Cultura y sociedad

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La iconografía del pesebre

    

Pesebre Molino Grande de Manzanares


     

     Las personas interesadas en la historia de las religiones asumen, mayoritariamente, que la Navidad tiene su origen en la festividad de Sol Invictus, en las saturnalias o en el dios Mitra que los romanos adoptaron de los persas. Incluidos los cristianos.

     La celebración de la Navidad el 25 de diciembre vendría a sustituir a estas fiestas paganas en el 336 de nuestra era cristiana.

     Hay un teólogo indonesio que cree que estas festividades ya se celebraban con anterioridad a la institucionalidad llevada a cabo por el Imperio.

     Martinus Ariya Seta cuenta que Hipólito (170-235), antipapa que terminó reconciliado con la iglesia de Roma y santificado, ya mencionaba la fecha citada como la del nacimiento de Cristo en su Comentario de Daniel, hacia 204. En esa época se utilizaba el calendario juliano introducido por Julio César dos años antes de su magnicidio. 

    La tradición judía creía, además, que la muerte de Jesús coincidía con su concepción. Y la situaba hacia el 25 de marzo. Nueve meses antes del 25 de diciembre. Este teólogo afirma que las fiestas de Sol Invictus se celebraban en agosto, que las saturnalias se festejaban en la tercera semana de diciembre y que sobre el culto a Mitra no es concluyente su celebración el 25 de diciembre. 

    Sobre Mitra, hay que reseñar que estaba su culto extendido a lo largo del imperio romano. En el Museo Arqueológico de Córdoba se expone una estatua de Mitra encontrada en Cabra, datada en el siglo II, y que contextualiza la elaboración y comercio de estas imágenes en territorios alejados a su origen. La influencia entre los militares que habían participado en campañas en las fronteras es conocida.

    Volviendo a las celebraciones de la Navidad anteriores a su constitución como religión del Imperio, el teólogo indonesio cita tres fuentes anteriores a 336 d. C.

    En un manuscrito del 250, Didascalia apostolorum, se cita la festividad de la Epifanía, manifestación, que se relaciona con la adoración de los magos de Oriente. En el Museo del Prado, se recuerda, hay una adoración de Rubens maravillosa. La fecha se celebraba el 6 de enero, según el calendario juliano. Al adoptar el calendario gregoriano, el seis de enero se atrasó al 25 de diciembre. 

     Didascalia apostolorum es un texto del siglo III de autor desconocido y que originalmente se creyó obra de los apóstoles.

     Otro texto anterior fue el Liber Pontificalis que señalaba que el papa Telesforo ordenó celebrar el nacimiento de Jesús, sin citar fecha. Aunque hay opiniones que dicen que lo atribuido al papa Telesforo en el Liber Pontificalis no es genuino, original.

    Un tercer texto, la Epístola de Teófilo, comentaba que se celebraba el nacimiento de Jesús antes de 196 d.C.

    Un aspecto reseñable desde el punto de vista del arte es la representación del nacimiento. Su iconografía bebe de fuentes evangélicas, ya sean ortodoxas o apócrifas, que se impregnan con el tiempo de aportaciones humanas, leyendas o no, o de personajes famosos.

   Cuando se ve un pesebre o un comedero de ovejas como el de la Casa Malpica donde se expone el Museo del Queso Manchego o el pesebre de la cuadra del Molino Grande de Manzanares, se recuerda la utilización del austero pesebre en la iconografía cristiana, que representa al recién nacido en Belén hace más de dos mil años.

    El diccionario de la Real Academia nos da varias acepciones de pesebre. Unas son definitorias como cajón o lugar donde comen las bestias; otra, despectiva, es el beneficio o prebenda a la clientela de grupo político, empresarial o religioso; y otra, finalmente, se identifica con la representación iconográfica del nacimiento de Jesús. 

     La historia es conocida. María, hija de Ana y Joaquín, vivía en Nazaret. Estaba casada con un humilde carpintero que respondía por José. Ambos descendían de la familia de David, que pertenecía a la tribu de Judá. En tiempos del emperador Augusto hubo un empadronamiento de los súbditos del imperio romano en el lugar de su nacimiento. Fueron a Belén, donde se produjo el parto.

     Siglos después, el santo de Asís, en el siglo XIII, llevó a cabo la primera representación del pesebre más famoso de la historia.

     El suceso es relatado por Tomaso de Celano. Cuenta como san Francisco quiso celebrar la navidad de 1223 en una cueva de la montaña de Greccio. Colocó un pesebre lleno de heno, un asno y un buey. Se identificaba con los sentimientos más íntimos de la piedad popular, con la de aquellos que menos tienen.

Pesebre de Greccio. Basílica de Asis. Artehistoria

     Al fundador de la orden franciscana le pareció que Greccio se parecía a Belén. Greccio fue una colonia de la Grecia clásica. En la representación, como se ha podido apreciar, faltaba la Virgen, San José y Jesús. La descripción de Celano y la posterior de Bonaventura de Bagnoregio, Leggenda Maggiore, fue utilizada por Giotto para componer la pintura del Pesebre de Greccio ubicada en la basílica de Asís. La leyenda de Bonaventura de Bagnoregio decía que un caballero virtuoso, que había sido miembro de la milicia y seguidor del san Francisco, dijo que había visto como el santo recogía del comedero a un recién nacido, al cual abrazaba mientras despertaba de un sueño mortal, como milagro. La pintura al fresco tiene un tamaño considerable, 2,70 X 2,30 metros. En la escena, hay multitud de personajes que presencian la escena. Las reacciones ante el milagro alternan entre la incredulidad y la sorpresa. En otros casos, miran al santo y el lugar se corona con la cruz sobre la escena. Escena que deja boquiabiertos a los presentes.

     A partir del siglo XV la escena se representó como una adoración de Jesús, en la que la madre aparece arrodillada, orante ante el Niño que irradia luz. Una escena íntima con un san José secundario. 

   

 




Los toros de ojos verdes

Fernando Villalón. Fuente: ABC

      Me cuenta el escribano que ha comprado ocho cuñas de "Montevega" curado por encargo de unos vecinos de Lucio Cornelio Balbo el Menor, ‘emulando’ su evergetismo. Su afición a maridar palos cortados y cream con curados de oveja con denominación de origen manchega se ha consolidado como nicho de negocio, aunque no se sabe el estado de la progresión. 

     Se empeñan, con gusto, en comprar cuñas de un queso curado que solo es posible adquirir en tiendas especializadas o museos dedicados a la elaboración del producto obtenido con ovejas de raza manchega. Decía: como ejemplo, el Museo del Queso Manchego de Manzanares



     Le escuchaba hablar de los maridajes y la apertura del queso unos quince minutos antes para que el sabor de la maduración alcanzase su máxima expresión sensitiva. Mientras, leía a Villalón gracias a la exaltación que habían realizado de este poeta una pareja de jerezanos que estuvieron donde se guarda el archivo de Ignacio al comentar como se introdujo en el mundo de Sánchez Mejías y García Lorca. ¡Sí hasta conocían las habilidades sobre hipnosis y el final precario del ganadero poeta autor de los Romances del 800!

     Influido por la sevillana celebración gongorina de diciembre de 1927, donde estuvo Fernando Villalón, escribió versos como estos:

“No todos del prado combatientes

toros van prisioneros;

dos veces tres y uno solamente,

entre eunucos y lanzas empujados, 

a lidiar a los hombres en el coso

van, y ante el populacho clamoroso”

     Seguía contando el escribano que el Jerez, como vino fortificado, a partir de amontillados y olorosos, podían maridarse con los curados manchegos, y el cream lo dejaríamos para las salazones, aunque si fuéramos británicos no haríamos asco a maridar cream con casi todo. 

     Los británicos se aficionaron al Jerez gracias al saqueo de Cádiz entre el 29 de abril y el 1 de mayo de 1587 por Drake. Tres mil botas invadieron los vasos británicos para la eternidad de sus sentidos. Tras el drama del ataque y el dolor de los perjudicados, el placer que produjo en el paladar y en las sonrosadas mejillas inglesas beneficio al comercio de las bodegas de Jerez. Su consumo se popularizó de tal manera que fue prestigiado en las obras de Shakespeare. 

     Uno de los personajes de Enrique IV, Falstaff, a quien burlonamente llaman algo parecido a “Jerez azucarado” por su obesidad y amor al vino jerezano, realiza continuos elogios al vino de Jerez. En ocho obras del dramaturgo inglés aparece sherry o sherry sack, en clara alusión a la denominación de origen más antigua de España. En Jerez de la Frontera hay una estatua en los jardines de El Bosque en homenaje a Shakespeare desde 1956.

    La denominación de origen de queso manchego presenta tres formas de maridar el manjar. Eso sí, aclara que, para gustos, los colores. A partir de ahí:

    El sabor ligeramente ácido, fuerte y sabroso, que llega a picar en los muy curados, y el regusto final que recuerda a la leche de oveja manchega, prolonga el deseo de buscar caldos de la tierra más cercana. Un tinto crianza sería muy apropiado para compensar los sabores del queso manchego. Los blancos con cierta graduación o con crianza pueden servir de acompañante ideal. Cambiando de registro gustativo, recomiendan, tapen sentidos a los puristas, las cervezas lager fuertes y las intensas para combinar con los quesos curados. Y para los viejos, las cervezas de malta.

     Una recomendación final de la denominación de origen manchego. Maridar con el cava. En cierto modo, volviendo hacia los vinos blancos, pero, en este caso, un espumoso. El escribano dijo: será un brut nature.

    El escribano siguió haciendo elucubraciones sobre queso manchego y posibles maridajes. A veces recordaba, en las más arriesgadas de las combinaciones, al intento de Fernando Villalón de crear una ganadería de toros con los ojos verdes, que también era conocida por los jerezanos que solo querían ver el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías. 

    Villalón intentó recrear la leyenda de los toros que no se llevó Hércules tras el robo de ganado de Gerión que habitaba en una de las islas del Atlántico relacionadas con los legendarios Argantonio o Gerión de Tartesso. En realidad, se piensa que quería producir una ganadería de tal casta que no fue aceptada por la mayoría de los diestros de la época para ser lidiados en las plazas. Villalón murió pobre. Nos dejó hermosas poesías sobre el campo andaluz. El escribano me dijo que sentía predilección por esta que se reproduce y que le recordaba a otras de nuestra poesía medieval:

“Remolino en el camino.

Siete bandoleros baja

de los alcores del Viso

con sus hembras a las ancas.

Catites, rojos pañuelos,

patillas de boca de hacha.

Ellas navaja en la liga,

ellos la faca en la faja,

ellas la Arabia en los ojos, 

ellos el alma a la espada.

Por los alcores del Viso,

siete bandoleros bajan.” (Romance 825)


   


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