"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Las ediciones especiales

 

     

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ediciones Casariego.


     Hace unos meses se expuso en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, Casa Malpica de Manzanares, una muestra de las distintas traducciones, tanto históricas como raras o extraordinarias, del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca. Esta exposición mostraba la repercusión internacional que tuvo dicha obra, la fama que alcanzó García Lorca en su corta y truncada vida, y el esmero que pusieron los distintos editores en esta obra desde un primer instante.

     Es por esta razón, el cuidado y mimo de los editores al presentar un nuevo trabajo que no se tiene otro remedio que hablar de un trabajo maravilloso sobre el Llanto publicado en 1993 por Editorial Casariego S. L.[1]

     Casariego hizo una tirada de 1.750 ejemplares. Se va a reseñar el que hace el número 910. Los cien primeros números fueron encuadernados en piel. Además, se numeraron los 55 primeros para los colaboradores de la obra, pero la presentación que se tiene en mano tiene tapa dura en negro con letras del título en rojo y en amarillo del autor. Igualmente, en rojo, la estampa o dibujo de un diestro y la editorial que lo presenta.

     La estructura de la edición es la siguiente:

     -Una introducción de uno de los poetas mayores de la generación del 27: Jorge Guillén.

     -El Llanto por Ignacio Sánchez Mejías acompañado por las ilustraciones de Picasso.

     -Una nota aclaratoria del editor de las razones por las que se añade la edición facsímil de la obra.

     -Y la edición facsímil.

     En total 66 páginas. La edición facsímil no está numerada.

     ¿Qué cuenta Jorge Guillén en la introducción?

     En primer lugar, que llanto, planto o elegía tienen un sentido similar que nos lleva hacia la conmoción ante algo. El llanto es una elegía conmovedora, estructurada en cuatro partes, con distintos nombres:

     1.La cogida y la muerte no tiene, según Guillén, una narración realista. La hora de las cinco no puede abarcar todos los sucesos que se imaginan, aunque el estribillo sea un gran acierto:

     A las cinco de la tarde

     Eran las cinco en punto de la tarde…

     … ¡Eran las cinco en todos los relojes!

     ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

     La irrealidad simbólica reúne sucesos que no sucedieron como el niño con la sábana, la espuerta de cal, la paloma y el leopardo, las campanas de arsénico y de humo hasta una rotura de ventanas por el gentío. Hay según el poeta, crítico y amigo una leve indicación al hecho en sí como muslo con el asta o heridas quemantes, que laten bajo el estribillo que imprime una gran eficacia patética que no se recuerda en ninguna otra elegía:

     “¡Ay que terribles cinco de la tarde!” …

 las cinco en sombra.”

     2.La sangre derramada

     Aunque García Lorca no estuvo en el ruedo, ve la sangre sobre la arena cuando ya no hay nadie en la plaza. Por eso invoca a los jazmines, a la vaca del viejo mundo y a los toros de Guisando. Pero no quiere ver esa sangre:

     ¡Qué no quiero verla!

     Surge de pronto, según Guillén, la necesidad de un retrato del fallecido tanto espiritual como psicológico que incide en que era como el primero entre todos, No hubo príncipe en Sevilla, por su fuerza y prudencia, dentro del aire de Roma andaluza. Persona y lugar. Armonía clásica.

     A Jorge Guillén le emocionan o conmueven los versos siguientes:

     ¡Oh blanco muro de España!

     ¡Oh negro toro de pena!

     Le emocionan porque contienen y potencian la idea de país, desde un punto de vista andaluz.    

     3.Cuerpo presente.

     El cuerpo adquiere forma pétrea, activa, que coge simientes o nublados. Y más cosas. Se pregunta Guillén sí la piedra es una tumba o simplemente una metáfora. Lo dice por la cabeza de oscuro minotauro y porque la lluvia penetra por su boca. Lorca nos pide contemplar el cadáver como un reto para despedirlo.

     Según Guillén todo va juntándose: sueño, vela, reposo. Como una liberación imaginada. Nos queda como consuelo la denominada incongruencia, según el introductor, cuando dice que ¡También se muere el mar!, pero que nos remite a otros elementos de la naturaleza.

    4.Alma ausente.

     Guillén ve que el muerto ya está solo, que nadie le conoce, porque te has muerto para siempre. Se enuncia una verdad general, deja al muerto en el cementerio. El autor del poema, según Guillén, piensa en su mito, en su héroe, cuando estaba vivo y relata su madurez superior a aquellos de su clase, insigne por su conocimiento, con las palabras nobles y elevadas de un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Y termina:

     Yo canto su elegancia con palabras que gimen

     Y recuerdo una brisa triste por los olivos.

     Guillén ve caminando a Ignacio y Federico entre esos olivos.

    

     El editor nos presenta el Llanto con veintitrés ilustraciones de Picasso. Se hace una cata o selección:

     En la página 5, una cuadrilla con picador va a salir a la plaza.

     En la página 8, la suerte de banderillas.

     En la página 13, la vista aérea de un colorido coso, fechado en 1-08-1957.

     En la página 20, un toro a carbón o emplaste.

     En la página 24, un torero levantado por un toro, en rojos y azules sobre fondo blanco y negro.

     En la página 29, el torero está envuelto en su capote mientras espera al toro como la vida y la muerte.

     En la página 31, Pase ayudado en alto de un torero, sin toro.

     En la página 33, par de banderillas cara al toro.

     En la página 36, Cristo con corona de espinas.

     En la página 44, Virgen llorando fechada el 2-3-1959.

     En la página 49, torero clásico ¿rondeño? En gris y negro.

     En la página 50, como el final citado, un campo de olivos en negro y blanco[2].

     Se hace aquí una digresión para recordar que en la tesis de Peña Robledo[3] sobre Ignacio Sánchez Mejías en ABC recordaba la teoría de Olano sobre la posible relación entre una primera idea para el Guernica como recuerdo por la muerte de Sánchez Mejías,  por el impacto que tuvo. Y también la teoría que entronca a uno de los pintores deudores y divulgadores del modo de pintar veneciano, el flamenco Rubens, por su cuadro Los horrores de la guerra, visto de forma invertida y transformado por Picasso en un tema taurino y doloroso, pero que coinciden con las deudas que tienen Las señoritas de Avignon, 1907, con los desnudos de los pintores venecianos.

      Por otra parte, como indican diferentes estudios, como el de Fátima Halcón o Álvaro Martínez Novillo, no era extraño el tema taurino a Picasso, como a cualquier español desde finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX. Y claro, en una persona nacida en Málaga en esta época[4].

     


     El editor, volviendo a la edición de Casariego, añade la reproducción facsímil del manuscrito que se custodia en el Museo Casa de Tudanca que perteneció a José María de Cossío. El lector, y el curioso, podrá observar las diferencias y variaciones entre el manuscrito original y el texto final publicado. Es decir, se puede ver cómo fue el proceso creativo.

     García Lorca termina la impresión en marzo de 1935 con las ilustraciones de José Caballero en Ediciones El Árbol para Cruz y Raya. El poema fue leído en público en el Teatro Español y, en abril, en el Alcázar de Sevilla. El manuscrito dedicado llega en mayo a Cossío con el dibujo de un Arlequín llorando. Está expuesto en el centro de la sala principal de la planta baja cubierto por unas vitrinas y se puede apreciar la dedicatoria a Cossío y el dibujo del arlequín. En el libro, la reproducción facsímil, sin numerar, supuestamente según se ha podido comprobar, serían las páginas 52 a 66.

    Como es sabido, hay una dedicatoria anterior a la que hace a Cossío en el manuscrito. Es la dedicatoria siguiente:

     “A mi querida amiga

      Encarnación López Júlvez.”

     Una joya de edición.      

 




[1] GARCÍA LORCA, FEDERICO: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ilustrado por Pablo Ruiz Picasso. Editorial Casariego. Ediciones de Arte, fascículos y bibliofilia. Madrid. 1993. Ejemplar 910. ISBN: 84-86760-34-8. Libro propiedad de Gloria Patón Fernández-Pacheco, coordinadora de Museos de Manzanares. Depositado en Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías.

[2] Páginas con ilustraciones: 5, 8, 13, 16, 19, 20, 22, 24, 26, 27, 29, 31, 32, 33, 36, 38, 40, 41, 43, 44, 46, 49, 50.

[3] PEÑA ROBLEDO, E. M.: Ignacio Sánchez Mejías según el diario ABC. Tesis doctoral en la Universidad de Burgos dirigida por P. Ojeda Escudero. Páginas 203-213

[4] HALCÓN, F.: Picasso y el ruedo. Sobre su idea de plaza de toros. En Laboratorio de Arte 29, 2017.

  MARTÍNEZ NOVILLO, A.: Reseña sobre Picasso Toros y toreros en Revista de Estudios Taurinos, Número1, 1994.

  GÁMEZ JIMÉNEZ, R.: El Guernica de Picasso como recurso didáctico. En el Centro virtual Cervantes, Actas XLI (AEPE)

La generación del 27, una generación deportiva.

      

Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías/Biblioteca Lope de Vega

          La generación del 27. Una generación deportiva. Edicición y prólogo de José Antonio Mesa Toré y Alfonso Sánchez. M-R Libros artesanales. Centro cultural de la generación del 27. Málaga. 2003. 62 páginas. ISBN: 84-7785-549-8. Fichado entre 18-20 julio 2023.

 

     Esta es una breve reseña de un libro que hemos leído en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, libro que refleja la relación de los escritores de la generación del 27 con el deporte. El libro gusta desde el primer momento por su aspecto rústico, artesanal, blanco, puro, como de primera lectura.

Buñuel Fuente:ABC., uso personal


     Aunque nacieron con el cine, la práctica de deportes fue otra constante moderna de los componentes de la generación del 27 que ilustra su trayectoria literaria y personal. 

     La actividad física fue algo que se fue introduciendo en las clases medias y altas de la burguesía liberal española desde la creación de la Institución Libre de Enseñanza en 1876 como sistema educativo con tendencias liberales ilustradas de progreso. En su momento, Francisco Giner de los Ríos propuso la práctica de viajes con ejercicio físico como parte de la educación. Estos desplazamientos solían realizarse a la Sierra de Guadarrama, entre Madrid y Segovia, como algo nuevo y complicado. Los medios de transporte, los caminos y carreteras eran obstáculos que había que superar, lo que constituía un aliciente más. Y, en definitiva, les permitía conocer y relacionarse con los habitantes de esas zonas que arrastraban atrasos de todo tipo, en una tierra de nueva frontera para la conquista cultural. Giner de los Ríos llegó a tener una residencia en las estribaciones de la sierra citada. 

     Pero no olvidemos a los actores de este libro pequeño y hermoso que practicaron deportes y que, además, lo contaron en sus obras literarias.

Giner de los Ríos. R. A. H.

     Siempre se dijo que hay humanos que son seres híbridos— mitad pez, mitad humanos—, que reman porque no pueden ser sirena o tritón. A Pedro Salinas le gustaba remar en Torrevieja cuando no había chiringuitos en la playa.

    Buñuel trasmitió la virilidad en la generación del 27, papel que luego pudo adquirir Ignacio Sánchez Mejías. Hombres de una pieza que lo mismo boxeaban que jugaban al polo, mientras bebían y fumaban, sin ton ni son.

Ignacio Sánchez Mejías. Imanol Sánchez

     De Concha Méndez se decía que ganaba campeonatos de natación o que cuando nevaba se deslizaba por las laderas de la Sierra de Guadarrama.

     Salvador Dalí hizo el servicio militar y, según contó a Federico García Lorca, practicaba dos deportes, atletismo y boxeo. Gerardo Diego contaba en su antología que Josefina de la Torre jugaba al tenis, deporte que también practicaba García Lorca, pero que le producía el mismo aburrimiento que el billar.

     Alberti iba a las carreras de caballos cuando sufrió un contratiempo de su enfermedad pulmonar que le llevó a pasar temporadas en Guadarrama. Su enfermedad le convirtió en literato cuando pensaba que iba a ser pintor. 

     Era una generación feliz, lúdica y vitalista que dejó joyas literarias como las que a continuación reseñamos y que el libro muestra. Son varios, puede que olvidemos a algunos, como la Elegía a un guardameta de Miguel Hernández o algún otro más. Haremos una selección de cinco autores amantes de la actividad deportiva:

Fernando Villalón. ABC

     Empezamos con Fernando Villalón, poeta, mago y ganadero que dedicó un poema al ciclismo y sus practicantes.

     ¿Sobre qué corcel cabalgas,

mozo del jersey grana...?

Que el aire que hiendes queda 

asombrado de tu audacia

Mozo del calzón prendido

el de la curvada espalda,

el de las muñecas rígidas, 

el de la testa en maraña.

     Durante su estancia en Tudanca, Alberti terminó Sobre los ángeles, pero compartió con José María de Cossió y Gerardo Diego la afición por el nuevo deporte de moda, el fútbol. El 20 de mayo de 1928 se disputó en el Sardinero el partido final de Copa entre el Barcelona y la Real Sociedad, partido de la más alta competencia, con espectadores de postín como Carlos Gardel. La actuación del guardameta húngaro azulgrana fue tan portentosa que inspiró a Alberti una oda que luego

Platko. Fuente: Picryl

apareció en el poemario Cal y Canto. Poema que el portuense dedicó a José Samitier, capitán del equipo de Barcelona:

     Nadie se olvida, Platko,

no, nadie, nadie, nadie,

oso rubio de Hungría.

     Ni el mar,

que frente a ti saltaba sin  poder defenderte.

Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más regía.

     Ni el mar, ni el viento, Platko,

rubio Platko de sangre,

guardameta en el polvo,

pararrayos.

     Concha Méndez había practicado varios deportes, pero se lució hablando de cómo vivió su visita a un estadio, donde nos muestra una mujer moderna como líder de un grupo de deportistas:

     Morena de luna vengo,

teñida de yodo y sal.

Allá quedó el mar de plata,

sus barcas y su arenal.

     En el Estadio me entreno

al disco y la jabalina.

Al verme jugar, sonríen

las aguas de la piscina.

     

Concha Méndez. Wikipedia

     La nadadora, el nadador, las nadadoras y nadadores han sido fuente de inspiración poética. Alberti recorría el Sena, el Támesis y el Tíber luchando entre el mar, la playa y el viento en su poema Nadadora, incluido en el poemario citado, Cal y canto. Salinas evocaba la navegación nocturna en el poemario Razón de amor con Nadadora de noche.

     Es Jorge Guillén quien brilla al contar/cantar la música de las nadadoras inglesas de Wellesley un 21 de marzo en el poemario Maremagnum:

     

Acordes al compás,
–Una música suena desde un mármol de orilla–
Los dos grupos de nadadoras
Desenvuelven figuras de salud,
Y como respondiendo al más
Sutil laúd
Posible sobrepasan –de un orden servidoras–
A la nunca sencilla
Naturaleza,
Ignorante del ritmo prodigioso
Donde empieza
–Cuna, taller y coso–
El ímpetu que asciende a esta belleza
Del movimiento exacto:
Regocijo del músculo obediente,
Qué gozo en el contacto,
Qué noble libertad por su corriente,
Piel todavía flor,
Carne que ya es amor,
Muchachas que son música en la mano
De nuestra primavera.
Las nadadoras, frente al sumo arcano,
Dirigen la armonía de la Esfera,
Maravillada por el cuerpo humano.
Las nuevas secciones de deportes 


      La poesía de Gerardo Diego, como ejemplo final, canta, cómo no, los deportes; los nuevos, los clásicos. Canta al balón de fútbol, canta al salto de trampolín, pero a nosotros nos gusta su gusto por las regatas del mar Cantábrico que las cuenta desde su niñez con ojos de novelas de aventuras de piratas, mientras se hace mayor. Los cántabros, sirenas o tritones, quieren dominar el mar, aunque tenga un peligro mortal:

Regatas, blancas regatas
de mi niñez novelera.
Abordajes de piratas
sobre la mar marinera.
Diminuto espectador
que con los ojos abiertos
vuelas en tu mirador
a otras playas y otros puertos,
persiguiendo desde el muro
las paralelas estelas,
sagitario del maduro
arco tenso de las velas.

A la marina ruleta
apuestas tu corazón
por el del aspa violeta
en el blanco grimpolón.
Aquel que pilota un hombre
con un ancla en el jersey,
el que lleva sobre el nombre
una corona de rey.

Espectador, no ha lugar
a que goces tus novelas.
Ya no es tiempo y en la mar
agonizan las estelas.

Deja que juegue —y que ría
la frivolidad naval.
Tu vida será algún día
una regata mortal.

Trainera en Santander

 

Los premios ex aequo

     

Gerardo Diego

     En el discurso de aceptación del premio Cervantes, Gerardo Diego contaba con cierta ironía que había sido premiado ex aequo con Jorge Luis Borges. El Jurado se había atascado en las deliberaciones sobre la persona que debía recibir el premio. El ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, era nuevo tanto en su puesto gubernamental como en la presidencia del jurado. No utilizó la espada de Alejandro el Grande para cortar el nudo gordiano y se decidió por el Rey bíblico Salomón. Hasta cierto punto. 

     Otorgó el premio a los dos candidatos finales, Borges y Diego, o Diego y Borges; y, esta es la diferencia, no dividió el premio económico, cinco millones de pesetas de 1979. Pagó esta cantidad a cada uno, duplicando el gasto del premio. 

     Ambos se conocían desde 1920, de la época del creacionismo y la revista Grecia, cuando se veían por el Café Colonial o la Cervecería Santa Ana de Madrid. Diego había estado en la boda de Norah Borges y Guillermo de Torre en la capital argentina. Durante sus estancias argentinas, según Gerardo Diego, pudieron hablar de lo divino y de lo humano desde la medicina uruguaya a Ignacio Sánchez Mejías pasando por Sor Juana Inés de la Cruz o Cansinos Assens. 

Obras Completas Gerardo Diego. Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías

     El premio Cervantes se había prestigiado rápidamente al otorgar el premio a grandes figuras del la generación del 27- Diego prefería grupo poético, sin éxito- como Jorge Guillén, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, con la inclusión de Alejo Carpentier, famoso por El siglo de las luces, y Jorge Luis Borges, autor de Evaristo Carriego entre otras obras, que le situaban en el olimpo de las letras españolas de ambos hemisferios.

     Se daba una coincidencia. Gerardo Diego, en 1924-25, había ganado el premio Nacional de Literatura, también ex aequo, junto a Rafael Alberti. El portuense había recibido el Nacional de Poesía por Marinero en Tierra, y según el ABC, al quedar desierta la categoría de Teatro, se le asignó a un libro de versos de Diego, Manual de espumas, otra distinción Nacional.

Gerardo Diego- Soria

     ¿Explica la extensión que dedica Gerardo Diego a la aceptación del Premio Cervantes, 2241 palabras, en comparación con el discurso de aceptación de Borges, algo más de 500 palabras? Diego había recibido el premio Nacional de Literatura otra vez, sin compartir, en 1956 por Paisaje con figuras, editado por Papeles de Son Armadans (Camilo José Cela). En 1977 habían otorgado el premio Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre en cierto modo como recompensa a toda esa generación de la edad de Plata. Por la edad, Diego ya recibiría más homenajes que premios. Era su oportunidad.

      Borges era admirado en su país, tenía millones de lectores en el mundo, pero estaba aceptando que debía resignarse a que la espera de un Nobel sería infructuosa, tal vez por su tibieza política; y cuando recibe el premio máximo en lengua castellana lo comparte con Diego, otra persona. Hay que reconocer que el discurso de Borges, siendo breve, es claro en su contenido. Cita a Alfonso Reyes, a Cervantes y a la dualidad de su personaje Don Quijote/Alonso Quijano por los efectos de las lecturas de caballerías de Amadís de Gaula y otros. Y equipara la labor de un Rey con la de un Poeta, que aceptan y cumplen un destino que no han buscado.

    Lo que demuestra esta vida es que compartir algo material o emocional es mucho más difícil de gestionar que el uso o significado que le damos a compartir en las redes sociales.

     Para saber más:

     -En el tomo VIII de las Obras Completas de Gerardo Diego se incluye el discurso de aceptación del Premio Cervantes como último artículo, páginas 1255-1261. Leído en Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías el 12-07-2023. Salvo error del autor de estas palabras, en las páginas 503-508 del tomo citado, Diego reconoce que Marinero en Tierra de Alberti tuvo más éxito que su Manual de Espumas tras la concesión del premio Nacional de Literatura en 1924-25.

     -La vanguardista revista Grecia fue publicada por Isaac del Vando Villar. En el siguiente enlace se indica dónde y cómo consultar sobre Grecia.

    


    

La primavera del mundo

 

    


¿Dónde está el origen de las cosas nuevas? ¿Dónde está la primavera del mundo? El momento de los prados nuevos, el tiempo en que todo fue dichoso porque nada había y todo surgió.

     García Márquez contaba en Cien años de soledad (1967) que, al principio, “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.

     Puede que incluso no conociera un idioma en el que pronunciar dichas cosas porque no tenía con quien comunicarse. Piense en los humanos que cruzaron el estrecho de Bering durante la última glaciación ocupando la tierra que luego llamamos América, piense en las especies animales que encontraron, que habían vivido aisladas de los humanos. Lo fácil que fue vivir de su caza, que no hizo necesario el desarrollo de la ganadería hasta que llegaron los castellanos a finales del siglo XV, porque los animales no tenían miedo o prevención a estos nuevos seres venidos del hielo. Eran pocos humanos y llegaron a una tierra feraz poco ocupada donde solo fue necesario que surgiera la agricultura.

     Pedro Salinas, sí, Pedro Salinas, contó en La voz a ti debida (1933) la previa de ese origen:

     “¡Qué gran víspera del mundo!

No había nada hecho.

Ni materia, ni números,

Ni astros, ni siglos, nada.

El carbón no era negro

Ni la rosa era tierna.

Nada era nada, aún”

     La voz a ti debida debía su nombre a un verso de la Égloga III de Garcilaso de la Vega, el cual reflejaba con sentido diferente la expresión del amor perdurable incluso cuando se tuviese la lengua muerta y fría en la boca.

     Salinas, vivo, reivindicaba la propiedad del pasado para los nuevos enamorados, como si fueran los primeros, aunque ya hubiesen existido otros, que hubieran sido propietarios de ese pasado; y podrían cambiarle el nombre:

     No, el pasado era nuestro:

No tenía ni nombre.

Podríamos llamarlo

a nuestro gusto: estrella,

colibrí, teorema,

en vez de así, “pasado”;

     No todo fue bello y nemoroso. La búsqueda del Paraíso y su existencia tuvo vida, muerte y sueño. Fue un proceso de siglos que Rafael Alberti recuerda, partiendo de Milton, en Sobre los ángeles (1927-1928):

A través de los siglos,
por la nada del mundo,
yo, sin sueño, buscándote.
Tras de mí, imperceptible,
sin rozarme los hombros,
mi ángel muerto, vigía.
"¿Adónde el Paraíso,
sombra, tú que has estado?"

     La sombra ¿persigue? al humano cuando su ángel, si muerto, llegó a conocer el Paraíso que perdió y sigue buscando. Ese ángel o primer actor creador estuvo en ese primer instante. Milton cuenta en Paraíso perdido (1667) que:

“Estabas presente en el primer instante; desplegando como una paloma tus poderosas alas, cubriste el inmenso abismo y lo hiciste fecundo.”  

     Los ángeles vivos, y los muertos, luego sombras, asistieron al momento de la fecundidad y la desaparición del abismo. Calderón de la Barca evoca la Sombra como compañera del Príncipe de las tinieblas en el auto sacramental La vida es sueño (hacia 1673) porque había sido privada de acompañar a la Luz:

“Mira si con causa aquí

místicos sentidos dan

a mis rencores disculpa;

pues la Luz, por mi desgracia,

será imagen de la gracia

y la Sombra, de la culpa.”

     Y esto fue posible con la aparición del hombre en la Tierra, y luego en el Nuevo Mundo, donde todo estaba por estrenar y nombrar. El lugar donde vivieron aislados de las enfermedades que más tarde les diezmaron, y que, para crear defensas a los más antiguos habitantes, también habían mortificado en tiempos pasados, que no eran propiedad de nadie.

      Y porque en realidad todos los días se nace y se crea algo nuevo, desde el primer instante o momento, desde la creación del mundo como relata Calderón de la Barca, sí, Calderón de la Barca otra vez, en El Gran Teatro del Mundo:

“Tú, que siempre diverso,

la fábrica feliz del universo,

eres, primer prodigio sin segundo,

y por llamarte de una vez, tú el Mundo,

                     que naces como el Fénix”

      O con las creaciones humanas, artísticas o industriales, aunque no nos crean. Muchas veces pensamos, creamos y vivimos situaciones que difícilmente nacen o son creadas o creíbles. Se cuenta y se puede leer en las Obras Completas de Gerardo Diego la risa que causó entre sus amigos madrileños cuando FedericoGarcía Lorca contó que Diego estaba preparando las revistas Carmen y Lola hacia 1926-27. La memoria de Diego no era precisa y señalaba que el nacimiento del mundo o de sus obras necesitaba de un parto o pensamiento.

     Según Gerardo Diego, a la hora del té o de las copas, Federico, que tenía fama de divulgar historias fabulosas que luego se demostraban como realidad, dijo:

     “- ¿Sabéis que Gerardo va a publicar una, mejor dicho, dos revistas? La una se va a llamar Carmen y la otra Lola.

    - ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!”

    La verdad, relata Diego, era que las revistas estaban pensadas con seguridad en 1927, en la primavera del mundo de ese año, y el primer número nació a finales de ese año con un papel rosa.

     La paradoja de esta historia es que las revistas fueron nombradas antes de nacer durante el té o las copas de unos jóvenes poetas que crearon un nuevo mundo de las letras, la generación del 27.

     Para saber más:

     -Las Obras Completas de Gerardo Diego tienen ocho tomos. Están editadas por Alfaguara, Madrid, en el año 2000 con introducción y edición de José Luis Bernal. Se leyó el 6 de Julio de 2023 en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, de Manzanares. El artículo de Gerardo Diego rememora cómo se nombraron sus revistas. Aparece en el tomo IV, páginas 431-432. Originalmente fue publicado el 26 de septiembre de 1976 en el diario Arriba.

Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías


    -El título de esta entrada aparece en el prólogo de Fábulas mitológicas en España, de José María de Cossío. El libro esta dedicado a Gerardo Diego y el prólogo está escrito por Dámaso Alonso. La obra es de 1952, editada por Espasa-Calpe, aunque no fue lectura nueva hasta que se pudo ver o nombrar el 7 de julio de 2023.

 

 

 

 

    

 

 

 

 

 

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