Cultura y sociedad

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El rey Alfonso de España en el Decamerón

 

Boccaccio. Wikipedia

     En una de las novelas del Decamerón[1]Boccaccio cuenta que el acaudalado micer Ruggeri se fue a España para demostrar que la valía conseguida en la Toscana podía ofrecerla en la corte del rey Alfonso. Rey que tenía fama de tener un valor superior al de cualquier monarca conocido. Micer Ruggeri consiguió demostrar su fama y riqueza, y espero que el rey le correspondiera con títulos o castillos como hacía a otros con menor mérito. Solicitó audiencia al rey para marcharse, y el rey concedió el permiso y le regaló una mula para el viaje. El astuto rey, al mismo tiempo, envió a alguien para que hiciese amistad durante el viaje con micer Ruggeri y le informara de lo que dijese sobre la mula y el rey. Como la mula no estercoló donde debía, fue objeto de escarnio por su dueño que identificó la defecación mular donde no debía con los regalos a quien no debía del rey. Este hecho llegó a oídos del rey por el espía que se había hecho amigo del dueño de la mula. El rey le llamó y le demostró que nada había recibido porque, aunque tenía fama y riqueza, no tenía suerte. Al final, el rey le recompensó con un cofre de joyas reales para que pudiera comentar la magnificencia del rey de España en su tierra, la Toscana italiana, ya que no se iba a convertir en español.

     El Decamerón fue escrito entre 1351 y 1353. Está constituido por cien cuentos y el que se cita hace el número 91. ¿Quién es el rey Alfonso de España? España en la Baja Edad Media se constituía en varios reinos, unos de religión cristiana y, otros, de taifas de religión islámica o imperios temporales de origen norteafricano: almohades y almorávides.

      El rey Alfonso de España parece hacer referencia a los de la Corona de Castilla como reino más activo de la península Ibérica en la plena y baja Edad Media, pero podría ser también algún rey Alfonso de la Corona de Aragón.

     Estableciendo un periodo temporal que no sobrepase los tres siglos, encontramos a estos reyes de nombre Alfonso que superaron las barreras ibéricas y trascendieron dentro del orbe cristiano:

Alfonso VI. Wikipedia.

     Alfonso VI, rey de León y Castilla (1072-1109). ¿Cuáles son las razones por las que se destaca a este rey? Durante su reinado se recupera la ciudad de Toledo, de gran resonancia en la cristiandad, progresando la frontera de los reinos cristianos del Duero al Tajo. Con el botín de la victoria colabora al desarrollo de la Abadía de Cluny en el primer sistema artístico internacional del medievo cristiano: el románico. Y, finalmente, incorpora el rito gregoriano en el culto religioso, sustituyendo al mozárabe, lo que permite a León y Castilla integrarse en el circuito europeo de la cultura. Sin olvidar la aparición de los francos en el Camino de Santiago y los enlaces matrimoniales de sus herederas con nobles franceses. Literariamente, tuvo peor suerte. Es el rey que destierra a Rodrigo Díaz de Vivar en el Poema del Mío Cid.[2]

     Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Conocido por El noble, fue el vencedor de las Navas de Tolosa en 1212. Tuvo una minoría de edad conflictiva por los enfrentamientos entre los nobles del linaje de los Castro y el linaje de Lara. Confió a las órdenes militares las tierras al sur del Tajo, fortaleció el poder monárquico, dando importancia a los concejos de realengo frente a la nobleza; incorporó, además, el Duranguesado, Álava y Guipúzcoa al reino, acuñó maravedíes imitando la moneda andalusí y convocó las primeras “Cortes” en 1207. Logró superar las coaliciones contra Castilla de los demás reinos cristianos, o de estos con los almohades. La batalla de las Navas de Tolosa el 14 de julio de 1212 resarció la derrota de Alarcos, dejó sancionado el futuro de lo que conocemos como reconquista y trazó el límite fronterizo entre el mundo islámico y el occidente cristiano. Castilla fue la gran beneficiada al convertirse definitivamente en el príncipe de los reinos peninsulares con el avance sobre las tierras del valle del río Guadalquivir. Alfonso VIII tuvo como esposa a Leonor de Aquitania, hermana de Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra.

Alfonso VIII. Wikipedia.

     Alfonso X el Sabio (1252-1284). Pretendió crear el germen de un verdadero estado superando la primera crisis de crecimiento de Castilla con una gran labor legislativa basada en el derecho romano: Las Siete Partidas, el Fuero Real y el Espéculo. Intentó ser elegido emperador del Sacro Imperio. Para todas estas cosas necesitó incrementar la presión fiscal. Tuvo revueltas nobiliarias, una de ellas protagonizada por su hijo, que oscurecieron el final del reinado, en el que los traductores de Toledo, con el obispo Don Raimundo a la cabeza, difundieron las obras de filosofía griega, en especial Aristóteles, primero del árabe al castellano y, consecutivamente, al latín. El conocimiento de Aristóteles en el mundo cristiano occidental supuso un terremoto intelectual.

Alfonso X El Sabio. Wikipedia.

     Probablemente, Boccaccio haga referencia a Alfonso VIII, el de las Navas de Tolosa, ejemplo de caballero cristiano medieval en el pensamiento bajomedieval. En caso contrario, las pretensiones imperiales de Alfonso X, con su labor legislativa y cultural, serían las cualidades de referencia del rey Alfonso de una España en el imaginario cultural, aunque no político.

     Queda un poco alejado Alfonso II de Aragón (1162-1196), hijo de Petronila de Aragón y de Ramón Berenguer IV de Barcelona, primer rey de la Corona de Aragón, cuya labor principal fue la consolidación de las distintas realidades de los territorios que formaban la corona.

 

     Para saber más. Bibliografía:

          ÁLVAREZ PALENZUELA, V. A. (coord.): Historia de España de la Edad Media. Ariel. Madrid. 2002. 915 páginas.

          DONADO VARA, J y ECHEVARRÍA ARSUAGA, A.: La Edad Media: Siglos V-XII. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2009. 335 páginas.

          DONADO VARA, J., ECHEVARRÍA ARSUAGA, A. y BARQUERO GOÑÍ, C.: La Edad Media: Siglos XIII-XV. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2009. 336 páginas.

          MARTÍNEZ RUIZ, E. y OTROS: Atlas Histórico de España I. De los orígenes al S. XIII. Istmo. Madrid. 2000-2003. 247 páginas.

    

 

 



[1] Jornada décima, novela primera.

[2] - ¡Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor! -

La pérdida y el recuerdo

    
      El 21 de abril de 1898 el congreso de los Estados Unidos de América recibió la petición del presidente Mckinley para declarar la guerra a España tras la movilización propagandística de la sociedad estadounidense por distintos medios, destacando los empresarios de prensa Hearst y Pulitzer. Los restos del imperio colonial español eran Cuba, Puerto Rico y algunas islas del Pacífico, entre ellas, el archipiélago filipino.
      La pérdida emocional de los últimos vestigios de un imperio, ya residual territorialmente desde la segunda década del siglo XIX, planteó el cuestionamiento del sentimiento español, su situación política, sus problemas sociales, el papel de los poderes fácticos como el Ejército, la configuración del propio estado y  de su estructura económica.
      El regeneracionismo como consideración de España había comenzado antes de la crisis de 1898, más se constituyó en motor necesario al poner esta actualidad como foco de sus postulados. Fueron postulados o arbitrios, muchas veces contradictorios, presentados por intelectuales y escritores que mediante ensayos, artículos de prensa, conferencias y discursos proponían soluciones a los problemas de España. Algo parecido ocurrió, especialmente tras la derrota de Rocroi en 1643 y el reinado de Carlos II, y existente desde finales del siglo XVI y siglo XVII, con los arbitristas económicos relacionados con la Universidad de Salamanca.
      Considerar España como problema. España era un organismo histórico de sustancia etnocultural de base castellana, generada a través de los siglos; una realidad objetiva e irreversible que era mejorable. Conscientes del atraso, incidían en el mismo con el interés de llevar a cabo una modernización que recuperará la grandeza pasada. Como grandes taras señalaban la naturaleza oligarca y caciquil del sistema de la Restauración que se plasmaba en el atraso campesino, la escasa investigación científica y técnica, el pequeño desarrollo industrial, la pérdida del estatus como potencia europea y el analfabetismo e incultura que lastraba el desarrollo de los ciudadanos y élites intelectuales para que actuasen como transformadores de la sociedad. Como remedio se hacía una crítica al desarrollo del liberalismo español y su manifestación política, el parlamentarismo, llegando a proponer situaciones de excepción. Este movimiento influirá en pensamientos de derecha como el maurismo y de extrema derecha como el primoriverismo, el falangismo y el franquismo.  
     Otros, en otra perspectiva, fiarán las virtudes regeneradoras a la verdadera democracia con la asunción de la nación española e influyendo en republicanos y socialistas que evolucionan del regionalismo al autonomismo en el tránsito de la monarquía a la república. La cuestión regional estará también dentro de los planteamientos de  regeneracionistas1.
      El sistema de la Restauración fue incapaz de impulsar el desarrollo de la sociedad española en el momento en que se producía una expansión de las naciones capitalistas. Una crisis ideológica sobre la identidad de España, que Tuñón de Lara calificó de quiebra ideológica, pero que para González Cuevas no fue único en Europa porque a partir de 1890 Portugal renunciaba aparte de su imperio colonial, o con el primer fracaso italiano en la Abisinia y la derrota francesa de 1870 frente a Alemania. La crisis afectó, por tanto, a las ideologías dominantes, liberalismo y conservadurismo, y desarrolló, por ende, a otras ideologías desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Surgió un conservadurismo radical donde lo nacional ocupaba un lugar prioritario y que se podría denominar como conservadurismo integral que en España tuvo un lento avance que se manifestó en el surgimiento de nacionalismos a partir de los regionalismos vasco y catalán como síntoma de la debilidad del sentimiento español tras la pérdida de las últimas posesiones territoriales fuera de la España actual2. Y, en otro espectro, influirán en el desarrollo de la dictadura de Primo de Rivera al final del reinado de Alfonso XII, en su promoción de desarrollo económico y modernización técnica.
      Como otra idea de España, se aportará por republicanos y socialistas, en el primer tercio del siglo XX, el intento de asentar una república española en la década de la Gran Depresión.
      El historiador marxista Hobsbawm calificó al imperio español, junto al portugués, de imperios preindustriales3 al mismo tiempo que supervivientes de la edad Moderna. La relación entre la metrópoli y las antiguas colonias se mantuvo a través de las relaciones basadas en una cultura hermanada por una lengua común, un comercio que nunca se rompió, pero que ya estaba dominado por los estadounidenses desde antes de la independencia como ha señalado Carlos Malamud4 indicando que en 1850 ya exportaba Cuba cuatro veces más al vecino americano que a España, y unos lazos familiares de emigrantes de ida y vuelta.
      El recuerdo sentimental de Cuba se plasma en la literatura de la Edad de Plata de la cultura española. Como ejemplo final, señalar que el impacto que causa Nueva York en Federico García Lorca es matizado al final de su viaje con el paso por Cuba como se aprecia en su poemario "Poeta en Nueva York", donde consagra su décima parte a la llegada a La Habana, siendo el poema “Son de negros en Cuba” muestra de ese cambio emocional tras dejar su estancia en Estados Unidos.

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1 DE LA GRANJA, J. L. , BARAMENDI, J. , ANGUERA, P.: La España de los nacionalismos y las autonomías. Síntesis. Madrid. 2001. Versión kindle. 1171-1212.
2 GONZÁLEZ CUEVAS, P. C.: Historia de las derechas españolas. De la Ilustración a nuestros días. Biblioteca Nueva. Madrid.2000. Páginas 187-220, sobre la crisis del 98.
3 HOBSBAWM, E.: La era del imperio, 1875-1914. Crítica. Buenos Aires. 2009. Página 66
4 MALAMUD, C.: Historia de América. Alianza Editorial. Madrid. 2013. Página 394.

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