"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Antonio Machado: profesión de fe

     

    

Instituto Antonio Machado en Soria. Wikimedia.

     Antonio Machado nació con la restauración borbónica de 1875, su primera madurez llegó con el Desastre de 1998 y sintió la sensación de decadencia nacional de un país que se había olvidado de sí mismo con su pobreza, analfabetismo y desigualdades.

      En el primer cuarto del siglo XX viviría el auge del anarquismo, el surgimiento del pistolerismo, la Semana Trágica de Barcelona de 1909, y una especie de breve fulgor económico con la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial. Vivió el final de la restauración borbónica con el desastre de Annual de 1921 y la dictadura de Primo de Rivera de 1923. Y sus últimos años vieron la llegada en 1931 de la II República y la Guerra Civil. Todo ello trufado por la Belle Époque y el segundo periodo más fértil de la cultura española: La Edad de Plata.

      Antonio y Manuel Machado eran hijos de Antonio Machado Álvarez, Demófilo, abogado y reputado folclorista, que envió a sus hijos a estudiar a la Institución Libre de Enseñanza, que habían fundado, entre otros, Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío.

      Las necesidades económicas provocaron el viaje del padre de Machado a Puerto Rico. Su mala salud le hizo volver hacia 1893 y falleció poco después. Antonio contaba con dieciocho años. Su primera colaboración literaria se fecha en 1892 para la revista satírica La Caricatura. Con su hermano Manuel colaboró en el Diccionario de ideas afines de Eduardo Benot.

      Trabajan y viajan como traductores y redactores en el diccionario hispánico de la editorial Garnier, iniciando una etapa parisina en la que conocen a la intelectualidad de finales del siglo XIX y principios del XX. Es la época de la eclosión del modernismo. En 1902, Antonio Machado, en uno de sus viajes de ida y vuelta a París, conoce a Rubén Darío en la capital francesa. De esta amistad o admiración será reflejo en 1903, cuando en Soledades le dedica algunos poemas.

      Por consejo de Giner de los Ríos y Miguel de Unamuno preparó una cátedra de francés y obtuvo la plaza de Soria, adonde llega en la primavera de 1907. Allí conocerá a Leonor Izquierdo, menor de edad, con la que se casa dos años más tarde, con solo 15 años. Establece con la ciudad soriana un vínculo afectivo y, también, un vínculo intelectual. De las excursiones de 1910 germinaría Campos de Castilla. Gracias a la Junta de Ampliación de Estudios hace un tercer viaje a París. Leonor le acompaña. Asiste a clases de Bergson, escribe La tierra de Alvargonzález, tratan a Rubén Darío. La feliz estancia se trunca. Leonor enferma en julio de 1911 y fallece en agosto del año siguiente, a los dieciocho años. La única alegría de esos días fue la publicación de Campos de Castilla.

      Cuando Azorín proyectaba una antología en 1913, Antonio Machado redactó una autobiografía en la que decía que tenía un gran amor a España, pero tenía una idea negativa de ella. Que lo español le encantaba y le indignaba. Se consideraba un creyente en una realidad espiritual opuesta al mundo sensible. Manifestaba, además, una gran aversión por lo que escribía, tras haberlo escrito, y su mayor tortura era corregir las pruebas de imprenta. Sentía, o explicaba, que todos sus libros estaban llenos de erratas.

      Gerardo Diego escribió años más tarde un artículo en el que analizaba el siguiente poema de Campos de Castilla:

 

Profesión de fe

     Dios no es el mar, está en el mar, riela

como luna en el agua, o aparece

como una blanca vela;

en el mar se despierta o se adormece.

      Creó la mar, y nace

de la mar cual la nube y la tormenta;

es el Criador y la criatura lo hace;

su aliento es alma, y por el alma alienta.

 Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,

y para darte el alma que me diste

en mí te he de crear. Que el puro río

de caridad que fluye eternamente,

fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,

de una fe sin amor la turbia fuente!

     Decía Gerardo Diego que en los endecasílabos o en las silvas mezcladas de heptasílabos del poema, la sentencia se imponía constantemente y el aire retórico— exquisito y sincero— dotaba la superficie de corriente sonora. 

     El tono y el ritmo de los seis últimos versos le hizo descubrir el subyacente soneto porque, según Diego, Antonio Machado lo envió a imprenta sin espacios, como una silva. Dos serventesios, en cada uno de los cuales hay un heptasílabo, seguido precedían después de una larga pausa a los seis versos de los posibles tercetos. Utiliza un orden muy raro en los clásicos, pero frecuente en los autores modernos.

     Como se ha señalado, Campos de Castilla se publicó en 1912. Sus 54 poemas iniciales fueron aumentados hasta 123, conformando el núcleo de la poesía machadiana. Representa el pensamiento crítico e histórico de la generación del 98.

     En el tren, cuando se marchaba de Soria a Baeza tras la muerte de Leonor, en abril de 1913, escribió la siguiente despedida:

“En la desesperanza y en la melancolía

De tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.

Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,

Por los floridos valles, mi corazón te lleva”

(Fragmento de Recuerdos, incluida en Campos de Castilla)

 


 

 

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 Referencias consultadas:

 —LORENTE, A y NEIRA, J.: (2021) Doce escritores contemporáneos. UNED. Madrid

—DIEGO, G.: (2000) Obras completas, Tomo VII, Prosa. Edición de José Luis Bernal. Alfaguara. Madrid. Es un artículo que se publicó en La Torre, n.º 45-46, titulado Antonio Machado y el soneto, en 1964. Reseñado en el Archivo Museo Sánchez Mejías (29-02-24).  

—MACHADO, A.: (1977) Poesías completas. Austral, Espasa Calpe. Madrid.

El pelirrojo de la playa de San Andrés

    

Torrijos con sus compañeros. El tercero a su derecha, Robert Boyd. Museo del Prado


     Siempre se atraviesa el mismo pasillo. Se puede dejar la mochila o el abrigo en consigna. A veces es necesaria una pequeña libreta, es posible que algo llame la atención. Tras pasar el arco, muestra el móvil, mira al paciente vigilante. No se olvida de ir al cuarto de baño. Puede estar nerviosa o intranquila, únicamente quiere ver un cuadro, el que más le impresiona del siglo de los golpes de Estado. Camina, atraviesa la tienda de la planta baja y el patio que conecta al edificio Villanueva. Va a mano izquierda hacia la sala 75. 

    Sagasta había encargado a Gisbert un cuadro político durante la regencia de la viuda de Alfonso XII. Un real decreto de Eugenio Montero Ríos a principios de 1886 pretendía que Don Antonio en París documentara con sus pinceles el ejemplo que había supuesto la defensa de las libertades en las playas de Málaga por Torrijos y sus amigos. Fernando VII había puesto final al Trienio Liberal con la ayuda de los Cien mil hijos de san Luis que entraron en Madrid dejando la marca de sus proyectiles en la Puerta de Alcalá. 

      La década final del que fuera deseado tuvo actos ominosos como el fusilamiento sin juicio por una conspiración originada en el exilio inglés del antiguo ministro de guerra del Trienio. Torrijos fue presa del engaño del gobernador de Málaga. Le ofreció el apoyo de las tropas de la ciudad si se desplazaba de Gibraltar a Málaga. Terminó apresado en las playas de Fuengirola cuando noviembre transitaba a diciembre en el año de gracia de 1831. Once días después cruzaron el arco de la vida a la muerte, fusilados en las playas de Málaga. 

      Antonio Gisbert vivía con 53, su madurez artística. San Andrés puso la arena y el fondo la iglesia de la Virgen del Carmen del momento crítico previo a la muerte. Todos los sentimientos previos posibles surgen ante nuestras miradas. Si cien ojos tuviéramos, no daríamos tiempo ni espacio para expresar la preocupación, el miedo, la rabia, la desesperación, el abrazo, el desafío, el rezo, los ojos vendados...

      Torrijos fue asido por dos compañeros. Su cuerpo, sin embargo, es la proa, con un paso más adelante que sus seguidores, su guía. En el centro de todas las cosas. 

     A su lado, en su madurez plateada, Francisco Fernández Golfín, noble liberal que había estado en el Oratorio de San Felipe Neri cuando los franceses tiraban bombas;  fue capturado con la vista perdida y fusilado con los ojos tapados.

     No corrió mejor suerte el burgalés Manuel Flores quien había sido presidente de las Cortes del Trienio y con la década ominosa pasó a Londres y en su tierra sufrió la confiscación de bienes. En el núcleo duro de la conspiración, murió queriendo el bien y la felicidad para su patria.

     Juan López Pinto era un profesor del Colegio de Artillería de Segovia que durante el Trienio Liberal ocupó cargos políticos y militares que le hicieron viajar exiliado por distintas ciudades de Europa cuando se cerró la puerta de las libertades en 1823. Desde su exilio de Pau, mantenía relaciones con el general Mina y otra gente del interior español. La amistad, las convicciones políticas y una carta de Torrijos decidió su suerte en la playa de san Andrés, santo identificado con el valor y martirizado en una cruz en forma de X, que en la iconografía cristiana se identifica con la humildad y el sufrimiento.

     Hay más personajes en el cuadro. Nos asombra el detalle de los caídos, el movimiento de sus cuerpos, los ojos tapados, el sombrero de copa, las manos atadas…

     Los frailes con sus hábitos marrones atienden a la cincuentena de fusilados. Los ojos se paran en quien los tiene cerrados: El pelirrojo de los liberales, el hombre de más altura. No parece español, ni aparentemente se puede imaginar sí es una licencia pictórica. Sin embargo, no olvidamos que es un cuadro de historia, que habrá una razón, un sentido. 

     Descubrimos que es Robert Boyd, el primer ser humano enterrado en el Cementerio Inglés de Málaga. Los frailes le asistieron y pretendieron que aceptara convertirse antes de su fusilamiento. Él era fiel a la iglesia anglicana y no aceptó cambiar de ideas. Las intenciones de los frailes eran varias. Podían pretender evangelizar a un británico en sus últimos momentos, pero había una finalidad más profunda. Morir en Málaga o en cualquier otra parte de España sin ser católico era un problema. Hoy nos parecería surrealista o inexplicable que queriendo enterrar en sagrado a un familiar o conocido del extranjero se practicasen conductas tales como ser enterrado verticalmente en la playa con la cabeza al descubierto, donde sería pasto de cualquier animal terrestre o marino. Fue el cónsul británico William Mark quien negoció con las autoridades españolas de la época la creación de un cementerio para protestantes anglicanos en Málaga. Previamente, había intervenido para pedir clemencia para el teniente irlandés Robert Boyd. Intentos infructuosos para este ciudadano que había arriesgado fortuna personal en el devenir político de Torrijos. Su cuerpo fue reclamado por las autoridades consulares británicas que cubrieron sus restos con la bandera.

     En la descarga de fusiles del pelotón, el liberal del pelo rojo no fue acertado porque cayó arrastrado por sus compañeros de suerte, casualidad que le abandonó cuando fue rematado de un tiro funesto. Como un héroe romántico. Cada año, la asociación Torrijos homenajea a Robert Boyd en el Cementerio Inglés, en recuerdo a la leal amistad con Torrijos.

Homenaje de la Asociación Torrijos a Robert Boyd


     La muerte del pintor Gisbert coincidió casi en los mismos días que Francisco Pi y Margall. Blanco y Negro, revista madre de ABC, publicó un obituario de dos personajes parte de la historia de España.

     De Gisbert se dice que fue el pintor de la libertad. Lo intenta recordar con uno de sus cuadros más famosos: La ejecución de los Comuneros de Castilla que resalta por su vigor y sentimiento. Cuando veinticinco años después pinta el Fusilamiento de Torrijos mantiene, dice Blanco y Negro, esa lozanía del alma y del pincel, conjugada con el saber de la edad.

La ejecución de los Comuneros de Castilla. Gisbert. Patrimonio del Congreso de España. 


 

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Referencias consultadas:

     —Blanco y Negro, 7 de diciembre de 1901. Página 2.

     —GIRÓN, E. y ARENAS, A.: La imagen del Cementerio Inglés de Málaga en los viajeros extranjeros.      

     —https://www.congreso.es/es/cem/patrhist  

     —https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/fusilamiento-de-torrijos-y-sus-compaeros-en-las/cc128630-425b-4752-a805-008d26556bbb 

     —Wikipedia.

     —Real Academia de la Historia: https://www.rah.es/  

     —https://www.malagaldia.es/2023/12/11/el-joven-teniente-robert-boyd-heroe-romantico/ 

     —https://www.torrijos1831.com/?p=3808



 

Mariano Benlliure: De Gayarre a Joselito

 

    

Mausoleo de Julián Gayarre, Roncal, Benlliure. Flickr 

     El ángel escucha la melodiosa voz del tenor. Los últimos cantos flotan por el éter infinitamente. Son voces que salen del féretro de bronce sujetado por dos alegorías, la “Armonía” y la “Melodía”, que, con esfuerzo y cuidado, llevan al cielo el difunto. Junto al sarcófago de mármol abierto, a los pies, le llora la musa, con más de una furtiva lágrima, compungida por la rotura de la lira que le une a Gayarre, muerto.

     El telón rasgado une féretro y sarcófago durante un último instante, con la duda de oficiar de sudario, manto o capa del difunto que no sabemos sí es inconsútil y dónde acabará su destino. Los despojos no serán olvidados porque en la blanca piedra se anotaron los éxitos pasados frente a las inclemencias del futuro.


     El mausoleo de Julián Gayarre compite en fama con los quesos de Roncal donde nació. En 2011 comenzaron las labores de restauración y conservación de un grupo escultórico que permanecía a la intemperie.

     Desde el primer momento recibió cuidados de conservación, pero el tiempo pasado y la ubicación han producido daños que exigen mantener una conservación preventiva. Desde una limpieza superficial en seco que elimine los depósitos que caen en la base del mausoleo, especialmente en ciertas estaciones, hasta un tratamiento contra los hongos de carácter bianual, pasando por la reposición de los morteros de las juntas cuando sea preciso o la revisión de las películas protectoras cuando los rayos ultravioleta afecten a su estructura. 

     Se da a entender que es necesaria la elaboración de unas pautas de mantenimiento a corto y medio plazo con los recursos que las administraciones que tutelan el mausoleo dispongan. Así como una mejor vigilancia: Se sustrajeron componentes decorativos de bronce, se han realizado grafitis en un vaso de mármol y en las gradas. A veces el turismo cultural no lo es tanto.

     Una propuesta que se presentó fue el traslado del mausoleo a un recinto cerrado como un museo en la misma localidad para la mejor conservación de la obra. Se descontextualizaba de su ubicación original, pero se pensaba en su futuro.

     Hay que sopesar qué es necesario: Conjugar la representación de unos ritos simbólicos funerarios de recuerdo de una persona individual con el carácter público de una obra de patrimonio cultural que es también un recurso turístico.

Eduardo Miura y Sánchez Mejías en Mausoleo Joselito, Benlliure. Wikimedia

     Ignacio Sánchez Mejías acudió al taller de Benlliure al año siguiente del suceso ocurrido en Talavera de la Reina. Los humanos deciden que hay seres que, por sus cualidades propias, naturales, dominan el fuego o los elementos y que son a semejanza de los inmortales que poseen magias y crean religiones que les hacen invencibles. No tiene por qué esa persona creer que tiene ese don o que lo posee. Esa persona corre un riesgo, lo sabe. El resultado fue que su cuñado y compañero de oficio encargó al escultor una obra en su recuerdo. Benlliure representó el cortejo fúnebre que transportaba a hombros con la tapa retirada, visible y exangüe el cadáver, porque así lo presenció el escultor. 

    La talla será en bronce humano para los familiares y destacados personajes del mundo circular taurino con el pueblo sevillano. El cuerpo de nariz aguileña tiene el color del blanco marmóreo de Carrara. Supuso desde su elaboración algo más que el culto a un muerto, por su simbolismo y cultura. Acabado en marzo de 1924, se expuso en el Palacio de Exposiciones de Sevilla hasta que en 1926 reposó en el cementerio de San Fernando. Hay dudas de la suscripción popular para el mausoleo. Sánchez Mejías pagó una parte y, durante los cien años reglamentarios, el terreno ha sido propiedad de la familia.

     Niños, gitanos, garrochistas y demás gentes del pueblo andaluz llevaron a hombros el cuerpo de José Gómez. En la obra se intenta reflejar ese dolor típico, genuinamente andaluz. Las ropas, con sus grandes pliegues tallados, ondulan equilibradamente. En su momento se habló de la posibilidad de una ubicación distinta a la pensada, el cementerio de San Fernando. La idea, tal vez, era que pudiera verlo mucha gente. Por la popularidad del fallecido, hubo quien lanzó la idea de destinarlo al Parque de María Luisa. El modelado en yeso previo se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia. El rito funerario se convertía en arte.

     Se comenta que Mariano Benlliure no fue aficionado a la tauromaquia, sin embargo, le interesaba la plasticidad de su práctica. El mausoleo de Gayarre abrió las puertas del éxito a Benlliure. El mausoleo de Joselito fue una de sus últimas creaciones geniales. El tema elegido pudo ser original o no. Se habla de uno semejante, anterior o no, de Bistolfi.

     Las dieciocho figuras que conducen el cuerpo de Gallo III a hombros transportan el sentimiento y la fe en los ídolos. Las tres edades del hombre se reflejan en el viejo, el mozo y el niño. Los amigos de la infancia, aquellos que tendrán también una luctuosa tarde, las mujeres que guardarán su ausencia… Dentro de los cánones de la época y momento. En la proa, la imagen de la Virgen Macarena. De bronce y mármol, de vida y muerte. 

     Chueca Goitia escribió sobre la popularidad que gozó este grupo escultórico debido al atrevimiento de su factura y por conseguir un tratamiento anecdótico. Lo compara a Rodin porque ambos tenían sus propias ideas, unas ideas simples, para comprender a los griegos. No como eruditos ni hombres de ciencia. Ni siquiera como arqueólogos. Tenían las ideas sencillas de los artistas.

Los burgueses de Calais. Rodín. Flickr

     Ahora que se conoce las circunstancias del mausoleo del cementerio de san Fernando, las soluciones se podrían copiar de las tomadas en el mausoleo de Roncal a corto y medio plazo, y pensar a largo plazo sí se puede mantener o no en su ubicación actual, con las consideraciones patrimoniales oportunas.

 

 

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     BIBLIOGRAFÍA:

      CHUECA GOITIA, F.: (1964) Mariano Benlliure en el primer centenario de su nacimiento, en Archivo del Arte Valenciano, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Valencia.

      DÍAZ MARTÍNEZ, S.: (2012) Conservación y restauración del mausoleo a Julián Gayarre por Mariano Benlliure en Roncal, Navarra. En Patrimonio en riesgo; seísmos y bienes culturales 6.

      GIMÉNEZ SERRANO, C.: (1989) Mariano Benlliure y su tiempo, en Archivo del Arte Valenciano, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Valencia.

      GIRBÉS PÉREZ, J.: (2019) Patrimonio Olvidado. La escultura funeraria de Mariano Benlliure Gil. XX Encuentro de cementerios patrimoniales, Málaga.

      IGUAL UCEDA, A.: (1963) Vida y arte de Mariano Benlliure, en Archivo del Arte Valenciano, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Valencia.

Venus y el liróforo Rubén Darío

 

    

Venus ante el espejo. Tiziano. Wikipedia.

      El nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) fue poeta, periodista y diplomático. Está considerado uno de los padres de la poesía española contemporánea por la creación del Modernismo hispánico, influido por la poesía francesa, sobre todo el parnasianismo y el simbolismo. En su segundo viaje a España, 1898, concitó la adhesión de jóvenes poetas que buscaban renovar una poesía poseída de un realismo prosaico. Su estética de brillante ornamentación, sugestivo orientalismo, variedad métrica y reivindicación de lo hispánico fue muy apreciada por sus seguidores, que consolidaron Azul (1888) y Prosas Profanas y otros poemas (1896), destacando Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado, Valle-Inclán y Emilio Carrere. En las siguientes generaciones mantuvo su influencia al iniciar en la poesía a grandes poetas como Salinas, García Lorca o José Hierro.

     Juan Ramón Jiménez decía en 1952 que el modernismo fue una tendencia general que alcanzó todo, que venía de Alemania por un movimiento reformador de curas llamados modernistas. Para el poeta de Moguer, el modernismo era una actitud que se reencontraba con la belleza que había sido sepultada en el siglo XIX por el tono general de la poesía burguesa. Era un movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza.

     Como indicaba Juan Ramón, al modernismo lo definían la libertad y la originalidad. No había cánones fijos y sí un espíritu regenerador. Sus fuentes eran eclécticas: Hojas de hierba (1855) de Whitman como poema épico y cívico; el aire misterioso de El cuervo de Poe; la perfección formal y la serena objetividad del Parnasianismo francés; la interpretación del mundo del Simbolismo; el ataque a la ética burguesa, o la evasión de la realidad circundante.

     Sus límites cronológicos no son claros. Hay quien lo sitúa entre la publicación de Azul, 1888, y la muerte de Darío, 1916. Juan Ramón habla de un siglo modernista. Otros, dicen que la primera mitad del siglo XX fue modernista. En un primer momento, se llegó a hablar de la antinomia existente entre el modernismo y la generación del 98, pero desde un ensayo de Ferreres, 1974, se entendió que, aunque cada escritor seguía un derrotero estilístico distinto, todos ellos se preocupaban de la hondura, fantasía, decadentismo y musicalidad de su creación. Su esplendor, es cierto, se enmarca por las dos fechas citadas, 1888 y 1916, de Azul al giro intimista de Cantos de vida y esperanza.

     La estética modernista se define por su cualidad individual, su sincretismo que conserva a veces lo tradicional, pero se abre a las corrientes universales, como bien señalaba Juan Valera en su carta prólogo de la segunda edición, 1890, de Azul de Darío. Busca, asimismo, formas literarias renovadas, ávidas de mundos nuevos, con novedosos medios, y se recrea en la imagen de poeta maldito y decadente.

    Los rasgos definitorios modernistas serían el esmero en la elaboración de la forma; la búsqueda de nuevos metros, o su renovación, que permiten al poeta mayor libertad creadora, y generalizadora del uso de sinestesias; el amor a la elegancia y guerra al prosaísmo de léxico y de intención; el exotismo en el paisaje, remarcado aún más con la revitalización del indigenismo en Hispanoamérica; y la recuperación de los mitos clásicos, que, en Rubén Darío serían Venus, el centauro y el cisne como signos de la belleza absoluta, la mezcla del hombre bestia con la sabiduría y la pureza del ave.

     Rubén Darío tuvo una existencia, 1867-19126, marcada entre su seguridad creadora y su inseguridad existencial. Inseguridad debida a la embriaguez sensual y alcohólica que le caracterizó. Sergio Ramírez[i] lo describe al final de su carrera en decadencia.

      La poesía fue su forma de expresión desde su juventud. Expresión de la que fue consciente, omnisciente, que envolvió de nutridas lecturas, que dignificaron la labor de poeta. Mentor de sus contemporáneos españoles, aceptando su lugar como maestro de la lira, en búsqueda de la belleza, como absoluto.

     El periodismo le sirvió de sustento alimenticio desde los catorce años. La colaboración en La Nación de Buenos Aires le ayudó a vivir más allá de sus avatares literarios y diplomáticos.

    Por el contrario, la inestabilidad de su existencia está marcada por la pronta muerte de su mujer, Rafaela Contreras, y sus tormentosas relaciones siguientes que le hicieron abandonar Nicaragua. Su vida bohemia se controló, en cierto modo, con la relación con la abulense Francisca Sánchez, en 1899. Su vida es reflejo de un hombre de varias patrias y constantes viajes entre los dos mundos atlánticos.

     De su obra vamos a destacar Azul, de 1888. Presenta dos partes claramente diferenciadas: Cuentos, en prosa; y El Año lírico, en verso, con otros poemas añadidos, destacando sus Sonetos y sus Medallones, de la segunda edición. Desde Valera, la crítica subraya su valor como prosista, la riqueza de sus ideas, el intento de crear una literatura cosmopolita, el ser un renovador, las formas afrancesadas, su elegancia versallesca, el gusto por los elementos irreales y fantásticos, y, del mismo modo, la predilección por el mundo oriental.

     En El Año lírico presenta cuatro formas o visiones poéticas, correspondientes a las estaciones del año, definidas por estados o grados amorosos. Inicia el tema amoroso, en su vertiente erótica, que será principal en Prosas profanas. En Azul comienza la renovación métrica, llegando a los alejandrinos o a su soneto en versos de diecisiete sílabas, Venus.[ii]

     En la década de 1960, Gerardo Diego escribió un artículo en Cuadernos Hispanoamericanos titulado Ritmo y espíritu en Rubén Darío[iii]. Cuenta su rezumante, su jugosa sensualidad. Y habla de sus contradicciones: sus pasiones eróticas, sensuales, los demonios azulencos del alcohol…, con su carácter libertador al aceptar la miseria y la derrota en la lucha cotidiana. Diego se deja llevar por la riqueza del lenguaje de Darío y utiliza azulenco, por azulado, y lo califica de liróforo, poeta.

     E incide en la singularidad del soneto Venus. Para su época, desconcertante. Muchos no admitían su armonía. Sus 17 versos, divididos en hemistiquios desiguales. La combinación silábica y acentual, además, la califica de rara. El último verso: “Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar”, salta por encima de los versos del centro y enlaza con los tres primeros, en especial el tercero: “En el oscuro cielo, Venus bella temblando lucía…”. Darío siente sumida a Venus, en la hondonada del abismo…, según Gerardo Diego. El soneto Venus es este:

“En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.

En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.

En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,

como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,

que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín,

o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,

triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

"¡Oh, reina rubial! - díjele-, mi alma quiere dejar su crisálida

Y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;

y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar".

El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.

Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.”

     El soneto aparecerá en la segunda edición de Azul. Pedro Salinas, en 1948, advierte de su naturaleza dual, lucha entre tendencias contrapuestas. La Venus del Amor tiene un triste mirar, un final trágico. Es un poema complejo, de naturaleza en cierta manera misteriosa, intuida desde el principio por la crítica, donde se mezclan la Venus-hetaira, que se remonta hasta el medievo; el tópico de la amada muerta, muy del romanticismo europeo; y el lugar común del abismo, también originado en el mundo romántico. 

      Es un metro moderno, precursor de la vanguardia, en lo que concierne a su simultaneidad entre las distintas visiones, entre la armonía y la disonancia[iv]


 

       



[i] RAMÍREZ, S.: Margarita, está linda la mar. 1998. Alfaguara. Madrid. ISBN:

    84-204-8381-8.

[ii] LLORENTE, A. y NEIRA, J. Doce escritores contemporáneos. 2021. UNED. Madrid. ISBN: 978-84-362-7194-2.

[iii] DIEGO, G.: Ritmo y espíritu en Rubén Darío, en Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 212-213. En Obras completas, tomo VII. 2000. Alfaguara. Madrid. Edición de José Luis Bernal. ISBN: 84-204-4214-3. ARCHIVO MUSEO SÁNCHEZ MEJÍAS. Reseña 20-02-2024.

[iv] COELLO, E.: Algo más sobre el soneto “Venus” de Rubén Darío, en Centroamericana 32.2, Revista semestral de la cátedra de la lengua y literatura hispanoamericanas. Università Cattolica del Sacro Cuore. 2022. Milano-Italia. ISSN: 2035-1496.

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