"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La vajilla de plata


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     - Ya se han marchado. ¡Date prisa Biagio! El río tendrá las aguas más frías y podemos mojarnos.
     - Habrá que recoger las redes pronto. ¡Marco, las antorchas! Empiezan a agotarse y no queda mucha luz. ¡Como comen los cardenales! Esperemos que haya surtido efecto la artimaña del conde, nuestro señor, o nos molerá a palos.
      - O a libros. Que manía con leer, ni que fuera a entrar todo el saber por los ojos. Y lo curioso que es. Siempre preguntando, siempre queriendo saber. ¿Para eso lo ha enviado los reyes de España?
      - Según me dijo el milanés que ha hecho amistad con él señor, vino a mediar en el conflicto que había entre Don Ferrante de Nápoles y el Santo Padre, al que Dios guarde muchos años. Que estuvo en Firenze antes que venir a la madre de todas las ciudades, Roma, mientras se solucionaba el conflicto. Parece que el conde, al que servimos desde que llegó a Roma, intermedió también con la familia del señor Lorenzo de Médicis para un enlace matrimonial, para que haya paz entre los señores de nuestra península. Se ha hecho amigo del florentino y el conde vino extasiado de aquella ciudad. También está absortó, y absorbido, por las obras que se están realizando aquí donde ha renacido el gusto por las artes y las ciencias, pero también por la fama, el prestigio, la fortuna y el fasto.
     - Y por la liberalidad de gasto. ¿Qué estamos haciendo? Gracias a las redes, porque, después de la tirada de vajilla, el río Tíber debería cambiar su nombre por río Argento. ¡La plata que se ha precipitado a sus aguas!

II Conde de Tendilla


     - La actuación del conde, por ostentación y lujo, ha sido sorprendente. Espero que nos pague con una buena bolsa de monedas de plata como consejeros de esta idea. ¡Biagio, ayúdame con las redes!
     - Tiremos los dos al mismo tiempo. ¡A la vez, Marco! Ya salen los platos y las bandejas. Las copas de plata del palacio están a salvo y tenemos que contar toda la cubertería. Para cada plato se ha sacado un juego distinto. Después de cada plato, el conde ordenaba que se tirara al Tíber. Creo que estos españoles son de presumir quien tiene el brazo más largo…por no decir otra cosa. Están adquiriendo mucho poder. Antes con el papa Calixto y, ahora, con su sobrino Rodrigo Borja se han situado dentro del poder romano.
    - Nosotros estamos sirviendo al conde. Tiene fortuna. Los mandatos de sus reyes se están cumpliendo, y las acciones que nos encarga, nosotros las cumplimos y es mejor que otros señores. Lo mismo vamos a España a su servicio. Acompañando al señor Pietro Martire de Anghiera. Nuestro señor lo lleva como preceptor de su familia y para extender la gloria de nuestro arte y nueva cultura. Nosotros estábamos con el señor Pietro y allí hay todavía una guerra contra los habitantes de Granada. El reino de Granada era su vasallo y tiene relaciones comerciales con genoveses y venecianos.
     - Como los reyes de Castilla y Aragón. Los señoríos van por un lado y el dinero va por todos sitios. Sigamos contando cubiertos. Tenemos que seguir aconsejando a este señor como hemos hecho con las redes. Así seremos útiles. Cuando no seamos necesarios, nos despedirá.
     - Es cierto. Quería mostrarse magnífico, culto, espléndido, ostentoso. Y tras cada plato, al agua. Los encargados de la limpieza de la vajilla en la cocina lloraban de rabia. Creían que se habían quedado sin trabajo y que lo que ellos cobraban se gastaría en comprar nuevos servicios de vajilla de plata.
      - No sabían nada porque así lo había ordenado don Íñigo. Bien que se reía cuando se preparó el ardid de la red para recoger la plata que íbamos tirando al río. Y los cardenales lanzando alabanzas de la esplendidez de nuestro señor. Tiene sentido del humor. Dicen que es herencia de su abuelo que fue muy famoso en Castilla. Le llamaban el marqués de Santillana. Que era escritor. Por eso nuestro señor conde es tan aficionado a la literatura.
     - En Roma fue recibido como los antiguos triunfos de los generales romanos del imperio. Como un Pompeyo, como un Cesar. Vamos, terminemos. La red la doblamos mañana. Por ahora parece que están todos los cubiertos, platos, bandejas y copas de plata del palacio. ¿Falta algo?
      - Pues algo no cuadra. De un servicio falta una cuchara y de otro, dos tenedores.
       - ¿Estás seguro? No es una pérdida muy grande. Han comido maravillosamente, el conde ha conseguido los objetivos que se proponía, y nosotros hemos conseguido que confíen en nosotros. Perder nada más que tres cubiertos… se convierte en un asunto de menor importancia. ¿No piensas lo mismo?
     - Eso parece. Guardemos la vajilla y demos noticia al conde. Según parece, su padre estuvo en Mantua hacia el año 1460 de Nuestro Señor Jesucristo cuando el turco había conquistado Constantinopla. Pero no hubo acuerdo. Era el primer conde de Tendilla, por un pueblo que hay en una comarca de Castilla que se llama, según dicen, la Alcarria.
      - Son una familia poderosa en esas tierras, los Mendoza. Estamos de suerte y puede que a su lado no pasemos hambre dando clase de latín. El conde no está muy versado en esta lengua.
      - Plata y comida. Eso es lo importante. ¡Vamos Marco! Demos noticia a Don Íñigo López de Mendoza y Quiñones, II conde de Tendilla, y luego bebamos vino y disfrutemos de las romanas.
     - ¡Adelante Biagio, la noche comienza!
    
     Cerca de dos años duró la misión diplomática del Conde de Tendilla en Italia. Fue enviado por los Reyes Católicos para mediar entre Ferrante de Nápoles, pariente de Fernando el Católico, el papado y algunos nobles napolitanos en el difícil tablero de la política italiana del brillante renacimiento artístico y complicado panorama político italiano, tanto por los propios italianos, como por las influencias de otras potencias como españoles y franceses. A su vuelta a España vino acompañado de las ideas de la Italia del Renacimiento, acompañado de gente culta que ayudó al desarrollo del humanismo español en el periodo de transición entre lo medieval y lo moderno.
     Tendilla era uno de ellos. Él estaba en la guerra de Granada, era una guerra medieval, se fue de embajador a Italia, y, cuando volvió, regresó al final de esta guerra. Tras su fin, en enero de 1492, fue nombrado por los reyes Capitán General del Reino de Granada y alcaide de la Alhambra. Está considerado como uno de los hombres más destacados de su tiempo.
Río Tiber
     El suceso de los cubiertos pudo ser cierto. Es una anécdota que refleja el gusto por la fama, el prestigio y la ostentación. Magnífico como el de Médicis, estuvo atento a las obras y reformas de su tiempo.
     Representaba, en cierto modo, la fuerza de una nueva potencia europea que se creaba con el matrimonio de los Reyes Católicos.
     Cuentan que, en el siglo XIX, el duque de Osuna, cuando era representante diplomático en San Petesburgo, tiró la vajilla al río. Murió en la ruina. Eran otros tiempos. Al menos, su biblioteca, fue rescatada por el Estado y se encuentra en la Biblioteca Nacional.

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