Cultura y sociedad

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La paz de los Pirineos

     

Los Pirineos hacia 1690. (IGN).

     A mediados del siglo XVII, la paz de Westfalia (1648) había dejado sin resolver el conflicto hispano-francés. España intentaba superar la crisis de desintegración territorial de la década de 1640. Se beneficiaba de luchar en territorio propio para recuperar Cataluña. Frustró la estrategia francesa en el Mediterráneo orquestada por Mazarino de dominar Nápoles y Sicilia. Y de los asuntos franceses, se benefició de los sucesos de La Fronda durante el año brillante de 1652, con triunfos en Dunkerque, Barcelona y Casale. 

     Pero..., los recursos del imperio español no eran suficientes ni humana ni económicamente. Nunca había sido una economía boyante para un imperio tan grande. Las quiebras, los problemas con los banqueros habían sido un distintivo en época del César Carlos y Felipe II, pero, al menos, pudieron construir edificios como el palacio de Carlos V en la Alhambra, la morada de Yuste o el Escorial como símbolo de poder de los Austrias.

      No, no había desaparecido el poder de los Austrias. Era que otras potencias emergentes se aliaban para competir al mismo nivel y superar, paulatinamente, el dominio español. No se pudieron mantener intactos los caminos por Europa y Francia contó con el apoyo inglés de Cromwell que intentaba obviar sus problemas en el Protectorado participando en asuntos externos. Era la inercia de Rocroi.

Entrevista entre Luis XIV y Felipe IV. Jacques Laumosnier. (Wikipedia).
 

      La victoria franco-inglesa de las Dunas (14-06-1658) propició la paz de los Pirineos de 1659, por la que se obtenía un acuerdo más o menos ecuánime. La frontera franco-española se situaba en los Pirineos, no se perdía la integridad que actualmente conocemos y se mantenían las posesiones italianas. La única pérdida, Portugal. Al mismo tiempo, se establecía el matrimonio de Luis XIV con la infanta María Teresa de Austria. 

     La primera mitad del siglo XVII asistió a la pervivencia del dominio español. La segunda mitad fue francesa. En la Isla de los Faisanes (1569), entre Irún y Hendaya, en el río Bidasoa se reunieron Luis XIV y Felipe IV para el acto de compromiso matrimonial entre Francia y España.

Entrevista entre Luis XIV y Felipe IV en la Isla de los Faisanes. Tapiz de Le Brun. Wikipedia.

      De esta reunión hay un cuadro al óleo de Jacques Laumosnier de 1660, que se conserva en el Museo de Tesse en Le Mans, y un tapiz de Le Brun tejido hacia 1665, que se guarda en la embajada francesa en España. Luis XIV y Colbert siguieron apoyando las manufacturas de los Gobelinos instadas por su abuelo Enrique IV. Le Brun supervisaba el proyecto de elaborar desde orfebrería a tapices. Los Gobelinos cumplían una labor de formación que permitía a los artesanos liberarse de los gremios y mantener una carrera personal como artistas.

      En la escena, del lado galo, el rey francés, la reina madre Ana de Austria, hermana del rey de España, Mazarino y el duque de Orleans. Del lado español, el rey Felipe IV, la Infanta María Teresa, su hija, el príncipe heredero Carlos, Luis de Haro, que había negociado el tratado, y Velázquez, uno de los que prepararon el acto, en su época de aposentador real.

      Las indumentarias de la corte española y francesa eran distintas. Zapatos claros con alzas, lazos rojos, rizos en el peinado, bordados contrastan con la sobriedad española que remarca el mantenimiento de la influencia de las órdenes militares como Santiago, Calatrava y Alcántara.

     

Google Maps


      Obras consultadas:

-RIBOT, L (coord).: Historia del Mundo Moderno. Actas. Madrid. 2010. 595 páginas.

-CÁMARA MUÑOZ, A. y CARRIO INVERNIZZI, D.: Historia del arte de los siglos XVII-XVIII. Redes y circulación de modelos artísticos. CERASA. Madrid. 2021. 525 páginas.

-Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional.

-UNED CEMAV.

-Google Arts.

-Google Maps.

-Wikipedia.


 

La pérdida y el recuerdo

    
      El 21 de abril de 1898 el congreso de los Estados Unidos de América recibió la petición del presidente Mckinley para declarar la guerra a España tras la movilización propagandística de la sociedad estadounidense por distintos medios, destacando los empresarios de prensa Hearst y Pulitzer. Los restos del imperio colonial español eran Cuba, Puerto Rico y algunas islas del Pacífico, entre ellas, el archipiélago filipino.
      La pérdida emocional de los últimos vestigios de un imperio, ya residual territorialmente desde la segunda década del siglo XIX, planteó el cuestionamiento del sentimiento español, su situación política, sus problemas sociales, el papel de los poderes fácticos como el Ejército, la configuración del propio estado y  de su estructura económica.
      El regeneracionismo como consideración de España había comenzado antes de la crisis de 1898, más se constituyó en motor necesario al poner esta actualidad como foco de sus postulados. Fueron postulados o arbitrios, muchas veces contradictorios, presentados por intelectuales y escritores que mediante ensayos, artículos de prensa, conferencias y discursos proponían soluciones a los problemas de España. Algo parecido ocurrió, especialmente tras la derrota de Rocroi en 1643 y el reinado de Carlos II, y existente desde finales del siglo XVI y siglo XVII, con los arbitristas económicos relacionados con la Universidad de Salamanca.
      Considerar España como problema. España era un organismo histórico de sustancia etnocultural de base castellana, generada a través de los siglos; una realidad objetiva e irreversible que era mejorable. Conscientes del atraso, incidían en el mismo con el interés de llevar a cabo una modernización que recuperará la grandeza pasada. Como grandes taras señalaban la naturaleza oligarca y caciquil del sistema de la Restauración que se plasmaba en el atraso campesino, la escasa investigación científica y técnica, el pequeño desarrollo industrial, la pérdida del estatus como potencia europea y el analfabetismo e incultura que lastraba el desarrollo de los ciudadanos y élites intelectuales para que actuasen como transformadores de la sociedad. Como remedio se hacía una crítica al desarrollo del liberalismo español y su manifestación política, el parlamentarismo, llegando a proponer situaciones de excepción. Este movimiento influirá en pensamientos de derecha como el maurismo y de extrema derecha como el primoriverismo, el falangismo y el franquismo.  
     Otros, en otra perspectiva, fiarán las virtudes regeneradoras a la verdadera democracia con la asunción de la nación española e influyendo en republicanos y socialistas que evolucionan del regionalismo al autonomismo en el tránsito de la monarquía a la república. La cuestión regional estará también dentro de los planteamientos de  regeneracionistas1.
      El sistema de la Restauración fue incapaz de impulsar el desarrollo de la sociedad española en el momento en que se producía una expansión de las naciones capitalistas. Una crisis ideológica sobre la identidad de España, que Tuñón de Lara calificó de quiebra ideológica, pero que para González Cuevas no fue único en Europa porque a partir de 1890 Portugal renunciaba aparte de su imperio colonial, o con el primer fracaso italiano en la Abisinia y la derrota francesa de 1870 frente a Alemania. La crisis afectó, por tanto, a las ideologías dominantes, liberalismo y conservadurismo, y desarrolló, por ende, a otras ideologías desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Surgió un conservadurismo radical donde lo nacional ocupaba un lugar prioritario y que se podría denominar como conservadurismo integral que en España tuvo un lento avance que se manifestó en el surgimiento de nacionalismos a partir de los regionalismos vasco y catalán como síntoma de la debilidad del sentimiento español tras la pérdida de las últimas posesiones territoriales fuera de la España actual2. Y, en otro espectro, influirán en el desarrollo de la dictadura de Primo de Rivera al final del reinado de Alfonso XII, en su promoción de desarrollo económico y modernización técnica.
      Como otra idea de España, se aportará por republicanos y socialistas, en el primer tercio del siglo XX, el intento de asentar una república española en la década de la Gran Depresión.
      El historiador marxista Hobsbawm calificó al imperio español, junto al portugués, de imperios preindustriales3 al mismo tiempo que supervivientes de la edad Moderna. La relación entre la metrópoli y las antiguas colonias se mantuvo a través de las relaciones basadas en una cultura hermanada por una lengua común, un comercio que nunca se rompió, pero que ya estaba dominado por los estadounidenses desde antes de la independencia como ha señalado Carlos Malamud4 indicando que en 1850 ya exportaba Cuba cuatro veces más al vecino americano que a España, y unos lazos familiares de emigrantes de ida y vuelta.
      El recuerdo sentimental de Cuba se plasma en la literatura de la Edad de Plata de la cultura española. Como ejemplo final, señalar que el impacto que causa Nueva York en Federico García Lorca es matizado al final de su viaje con el paso por Cuba como se aprecia en su poemario "Poeta en Nueva York", donde consagra su décima parte a la llegada a La Habana, siendo el poema “Son de negros en Cuba” muestra de ese cambio emocional tras dejar su estancia en Estados Unidos.

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1 DE LA GRANJA, J. L. , BARAMENDI, J. , ANGUERA, P.: La España de los nacionalismos y las autonomías. Síntesis. Madrid. 2001. Versión kindle. 1171-1212.
2 GONZÁLEZ CUEVAS, P. C.: Historia de las derechas españolas. De la Ilustración a nuestros días. Biblioteca Nueva. Madrid.2000. Páginas 187-220, sobre la crisis del 98.
3 HOBSBAWM, E.: La era del imperio, 1875-1914. Crítica. Buenos Aires. 2009. Página 66
4 MALAMUD, C.: Historia de América. Alianza Editorial. Madrid. 2013. Página 394.

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