Cultura y sociedad

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Buscando entre la niebla

 
 



     Otros días la niebla había levantado dando permiso a que los rayos de un sol tibio de enero inundara las paredes de la estancia fría y desnuda de temperatura. Esperaba que hoy ocurriera de la misma manera. Sin embargo las brumas y las nieblas parecían cremas espesas difíciles de cortar. El café con leche, muy caliente, estaba acompañado de un trozo de roscón de supermercado. El brasero y el radiador luchaban por calentar con desigual fortuna. El ruido de la calle era perceptible y percibido en la lejanía, acolchando su sordina en la melodiosa Pasión según San Mateo de Bach que se oía a bajo volumen en el portatil.
      Cuando despertó, sus zapatos estaban allí. No los miró con ojos infantiles. Gáspar, sabía, no tenía fecha de llegada para traer su incienso a casa. Había deseado una botella de Oporto o Jerez, o un libro de Comellas sobre la historia de los cambios climáticos, pero se rompieron los radiadores y los braseros y no hubo otra. Se consoló pensando que tenía muchos libros atrasados y quedaba vino de la  tierra.
      Se sentó y se arrebujó en torno a la mesa camilla, tecleando palabras sin sentido, sin orden. Hacía ejercicios que denominaba de estilo o redacción, pero no era siquiera gramática parda. En realidad reflejaban un vacío que le embargaba. Estaba atascado. Como en el quicio de una puerta. Una puerta que se abría y se cerraba en múltiples direcciones y sentidos y que no acababa de dominar pues le recordaba ocasiones que se habían reproducido durante tantos años. Siempre fortuitas. ¿Sería siempre igual? ¿Así sería?
      Sorbió otro poco de café. Miró el horizonte, largo e inabarcable, parecía que flotaba huyendo de la realidad. Pensó en que podía ser su casa la que se elevaba como en los tornados americanos de películas catastrofistas como Twister, o soñadoras como El Mago de Oz. Podía ser su ciudad. Tal vez. Se la imaginaba y veía que trascendía, huyendo, sobrevolando la España abandonada, y se trasladaba hacia la costa o al lado de una ciudad populosa. Sonreía. Estaba tan asentada sobre sus cimientos, sobre sus raíces...que era imposible que se levantara. Ni siquiera un tornado. Dormitaba en la mecedora que pedía y buscaba el viejo Mose Harper de Centauros del desierto, porque todos somos buscadores de algo o de alguien.
      Cada vez, el aire y el viento, cada vez más, corría, corre y correrá, sin barreras, sin obstáculos, moviendo arbustos bajos, plantas rodantes y matorrales, sin destino, sin final, y sumiendo de nieblas, o tinieblas, los anocheceres y madrugadas, temiendo sin temer que tengan temperaturas o témpanos del amanecer que olviden escribir el futuro y el recuerdo de un sitio.
      No quedaba café ni roscón, no. Comenzaba a amanecer, cuando el sol lucha por salir entre las brumas, entre las nieblas. El tibio calor de los primeros rayos de sol hizo volar su imaginación y, al mismo tiempo, le permitió abrir los ojos y mirar. Mirar ese horizonte infinito que se mostraba ante sus ojos, horizonte que era más deseado por su propio pensamiento, en su infinito, en su creación. 

     #niebla #búsqueda #imaginación #horizonte #sol

Marinero Austriaco

    

#Verano #Imaginación #lectura #MobyDick #MarineroAustriaco #Viena #DanubioAzul #Sissi #aprendizaje.
¿Qué es lo que tiene el verano? Que la imaginación vuela. Con el calor sale de sus límites, se desboca, se desmadra. Con el agua se modera. Los temas acuáticos o náuticos dan juego. Las aventuras marinas, también, tanto las que ocurren como las imaginarias.  
     La lectura es un medio que ayuda a soportar el descanso o un instrumento para disfrutar del mismo. Tengo una lista de libros que compiten con tapa y siesta. Hay momentos de lectura en que el tiempo parece inmóvil. Hay libros que atrasas o sustituyes por otros, por placer o por necesidad. Hay momentos, hay libros, hay lecturas.   
     Es el caso de Moby Dick de Herman Melville, novela a la que doy largas desde los años noventa del siglo pasado, que he comenzado a leer, y por la que hablo de agua. Ya veré si es lectura atrasada o imposible. El principio ya está. La lectura, la nave, va, espero no hacer aguas.
     Su lectura me trae recuerdos acuáticos. Como mi relación con la marina austriaca:
     El día que me enteré, salté de alegría. No estaba muy seguro del sitio geográfico ni los efectivos de la marina de ese país, que en ese momento desconocía, como lejano, pero con un potente nombre de semántica parecida a las ostras y que suponía rodeado por varios mares y océanos llenos de aventuras y emociones sin fin. 
     Rápidamente, fui a buscar información del lugar a donde se dirigiría mi destino surcando aguas calmadas o tempestuosas, llenas de ciclones, tormentas o calmas. Encontré un globo terráqueo con pedestal de madera. Mi mano, dirigida por mi imaginación, se trasladó a los mares del sur del océano Pacífico, pero, por allí, no estaba Austria. Cuando la encontré mi sorpresa fue mayúscula. Austria estaba en el centro de Europa, rodeada de montañas.
     Austria, limita con Alemania y la República Checa al norte, Eslovaquia y Hungría al este, Eslovenia e Italia al sur, y Suiza y Liechtenstein al oeste. ¡No tiene mar[i]!. El nombre de Austria se derivaba de la latinización del vocablo ‘Öst’/este en ‘auster’ o ‘australis’, meridional. N
o en ostras de los mares del sur.
     ¿Marina en el centro de Europa? ¿Era una broma? Había empezado a leer libros el último año y creía saber todo lo que necesitaba para la vida, y descubrí que no sabía nada. Que el conocimiento no acaba nunca, y que, siempre, siempre, se aprende algo nuevo. El saber no ocupa lugar, ocupa tiempo.
     Austria carece de salida al mar desde el final de la Primera Guerra Mundial, 1918, cuando se desintegra el imperio austrohúngaro. Por el tratado de Saint Germain de 1919, a Austria se le prohibía la anexión a Alemania. De igual modo, quedaba separada del resto del imperio: Hungría, y se declaraban independientes Yugoslavia, Checoslovaquia y Polonia. Trentino, Istría y Trieste pasaban a Italia. El ejército austriaco quedaba reducido a 30.000 efectivos[ii]. 
    ¿A dónde iba yo? ¿Por qué tanto interés en la marina austriaca? El tiempo pasó. La rapidez de los días amortiguaba la preocupación por lo que iba conociendo. Todo fue muy deprisa. Las fotos que me hice con traje imaginé que las enviarían al ministerio de defensa para hacer una ficha. Algunas fueron más artísticas, tomadas por Uclés o Torres Lafont[iii]. No recuerdo dónde. Los zapatos se compraron en La bota de oro[iv]. El corte de pelo a diez metros de casa. Un corte a la moda impuesta por unos cantantes nuevos que habían empezado actuando en una caverna[v]. Yo seguí leyendo e imaginando. A falta de mar, tendrán río. ¿No paseaban las barcas por el Azuer?
     La capital de Austria es Viena[vi]. De pequeño, asociaba Viena a una pastelería[vii] que había en Madrid. Resultó ser el Danubio[viii]. Tenía más agua que el Azuer. Después descubrí que la pastelería la fundó el señor Lacasa en 1873. Y que uno de sus aprendices, el señor Lence y sus herederos hicieron crecer y mantener el negocio[ix].
    ¡Vaya! El Danubio a su paso por Viena es muy caudaloso. ¡Ya está! Por eso la marina austriaca. Para poder cruzar el río Danubio. Resulta que hubo un músico llamado Johann Strauss[x] que le compuso un vals[xi], que se hizo famoso y que hubo una reina, Sissi, de la que habían hecho una película[xii] con una actriz muy guapa llamada Romy[xiii].
     Pensé, soñé: bailaré con Romy Schneider vestido de marinero austriaco en un barco por el Danubio.
     Llegó el día, nos fuimos a la iglesia de la Asunción. Allí había un señor con barba blanca y casulla de color blanco y dorado que bendecía a una niña de mi edad al mismo tiempo que a mí. ¿También se iba a la marina austriaca? Por el traje no parecía. ¡Lo mismo era mi boda y yo no lo sabía! ¿Para ser marinero austriaco era necesario el matrimonio?
     Lo pregunté: Era mi primera comunión. Mi traje, marinero austriaco.
     El convite, pasteles y chocolate. No viajé a Viena. No perdí la imaginación.
     El final[xiv] de la marina austriaca se produjo en 2006 con la entrega de los dos últimos barcos que tenía el Ministerio de Defensa austriaco al Museo de Historia Militar de Viena. Otras fuentes dicen que se entregaron a la Asociación Naval[xv].


[ii] DE LA TORRE GÓMEZ, H. (coord.).: Historia Contemporánea (1914-1989). Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2010. Página 47.
[iii] Dos de los fotógrafos, entre otros, que en 1969 trabajaban en Manzanares. La familia Torres Lafont continúa al principio de la Calle del Carmen.
[iv] La bota de Oro fue una zapatería que ofreció sus servicios hasta la década de los ochenta en la calle Jesús del Perdón 5-7 de Manzanares, regido por la familia Soler. Desde la década de los noventa del s. XX es en un bar de copas, regentado en la actualidad por José Sánchez Carnerero.
[v] The Beatles.
[vii] https://www.vienacapellanes.com/ Nuestra infancia son recuerdos de los dulces que probamos; nuestra juventud, de las cosas que bebimos; y nuestra madurez, de las cosas que comimos.
[viii] http://www.unesco.org/new/es/natural-sciences/environment/water/wwap/case-studies/europe-north-america/danube-river-basin-2006/ El Danubio es el corazón fluvial de Europa. Desemboca en el mar Negro, el mítico Ponto Euxino. Fue ´limes’ natural del imperio romano. Cuando Trajano cruzó el Danubio hacia la Dacia, mandó construir un puente a Apolodoro de Damasco hacia 103-105 d.C.
[xii] https://www.filmaffinity.com/es/film202552.html Edulcorada o idealizada versión del matrimonio del emperador Francisco José de Austria con Isabel de Baviera, Sissi. (cónyuges entre 1854-1898)

Bodas de sangre

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