Cultura y sociedad

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Soneto a Córdoba

 

                   

Luis de Góngora. Wikipedia.

                     Soneto a Córdoba 

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas

De honor, de majestad, de gallardía!

¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,

de arenas nobles, ya que no doradas!


¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,

que privilegia el cielo y dora el día!

¡oh siempre glorïosa patria mía,

tanto por plumas cuanto por espadas!


Si entre aquellas rüinas y despojos

que enriquece Genil y Dauro baña

tu memoria no fue alimento mío,


nunca merezcan mis ausentes ojos

ver tu muro, tus torres y tu río,

tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

(Luis de Góngora, 1585)

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Manuel de Falla y Federico García Lorca, 1926. Wikipedia.


     La conversión de Falla.

     Federico G.ª Lorca nos ha contado la conversión de Falla al gongorismo. A nuestras invitaciones había sucedido un silencio angustioso. Falla no era amigo de Góngora; influido sin duda por el concepto corriente- tan injusto- sobre don Luis, le juzgaba probablemente seco, y poco espiritual. Lorca no perdía sin embargo la esperanza. Un día consiguió que el maestro leyera unas cartas de Góngora en la edición de Foulché Delbose. Al día siguiente, encontró a Falla enfrascado en Góngora. - «Magnífico, magnífico. ¡Qué hombre! ¡Qué grandeza de espíritu! ¡Qué artista! Y mire usted: igual que con nuestros artistas. Las mismas incomprensiones para la pureza, para la firmeza de su arte». Ya sólo faltaba la elección de texto. El «Soneto a Córdoba» escrito desde Granada. Falla ha fechado su música también desde Granada. Los versos de Góngora se cantarán gloriosamente en lodo el mundo- «Porque Córdoba-dice Falla - es romana, romana, como la veía don Luis, y no árabe. No hay en su soneto una alusión que no sea romana, cristiana».

(Lola, número 1, diciembre de 1927)

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     Soneto a Córdoba_Manuel de Falla_Luis de Góngora_Victoria de los Ángeles


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     En la ciudad de Sigüenza vivía un amigo de Gerardo Diego, Bernabé Herrero. Era Bernabé soriano, empleado en Correos y aficionado, como muchos, a la poesía. Ya se sabe que si algo nos hace pensar, como la poesía, no embistes, como decía don Antonio Machado, más o menos. 

     Bernabé ayudaba a Eduardo Olmedillas en un semanario titulado La Defensa. Se le propuso tirar en la misma imprenta que el semanario la revista Lola. Accedieron, le proporcionaron el papel y se imprimió en los talleres de la ciudad del doncel. Quien haya podido visionar algún ejemplar de esta juvenil Lola, observará que, al final de la publicación, consta al pie la fe de imprenta siguiente: TIP. DE RODRIGO- SIGÜENZA

     En Castilla-La Mancha, Lola. La relación de Diego con la ciudad del doncel, para otra ocasión. Ahora, disfrutemos de la poesía del 27 durante el fin de semana y soñemos que Ignacio Sánchez Mejías está buscando nuevas coronas de laurel.

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     Nada de esta curiosidad, a veces excesiva, o no, sería posible sin el principio de Arquímedes del Archivo Museo Sánchez Mejías.

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     Claves:

       - Antonio Machado, Campos de Castilla, Proverbios y cantares, XXIV: De diez cabezas, nueve/ embisten y una piensa/ Nunca extrañéis que un bruto/ se descuerne luchando por la idea.

     - Sobre Arquímedes: Principio de la palanca: Dame un punto de apoyo y moveré el mundo. 


La fiesta del español

   

Don Quijote y Sancho en Barcelona. Flickr.

      "Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces por ellos no visto; les pareció espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en La Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes, que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos." (La llegada de Don Quijote y Sancho a Barcelona. Capítulo LXI, segunda parte, Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.)

     Don Quijote y Sancho rompieron el cordón umbilical de La Mancha, de la que no renegaron, y marcharon a Barcelona atravesando burlas y bandidos, fascinados por el mar, como los griegos de Jenofonte cuando vuelven a verlo.

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Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la Edad de Plata. BMRE.


          "En Cádiz hay un viento Levante que suele presentarse en la plaza de toros los días de corrida, con orden de suspensión. No la suspende, porque todavía no se ha decretado nada con relación al viento en las tardes de toros; pero hace imposible torear. Esto lo sabe bien el público de Cádiz. Ayer hubo Levante en Cádiz. Sin embargo, quebró la regla, porque, por lo visto, ayer no podía haber Levante." (La vuelta de Sánchez Mejías. Contra viento y marea, ABC, 17 de julio de 1934, Gregorio Corrochano.)

     Gregorio Corrochano escribía maravillas de toros o de la guerra de Marruecos. Para contar que, contra viento y marea, un calvo y un canoso, Sánchez Mejías y Corrochano, se volvían a encontrar, ya maduros, en la hora de la formalidad

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     "La muchacha dorada

se baña en el agua

y el agua se doraba.

     Las algas y las ramas

en sombra la asombraban, 

y el ruiseñor cantaba

por la muchacha blanca.

     Vino la noche clara,

turbia de plata mala, 

con peladas montañas

bajo la brisa parda.

     La muchacha mojada

era blanca en el agua

y el agua, llamarada..." 

(Casida de la muchacha dorada, Diván del Tamarit, Federico García Lorca, 1936.)

     Las gacelas y casidas eran composiciones poéticas de origen arábigo andaluz que recuperó Emilio García Gómez en la Edad de Plata. Sin repetir las formas, ni los temas, que no eran tan distintos a los habituales, Lorca crea imágenes fabulosas.

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     "Esta en forma elegante, oh peregrino,

de pórfido luciente dura llave,

el pincel niega al mundo, mas süave, 

que dio espíritu a leño, vida a lino.

     Su nombre, aun de mayor aliento dino

que en los clarines de la Fama cabe,

el campo ilustra de ese mármol grave.

Venéralo, y prosigue tu camino..."

(Inscripción para el sepulcro de Dominico Greco, Luis de Góngora).

     Las conexiones entre pintura y literatura fueron corrientes desde el Siglo de Oro. Tiziano pintó las Poesías de Felipe II, de tema mitológico, con la libertad que se permitió y se le concedió por su prestigio. El Veronés fue juzgado por la Inquisición por las libertades que se tomó con una Última Cena. Fue condenado a rectificar la obra. Únicamente cambió el nombre: Cena en casa de Leví. Alegó que él se quería tomar la libertad de los poetas y los locos para crear sus cuadros. El actor más famoso del Siglo de Oro, Juan Rana, salía al escenario con un marco simulando ser una pintura. Góngora dedicó un epitafio al Greco y Quevedo honró al pincel.

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Carta de Rafael Alberti a Camilo José Cela


     "Uno se ve en el espejo y se tutea incluso con confianza, el espejo no tiene marco, ni comienza ni acaba, o sí, sí tiene un marco primoroso dotado con paciencia y panes de oro pero la luna no es de buena calidad y la imagen que devuelve enseña las facciones amargas y desencajadas, pálidas y como de haber dormido mal, a lo mejor lo que sucede es que devuelve la atónita faz de un muerto todavía enmascarada con la careta del miedo a la muerte, es probable que tú estés muerto y no lo sepas..." ( San Camilo 1936, Camilo José Cela).

     Cela experimentó con la palabra y dejo la tercera persona para volver a ser el yo narrador, copiando a Joyce y Dos Passos. Es una delicia leer la correspondencia que tuvo con el Rafael Alberti romano que Cela publicó en Papeles de Son Armadans.

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     “Ahora ya el estar sola tiene cierto no sé qué, cierto mérito… El mérito militar es el valor, dicen… El valor tiene mérito; estar aquí sola y hacerlo bien para que digan… me conformo con que no digan, con que no puedan decir que lo hice mal. Ahora sola, con la puerta cerrada— no sé por qué la habrá cerrado, pero me alegro— no tengo miedo…"

(Barrio de Maravillas, Rosa Chacel).

     En la Transición, Rosa Chacel contó recuerdos del Madrid de principios del siglo XX, tras su vuelta en 1974 del exilio, mezclando tiempo y memoria de la juventud no tan olvidada.

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Ana María Matute. Flickr



     “Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre…” (Olvidado Rey Gudú, Ana María Matute).

     Los cuentos, la fabulación, la fantasía, el desencanto, lo desconocido, la ternura, el amor correspondido y el amor desdeñado. Ana María Matute.

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     “Aureliano Segundo regresó a la casa con sus baúles, convencido de que no sólo Úrsula, sino todos los habitantes de Macondo, estaban esperando que escampara para morirse. Los había visto al pasar, sentados con la mirada absorta y los brazos cruzados, sintiendo transcurrir un tiempo entero, un  tiempo sin desbravar, porque era inútil dividirlo en meses y años, y los días en horas, cuando no podía hacerse nada más que contemplar la lluvia.” (Cien años de soledad, Gabriel García Márquez).

     ¿Quién no le ha dado vueltas al tiempo y al espacio de los Buendía y el utópico Macondo? ¿Quién no se enamora del amor que perdura a pesar del tiempo y las adversidades de la vida en El amor en los tiempos del cólera?

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     “Por vanidad, no porque pensara reírse mucho, quería tener los labios suaves y brillantes durante toda la velada. La sospecha de estar embarazada no la hacía sentirse como para tener la risa a flor de labio. Nunca pensó en esta posibilidad al consumar su con Pedro…” (Como agua para chocolate, Laura Esquivel).

     Tanto la novela como la película rezumaban sensualidad, que comienza en parte por el estómago, por un amor que busca la solución a través de más de veinte años. El final hay que leerlo.

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Alfonso VI


        «En sancta Gadea de Burgos,   do juran los hijosdalgo,

allí le toma la jura   el Cid al rey castellano.

     Las juras eran tan fuertes,   que al buen rey ponen espanto;

sobre un cerrojo de hierro   y una ballesta de palo:»…

(Romance del juramento que tomó el Cid al Rey don Alonso, Anónimo).

     Todo acaba donde empieza. La poesía épica medieval construyó la épica lucha por desarrollar un idioma que cada 23 de abril recuerda qué fue, cómo nació, cómo sobrevivió y cómo nos deleita.

Fábula y magnificencia sobre Aretusa, Alfeo y Hércules

                                


                                                                   


    

Aretusa y Alfeo (Wikimedia commons)
     Cuenta Ovidio[i] que el nombre de un profundo manantial sagrado llamado Aretusa se debe a una ninfa cazadora que recorría el norte de Grecia siendo reconocida por su hermosura y virtud. Un día de calor, cansada, encontró unas aguas tranquilas y transparentes en medio de bosques ribereños de ensueño. Se desnudó y entró en las aguas del río deslizando sus brazos entre las ondas, que comenzaron a emitir un rumor que la sobresaltó. Salió de las aguas por la ribera contraria a la que pasó cuando Alfeo, porque así se llamaba el río, empezó a hablarle preguntando a dónde iba, lo que asustó a Aretusa que se dio a la fuga, desnuda, lo que alimentó más el deseo del río. Ella sabía que una cazadora estaba acostumbrada a correr, pero el río era persistente en su camino y persecución. Agotada, Aretusa, imploró la ayuda de Diana que le facilitó una de sus nubes para que pasase desapercibida ante los ojos de Alfeo, que había tomado forma humana mientras gritaba su nombre para encontrarla. Alfeo se paró junto a la nube cuando vio que no podía seguir el rastro de Aretusa y comenzó a mirar la curiosa nebulosa. Dentro de ella, Aretusa tuvo un sudor frío que resbaló por sus pies y en sus cabellos se condensó un rocío, dando comienzo a su conversión en caudal acuático. Alfeo reconoció en las aguas a Aretusa y abandonó la figura humana para mezclar sus aguas con las nuevas de la ninfa. Diana, la diosa cazadora, rompió la tierra dirigiendo las aguas de la náyade Aretusa por caminos subterráneos en dirección a Ortigia, por donde, desde entonces, mana como un manantial.

     En la época de Rameau y Lully, André Campra, hacia 1701, compuso una ópera ballet con el nombre de Arethusa o la venganza del amor, basado en el mito del manantial y río.

Hércules desvía el cauce del río Alfeo-Zurbarán (Wikimedia commons)

  

   Cuenta otra leyenda que uno de los trabajos de Hércules consistió en desviar las aguas de los ríos Alfeo y Peneo hacia los establos de los rebaños de Augias, rey de Élide, porque acumulaba mucho estiércol que privaba a los campos de abono y fertilidad. Hércules rompió la pared de los establos y consiguió que las aguas pasaran por allí. Los establos se limpiaron y las tierras volvieron a ser fértiles. Otros dicen que era tanta la suciedad de los establos que contaminaban la región e impedían el desarrollo de la ganadería.

Maíno_La recuperación de Bahía (Museo del Prado, detalle, uso personal)

     Zurbarán, en la década de 1630, pintó este trabajo dentro del encargo sobre Hércules que recibió de la Monarquía Hispánica para el Salón de Reinos que pretendía incidir en el carácter poderoso del gobernante que está pendiente de sus súbditos. Clemencia, poder y magnificencia se aunaban en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro para sorprender a los visitantes extranjeros. A toda esta grandeza se añadía la colocación de los cuadros del Salón a una altura de 1,40 metros. Altura que obligaba al visitante a un esfuerzo adicional para ver en toda su extensión la serie de Hércules de Zurbarán, La recuperación de Bahía de Maíno, donde el centro de la escena no son los poderosos sino la atención a los heridos, y/o La rendición de Breda de Velázquez.

La rencdición de Breda_Veláquez (Pycril)

     Hace unos meses, en la primavera de 2022, el Museo del Prado colocó a esa altura, en la sala 9 A, varios de los cuadros que estuvieron en su momento en el Salón de Reinos para que los visitantes pudiéramos apreciar el efecto sobre la vista y las cervicales.

     Volviendo a Aretusa y Alfeo, hace poco más de cien años, un joven Gerardo Diego encontró en la Biblioteca de la santanderina Menéndez Pelayo una poesía sobre la fábula de Alfeo y Aretusa con algunas hojas rotas, enmiendas y tachaduras, que mostraban un poema del siglo de oro en fase de elaboración. Supo apreciar su calidad, copió el poema, que según parece desapareció en 1921, y elaboró un artículo o estudio que nunca publicó, pero que situaba al autor en el periodo de las Soledades gongorinas.

Gerardo Diego. Wikimedia Commons.


     En 2012, con la ayuda de la Fundación Gerardo Diego y la hija del escritor, Elena Diego, una de las expertas en el descubridor de la poesía, Rosa Navarro Durán, defendió que la autoría del poema del siglo XVII era obra de Pedro Soto de Rojas[ii], discípulo de Góngora. Se da la casualidad de que, entre los poetas del Siglo de Oro a los que prestaba atención Gerardo Diego, uno era este Pedro Soto de Rojas, a quien dedicó su vanguardista Fábula de Equis y Zeda.

 

     Para saber más:

       Para ambientarse en el siglo de Oro, la serie de novelas de Arturo Pérez Reverte sobre el Capitán Alatriste. Muy entretenidas. José Calvo Poyato tiene una novela interesante sobre esa época, Los galeones del Rey.

       Los hispanistas británicos Elliot, Brown y Parker para historia y arte del siglo de oro, cualquiera de sus obras. Españoles: Martínez Shaw, Luis Antonio Ribot, Alicia Cámara, Diana Carrío, entre otros muchos.

Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías. (BMRE)
       Sobre el papel de Gerardo Diego en la generación del 27: Sus obras y artículos son muy extensos. Además de las antologías del 27, de Gerardo Diego hay editadas las obras completas en poesía y prosa. Yo he consultado las depositadas en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías. Y Gerardo Diego, como uno de los grandes poetas del 27, tocaba muchos espacios y tiempos culturales.

— Para ver pintura del siglo de oro: Museo del Prado, Museo de Bellas Artes de Sevilla, Museo de Bellas Artes de Bilbao. Otros: En el Museo provincial de Cádiz, por ejemplo, están los zurbaranes de La Cartuja de Jerez. Hay más…

 

       A Carmen y Lola, por esperar.



[i] OVIDIO.: Metamorfosis. Bruguera Libro Clásico. Barcelona. 1984. Introducción, traducción y notas de Antonio Ruiz de Elvira. Para la fábula de Aretusa y Alfeo, canto V, páginas 158-161.

[ii] Granada, 1584-1658.

 

Lo que la historia enseña: Ramón Carande

  

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 1985. FPA

     En latín rarus significa algo extraño o poco frecuente. En castellano, raro, tiene más significados. Uno nos dice que raro es algo poco frecuente o extraordinario. Otro, define raro como insigne, sobresaliente o excelente en su línea. Ramón Carande escribió un libro sobre personas sobresalientes que tituló Galería de raros atribuidos a Regino Escaro de Nogal.

     Ramón Carande Thovar recibió el premio príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985, un año antes de fallecer, cuando su sabiduría extraordinaria era reconocida como algo poco frecuente y alejado de lo vanidoso de la fama. Era un recurso habitual de cualquier profesor universitario de Historia de la economía, del derecho o de la Administración comenzar su enseñanza con “como decía Ramón Carande en Carlos V y sus banqueros…”, como argumento de autoridad real sobre la materia. Gustavo Villapalos, quien fue rector de la Universidad Complutense y consejero de educación madrileño con Ruiz Gallardón lo citaba asiduamente. En ese mismo año, 1985, el vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra, le había hecho entrega del título de cartero honorario. Los dos premios honraron una trayectoria universitaria ejemplar que se caracterizaba por un singular espíritu humanista y una plena entrega a la investigación rigurosa, en palabras del jurado del premio Príncipe de Asturias.


Cartero honorario 1985. Archivo Efe

     En su prolongada vida, fue discípulo de Giner de los Ríos y convivió en la Residencia de Estudiantes en la época de la calle Fortuny. Entre la variada correspondencia que mantuvo a través de los años, el contacto con Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia hasta acabada la guerra civil, se reinició en los años sesenta con motivo de la despedida de Carande de la universidad y con el añadido del cincuentenario de la Residencia de Estudiantes. El historiador envió a Natalia Cossío[1] y Alberto Jiménez Fraud, exiliados en Londres, una carta el 5 de mayo de 1960 con estas palabras de admiración por un estudio que el segundo había hecho sobre Maquiavelo. Lo consideraba un trozo de historia por lo que dice del pasado y por lo que permite adivinar del presente. Y a continuación, escribía la siguiente reflexión sobre lo que la historia enseña:

“Es reconfortante para la doliente humanidad, tan reacia a aprender lo que la historia enseña, encontrar en buenas plumas réplicas discretas de lo que fue tan festejado, aunque por desgracia sea tan difícil desarraigarlo, porque si malo fue aquello en manos de intérpretes inteligentes, lo que ha venido después es insoportable, tendremos que soportarlo con resignación…”[2]´

     Según el epistolario editado por su hijo, Bernardo Víctor Carande, respondió igualmente, con tanta dedicación como sabiduría, a la carta de una hispanista norteamericana, Jean Cross Newman, que le preguntaba sobre Pedro Salinas, fallecido en 1951.

      Había sido rector de la Universidad de Sevilla cuando Salinas era profesor. La hispanista quería obtener varias respuestas sobre la correspondencia de Salinas con Luis Cernuda o Romero Murube, sobre la estancia del poeta en Inglaterra, o de la siguiente en Sevilla. Además, la forma por la que ganó la oposición en la universidad; la asistencia a las típicas tertulias literarias del primer tercio del siglo XX; su vida familiar con su mujer e hijos; su visión de la enseñanza, su participación en cursos de verano o estancias en Burgos, su mudanza a Madrid; y otros temas, como su ausencia en las celebraciones del tercer centenario de Góngora en Sevilla en diciembre de 1927 o sí había tenido amistad con Ignacio Sánchez Mejías. Por cierto, hasta el ocho de enero de 2023 hay una interesante exposición sobre distintas ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Lorca en su Archivo Museo.

Ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Foto: BMRE


    Quería, en definitiva, saber cómo era como persona, en las distancias cortas, en sus fotos, en su amistad, en su relación. Sus méritos y sus premios.

     La relación de Salinas y Carande había sido continua entre 1918 y la caída de la República. No guardaba correspondencia con él por los avatares de la guerra civil donde había sido perseguido por leales y rebeldes, en palabras de Carande. Le informó de las personas que podrían tener correspondencia con Salinas como la familia del pedagogo manchego José Castillejo, que había fallecido en Londres y colaboraba en la BBC durante su exilio.

    En 1974, y no habiendo sido poeta ni participante en los actos del Ateneo de Sevilla, Carande le dijo a Jean Cross que él no podía aclarar las relaciones entre Pedro Salinas e Ignacio SánchezMejías.  Ni podía aclarar sobre el centenario de Góngora, ni sí Juan Ramón Jiménez interpuso alguna influencia, que dudaba, y tampoco creía que Salinas jugase lo que denominaba emboscada, ni ocultara las causas deliberadas o fortuitas, de su ausencia. Le recomendaba establecer contacto con José Bergamín, que pasaba temporadas en Madrid, aunque desconocía su dirección. Sabía, eso si, que Salinas no se vanagloriaba de los premios que le otorgaban ni de los trabajos excepcionales que había realizado como traductor de Proust, entre otros autores.

     Finalmente, Carande expuso a la investigadora que el carácter de Salinas, su humor se había moldeado entre Sevilla y Madrid con lo que sería difícil la vida, su vida, durante el exilio al no poder hablar con españoles y practicar la ironía y las creaciones o juegos de palabras al que era aficionado. Por el contrario, en la intimidad lo apreciaba indefenso e indeciso. Y tenía una especie de manía, comprar medicamentos con envoltorios aparentes.

    Salinas, sobre todo, era uno de los grandes poetas de la generación del 27, que escribía poemas como el comienzo de Hallazgo de “Fábula y signo”, 1931:

     “No te busco

     porque sé que es imposible

     encontrarte así, buscándote

     Dejarte. Te dejaré

     como olvidada

     y pensando en otras cosas

     para no pensar en ti

     en ellas, disimulada.”

 

Salinas con sus hijos. Foto: Carmen Conde.

 



[1] https://elpais.com/diario/1980/12/02/cultura/344559605_850215.html Natalia Cossío realizó una gran labor pedagógica e hizo la edición definitiva de El Greco de ManuelBartolomé Cossío, su padre.

[2] JIMÉNEZ FRAUD, A.: Epistolario I, II, III. Fundación Unicaja y Residencia de Estudiantes. Madrid. 2018. Consultado en sala biblioteca ArchivoMuseo Ignacio Sánchez Mejías, 15-11-2022.

Bodas de sangre

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