"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

El viento del cambio





     Con su fe, con su religión, con la persistencia y el agotamiento de los enemigos, traspuestos viendo a esos nómadas que daban vueltas con el arca de la alianza alrededor de su muro, que tocaban trompetas, que proferían alaridos, los israelitas, comandados por Josué, tomaron Jericó. No hizo falta ninguna técnica de poliorcética especial. Los muros más famosos de la Biblia cayeron y los hijos de Jacob exterminaron a todos sus ocupantes menos a la prostituta Rahab y su familia, porque les había ayudado.

     “Rodead la ciudad, dando una vuelta a su alrededor; así durante seis días. Siete sacerdotes llevarán delante del Arca siete trompas de cuerno de carnero. El séptimo día, daréis siete vueltas a la ciudad y los sacerdotes tocarán las trompas. Cuando suene el cuerno de carnero y oigáis el sonido de la trompa, todo el pueblo lanzará el alarido de guerra; y se desplomarán las murallas de la ciudadJosué 6, 3-5.

     Tal vez el pueblo elegido desafinó de tal manera que las murallas de Jericó cayeron ante la necesidad de huir de sus moradores o porque ya sabían que iban a ser exterminados por los judíos ya que estos no podían mezclarse con cananeos ni amorreos.

     Siglos después, en 1990, Scorpions, un grupo de hard rock alemán, cantaba Wind of Change[i], una balada redonda y acertada sobre los vientos de cambio que se producían en Europa con la democratización de los países del Este.

     The world is closing in/ El mundo está más cercano

And did you ever think/ ¿alguna vez pensaste

That we could be so close, like brothers? / qué podríamos estar juntos, hermanados?

The future's in the air / El futuro está en el aire

I can feel it everywhere / puedo sentirlo en todas partes,

Blowing with the wind of change/ soplando con el viento del cambio.

     El muro de Berlín había caído veintiocho años después de su construcción. Egon Krenz, presidente de la RDA, había sucedido en octubre de 1989 a Erich Honecker y fue superado por los hechos y por el viento del cambio. Un muro había caído en medio de Berlín y un mundo nuevo acercaba a los alemanes. La unificación pilotada por Helmut Kohl (canciller entre 1982 y 1998) comenzaba en la icónica fecha del 9 de noviembre de 1989 y concluía el 3 de octubre de 1990.  Ya no hubo trompetas ni hubo alaridos, solo el viento del cambio, que acabaron con unas estructuras caducas hijas de la guerra fría. Tampoco hubo exterminio porque el mundo se estaba encontrando en una reunificación costosa y en una globalización creciente, con incertidumbres, con desencantos, pero con ventanas abiertas y muros destrozados.

     La vida, sus manchas y sus ladrillos, levanta muros y Pink Floyd los contaba en Otro ladrillo en el muro 2 (Another brick in the wall 2) de álbum El muro (The wall) de 1979. Aunque hacía referencia a muros personales que afrontamos en la vida diaria, puso música al momento de la reunificación con un grandioso concierto conmemorativo el 21 de julio de 1990. Los muros caídos por la libertad unían a los ciudadanos de un país que había sufrido un horrible siglo XX. Sus ciudadanos habían sufrido y superado muros físicos, políticos y personales con dos derrotas en guerras mundiales, una revoluciones espartaquista, una de las tiranías más graves de la historia con el nazismo, la escisión de su territorio en dos con una tiranía del socialismo real en una de ellas, y la separación de familias durante ese periodo.

      En los días que se celebra el treinta aniversario del fin de una era, volvemos a oír el deseo de algunos políticos o gobernantes, de aquí y allá, de elevar muros que dificulten la convivencia, que limiten la libre circulación de las personas, que impidan acuerdos de todo tipo. Vemos como se quiere impedir a la gente entrar en universidades o asistir a actos oficiales o privados. Los muros vuelven a surgir porque el viento ha dejado de soplar, las trompetas han perdido fuerza y el mundo comienza a alejarse. Los muros personales son las dificultades que encontramos en nuestra vida. Otra línea de ladrillos los hace más altos. Tenemos que trepar a más altura, tenemos que recorrer más espacio. El mundo se vuelve inhóspito con vientos huracanados.

     Con ladrillos, con murallas, el bloqueo político que sufre España es otro muro que impide el intento de gobernanza. Se va a otras elecciones tras desechar tanto la posibilidad de gobierno de dos fuerzas políticas que sumaban ciento ochenta diputados como por la incapacidad de articular un gobierno de múltiples partidos de distintas procedencias e intereses. En el primer supuesto, no tenían que pactar con separatistas, hubieran poseído mayoría absoluta en Congreso y Senado, y Bruselas estaba encantado. Se rechazó desde el principio. ¿Por qué? Por los ladrillos de incomprensión entre sus líderes.

     Luego, todo fue fuego fatuo, reuniones y más reuniones, lo mismito que el querer, le huyes y te persigue, le llamas y echa a correr[ii]. Esperemos que esta vez no se desvanezca el querer. Por los políticos y, aún más, por nosotros. Que se quieran, no importa a quien.



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