Cultura y sociedad

Mostrando entradas con la etiqueta Filipinas hispana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Filipinas hispana. Mostrar todas las entradas

Adiós Mindanao, adiós, Mindoro_2 Música para el tacto perezosa

      

Mar de Célebes. Wikimedia

     Es un lugar común que la presencia española en Filipinas desapareció con la derrota de 1898 frente a Estados Unidos. La presencia hoy en día sigue siendo residual y su impacto en la sociedad de ese archipiélago es muy limitada. Se cree que este declive ha sido uniforme debido a la desaparición de las personas educadas durante la dominación española, la ocupación estadounidense y el hecho excepcional de la ocupación militar japonesa.

     Rodao ha observado, por el contrario, altibajos en ese declive. El momento de no retorno de la hispanidad es el periodo que cubre 1935-1945. En 1946, lo hispano queda muy limitado en la sociedad filipina. Otro factor decisivo fueron las disputas internas dentro de esta comunidad, ya exánime, que limitaba su influencia en el conjunto de la sociedad. Hubo intereses entre los hispanistas filipinos dirigidos a considerar que el fin de la ocupación norteamericana con la llegada de los japoneses beneficiara su situación[1]. La situación era distinta. Tras Pearl Harbor en el Pacífico y la dictadura franquista en España, la relación inicial, que luego fue cambiando, parecía favorecer esta perspectiva.

          Filipinas fue siempre un territorio lejano respecto a la ideal ubicación de los territorios americanos del imperio hispánico. Respondía al interés por tener un pie en Asia que disminuyera la presencia holandesa y portuguesa en el Pacífico. El vínculo se mantuvo a través del virreinato de Nueva España- galeón de Manila-, que se debilita con la independencia de los estados americanos en la tercera década del siglo XIX. Y no se mantiene con las élites criollas de Cuba y Puerto Rico. No quedó alguien que pregonara o influyera de forma constante lo hispánico en Filipinas.

     Las visiones nacionalistas de filipinos y de españoles han perturbado la visión de la literatura en español. Apenas se habló en español tras 1898 en Filipinas durante el dominio de Estados Unidos. Surge una reivindicación de Filipinas en el primer franquismo por mediación de la falange al evocar la labor evangelizadora y civilizadora del imperio español trasladada al espíritu nacional.

     Desde Filipinas se consideró, antes de la dictadura de Marcos, que algunos de sus escritores, con José Rizal a la cabeza, eran asimilados a héroes de la patria. Eran sus escritos textos patrióticos, enseñados en las escuelas (Ortuño y Gasquet).

    Y como curiosidad, tras la entrada efectiva americana en 1902, momento en el que hubo un proceso de reeducación y eliminación del español, hay críticos que consideran que la literatura de filipinos en español durante ese periodo, 1898, o 1902, hasta 1946, es literatura de los Estados Unidos (Lifshey).

     Hay una razón definitiva que nos ayuda a comprender esta lenta desaparición de lo hispano en Filipinas. Con la ocupación japonesa, la comunidad hispana o la comunidad hispanofilipina apoyó al nuevo dominador, pensando que su cultura sería más respetada que como lo estaban haciendo los americanos. En un primer momento, y como coincidía con la fase falangista del franquismo, las relaciones eran mejores para los hispanofilipinos que para el resto de los filipinos. España era neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero hasta 1942 era favorable al eje Alemania, Italia y Japón. El gobierno de Franco llevaba la representación de asuntos administrativos del gobierno japonés en Europa. 

     La situación comenzó a cambiar cuando los japoneses eliminaron el español de los tribunales de justicia, manteniendo el inglés de forma transitoria y siendo únicamente oficial el tagalo. La administración franquista empezó a pensar en su supervivencia a partir de 1942, cuando comprobó que la suerte de la guerra mundial cambiaba y que las quejas de la comunidad hispana de Filipinas iban en aumento. Los hispanofilipinos siguieron conviviendo con la administración japonesa y, al mismo tiempo, contactaron con la guerrilla filipina que luchaba contra los ocupantes. Además, esta comunidad, como se ha mencionado antes, no mantenía una conducta homogénea. Y no era lo mismo la comunidad hispana de Manila que la del resto de Filipinas. El poder de la Falange en Filipinas desapareció a partir de 1942 coincidiendo con la caída de Serrano Suñer como ministro de Asuntos Exteriores, falangista y cuñado de Franco, y la con la llegada de Jordana a dicho ministerio, ultraconservador y considerado aliadófilo a pesar del reconocimiento de Laurel, gobierno títere de Filipinas, que tendría la consecuencia de considerar lo español como partidario de Japón en la prensa y política exterior americana, una percepción con concepción precedente de años anteriores al final de la guerra mundial. Y la guerrilla filipina consideró mayoritariamente a los españoles colaboracionistas de Japón. Al final, el telegrama de felicitación a Laurel fue rectificado por las presiones americanas. Y la amistad hispano-japonesa acabó. El Plan del Yen Especial para recabar fondos a España se canceló cuando estaba a la mitad.

     Y llegó la batalla de Manila. La mayoría de la comunidad española se encontraba en la capital. Las tropas americanas envolvieron a la Marina japonesa en la zona vieja de la ciudad. Allí los japoneses cometieron la mayor masacre de españoles e hispanizados, la mayoría refugiados en el Consulado español.

     Acabada la guerra mundial, el gobierno filipino estuvo constituido por figuras que habían luchado contra los japoneses. Aunque luego tuvieron que compartir el poder con colaboracionistas.

     El 15% de la colonia pereció. Otros se encontraron en la pobreza, sin recursos. Mil de ellos emigraron a España. Aunque personalidades como Andrés Soriano, Mike Elizalde o la familia Zóbel tuvieron relación con el gobierno de Antonio Roxas, los filipinos empezaron a verse más identificados con los americanos y menos con la cultura o la comunidad española. El régimen de Franco fue aislado en las Naciones Unidas hasta la siguiente década, los años cincuenta del siglo pasado. Y la élite filipina de cultura hispana fue identificada con el gobierno de Franco. Los restos de la comunidad española fue disminuyendo en su influencia y poder económico. Las órdenes religiosas comenzaron un proceso rápido de dominio de los naturales del archipiélago. (Rodao)

ABC, 23 de marzo de 1945

                               ---- ---- 

     Aunque hemos leído menos de la mitad de los artículos que escribió en prosa Gerardo Diego sobre su viaje a Filipinas, que rememora de forma agradable la misión de 1935, y que escribe con más libertad conforme pasan los años, se puede señalar lo siguiente:

      Que tan pronto acentúa Celébes, como Celebes o Célebes, que estamos más acostumbrados a esta última. En realidad, depende del idioma y de su evolución a través del tiempo.

     El 23 de septiembre de 1983 escribió en ABC que por consejo de Pablo Neruda, que había sido cónsul en Java, Julio Palacios y Gerardo Diego regresaron dando la vuelta por Indonesia, singularmente Bali y sus grupos musicales conocidos como gamelanes y que el poeta chileno le regaló un traje de hilo blanco que tuvo que reducir su tamaño- si observamos el aspecto físico de Neruda y Diego en fotografías antiguas lo comprenderemos- y un libro francés de viajes por el Índico y el Pacífico.

     El texto más antiguo de Diego que hemos leído sobre la misión en Filipinas, a excepción de sus sonetos, está fechado el 14 de noviembre de 1942, Fotos. Es un texto descriptivo geográfica y etnográficamente. Y lo vamos a individualizar en la memoria de la isla de Mindanao. Visitó Zamboanga a la que llama Cádiz filipina. El vio la emoción de la colonia española- allí, recordamos, se habla el chabacano, criollo de español y lenguas nativas- con la llegada de dos españoles treinta y siete años después. Apreció la religiosidad cristiana de los filipinos. Se encuentra con un filipino, obispo de Zamboanga, que ha sido alumno del hermano sacerdote de Gerardo Diego en el seminario pontificio de Comillas. Tiene tiempo de ver a los moros de Mindanao y sus danzas, con las bellezas femeninas, y de informarse de cuáles son monógamos o polígamos de los musulmanes.

    Recordamos que los hechos de la masacre de Manila de 1945 coinciden en ese año con el estreno de la película Los últimos de Filipinas. ¿Es una casualidad que se estrene esta película con este título cuando en marzo de este año se pensaba que se había aniquilado a casi toda la comunidad española de Filipinas? La película es un vehículo propagandístico del momento, pero muestra un pesar por la desaparición de españoles, en este caso por la masacre de los japoneses, hasta poco antes aliados, ahora enemigos, y la pérdida de la cultura española.

     Entre los once sonetos que escribió Gerardo Diego tras su viaje a Filipinas, destacamos el soneto Sucesiva[2], sensual recuerdo de las olas del mar y de otras bellezas que su retina grabó en la memoria cuando viajaba por el Mar de Célebes el 25 de febrero de 1935:

     Sucesiva

Déjame acariciarte lentamente,

Déjame lentamente comprobarte,

Ver que eres de verdad, un continuarte

De ti misma a ti misma extensamente.

 

Onda tras onda irradian de tu frente

Y mansamente, apenas sin rizarte,

Rompen sus diez espumas al besarte

De tus pies en la playa adolescente.

 

Así te quiero, fluida y sucesiva,

Manantial tú de ti, agua furtiva,

Música para el tacto perezosa.

 

Así te quiero, en límites pequeños,

Aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,

Y tu unidad después, luz de mis sueños.



2-5-2025 9:33, actualizado 21:16

[1] RODAO, F.: Una hipótesis que parece cumplirse, en Revista Filipina, verano 2013, Volumen 1, Número 1. Páginas 20-21.

[2] DIEGO, G.: Obras Completas, tomo I. Edición de Francisco Javier Díez de Revenga. Alfaguara. Madrid. 1989-1996.  Capítulo III, poemario Alondra de Verdad. Páginas 423-512.

    En el tomo IV de Obras Completas, páginas 309-313, Fotos, 14-11-1942. 

    En el tomo VIII de Obras Completas, páginas 610-614, ABC, 23 de septiembre de 1983.

   Este artículo aparece también en Gerardo Diego en ABC, editado por Rafael Inglada y prólogo de Julio Neira, en Bodega y Azotea. Fundación Gerardo Diego. Santander. 2011. Es importante por la referencia que hace de Pablo Neruda. En las memorias del poeta chileno habla de su conocimiento de la zona del Índico y el Pacífico, pero no menciona entre los españoles a Gerardo Diego, o al menos no lo hemos encontrado en Confieso que he vivido.

 Reseña de obras de Diego: 25-7-2023, 29-04 y 30-04-2025 Archivo Museo Sánchez Mejías.

Adiós, Mindanao, adiós, Mindoro_1

Manila. 1934. Wikimedia

 

 Adiós

Adiós, islas malayas, bizarría

y capricho del mar, lujo del moro,

playas de Mindanao y de Mindoro,

bajo las palmas que el aire mecía.


Bronces humanos, siempre en melodía

de escorzo, aladas danzas, meteoro

de flamigero ritmo y krises de oro

y núbiles doncellas de Oceanía.


Adiós, volcanes de abrasadas minas,

alzando erectos, vírgenes, sus pechos

y sus lagos que sueñan con las nieves.


Adiós, puestas de sol en los estrechos,

laberinto de fuego, islas divinas,

Sabang, penang, Panay, Bali, Celebes. (Gerardo Diego).

 

     En 1934, el gobierno de la II República envía en misión diplomática a dos intelectuales españoles a Filipinas. El científico Julio Palacios y el escritor Gerardo Diego se encargaron de transmitir la simpatía y el afecto de España a Filipinas en su proceso de independencia de los Estados Unidos. España había mantenido una estrecha relación con Filipinas durante tres siglos. Ahora que profundizamos en la literatura de viajes de filipinos y cubanos en la lengua común, analizaremos algunas ideas sobre este especial viaje.

     La guerra para independizarse de España había comenzado en Filipinas en 1896. Pretendían los filipinos conseguir una mayor igualdad, libertades y derechos políticos, sociales y económicos. Los ilustrados y la burguesía de negocios del archipiélago consiguieron recabar el apoyo de las clases populares ante el descontento por abusos de los representantes de la administración española. En el descontento influía también el trato desigual y la diferencia de oportunidades entre el clero español y el filipino, y la preponderancia de las órdenes religiosas españolas. Estas, además, detentaban una parte muy importante de la propiedad de la tierra que limitaba el desarrollo y despegue económico de la nueva clase media filipina. 

     Su primer líder nacionalista fue José Rizal. Sus pretensiones iniciales: reforma y modernización del gobierno, representación en Cortes españolas, libertades democráticas, ocupación de filipinos en su propio gobierno y que las órdenes religiosas no actuasen políticamente. Sus primigenias ideas moderadas se radicalizaron cuando las propiedades familiares fueron confiscadas en 1890. Recurrió al Tribunal Supremo. Al perder el juicio comprendió que los derechos de los filipinos nunca serían los de los españoles. 

     Rizal fundó la Liga Filipina. Ante el temor a su influencia, fue arrestado y se le envió al exilio en Dapitán. Algunos de sus seguidores intentaron seguir por la vía pacífica, pero otros, a través del Katipunam, con Andrés Bonifacio, propugnaron ideas más radicales. A la propaganda se unió la organización de la lucha de guerrillas. El 26 de agosto de 1896, el Grito de Balintawak dio paso al levantamiento en armas contra el gobierno español que comenzó en Manila.

     Entre los hechos de ese año que agudizaron más la crisis, destaca la detención, juicio sumarísimo y fusilamiento de José Rizal, que había sido un líder pacífico. También fue asesinado Bonifacio por las luchas internas entre los independentistas. 

     La nueva figura emergente fue Emilio Aguinaldo, mestizo terrateniente y militar destacado. Aunque se llegó a un acuerdo el 14 de diciembre de 1897, pacto de Biac-Na-Bató, las reformas llegaban muy tarde, por la entrada de un factor adicional en juego: la intervención de los Estados Unidos, presidido por William McKinley, que había decidido actuar en los asuntos internos de Filipinas. Además, no todos los filipinos aceptaban el acuerdo alcanzado y pensaron que luchando con los norteamericanos contra España alcanzarían la libertad. Esta lucha continuó después cuando se dieron cuenta de que la injerencia de los Estados Unidos no iba a darles la libertad, por lo que en febrero de 1899 comienza una nueva lucha entre los filipinos y los estadounidenses. 

     En abril de 1901, Aguinaldo rindió las tropas filipinas a los americanos. Algunos focos de resistencia permanecieron hasta 1907. 

     No hay que olvidar el contexto internacional en el que se encuentra este proceso histórico: el imperialismo basado en el potencial económico y la capacidad militar; los momentos de máxima expansión colonial con el reparto de las potencias de cualquier territorio libre o de fácil control ante las antiguas potencias. Los nuevos imperios mostraban su prestigio y vitalidad de esta manera. Y un hecho importante adicional, el cambio del eje geopolítico mundial de Europa a Estados Unidos y Japón.


     Damos un salto temporal y nos encontramos con la misión cultural citada con anterioridad. En enero de 1935 llega Gerardo Diego a Filipinas. En ese año se aprobaba una constitución filipina que provisionalmente consignaba el español y el inglés como lenguas oficiales, con la consideración del archipiélago similar al estado libre asociado, previo a la independencia. Estuvo cuarenta y siete días el poeta, visita señalada por las autoridades y medios locales. El evento pasó casi desapercibido entre las autoridades españolas y Diego apenas lo reseña. Es algo similar a lo ocurrido en 2024 con la celebración en las instituciones académicas mexicanas de los quinientos años de la llegada de los doce apóstoles de Nueva España, efemérides que en España apenas ha tenido eco.

     Su compañero de viaje, Julio Palacios, relató esta peripecia en Filipinas, orgullo de España, en 1935. Hubo que esperar a 2007 a que estas peripecias viajeras fueran rescatadas por la familia Diego en Diario de a bordo, con notas del viaje en barco, las cartas a Germaine, y los 12 sonetos que se incluyen en el poemario Alondra de verdad, del que hemos reproducido al principio Adiós

     Según parece, Dámaso Alonso era quien debía haber viajado a Asia, pero una enfermedad se lo impidió, y el viaje de Diego y Palacios se improvisó con pocos días de anticipación. No eran los primeros, pero su embajada gozaba de un carácter especial. Los convulsos años 30 estaba definiendo las influencias que conformaban el ser de Filipinas, con la lengua como uno de los exponentes destacados donde el inglés, el tagalo, el cebuano convivían con el español.

     En la prensa filipina se publicó las actividades del santanderino y su compañero en la misión de la Junta de Relaciones Internacionales. Por estos datos sabemos que tuvieron varias cenas con el presidente de la cámara y futuro presidente de la Mancomunidad filipina, Manuel L. Quezón, y otras autoridades como el líder de la oposición o el presidente del Senado.

     No encontramos en la fase previa a la deshispanización de Filipinas, 1935-1946, donde influyó la amenaza fascista, la guerra civil española, la reeducación durante la Mancomunidad con el tagalo como lengua oficial cuando se preparaba la independencia en la década de los cuarenta, y la aniquilación del remanente de población española durante la II Guerra Mundial.

     El ambiente anterior al inicio de este proceso parecía propicio para la recuperación de las relaciones con las antiguas posesiones españolas con el idioma español como llave de entrada. A Diego le pidieron que no se preocupara por no saber inglés. Querían que hablase en español y con los que allí seguían utilizando como medio de comunicación este idioma. De hecho, en la prensa filipina está presente el debate sobre cuál ha de ser el idioma oficial y cuál el idioma de las relaciones internacionales.

     La lengua española era considerada la lengua de las tradiciones, de las virtudes cristianas y del pasado imperial español. El inglés era la lengua del futuro, a pesar de que el español formaba parte de la identidad filipina.

     Concluimos esta primera parte con el comentario de la nota de despedida que le pide a Gerardo Diego el diario filipino La Vanguardia el 22 de febrero de 1935. El artículo se titula Nada más hermoso que la mujer filipina

     Diego resalta la belleza natural de Filipinas. Ha conocido Manila, la más airosa y culta ciudad de Oriente, con sus recuerdos españoles. Iloilo, Cebu, Negros, Zamboanga... Baguio y la Provincia Montañosa, que le recuerda a su tierra cántabra. Maravillado. Las puestas de sol en la Bahía de Manila, los bosques de cocoteros. Y el recuerdo de la belleza de la mujer filipina.

     Cambia de tema y se redirige hacia la vida intelectual y universitaria de la capital. Pero no solo Manila, en provincias, ha encontrado público interesado en la cultura. Curiosos y agudos. Un público maduro e intelectual. Y destaca a la colonia española. Su laboriosidad, emprendimiento y el arraigo. 

     Diego no imaginaba ni podía profetizar su triste destino. Y la embajada cultural era importante para las autoridades políticas filipinas porque querían replantearse las relaciones con España, como estado liberal, moderno y laico. Un último intento de algunas autoridades de inclinar hacia lo hispano la identidad nacional filipina. Influido toda esta situación por las élites hablantes de español. El empeño no fue continuado. En España se acercaba la guerra. Al final de nuestra contienda civil, Filipinas es actor principal en la Segunda Guerra Mundial. Fue invadida por Japón. Manila fue destruida, con especial virulencia en los barrios hispanos de Intramuros y Ermita.

     No debemos olvidar que los primeros líderes nacionalistas filipinos escriben en español y que ayudan a conformar la identidad cultural de la nación, a pesar de la aculturación posterior. 

     Como curiosidad, hasta que no desaparece en 1987 de la constitución el español como lengua oficial, el periodo cultural del español durante la tercera y cuarta república es designado como edad de plata. Definición que, trasladado a nuestro ámbito cultural peninsular, resulta conceptualmente distinto.

José Rizal. PICRYL.

--------------------------------

     Bibliografía consultada:

      DIEGO, G.: Obras Completas. Tomo I. Alfaguara. Madrid. 1989. Reseña 14-11-2023 Archivo Museo Sánchez Mejías. Páginas 423-512.

     ELIZALDE PÉREZ-GRUESO, Mª D.: La restauración, 1875-1902, en Historia contemporánea de España, 1808-1923, coordinada por BULDAIN, B. Akal. Madrid. 2011. Páginas 467-504.

    ORTUÑO, R.: Embajadores culturales: recepción y trascendencia del viaje de Gerardo Diego a Filipinas en el archipiélago asiático. En Revista de Literatura, 2018, enero-junio. Páginas 112-243. 

     DONOSO, I.: La Edad de Plata de la literatura hispanofilipina (1946-1987). En Dicenda. Estudios de lengua y literatura española. Ed. Complutense. 25-07-2019.

     https://digiphilit.com/

27-04-225 11:34  Actualizado 28-04-25 9:45


 

La poesía tonta de la poeta inteligente

    Gloria Fuertes 1917-1998. Wikimedia       " Hoy, con ocasión de su centenario, sufrimos una campaña orquestada según la cual  Glori...