Cultura y sociedad

Algunas sinsombrero: Los puntos ciegos de la generación del 27

 


Fuente: Museos de Manzanares





"Tiempo en verdad dichoso. ¡Qué primavera del mundo! El mundo es un prado verde..." (Alonso)

"Ante el aluvión romántico, los dioses parecen huir de la poesía. Entre nosotros, que durante tres siglos les hicimos hueco en el rincón más recatado y noble de su mapa, son nuestras leyendas medievales, o un orientalismo convencional pasado por Víctor Hugo, quienes trataron de ocupar su lugar, pero este permanece vacante" (Cossío)

(Dámaso Alonso, prólogo, y epílogo del autor. Fábulas mitológicas en España, de José María de Cossío)

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     ¿Por qué necesitamos darle tanta importancia a los nombres? Ahora llamamos a las mujeres que escriben poesía, poetas. Antes, poetisas. A las poetas del 27 les llamábamos las sinsombrero por una anécdota que por repetida no ha dejado de ser debatida. Maruja Mallo lo contaba a Joaquín Soler Serrano en una de las entrevistas más increíbles que estos pabellones auditivos y vigilantes ojos entrevieron vetados por los aranceles de unas gafas progresivas.
     

 

     Ángela Martín Pérez disertó sobre cómo fue la intrahistoria de las mujeres olvidadas de la generación del 27 el atardecer del 13 de junio de 2025.
     En música, la adición brillante al movimiento final de una pieza musical se le llama coda. La coda de los encuentros en torno al 27 fue el de algunas mujeres que antes no tenían nombre con el que nombrarlas. Que por la moda del sombrero fueron llamadas sinsombrero, aunque la moda dispusiera en la década siguiente que fueran destocadas. 
     Aunque el próximo año, el 2026, será mujer o no será los encuentros en el archivo ISM, no podemos obviar su presencia ayer, en aquel mundo masculino de entonces.
    Bajo el título Algunas sinsombrero, los puntos ciegos de la generación del 27, son nombradas y son visibles para  la ponente las señaladas a continuación:

     Josefina de la Torre, Pura Maortua, Ernestina de Champourcín, Margarita Manso, Marga Gil Roesset, Maruja Mallo, Concha Méndez, Ángeles Santos, María Zambrano, Rosa Chacel, Rosario de Velasco, María de la O Lejárraga y Carmen Eva Nelken (Magda Donato). Entre otras.

     No, no se hace una lista de los reyes godos de las mujeres escritoras del 27. Se elige una opción plausible y se redirige hacia dos de ellas: María de la O Lejárraga y Magda Donato.

     No se pretende aquí seguir con el debate terminológico sobre las sinsombrero o sobre si es grupo poético o generación. Tampoco nos planteamos las difíciles situaciones que unas mujeres tuvieron que tomar tras la guerra civil. La vida en el exilio tuvo las dificultades del extrañamiento del lugar donde uno nace o vive por convicciones personales y la adaptación y supervivencia en un sitio nuevo en muchas ocasiones sin posibilidad de elección. Y los que permanecen en el interior pueden aceptar la situación en diferentes grados de sumisión o rechazo, siempre con la supervivencia por norte. 

     Y Martín nos enseña los casos, con sus aristas, de Lejárraga y Donato. Pero yo indicaría también, por ejemplo, la forma en la que sobrevivió Josefina de la Torre en el Madrid de la posguerra con su hermano Claudio en el ambiente de la cultura franquista de los primeros momentos. O la actitud de Ernestina, tomando las riendas de su casa ante la depresión del exilio de su marido.

     Sobre Lejárraga, Ángela Martín cuenta la acertada exposición vista que ha llevado a cabo la Biblioteca Nacional. Se cuestiona cómo una mujer feminista pudo aceptar ocultar su nombre en sus obras, cómo pudo mantener esa relación tan especial con Gregorio Martínez Sierra. Ella, que llega a ser diputada socialista por Granada en compañía de Fernando de los Ríos. Como dijo Gloria en la presentación, no debemos juzgar con ojos de 2025 lo que hacía girar el mundo hace 100 o 120 años. La propia Martín nos dice que hasta principios de siglo no pudieron entrar en las universidades, de equipararse a los hombres. De la necesidad de los precedentes de Pardo Bazán, de Colombine Carmen de Burgos y de la pedagoga María de Maeztu. De la Residencia de Señoritas, en la senda de la Institución Libre de Enseñanza, del Lyceum Club Femenino, de la lucha por el voto femenino en 1921, previo al factual de 1933. 

      Todo el mundo sabía que cuando Pastora Imperio conmueve en El amor brujo de Falla, el libreto era de María de la O Lejárraga. La pasión de Pastora era ella. El Teatro Eslava funcionaba con la dirección escénica de Martínez Sierra, pero el numen de lo escrito era de María de la O. Deidad de la literatura, musa del ingenio. El trío que llegó a ser María, Gregorio y Catalina Bárcena es reflejo de una combinación difícil que funcionó hasta la muerte de Gregorio y las disputas por la herencia de los derechos de autor. Catalina llegó a tener una buena amistad con García Lorca. Y las disputas en el reparto de herencia se repitieron con la muerte de Catalina y su colección de ropa de Lanvin.

     María de la O vivió en el exilio y muere casi centenaria en Buenos Aires en 1974. El asumido talento en la sombra. Tenía su derecho. Hay personas que buscan la vida horaciana que cantó Fray Luis, que sufrió Quevedo, que tal vez buscó Lejárraga. Como dice Ángela Martín, ella quería escribir. Tal vez no le interesaba la foto o la fama. Y las contradicciones entre vida política y deseo íntimo son debates que tendremos siempre. La autora de La mujer moderna, El amor brujo, Canción de cuna o Gregorio y yo, está donde tuvo que estar, tarde, pero está.

      Editorial Renacimiento, según A. Martín, está haciendo una gran labor de publicación de estas mujeres olvidadas o sepultadas por las convenciones del momento. 

     Es verdad. Magda Donato es difícil encontrarle en búsqueda de Archivos Españoles. A. Martín nos cuenta los problemas de encontrar documentos en la Biblioteca Nacional, de llegar a archivos en su época en el exilio. Está preparando un estudio sobre Carmen Eva Nelken. Le interesa mucho su obra periodística: La Tribuna, El Liberal, El Heraldo de Madrid..., semanarios como Estampa, y el diario Ahora, propiedad de Montiel y con Chaves Nogales en la dirección. Y su etapa mexicana.

     En una sencilla búsqueda, se encuentra enseguida el expediente de su pareja, Salvador Bartolozzi, en relación con ella, y una carta a Donato en la que se le solicita unos libros. Poco resultado en PARES.

     Ángela Martín contagia esa emoción especial de quien disfruta buscando realidades o dificultades sobre una Magda Donato entre las nieblas grises de los tiempos pasados.  


     Es reseña de la conferencia sobre "Algunas sinsombrero: Los puntos ciegos de la generación del 27" por Ángela Martín, investigadora de la UCLM. Encuentros en torno al 27: Luz de Candilejas: El 27 a escena. Casa Malpica. Archivo Museo Sánchez Mejías. 




     14-06-2025 10:09 Actualizado 10:21



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