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Archivo Museo Sánchez Mejías. Casa Malpica. bmre, 4-10-25 |
Hace unos días observé unas fotografías en
la Casa Malpica de Manzanares. Representaban a Ignacio Sánchez Mejías y Dolores
Gómez Ortega en el patio de los relojes de la visita al Archivo Museo Sánchez Mejías.
Una figura central aparece de espaldas. Está rodeada por cuatro figuras frontales, versiones de la misma persona que no
vemos. Es, parece, una persona rodeada por sí mismo con un sistema de espejos.
En algunos estudios fotográficos utilizarían entre tres y cinco espejos angulares. Es una visión múltiple del yo, fragmentado. Es, a su vez, una fotografía moderna porque representa a mujeres y hombres en idéntica composición fotográfica.
Sobre este tipo de imagen se hará una breve reseña sobre la concepción y el avance fotográfico, y la realidad, o no, que se aprecia con la llegada de las vanguardias.
A partir de 1858 la técnica fotográfica consigue
gran agilidad en el positivado de la albúmina. Disderi[1] crea el retrato como
tarjeta de visita y la fotografía se populariza. En esa época los espejos
empiezan a poblar las casas burguesas. Son un instrumento que aportan
conciencia de uno mismo, del ser individual y del paso del tiempo. Hace que nos
diferenciemos de los otros.
En 1889, Kodak lanza el aparato fotográfico
que hace que los individuos se puedan hacer fotografías sin tener que recurrir
a otra persona. Se pudo mirar todo el mundo, sus horizontes y posibilidades
hasta límites impensables[2]. Nos quedamos aquí sin llegar
a la última revolución fotográfica, la de lo digital.
Espejo viene de speculum, mirar, y ligado íntimamente a la visión. Sin el sentido de la vista, el objeto especular perdería su sentido y función. Gracias al espejo se ha descubierto las cámaras fotográficas, los telescopios y los periscopios.
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Archivo Museo Sánchez Mejías. Casa Malpica. bmre, 4-10-25 |
Los espejos son superficies pulidas sobre
las que la luz incide y duplica la imagen de la realidad presentada ante ellos.
Aparentemente exacto en espejos planos. Pero, en espejos cóncavos o convexos,
la realidad es transformada por las leyes de la catóptrica y especularía.
La belleza femenina, lo mágico, la mímesis
y el autoconocimiento ha sido influido por el uso especular. La importancia del
espejo radica en lo que refleja. En esa copia de la realidad que en las artes
plásticas puede resultar algo mecánico cuando es puramente imitativo.
Esa realidad cambia con la visión del
espejo de las vanguardias, que ofrecen una visión deformante de lo que nos puede
circundar, o no. Se desarrollan en la mente de los individuos. Rompen con lo
habitual, natural, y, también, con lo onírico o surreal. El autoconocimiento,
el psicoanálisis y la aparición del yo como sujeto propio de estudio aumentan a
principios del siglo XX con el surrealismo[3], el dadaísmo, el
futurismo, la vanguardia de la revolución soviética. La fotografía utiliza
fotogramas, imágenes distorsionadas, sobreimpresiones, composiciones
asimétricas, vistas distintas, como las de ave y de gusano, o bien se le añade
la dimensión sociopolítica a la intencionalidad artística, como ocurre en la
vanguardia soviética.
El fotomontaje fue otra de las modalidades
empleadas como un nuevo género de arte plástica, ligado en un primer momento al
desarrollo de la cultura industrial y de los medios de comunicación de masas. A
las vanguardias occidentales les caracterizaba su carácter polémico,
provocativo e irónico. A las vanguardias soviéticas les caracterizó la
instrumentalización educativa de las masas y el uso propagandístico.
Lo común a las vanguardias fue el abandono
de la mímesis[4],
el rechazo de ciertos recursos pictorialistas, la superación de la convencional perspectiva
fotográfica, y las diversas manipulaciones que sufre el proceso de gestación de
la imagen[5].
[4] Abandono
de la imitación a la naturaleza.
[5] MULET,
M.ª J. y SEGUÍ, M.: Fotografías y vanguardias históricas. LABORATORIO
DE ARTE, 5, 1993, Páginas 279-305.
19-10-2025 19:35