"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Una mirada a través de la ventana indiscreta

    


     “Nada hubiese podido impedirme rodar este filme, pues mi amor al cine es más fuerte que cualquier moral” Alfred Hitchcock, como respuesta a los ataques a “La ventana indiscreta”1.

      “La ventana indiscreta” es el título para España de “Rear Window”, película de 1954, que podríamos traducir como 'ventana trasera'. Relacionado con la intimidad de cada uno de nosotros, lo que ocultamos. Nuestra vida privada. La ventana trasera del alma. Y, también, lo que sucede cuando, llevados por la curiosidad, nos implicamos en la vida de los demás intentando solucionar algo terrible, o no, que ha ocurrido mientras miramos una colmena humana con sus historias. Reparto: James Stewart, Grace Kelly, Thelma Ritter, Raymond Burr, Judith Evelyn, Wendell Corey.

      Me interesa el final, cuando se produce el arrebato vengativo del asesino, cuando toma conciencia de haber sido observado y descubierto por un vecino. Es una escena rodada en un espacio artificial donde se construye una comunidad de vecinos en torno a un patio y desde el piso de un fotógrafo mirón con una ventana trasera como gran objetivo para ver, pero donde luego será visto y puesto en peligro. El espacio tiene un papel relevante. El tiempo es rápido y está relacionado con la acción.


      Un arrebato, sí, una pérdida de todo sentido que hace que el espectador sea atacado por el actor. Los actores, que van vestidos con ropa contemporánea a la época de rodaje y maquillaje normal. Vestuario más especial para Lisa, por E. Head. Thorwald es un vecino que descubre que es descubierto (Raymond Burr) y mira la mano de Lisa (Grace Kelly) cunado descubre, que su secreto más íntimo, su crimen, es conocido por L. B. “Jeff” Jefferies (James Stewart)2, espectador que actúa, que observa, que vigila, y que indaga a través de sus ojos y a través de su objetivo de fotógrafo, de una forma casi panóptica, propone una hipótesis de lo visto. La cámara y el mirón son vistas. Jeff no quiere ser descubierto. Enseguida se disocian cámara y mirón porque se vuelve hacia el mundo del que observa desde la ventana trasera. Dispone cómo puede salvar a su amada Lisa que ayuda al que no creía, a su esquivo e imprevisible enamorado. Da dinero a su enfermera Stella (Thelma Ritter), informa de sus deducciones a su amigo detective (Wendell Corey). Nervioso y excitado, le convence. Esta dilación informativa le hace perder tiempo y, lo más importante, lo deja solo y vulnerable, a merced del asesino vengativo, que, desesperado, sube las escaleras clavando sus zapatos como si pusiera los clavos para fijar a su víctima, para causar temor en su alma, que sabe que viene hacia él. Lo sabe tras la llamada silenciosa y al observar que el piso de Thorwald está en absoluta oscuridad, solamente con su ojo derecho, receloso, temeroso. Solo y con poca luz. La iluminación resalta una frente sin sudor, tal vez fría. Es consciente por la luz que entra por bajo de la puerta cuando se apaga. Su miedo le pone en guardia. Aumenta el ruido de las suelas de los zapatos, martilleando. Su arma es la capacidad de ver y  así utiliza la luz, casi fuego, del flash aprendido en su trabajo. La luz del fogonazo. Se coloca en la penumbra, en la oscuridad, junto a la ventana trasera como compendio de su vida o muerte.

      ¿Qué quiere de mí? (con voz perentoria y enérgica, apenas hay luz, pero sus ojos sí la reciben), pregunta el vecino asesino. La cámara enfoca a Thorwald que cierra la puerta del piso, ya sin luz que se había apagado cuando llegaba el asesino. Está confuso porque está junto a quien sabe su vida casi también como él. Un mirón, únicamente un mirón. Quien sabe todo o ha intuido todo. Aunque es un asesino, se siente vigilado y descubierto. Y le ofrece dinero. Jeff sigue en la oscuridad, en la penumbra, junto a la ventana trasera. Callado. Desconcierta al oponente. Le pide que diga algo. Perplejo, no entiende la razón por la cual Lisa, la mujer indiscreta, no le ha denunciado. Solamente quiere la alianza, su alianza. Un anillo que puede unir la relación de Jeff y Lisa, un anillo que condena a Thorwald como asesino.

      Cuando le dice que el anillo ya está en la comisaría de policía, lo razonable hubiera sido huir, esconderse, desaparecer, pero se abalanza contra su mirón, quien le ha descubierto cómo es con una luz real. Se intercambian y roban primeros planos.

      Cuatro fogonazos de flash iluminan la estancia que permanece oscura entre uno y otro oponente, únicamente resaltado, inicialmente, por los ojos y gafas de Thorwald cuando entra en la habitación, pero la conversación se produce en la penumbra. Cuando empiezan los fogonazos se enfocan las caras de los oponentes. Una luz blanca que se convierte en ámbar cuando se disipa. Tras el cuarto fogonazo el atacante ya esta sobre el mirón que está impedido por un accidente, pero se defiende, mientras puede, gritando a su amada. La cámara sale del cuarto de la ventana trasera y vuelve al plano general del edificio cuando llegan Lisa y el amigo policía. En la pugna rápida vence el atacante mientras se dirigen en ayuda de Jeff. El patio y sus vecinos se convierten de actores en espectadores, y la policía, Lisa y la enfermera entran en la escena cruzando el patio para ayudar en el momento postrero al fotógrafo que, todo ojos, ha descubierto al asesino, y  llegan a recoger su cuerpo cuando se estrellaba en el suelo.


      La curiosidad, la vida y el amor sobreviven ante el arrebato sinsentido del asesino. El final de la película revisa el vecindario en distintos planos, en una escena final que probablemente influiría en el dibujante Ibáñez y su 13 rue del percebe o en las comedias de situación sobre vecinos.

      El movimiento de la cámara va enlazando los lugares del patio, da ritmo a la acción entre los oponentes y nos muestra todo el escenario cuando salen y entran en escena los actores que salvan a Jeff. El antagonista Thorwald habla poco o nada durante la película, pero se entiende el miedo y la represalia que prepara con su mirada y, a pesar de los fogonazos, empuja con embestidas. Jeff habla mucho durante la película, pero es parco en palabras en la escena final ante el vecino asesino.

      Junto a la resolución del crimen, el anillo nos lleva al rescate, tal vez, de la relación entre Jeff y Lisa. Y consigue conectar la atención del vecindario como espectador, y ser partícipe, de lo que sucede en él en este momento. Al final, como al principio, la cámara enfoca la colmena humana del edificio, con sus historias, su evolución desde el miércoles hasta el momento de la acción, sábado.

      En esta película se empieza a vislumbrar la travesía entre actores y espectadores. De la pantalla cinematográfica, donde interactúan, hacia el patio de butacas, o en sentido contrario. En “El gran teatro del mundo” de Calderón de la Barca se mostraba los entresijos de la vida como una obra de teatro pues la vida es como un gran representación, y los actores actúan desde el vestuario dando un punto de vista distinto a la escena. Esa ruptura se muestra tiempo después, en la década de los ochenta, con ese paso de frontera, como ocurre en “La rosa púrpura de El Cairo” de W. Allen, 1985, donde el actor se fija en la espectadora y entra en relación con ella, traspasando la pantalla.


FUENTES CONSULTADAS:

-GUBERN, R.: Historia del cine. Anagrama. Barcelona. 2016.

-TRUFFAUT, F.: El cine según Hitchcock. Alianza Editorial. Madrid. 1974.

-BORDWELL, D.: La labor inferencial del espectador en La ventana indiscreta. Revista Acta poética 11. Otoño 1990.

-BORDWELL, D., STAIGER, J., y THOMPSON, K.: “La narración clásica”, en El cine clásico de Hollywood. Estilo cinematográfico y modo de producción hasta 1960. Paidós. Barcelona. 1997, páginas 26-45.

-PÉREZ MÉNDEZ, I. M.: Miradas desde el umbral: El voyeurismo en la obra de Edward Hopper y Alfred Hitchcock. Arte y Sociedad Revista Investigación. Número 13. Octubre 2017.

-SÁNCHEZ SÁNCHEZ, F.: Desde la coexistencia de modelos de representación, hasta la cristalización de un nuevo modelo: La ventana indiscreta. Fonseca, Journal of Comunication, n. 9 (Julio-Diciembre de 2014), pp. 175-206.

-https://www.filmaffinity.com/es/film802694.html

-https://www.filmin.es/   



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1TRUFFAUT, F.: El cine según Hitchcock. Alianza Editorial. Madrid. 1974. Página 21

 

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