Cultura y sociedad

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La Residencia de Estudiantes en la calle Pinar. Los altos del Hipódromo

 

    

 

     

Residencia de Estudiantes. Wikipedia

     
“Querido Castillejo: Dividiré mi carta en dos partes: Residencia y Patronato… 
     Residencia. Anteayer (7 de julio de 1913) conseguí, después de muchos esfuerzos, que se firmase la orden de deslinde y amojonamiento de los terrenos del Hipódromo. Ahora falta que Velázquez no la haga dormir… que Gato no ponga mala voluntad… yo trataré de enternecerle el corazón…(para)… autorizándonos para construir en dicho terreno… El ministro sigue blandito y según dice embobado con la Residencia, y de eso aprovecharé yo mañana para hacerle una visita… Alba, a quien he escrito dando todos los datos… me contesta por medio de Guillén que lo tomará con interés[1]…”

     La Residencia de Estudiantes iniciaba en esos momentos el proceso para su traslado de la calle Fortuny a la calle Pinar, en los Altos del Hipódromo, que después serían denominados por Juan Ramón Jiménez “La colina de los chopos”.

      La carta del director de la Residencia de Estudiantes nos habla del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco[2] (1843-1923), presidente de la Junta Facultativa de Construcciones Civiles y próximo a Giner de los Ríos, colaborando en el boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Trabajó como delineante y dibujante en la restauración de la Catedral de León. Fue autor del Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal en el Parque del Retiro de Madrid (1883), actualmente área expositiva del Reina Sofía; estuvo detrás de la restauración de Santa Cristina de Lena; realizó la intervención definitiva del Monasterio de la Rábida, en las vísperas de las celebraciones colombinas y que luego sería el cobijo de los frescos de Vázquez Mella. A partir de 1892 se le sitúa restaurando la Mezquita de Córdoba, en el redescubrimiento de Medina Azahara entre 1909 y 1923, en la recuperación global del entorno de la Alhambra y el Palacio de Carlos V, etcétera. Entre sus continuadores y discípulos, Torres Balbás y Flórez, uno de los arquitectos de la Residencia de Estudiantes.

     Carlos Gato Soldevilla[3] (1879-1933) fue arquitecto y catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid, autor, entre otras obras, del efímero Pabellón del Ministerio de Fomento (1907) para la Exposición de Industrias Madrileñas del Retiro. Probablemente, sería uno de los deseados para encargarle la obra en un primer momento.

     El ministro embobado con la Residencia era Joaquín Ruiz Jiménez (1854-1934), breve ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en el Gobierno de Eduardo Dato, entre febrero y junio de 1913. Ha pasado a la historia por ser el político que más veces ha sido alcalde de Madrid (4) en cortos periodos de tiempo que no superaron los dos años, lo cual no fue óbice para conseguir el ensanche de la calle de Peligros o la terminación de un tramo de la Gran Vía. En lo que respecta al cambio de ubicación de la Residencia de Estudiantes, la memoria de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) de 1912-1913, en sus páginas 330-331, cita que “por Real Orden de 11 de Agosto de 1913, refrendada por el señor ministro Joaquín Ruiz Jiménez, se autoriza la construcción de los edificios de la Residencia de Estudiantes en los terrenos que el Ministerio de Instrucción Pública poseía en los altos de la derecha del Hipódromo”. Joaquín Ruiz Jiménez fue padre del político Joaquín Ruiz-Giménez Cortes[4], ministro de Educación Nacional en la dictadura franquista, caído en desgracia tras los sucesos de 1956 entre miembros universitarios del SEU y estudiantes contrarios al régimen. Alumno de José Castillejo y Fernando de los Ríos, fue profesor de Elías Díaz y Arístides Royo. Fue Defensor del Pueblo entre 1982 y 1986 a propuesta del PSOE por votación casi unánime. Dirigió la tesis de Gregorio Peces-Barba Martínez sobre Maritain.

     La referencia a Guillén como colaborador de Santiago Alba, liberal, antepasado de Lolo Rico y del filósofo Santiago Alba Rico, nos lleva hacia el padre de Jorge Guillén, Julio Guillen Sáez[5] (1867-1950). Diputado, senador y empresario, quien, por las acusaciones de connivencia con el Frente Popular, fue arrestado en los inicios de la guerra civil española, lo que provocó el exilio del poeta Jorge Guillén.

     La Residencia de Estudiantes se convirtió en sus veintiséis años de funcionamiento en el primer centro cultural de España y uno de los focos de creación e intercambio científico y artístico en la Europa de entreguerras[6]. Del epistolario citado se desprende que pretendían crear una institución a imagen y semejanza de los colegios británicos. Su primera ubicación fue en la calle Fortuny 14, edificio que se fue ampliando a los edificios anejos. Tuvo desde el primer momento un edificio dedicado a biblioteca. La biblioteca pasaría al Colegio Mayor Cardenal Cisneros tras la Guerra Civil.

    El traslado a un edificio más amplio para los libros se produce con la llegada a la Residencia de Juan Ramón Jiménez, que ocupará el cuarto 14, que primero había sido biblioteca y tenía ventanas al jardín.

Juan Ramón Jiménez

     En 1915 empieza la etapa en la calle Pinar, tras dos años de obras. Juan Ramón ayudó a organizar la biblioteca. Se alojaba en la Residencia en calidad de huésped, práctica frecuente que permitía a los residentes tratar con intelectuales y artistas. Eso sí, figuró como antiguo alumno de la institución por haber sido discípulo de Giner de los Ríos.

     Estuvo en la institución entre septiembre de 1913 y enero de 1916, momento en que marcha a Estados Unidos para casarse con Zenobia Camprubí. A su vuelta, reside otra vez por dos semanas hasta que se amuebló su nueva casa.

     En la Residencia dieron charlas o comunicaciones Unamuno, Menéndez Pidal, Antonio Machado, Américo Castro, Ortega y Gasset, Marie Curie, Howard Carter, Einstein, Chesterton, Falla y Ravel, entre otros. Y allí estudiaron Buñuel, Lorca, Dalí y Pepín Bello, por ejemplo.

     El nuevo edificio de la calle Pinar se construyó, como decíamos, en el llamado Cerro del Viento o del aire, en los altos del Hipódromo, que Juan Ramón rebautizó como la Colina de los Chopos. Fueron 3.000 y él ayudo en su plantación. Diseñó también los jardines del Patio de las Adelfas, conocido como el Jardín de los Poetas, implicándose con visitas diarias hasta su terminación. En las nuevas instalaciones disfrutó de vistas a la sierra. De esa época son estas palabras del poeta:

     “Este Cerro del Viento, cuando eran sólo aquí viento y cerro, esta hoy Colina de los Chopos (que paran el viento con su nutrido oasis y nos lo entretienen humanamente ya), ¡como baja el cenit!... Aquí se puede trabajar a gusto y mucho. Hay un gran silencio…y este rincón de jardín a que da mi cuarto, me lo respetan y nadie viene a sentarse ni a hablar por aquí cerca". La moderna búsqueda horaciana de la vida retirada de Fray Luis de León.

     En Libros de Madrid se incluye la Colina de los Chopos y la dedica a Alberto Jiménez Fraud. Para el poeta, el lugar simbolizaba el compañerismo, el amor, la vida alta y pura[7].

     Por el epistolario citado, reseñado en Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, sabemos que a Jiménez Fraud, por otra carta enviada a Castillejo en septiembre de 1915, le preocupaba el canalillo que atravesaba los terrenos. Intentaba solventar y ganar terreno con su cubrimiento. El canalillo aprovechaba las aguas sobrantes del abastecimiento de Madrid por el Canal de Isabel II. A los técnicos le pareció costoso. Y en muchísimas fotos de la Residencia aparece el cauce acuático en sus inmediaciones. A partir de 1915 se ocupó de las obras el arquitecto sevillano Francisco Javier de Luque y López, que sustituía al arquitecto Antonio Flórez, institucionista, en las obras de la Residencia.




[1] Cartas de Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes, a José Castillejo Duarte, secretario de la Junta de Ampliación de Estudios, 9 de julio de 1913, extraída de Epistolario. Alberto Jiménez Fraud. (2017) Residencia de Estudiantes y Fundación Unicaja. Edición de James Valender y otros. Reseñas 23-11-2022 y 1-12-2022 en Biblioteca Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías).

[6] MIGUEL ALONSO, AURORA: (2011) La biblioteca de la Residencia de Estudiantes hasta su incorporación en la Universidad de Madrid (1910-1943). CIAN. Revista de historia de las universidades. Vol. 14, 1.

[7] FERNÁNDEZ BERROCAL, R.: (2007) Guía del Madrid de Juan Ramón Jiménez. Comunidad de Madrid.

Lo que la historia enseña: Ramón Carande

  

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 1985. FPA

     En latín rarus significa algo extraño o poco frecuente. En castellano, raro, tiene más significados. Uno nos dice que raro es algo poco frecuente o extraordinario. Otro, define raro como insigne, sobresaliente o excelente en su línea. Ramón Carande escribió un libro sobre personas sobresalientes que tituló Galería de raros atribuidos a Regino Escaro de Nogal.

     Ramón Carande Thovar recibió el premio príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985, un año antes de fallecer, cuando su sabiduría extraordinaria era reconocida como algo poco frecuente y alejado de lo vanidoso de la fama. Era un recurso habitual de cualquier profesor universitario de Historia de la economía, del derecho o de la Administración comenzar su enseñanza con “como decía Ramón Carande en Carlos V y sus banqueros…”, como argumento de autoridad real sobre la materia. Gustavo Villapalos, quien fue rector de la Universidad Complutense y consejero de educación madrileño con Ruiz Gallardón lo citaba asiduamente. En ese mismo año, 1985, el vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra, le había hecho entrega del título de cartero honorario. Los dos premios honraron una trayectoria universitaria ejemplar que se caracterizaba por un singular espíritu humanista y una plena entrega a la investigación rigurosa, en palabras del jurado del premio Príncipe de Asturias.


Cartero honorario 1985. Archivo Efe

     En su prolongada vida, fue discípulo de Giner de los Ríos y convivió en la Residencia de Estudiantes en la época de la calle Fortuny. Entre la variada correspondencia que mantuvo a través de los años, el contacto con Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia hasta acabada la guerra civil, se reinició en los años sesenta con motivo de la despedida de Carande de la universidad y con el añadido del cincuentenario de la Residencia de Estudiantes. El historiador envió a Natalia Cossío[1] y Alberto Jiménez Fraud, exiliados en Londres, una carta el 5 de mayo de 1960 con estas palabras de admiración por un estudio que el segundo había hecho sobre Maquiavelo. Lo consideraba un trozo de historia por lo que dice del pasado y por lo que permite adivinar del presente. Y a continuación, escribía la siguiente reflexión sobre lo que la historia enseña:

“Es reconfortante para la doliente humanidad, tan reacia a aprender lo que la historia enseña, encontrar en buenas plumas réplicas discretas de lo que fue tan festejado, aunque por desgracia sea tan difícil desarraigarlo, porque si malo fue aquello en manos de intérpretes inteligentes, lo que ha venido después es insoportable, tendremos que soportarlo con resignación…”[2]´

     Según el epistolario editado por su hijo, Bernardo Víctor Carande, respondió igualmente, con tanta dedicación como sabiduría, a la carta de una hispanista norteamericana, Jean Cross Newman, que le preguntaba sobre Pedro Salinas, fallecido en 1951.

      Había sido rector de la Universidad de Sevilla cuando Salinas era profesor. La hispanista quería obtener varias respuestas sobre la correspondencia de Salinas con Luis Cernuda o Romero Murube, sobre la estancia del poeta en Inglaterra, o de la siguiente en Sevilla. Además, la forma por la que ganó la oposición en la universidad; la asistencia a las típicas tertulias literarias del primer tercio del siglo XX; su vida familiar con su mujer e hijos; su visión de la enseñanza, su participación en cursos de verano o estancias en Burgos, su mudanza a Madrid; y otros temas, como su ausencia en las celebraciones del tercer centenario de Góngora en Sevilla en diciembre de 1927 o sí había tenido amistad con Ignacio Sánchez Mejías. Por cierto, hasta el ocho de enero de 2023 hay una interesante exposición sobre distintas ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Lorca en su Archivo Museo.

Ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Foto: BMRE


    Quería, en definitiva, saber cómo era como persona, en las distancias cortas, en sus fotos, en su amistad, en su relación. Sus méritos y sus premios.

     La relación de Salinas y Carande había sido continua entre 1918 y la caída de la República. No guardaba correspondencia con él por los avatares de la guerra civil donde había sido perseguido por leales y rebeldes, en palabras de Carande. Le informó de las personas que podrían tener correspondencia con Salinas como la familia del pedagogo manchego José Castillejo, que había fallecido en Londres y colaboraba en la BBC durante su exilio.

    En 1974, y no habiendo sido poeta ni participante en los actos del Ateneo de Sevilla, Carande le dijo a Jean Cross que él no podía aclarar las relaciones entre Pedro Salinas e Ignacio SánchezMejías.  Ni podía aclarar sobre el centenario de Góngora, ni sí Juan Ramón Jiménez interpuso alguna influencia, que dudaba, y tampoco creía que Salinas jugase lo que denominaba emboscada, ni ocultara las causas deliberadas o fortuitas, de su ausencia. Le recomendaba establecer contacto con José Bergamín, que pasaba temporadas en Madrid, aunque desconocía su dirección. Sabía, eso si, que Salinas no se vanagloriaba de los premios que le otorgaban ni de los trabajos excepcionales que había realizado como traductor de Proust, entre otros autores.

     Finalmente, Carande expuso a la investigadora que el carácter de Salinas, su humor se había moldeado entre Sevilla y Madrid con lo que sería difícil la vida, su vida, durante el exilio al no poder hablar con españoles y practicar la ironía y las creaciones o juegos de palabras al que era aficionado. Por el contrario, en la intimidad lo apreciaba indefenso e indeciso. Y tenía una especie de manía, comprar medicamentos con envoltorios aparentes.

    Salinas, sobre todo, era uno de los grandes poetas de la generación del 27, que escribía poemas como el comienzo de Hallazgo de “Fábula y signo”, 1931:

     “No te busco

     porque sé que es imposible

     encontrarte así, buscándote

     Dejarte. Te dejaré

     como olvidada

     y pensando en otras cosas

     para no pensar en ti

     en ellas, disimulada.”

 

Salinas con sus hijos. Foto: Carmen Conde.

 



[1] https://elpais.com/diario/1980/12/02/cultura/344559605_850215.html Natalia Cossío realizó una gran labor pedagógica e hizo la edición definitiva de El Greco de ManuelBartolomé Cossío, su padre.

[2] JIMÉNEZ FRAUD, A.: Epistolario I, II, III. Fundación Unicaja y Residencia de Estudiantes. Madrid. 2018. Consultado en sala biblioteca ArchivoMuseo Ignacio Sánchez Mejías, 15-11-2022.

Bodas de sangre

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