Cultura y sociedad

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Un paseo hacia la mezquita-catedral de Córdoba

   

Mezquita de Córdoba, junio 2021. bmre.

      Fue caminando por las antiguas calles de los arrabales omeyas que se habían cristianizado con el paso del tiempo. De su origen medieval ya casi nada quedaba, salvo la estrechez de algunos tramos. Conforme descendía hacia la ribera del Guadalquivir, se cruzaba con paisanos que se iban transformando en turistas de pantalón corto, botella de agua y sombrero. Era la metamorfosis por aproximación al objeto deseado. 

     Había dejado a la derecha la plaza de san Agustín y la placeta de las Beatillas. Para otra ocasión, pensaba, el desvío hacia el palacio renacentista de Viana. Los adoquines y los cantos se sucedían y alternaban armoniosamente al ritmo de la pisada cuando holló Rejas de don Gome y siguió por Juan Rufo. El paseo despejaba las brumas de la concentración acumulada en los últimos veinte días. Se había disipado ya el retraso del Alvia, que era un vago y frívolo recuerdo en la distancia. 

     Caminó por Alfaros y Alfonso XII, tomó Ambrosio de Morales y se paró unos instantes para ver las columnas del templo romano, majestuosas, eternas, y hermosas. Antes de llegar a la Calle Villar pasó por la estatua de Antonio Gala que avistaba su fundación. Cuando sus ojos entraron por la calle marqués de Villar fue haciendo eslalon, dejando a Séneca en su estatua con la boca abierta. Jadeaba, debía tomar otro café con media de jamón. Recuperar fuerzas. Ya lo intentaría después, al final, cuando probara el guiso de carne y las naranjas a la antigua.

     Llegó al final de marqués de Villar, donde se encontró con la plaza de Jerónimo Páez. Había parado dos o tres veces por allí. Por distintos motivos y en distintas ocasiones. La primera vez fue para visitar el Museo Arqueológico de Córdoba. Allí vio los restos de la Córdoba romana-cristiana, la Córdoba visigoda y la omeya califal. Recordaba el mosaico de Pegasus y las ruinas del subsuelo donde se encuentra los restos del teatro romano y pensaba la emoción de aquellos habitantes cuando aplaudían las obras de Plauto.


Ánfora oleica, junio 2021. bmre.



     En otra ocasión se había dedicado a tomar algo en una terraza cuando escrutaba al resto de los mortales que por allí pasaban mientras miraba la fachada del palacio de los Páez de Castillejos. Paseantes, turistas, ensimismados, mirando la ruta en su móvil, alzando los ojos al cielo y obviando el derredor que les envolvía.

     Caminaba tranquilo. Pensaba que no habría mucha gente entre semana. No le preocupaba. Esperaría. Sus pies le llevaron por el Horno del Cristo, Rey Heredia y Encarnación. Ya estaba cerca. La calle acababa entre el Bar Santos, la tienda de regalos El Myrab y la taberna Casa El Pimpo. Los turistas más jóvenes y extranjeros hacían cola para la tapa de tortilla de Santos. El Pimpo tenía buenas tapas pero menos público. En la tienda de regalos la gente daba vueltas y miraba. 


Mihrab, junio 2021. bmre.

     Y allí estaba la mezquita y la catedral. Y su patio de naranjos. La entrada costaba en su billete sencillo 13 €. El Taj Mahal cuesta 1.100 rupias (13-14,50 €, según el cambio) y al Ara Pacis en  Roma, 5 €. Menos que la entrada a los Museos Vaticanos, 20 o 25 €. Sobre estos precios pensaba que pueden ser caros o baratos. El patrimonio había que preservarlo. ¿En manos públicas o privadas? Tenía dudas. La eficiencia y la calidad eran innegociables en cualquier caso. Era defensor, por principios, de lo público. Pero los impuestos se recaudaban en su mayoría de la gente privada. En estas meditaciones se encontraba cuando vio una máquina expendedora de entradas. Dejó de hacer cola al ver que nadie las usaba y escupió la entrada. Había mucha gente. De todos los colores, de todos los países, creyentes o no. Cristianos y musulmanes de todo el orbe terráqueo. 


Anunciación de Pedro de Córdoba, junio 2021. bmre.

     La mezquita había sido incluida en 1984 en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Los criterios en los que se basó fueron todos por la preservación del arte omeya y andalusí. Iniciada en el siglo VIII por Abderramán I, desde el siglo XIII se dedica al culto católico y desde el XVI incorpora una catedral en su interior.

     Vagó durante un tiempo que no se puede medir en horas, minutos o segundos. Estaba emborrachado de gusto entre el bosque de columnas, entre el mestizaje de culturas, entre la cara de los turistas absortos, frente al mihrab de Alhakem II. Y las capillas cristianas. Este mes de agosto ardió una capilla que da a la calle magistral González Francés, en la zona de la última ampliación de Almanzor, en el 991. Ahora toda la calle de columnas pegadas a esa calle está cerrada al público por reforma. El resto de esta maravilla se puede visitar y vagar sin sentido. Parecía una romería, donde los turistas se extasiaban entre alguna cámara grabando. Fue cuando tomó realidad del día y el espacio. Se dirigió a la salida por el patio de los naranjos. Miró de nuevo las maderas de alerce que, durante siglos, habían cubierto la techumbre de la mezquita y recordó su milenaria historia: Maderas consideradas ignífugas que se exhibían en la plaza como un bien preciado.  


Maderas de alerce de antigua techumbre, junio 2021. bmre

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    - https://blasmaesoruizescribano.blogspot.com/2021/08/la-madera-de-alerce-africano.html
     



5-9-2025 17:54

La madera de alerce africano


Mezquita de Córdoba (Foto: autor)

    Miguel Colmeiro y Penido decía que entre los cordobeses y sevillanos se reputaba como incorruptible la madera del alerce africano utilizada en templos y edificios, que no había que confundir este árbol africano con el alerce europeo, propio de los Alpes, que recibía igual nombre, pero no era la misma calidad ni variedad1.

Esta madera fue utilizada en las techumbres de la Mezquita de Córdoba. Maderas que no se pudrían ni corrompían fueron labradas con motivos epigráficos en el siglo X, la época de mayor esplendor del califato omeya andalusí. A principios del siglo XI, las guerras intestinas en el califato, una guerra civil (fitna), produjo el surgimiento de los reinos de taifas y estas maderas fueron cambiadas, tapiadas o trasladadas a lugares distintos. Desde 2006, restos de estos tableros se exhiben en el Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral de Córdoba, patrimonio de la humanidad desde 1984.

Foto: autor

En 20082, ni el cabildo de la mezquita catedral de Córdoba, depositaria de la propiedad del edificio desde su conquista cristiana en el siglo XIII, ni el Ministerio de Cultura español del gobierno de Rodríguez Zapatero pudieron impedir la subasta de cinco tablas o maderos con inscripciones epigráficas islámicas por valor de 1,5 millones de euros en la casa de subastas Christie's de Londres. Un valor monetario que no refleja el valor cultural como patrimonio español.

La madera es uno de los primeros materiales de construcción que utilizó el ser humano para guarecerse de la intemperie cuando abandonó las cavernas. Era fácil de manejar y de modificar. Era resistente, guardaba el calor, aislaba de los ruidos. Su flexibilidad permitía un manejo constructivo. Y era un material que podía ser bello y oloroso.

El alerce tenía una dureza media, era longevo, y su resina olorosa, agradable, resistente a las larvas3.

Cuando se entra al recinto de la Mezquita de Córdoba atravesando su antiguo patio, el actual patio de los Naranjos, el visitante no se da cuenta de la exposición de maderas de alerce. Puede llegar de un viaje, preocupado de horarios y tiempos, pensando en la visita de la almendra que origina el viaje, una mezquita que ha sobrevivido a los avatares de la historia. Ensimismado en el maravilloso edificio, no percibe todos los detalles.

Maderos decorados, Mezquita de Córdoba (Foto: autor)

En sus cimientos existió una iglesia o basílica cristiana bajo la advocación de San Vicente. Cuando se recorre la Mezquita Catedral buscando el arte omeya andalusí se encuentra con restos en el subsuelo de esta antigua construcción. Tanto el arte andalusí como el anterior visigodo utilizaron y reutilizaron restos de época romana. Ambos fueron invasores e injertos de nuestra cultura. Como hibridación fue la posterior transformación que fue realizando el arte cristiano tras la conquista en el siglo XIII. Por suerte, se admiró la obra califal. Y se adhirió el arte cristiano en esa conjunto tan peculiar. Impacta ver en el edificio un magnífico cuadro de Pedro de Córdoba, una Anunciación, entre el bosque de arcos de herradura bicolor omeya, arcos de herradura que de forma previa ya utilizaban los visigodos. O, en el coro de la parte cristiana, ver la escultura de un Santiago matamoros.

Y la techumbre. De madera, pero también con tramos de bóvedas nervadas. Al salir, hacia la puerta de San Esteban, la exposición de maderos decorados de alerce con motivos epigráficos. Decoración abrumadora que huye de un vacío inexpresivo. Sabemos que el arte islámico se caracterizaba por la ausencia de imágenes sagradas, aunque si se representaban imágenes humanas. También se decoraba con figuras animales, se ornamentaba con figuras geométricas y profusa decoración vegetal. Se produce una desnaturalización. Una estilización para dotarle de un contenido simbólico. Mención aparte merece la utilización de la caligrafía árabe en el espacio religioso musulmán como expresión de la palabra de Alá contenida en el Corán que suple a la figura sagrada. La palabra fue el conducto por el que se reveló el mensaje divino. Mensajes piadosos, textos poéticos, frases propiciatorias para los gobernantes, utilización de versículos del Corán son los temas más recurrentes4.

Asombra el grado de conservación de los maderos exhibidos. El visitante, que ha paseado por el bosque de columnas califales durante un tiempo no preciso ni evaluable debido a la belleza del recinto, recupera aire en el patio y se deleita viendo los motivos decorativos de las maderas de alerce que han sobrevivido al lado oscuro de los humanos que son capaces de crear lo más bello y perdurable, pero, también, destruir el bello trabajo de otros por motivos reprobables. Puede observar unos treinta y cinco maderos o tablas con decoración geométrica y epigráfica. Al final, abandona el recinto. Ya hace calor. Se asoma un momento al Guadalquivir por la Puerta del Puente y más tarde busca una sombra que facilite el fresco.

Tableros de madera decorados, Patio de los Naranjos, Mezquita de Córdoba (Foto: Autor)



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1COLMEIRO, M.: Nuevas investigaciones sobre los alerces. Fondos de la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales. CSIC. Obra publicada en 1852. Página 3.

3ALEGRE CARVAJAL, E. (Coord.): La materia del arte. Técnicas y medios. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2016. Página 56.

4MONTEIRA ARIAS, I. (Coord): Arte cristiano y arte medieval (Siglos III a XII). Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2019. Páginas 139-145.

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