Cultura y sociedad

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El bálsamo de Fierabrás

 

Estudiante del S. XVII leyendo El Quijote. Wikimedia


 

     “… Lo que le ruego a vuestra merced es que se cure; que le va mucha sangre de esa oreja; que aquí traigo hilas y un poco de ungüento blanco en las alforjas.

     -Todo esto fuera bien excusado- respondió don Quijote si a mí se acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás; que con sola una gota se ahorraran tiempo y medicinas.

     - ¿Qué redoma y bálsamo es ése? - dijo Sancho Panza.

     -Es un bálsamo- respondió don Quijote-, de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna. Y ansí, cuando yo la haga y te la dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo… antes que la sangre se yele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajado igualmente y al justo. Luego me darás a beber solo dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana[1]…”  

     Fierabrás o brazo fiero hacía referencia a un cantar de gesta anónimo de la segunda mitad del siglo XII incluido en el ciclo de poemas carolingios, donde se relata la fabulosa cruzada de Carlomagno en busca del ungüento o loción que embalsamó a Cristo y que, robado por el gigante Fierabrás, retenía en su poder el emir de Egipto. Hay quien piensa que el legendario gigante Fierabrás era hijo del poderoso emir de Balán y que los barriles de bálsamo que robó producían acciones milagrosas semejantes a la consecución de la inmortalidad. Se cuenta que Fierabrás vivió cientos de años gracias a la miel y aceite de Cristo. Hubiera vivido más si no hubiera sido un militar tan belicoso en mil y una batallas, como en la conquista de Jerusalén, donde murió entre la espada y la pólvora. Su tumba descansa en las aguas profundas del Mediterráneo.

     Don Quijote, en sus aventuras, queda maltrecho en los lances con el vizcaíno (I, IX) y los yangüeses (I, XV). Más tarde, en el capítulo XVII, parte 1ª, en otro lance nada caballeresco, queda golpeado por el candil de un cuadrillero, por lo que pide los ingredientes que dice que componen el bálsamo:

     “… Levántate, Sancho, si puedes, y llama al alcaide de esta fortaleza, y procura que se me dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo; que en verdad que creo que lo he de bien menester ahora, porque se me va mucho la sangre de la herida que esta fantasma me ha dado… hizo un compuesto mezclándolos todos y cociéndolos un buen espacio, hasta que le pareció que estaban en su punto… resolvió de ponello en una alcuza… y luego dijo… más de ochenta paternostres y otras tantas avemarías, salves y credos, y a cada palabra acompañaba una cruz, a modo de bendición… Hecho esto… se bebió de la que no pudo caber en la alcuza… casi media azumbre; y apenas lo acabo de beber, cuando empezó a vomitar, de manera, que no le quedó cosa en el estómago; y con las ansias y agitación del vómito le dio un sudor copiosísimo, por lo cual mandó que le arropasen y le dejasen solo. Hiciénronlo ansí y quedóse dormido más de tres horas, al cabo de las cuales despertó, y se sintió aliviadísimo del cuerpo, y en tal manera mejor de su quebrantamiento, que se tuvo por sano, y verdaderamente creyó que había acertado con el bálsamo de Fierabrás”[2].

       Los ingredientes recuerdan más al aliño que sazona o a un remedio casero que en nada recuerda la magia o a las fabulosas leyendas o romances medievales. Cervantes dota al brebaje de un alivio y sanación paródico, un remedio acompañado de rezos que pueden producir un efecto placebo.

     El medicamento tenía una fama precedente por su mención en los libros de caballerías que habían enloquecido a Don Quijote. Por el contrario, lo bebe Sancho Panza y empeora. Don Quijote concluye que es debido a que no es un caballero armado.

     Lo gracioso, además de los efectos distintos entre el caballero y su escudero, es que, al ser un bálsamo, se debería untar y no ingerir[3], ya sea por la mala indicación de los libros de caballería, en los que cree, ya sea en la comprensión del producto que debería aplicarse en la piel. No olvidemos que todo ello se acompaña del paródico, y asqueroso, arrojo del vómito sobre su compañero al tomar el brebaje.

      El romero se usaba desde la antigüedad para friegas, el vino calmaba el ánimo, y el aceite y la sal se utilizaba en contusiones. Mezcladas, potenciarían sus milagrosos efectos calmantes. Una ironía de Cervantes sobre los remedios maravillosos, como conocería por su padre, un cirujano-barbero[4].

     Las leyendas medievales y caballerescas de Carlomagno tuvieron influjo en la literatura culta de Cervantes y Calderón. La puente de Mantible calderoniana lo refleja en una comedia de capa y espada. En Cervantes, los recuerdos de los hechos legendarios de Carlomagno aparecen por las distintas vías de los romances, la épica italiana y los libros de caballerías, lo cual es reflejo de la fama que gozaron las distintas historias y leyendas carolingias: Los gigantes como Galafre o Fierabrás, los brebajes o la Zoraida de la historia del cautivo. Carlomagno tenía además otro aspecto que sigue apreciándose hoy en día en algunas novelas históricas y que mantenían las novelas de caballerías de fines del medievo y principios de la modernidad: la presunción de veracidad.

      Cervantes satiriza la supuesta veracidad de los libros de caballerías (parte 1, capítulo XXXII) o se rebela don Quijote al demostrar sus locos conocimientos de esos libros al listar a sus caballeros andantes cuando el canónigo le reprocha creer en esas patrañas (parte 1, capítulo XL), citando en primer lugar los relacionados con Carlomagno para imprimirles de mayor veracidad.

     Otro aspecto destacable: El bálsamo de Fierabrás, en origen considerado el aplicado a Cristo para su embalsamiento, es usado por Cervantes de forma paródica. Ya sea en su uso- cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo- como en la aplicación comercial de Sancho.

     Hay también una parodia lingüística por parte de Sancho Panza (Parte 1, Capitulo XVII) cuando el escudero confunde a Fierabrás con el Feo Blas.

     Y la parodia culmina con la composición del bálsamo[5], que antes se ha citado, con un efecto placebo o calmante, más que curativo.

Disertación quijotesca. Wikimedia y Museo Cervantes.




[1] CERVANTES, M.: Don Quijote de la Mancha, parte I, capítulo X.

[2] CERVANTES, M.: Don Quijote de la Mancha. Parte I, capítulo XVII.

[3] SANTOS, L.: “Con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni pensar morir de ferida alguna”: Apropósito de los efectos del bálsamo de fierabrás en don Quijote. Revista Estudios. (31), II 2015, 1-17.

[4] ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J.: Remedios maravillosos: El bálsamo de Fierabrás. Pregón, N.º 78, marzo de 2017, páginas 78-79.

[5] GUMPERT, C.: La Historia de Carlomagno como fuente de Cervantes. DICENDA, Cuadernos de Filología Hispánica, N.º 7. Edita Universidad Complutense de Madrid. 1987.


18-10-2025 19:51 Actualizado 21:44

El bálsamo de Fierabrás

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