También Carlos Gardel y el tango, los médicos uruguayos que empezaron a salvarme la vida, los futbolistas españoles con los que hice el viaje y salí a las canchas bonaerenses. E Ignacio Sánchez Mejías, Rey Pastor..., así evocaba Gerardo Diego a su amigo torero cuando recogió el Premio Cervantes, casi con un pie en el estribo, con las ansias de la muerte... como la última dedicatoria cervantina.
Felicito a usted por su publicación, hasta por el pudor de no vender por unos reales el derecho de hablar de sus sentimientos, y crea que me ha producido todos los buenos efectos que un libro puede producir salvo el de sorpresa, ya que algo conocía de Ud. y conocía sobre todo a Ud. mismo
A José del Río que recibí las fotografías con el intermedio de Sánchez Mejías...José María de Cossío conocía a Ignacio Sánchez Mejías, tal vez de su época de banderillero de los Gallo y de su época de miembro de la cuadrilla, compartiendo el kilométrico ferroviario. La carta, desde Tudanca, 9-08-1920.
Kilométrico de Joselito en Tudanca con Cossío. Fuente: Toro Cultura
Los dos actos celebrados en los días 16 y 17 en la sociedad de Amigos del País, organizados por el Ateneo y patrocinados y pródigamente costeados por Ignacio Sánchez Mejías, fueron memorables ciertamente para cuantos actuamos o escucharon lo que allí se proclamó... Cuando fue el cincuentenario de los actos fundacionales de la generación del 27, Diego seguía aseverando la prodigalidad de Ignacio, con motivo de una edición facsímil de Carmen y Lola, a las que tanto queremos.
Lola. Foto: autor
En una de sus suites líricas Federico García Lorca canta casos y cosas de la selva de los relojes. "Fondos de tic-tac/ racimos de campanas, y, bajo la hora múltiple/ constelaciones de péndulos". Su terrible "A las cinco de la tarde" del "llanto por Ignacio Sánchez Mejías" no fue invención de Lorca, porque ya venía utilizándose como contraste de precisión de los poemas ultraístas y creacionistas, pero sí certera obsesión escogida para atemorizar oyentes y lectores impresionables... Diego ahondaba en los insondables relojes de las cinco que se visualizan en el patio de la Casa Malpica, terribles como dice Lorca, terribles como los sentía Gerardo Diego en 1954, por estas fechas de diciembre... frías, pero con el recuerdo caluroso del frío sevillano.
También me parece oportuno recordar que la celebración sevillana de otros actos del centenario, si se pudo realizar con el esplendor y las muy sonoras campanadas que repercutirían en pocos años por todo el universo mundo de la lengua y la poesía española, se hizo gracias a Cossío... con su arte y "aquel" para aunar aficiones, estamentos y voluntades, fue el que presentó mutuamente a toreros y poetas y singularmente a Ignacio Sánchez Mejías... Volviendo al origen, atribuyendo la impronta de Cossío en el comienzo de la relación entre los poetas y el toreo, pasión popular entonces y poetas amantes de lo popular, en el recuerdo por la pérdida del intelectual autor de las Fábulas mitológicas en España y la enciclopedia de Los Toros.
Entrega de premio Cervantes a Gerardo Diego
Santander, 6 de julio de 1925
Querido José María: ¿cómo va ese pie? El día de Santiago habrás visto que torea Belmonte con Marcial y Algabeño. Te espero. El 19 torea Ignacio en Santoña. Es fácil que me anime a ir. No he estado nunca en Santoña.
Cumplí los encargos. Te adjunto el recibo del sindicato y las cuartillas sobre Gracián... He hecho esas décimas para Litoral, la revista del mar que hacen en Málaga...
... Escríbeme. Un abrazo cariñoso de
Gerardo
Esta carta resume parte de lo que fue la vida intelectual hace cien años con sus pasiones taurinas, amantes del fútbol como novedad, pero, al mismo tiempo, pendientes de los trabajos de Gracián y las publicaciones en revistas de vanguardia. Descansados, ya, leyendo parte de Presencia de Ignacio:
...Como lo que eras, Ignacio,
como lo que eras y eres,
gloria y pelea de hombres,
cuchillo de las mujeres...
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Para saber más:
-Diego, G.: Obras Completas. Poesía y Prosa. Tomos II y VIII. Alfaguara. Madrid. 2000. Reseñas 31-05 y 1-06-2024 Archivo Museo Sánchez Mejías.
-Cossío, J. M. y Diego, G.: Epistolario. Nuevas claves de la Generación del 27. Ediciones la Universidad y F.C.E. Gobierno de Cantabria. Alcalá de Henares. 1996.
“Mes de
abril de 1926. Una improvisada y amistosa tertulia pone sobre la mesa de un café
el tema del Centenario de Góngora. Hay que hacer algo. Y tenemos que hacerlo nosotros.
Si esperamos que lo hagan las corporaciones oficiales pasaremos por el bochorno
de que España celebre el Centenario de su más grande poeta entre una absoluta indiferencia… Y
aquella misma tarde…quedaron trazadas las líneas esenciales del proyecto…estábamos
reunidos Pedro Salinas, Melchor F. Almagro, Rafael Alberti, alguno más que no
recuerdo y Gerardo Diego.” (Revista “Lola” n.º 1, diciembre de 1927).
Fuera
como reacción a sus mayores, fuera por sus deseos de honrar a Góngora,
revisitando a los clásicos por considerarlos modernos contra lo establecido, la
idea del homenaje que se celebró en Sevilla en diciembre de 1927 se fue gestando desde
abril de 1926 entre unos poetas jóvenes que tenían como signo distintivo la
amistad.
Los cronistas
de aquellos tiempos fueron Gerardo Diego y Rafael Alberti. Gerardo Diego a través
de la revista “Lola”, que en sus dos primeros números cuenta la preparación de los
actos. En su tercer número remata con los actos festivos de la coronación de Dámaso
Alonso. Rafael Alberti, en “La arboleda perdida”, rememora los inicios de la
amistad y los actos preparatorios, con alguna diferencia en cuanto al momento del conocimiento, así como el papel promotor del viaje a Sevilla de Ignacio Sánchez
Mejías. La idea literaria de Góngora cambio como nos relata a continuación Rafael Alberti:
“He aquí
parte del saldo positivo que arrojó esa victoriosa lucha: Las Soledades.
Edición, prólogo y versión de Dámaso Alonso. Obra extraordinaria, que ahí sigue
todavía. Los Romances, al cuidado de Cossío, y la Antología Poética en
honor de Góngora, seleccionada y prologada por Gerardo Diego… Resulta casi
divertido comparar lo que se decía de Góngora en los manuales de literatura antes
de 1927 y lo que se dice ahora… Si mal estaba que Juan Ramón me considerase
perdido por andar con Sánchez Mejías, era mucho peor que afirmase lo mismo de
Federico García Lorca por escribir para la escena, siguiendo una clara vocación
teatral, nacida casi a la par de sus primeros versos… No le gustaba a él que
algunos de aquellos jóvenes poetas nacidos a su clara sombra hiciésemos teatro… Aquel
1927…K. Q. X[1]… comenzó
a dar señales evidentes de que estaba cansándose de algunos de nosotros… Entretanto,
Ignacio Sánchez Mejías, casi siempre por medio de Cossío, ya había intimado con
todos. Su afición literaria, más decidida cada vez por contagio nuestro, lo
llevó a ser un ardiente entusiasta de la nueva poesía… ¡Qué raro talento el de
Ignacio para entrar enseguida en lo más difícil, para saltar de lo más serio a
lo más absurdo y alocado! Comprendía con toda facilidad las escuelas modernas
de pintura, el último ismo parisiense arribado a Madrid… se acordaba poco
de su vida taurina… Ni siquiera las damas aristocráticas… seguían siendo de su agrado.
Su corazón ya no lo repartía… estaba fijo en uno solo, que le fue fiel hasta la
muerte. Con quien Ignacio se encontraba realmente bien era con nosotros. Tanto
que un día nos metió a todos en un tren y nos llevó a Sevilla” (Rafael Alberti,
“La arboleda perdida”).
El
atractivo de Sánchez Mejías, su capacidad para aprender y comprender todo lo
nuevo de las vanguardias, llevado por una inteligencia natural, señalada por
Jorge Guillén, fue una nota característica del señor de Pino Montano.
Aunque
Lorca y Sánchez Mejías congeniaron, se conocieron tardíamente con respecto a poetas
y literatos famosos como Gerardo Diego, Alberti, Bello o Cossío. José Javier
León señala:
“1927 fue
el año en que se vieron por primera vez las caras Federico e Ignacio, y su
encuentro se produjo en Madrid, a mediados de diciembre, poco antes del famoso
acto de reivindicación gongorina en Sevilla. Es sorprendente que Lorca que
conocía a Argentinita desde el principio de la década, fuera uno de los últimos
de su promoción en ser presentado al matador” (José Javier León[2], “La sangre derramada:
ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca” y “El pase de la
muerte”).
Más tarde
invitaría a dar una conferencia en la Universidad de Columbia, en Nueva York,
titulada “El pase de la muerte”, acompañado de Argentinita, quien tenía allí compromisos
de trabajo.
En cuanto a
la fecha en la que se conocieron Alberti y Gerardo Diego hay discrepancias
entre uno y otro. Alberti recuerda el momento en que los dos recogen el dinero
por el premio Nacional de Literatura y Diego lo retrasa a una velada nocturna
en marzo de 1926.
“Allí, ante
la ventanilla, por la que iba a recibir, juntas, las primeras cinco mil pesetas
de mi vida, encontré a una persona que esperaba lo mismo. Era Gerardo Diego… Salimos,
ya amigos, a la mañana madrileña, clara y primaveral, subiendo, en animada
charla, por el Salón del Prado. Un poeta de Cádiz y otro de Santander… Las
pesetas que hacía un instante guardara… no eran para el Gerardo creacionista…,
sino para el poeta reposado, frecuentador de Góngora, Jáuregui, Bocángel, Medina
Medinilla… Azotea y bodega” (Rafael Alberti, La arboleda perdida).
Alberti
conocía los inicios creacionistas de Diego con Huidobro, Larrea y De Torre y como había
madurado personalmente y gracias a los clásicos. Diego relata otra versión del inicio de su
amistad y de las relaciones literarias con García Lorca:
“Anoche
conocí a Alberti: guapo chico, optimista y simpático. A Lorca le volví a la
otra carga para que entregue su original para amigos. Está en ello, pero tan
abúlico como siempre. Ya verías su triunfo en Valladolid” (Carta de Gerardo Diego
a José María de Cossío el 28 de marzo de 1926).
Cossío
no estuvo en Sevilla. Inicialmente, estaba entre los que iban a colaborar:
“Desde
luego contar conmigo para todo lo que queráis pro-Góngora. Espero instrucciones.”
(Carta de José María de Cossío a Gerardo Diego el 4 de mayo de 1926).
“Lo de
Góngora parece que empieza a marchar. Dime cómo van los Romances.” (Carta
de Gerardo Diego a José María de Cossío el 28 de octubre de 1926. Bajo la fecha anota Góngora 1927).
“Me reuní
con los gongorinos y procuré reanimar su catalepsia. Los únicos que han
trabajado con entusiasmo son Alberti, y sobre todo, Dámaso Alonso. Alberti está
escribiendo una tercera soledad, la de “las selvas” según el plan de D. Luis,
de la que me leyó un largo y laberíntico fragmento. Él se encarga de invitar y
recoger homenajes en verso y prosa. Te pediría tu contribución… Me gustaría
rematar las vacaciones con la Feria de Sevilla chez Pino Montano, porque
este año cae junto a Pascuas. ¿Me acompañarías?” (Carta de Gerardo Diego a José
María de Cossío el 23 de enero de 1927 desde Gijón y con Góngora como encabezamiento).
Pino
Montano ya era un hospitalario lugar antes de los actos de diciembre de 1927
para los amigos del torero, a los que vistió en los actos gongorinos con disfraces morunos.
La “Soledad
Tercera” de Alberti es un homenaje a Don Luis de Góngora y Argote, 1627-1927,
por su tercer centenario. Apareció publicado en su poemario “Cal y Canto”,
1926-1927:
“Arpas de rayos húmedos,
tendidas
Las flotantes y arbóreas
cabelleras,
De las aves guaridas,
De los sueños y fieras
Domador y pacífico
instrumento,
Al joven danzan las
entretejidas
Esclavas de los troncos,
prisioneras
En las móviles cárceles
del viento.”
La amistad
perdura en el tiempo hasta la muerte, en la que queda el recuerdo de la memoria
y en el registro de los historiadores, como recordaba al final de la década de
los setenta del siglo XX Gerardo Diego en un lúcido artículo llamado “El valor
de los recuerdos”:
“La vida
sigue, sigue siempre. Y cada vez que se me muere un amigo, un admirador, un lector,
un pariente, no sólo se muere para la historia y para la memoria, sino que además
se me muere a mí, personalmente, me disminuye, me deja en soledad de duelo y
oración” (Gerardo Diego[3], El valor de los recuerdos.
Arriba, 15-04-1979).
[1] Según
Gerardo Diego en Lola escribió Juan Ramón Jiménez firmada como KQK en la
que no quería participar en el homenaje, lo cual originó la broma de llamarle Kuan
Qamón Kiménez, siguiendo la corriente al poeta de Moguer al que se le
rebelaban sus jóvenes poetas.
[2] LEÓN,
JOSÉ JAVIER.: La sangre derramada: ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías
en García Lorca. El pase de la muerte. Athenaica. Sevilla. 2020. Prólogo de
Carlos Marzal. ISBN: 978-84-17325-96-1. Fichado en biblioteca Archivo MuseoIgnacio Sánchez Mejías el 21-10-2023.
[3] DIEGO, G.:
Obras Completas. Tomo IV. Alfaguara. Madrid. 1989. Edición de Francisco Javier
Díez de Revenga. Páginas 115-117. ISBN Obras completas: 84-204-8471-7. Anotado
el 5-07-2023 en biblioteca Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías.