumplimos y es mejor que otros señores. Lo mismo
vamos a España a su servicio. Acompañando al señor Pietro Martire de Anghiera.
Nuestro señor lo lleva como preceptor de su familia y para extender la gloria
de nuestro arte y nueva cultura. Nosotros estábamos con el señor Pietro y allí
hay todavía una guerra contra los habitantes de Granada. El reino de Granada
era su vasallo y tiene relaciones comerciales con genoveses y venecianos.
- Como los reyes de Castilla y Aragón. Los
señoríos van por un lado y el dinero va por todos sitios. Sigamos contando
cubiertos. Tenemos que seguir aconsejando a este señor como hemos hecho con las
redes. Así seremos útiles. Cuando no seamos necesarios, nos despedirá.
- Es cierto. Quería mostrarse magnífico,
culto, espléndido, ostentoso. Y tras cada plato, al agua. Los encargados de la
limpieza de la vajilla en la cocina lloraban de rabia. Creían que se habían
quedado sin trabajo y que lo que ellos cobraban se gastaría en comprar nuevos
servicios de vajilla de plata.
- No sabían nada porque así lo había
ordenado don Íñigo. Bien que se reía cuando se preparó el ardid de la red para
recoger la plata que íbamos tirando al río. Y los cardenales lanzando alabanzas
de la esplendidez de nuestro señor. Tiene sentido del humor. Dicen que es
herencia de su abuelo que fue muy famoso en Castilla. Le llamaban el marqués de
Santillana. Que era escritor. Por eso nuestro señor conde es tan aficionado a
la literatura.
- En Roma fue recibido como los antiguos
triunfos de los generales romanos del imperio. Como un Pompeyo, como un Cesar. Vamos,
terminemos. La red la doblamos mañana. Por ahora parece que están todos los
cubiertos, platos, bandejas y copas de plata del palacio. ¿Falta algo?
- Pues algo no cuadra. De un servicio
falta una cuchara y de otro, dos tenedores.
- ¿Estás seguro? No es una pérdida muy
grande. Han comido maravillosamente, el conde ha conseguido los objetivos que
se proponía, y nosotros hemos conseguido que confíen en nosotros. Perder nada
más que tres cubiertos… se convierte en un asunto de menor importancia. ¿No
piensas lo mismo?
- Eso parece. Guardemos la vajilla y demos
noticia al conde. Según parece, su padre estuvo en Mantua hacia el año 1460 de
Nuestro Señor Jesucristo cuando el turco había conquistado Constantinopla. Pero
no hubo acuerdo. Era el primer conde de Tendilla, por un pueblo que hay en una
comarca de Castilla que se llama, según dicen, la Alcarria.
- Son una familia poderosa en esas
tierras, los Mendoza. Estamos de suerte y puede que a su lado no pasemos hambre
dando clase de latín. El conde no está muy versado en esta lengua.
- Plata y comida. Eso es lo importante.
¡Vamos Marco! Demos noticia a Don Íñigo López de Mendoza y Quiñones, II conde
de Tendilla, y luego bebamos vino y disfrutemos de las romanas.
- ¡Adelante Biagio, la noche comienza!
Cerca de dos años duró la misión
diplomática del Conde de Tendilla en Italia. Fue enviado por los Reyes
Católicos para mediar entre Ferrante de Nápoles, pariente de Fernando el
Católico, el papado y algunos nobles napolitanos en el difícil tablero de la
política italiana del brillante renacimiento artístico y complicado panorama
político italiano, tanto por los propios italianos, como por las influencias de
otras potencias como españoles y franceses. A su vuelta a España vino
acompañado de las ideas de la Italia del Renacimiento, acompañado de gente
culta que ayudó al desarrollo del humanismo español en el periodo de transición
entre lo medieval y lo moderno.
Tendilla era uno de ellos. Él estaba en la
guerra de Granada, era una guerra medieval, se fue de embajador a Italia, y,
cuando volvió, regresó al final de esta guerra. Tras su fin, en enero de 1492,
fue nombrado por los reyes Capitán General del Reino de Granada y alcaide de la
Alhambra. Está considerado como uno de los hombres más destacados de su tiempo.
Río Tiber |
El suceso de los cubiertos pudo ser
cierto. Es una anécdota que refleja el gusto por la fama, el prestigio y la
ostentación. Magnífico como el de Médicis, estuvo atento a las obras y reformas
de su tiempo.
Representaba, en cierto modo,
la fuerza de una nueva potencia europea que se creaba con el matrimonio de los
Reyes Católicos.
Cuentan que, en el siglo XIX, el duque de
Osuna, cuando era representante diplomático en San Petesburgo, tiró la vajilla
al río. Murió en la ruina. Eran otros tiempos. Al menos, su biblioteca, fue
rescatada por el Estado y se encuentra en la Biblioteca Nacional.
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