"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

El esperpento de Valle-Inclán

   



    “MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.

     DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.

     MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.

     DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.

     MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.

     DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?

     MAX: En el fondo del vaso.”

     (Luces de Bohemia, escena XII, Valle-Inclán, 1920-1924).


     Este texto de Valle-Inclán, que muestra una forma irónica y crítica de la España de la década de 1920, nos visualiza una manera de ver la situación en la distancia. Veamos.

     Valle contó en una entrevista al director teatral Gregorio Martínez Sierra (ABC, 7 de diciembre de 1928) que él veía el mundo, artística o estéticamente, de tres modos: de rodillas, en pie o levantado en el aire.

     Consideraba que en la visión de rodillas se daba a los personajes una condición superior a los hombres, a su narrador o poeta. Como héroes o dioses, seres superiores, con condiciones homéricas.

     Si los veíamos de pie, mirábamos a los protagonistas como de nuestra propia naturaleza, hermanos o desdoblamiento de nuestro propio ser o yo, con nuestras taras y con nuestras mejores habilidades. Una visión próspera y shakespeariana. Con celos y dudas. La realidad, la máxima verdad.



     Y hay una tercera forma de mirar el mundo según Valle: Desde el aire. Desde un plano superior. Consideraba de esta manera que los personajes de la trama son seres inferiores al autor, con una pizca de ironía. Los héroes y los dioses son ahora personajes de sainete. El autor es el demiurgo. Sus muñecos son de otro barro genésico. Así trataba Quevedo a sus personajes; así creaba también Cervantes, a pesar de la grandeza de Don Quijote, que vivió loco y murió cuerdo. Cervantes, por esa misma razón, se consideraba más cabal y cuerdo que él.

     Valle, sigue aseverando a su entrevistador, que ve definitiva esa mirada desde el aire en Goya. Y fue esta definición lo que le decidió a escribir los esperpentos. Con sus personajes enanos y patizambos jugando, dice, a la tragedia.

    Termina Martínez Sierra diciendo que Valle-Inclán ha sabido atisbar la realidad, y se atreve a escribirla con despreocupación de artista verdadero que está por encima de sí mismo y del mundo…, cerca de la verdad, meta suprema…, a la cual no llegamos nunca del todo.

     En 1966, durante un nuevo reestreno de una obra de Valle, algún crítico teatral que fue muy reputado en la capital durante muchos años por su cultura y renombre dijo que su teatro estaba muerto, muerto y muerto. Ante la crítica de Águila de Blasón por Cándido, Gerardo Diego escribió que él, por el contrario, el teatro de don Ramón lo veía vivo, vivo y vivo. Su postura se basaba en las múltiples representaciones de Divinas palabras. Remarcaba que la mayoría de sus esperpentos habían sido representados en escena con emoción de actores y público, ya fuese en grandes teatros o en salas pequeñas. Que lo que en un principio es minoritario, con el tiempo, las comedias bárbaras y los esperpentos, con la ayuda de la técnica y sus sobrados recursos, no asustarían a todos los públicos, tuviesen las audacias que tuviesen. A esto, como coda nuestra, se añade que se han adaptado a otras disciplinas como el cine. Es el caso de Divinas Palabras, en 1987, dirigida por Jose Luis García Sánchez, que también se convirtió en ópera por Antón García Abril.

     Diego nos señaló en ese 1966 que el teatro era el más difícil de los géneros literarios, como género híbrido de poesía, de literatura, más una equis variable, a veces no definible, de espectáculo y juego entre la tensión y la atención de actores y público. Debe, además, resistir la lectura y la representación, donde lo literario debe llevar virtudes dramáticas y plásticas.



     Otro dramaturgo, Antonio Buero Vallejo, escribió un ensayo titulado De rodillas, de pie, en el aire en 1966. Coincidía con lo manifestado por Valle-Inclán en la entrevista de 1928, pero matizaba que no siempre veía a sus personajes desde el aire, que a veces los veía de pie e incluso de rodillas. Cree que Valle fue consciente de la doble función del arte: desmitificando y mitificando. Que los héroes o los dioses van al callejón del Gato, que no se deforman para morir, sino para alcanzar nueva vida.

     Buero ve que esos diferentes puntos de vista iniciales, arrodillado y de pie, le hicieron erguirse hacia el aire para tener una mirada penetrante de los hombres que observaba.

     Hoy la crítica observa la carga ideológica de su teatro a la vista de la época de la dictadura de Primo de Rivera. Luces de Bohemia fue reformada y actualizada definitivamente en 1924, dando significado histórico a la obra. Y en Martes de Carnaval (1930), los militares son tratados de forma carnavalesca. Marte, como es conocido, es el dios de la guerra. 



-----------

     Para saber más:

     DIEGO, G.: (2002) Obras completas, tomo VII. El teatro de Valle-Inclán, 15 de abril de 1966. Alfaguara. Madrid. Edición de José Luis Bernal. Visto el 19-03-2024 en Archivo Museo Sánchez Mejías.

     ABC, 7 de diciembre de 1928. Entrevista de Gregorio Martínez Sierra a Ramón María del Valle-Inclán

     BUERO VALLEJO, A.: (1973) Tres maestros ante el público. Alianza Editorial. Madrid.

     LORENTE MEDINA, A y NEIRA JIMÉNEZ, J.: (2017) Doce escritores contemporáneos. UNED. Madrid.


     


4 comentarios:

  1. Hola, Blas, interesantes las palabras que recoges de Valle-Inclán. Fue un gran autor y su esperpento muy adecuado para la época en la que vivía (ahora también vendría como anillo al dedo). Muy buen artículo, te felicito por él.
    Un abrazo. :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Merche: La idiosincrasia del carácter español da muchas lecturas. Valle-Inclán construyó un personaje bajo el que había una persona muy interesante. Un abrazo. :)

      Eliminar
  2. Hola Blas, valle Inclán destacó en muchas de sus obras, quizás por reflejar esos detalles que otros quizás no se atrevieron. Es como si con lo escrito quisiera dejar claro la sumisión obligatoria hacia una dictadura que se imponía por encima de todo. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nuria, gracias. Hay un poco de todo lo que dices en el decurso vital de Valle-Inclán. Hacia 1919-20, del Valle-Inclán sufre una "crisis" personal e ideológica, incorformismo tal vez, que le hace ver la realidad nacional de forma comprometida y crítica. De aquí surgió el esperpento. Un abrazo.

      Eliminar

La Cartuja de Miraflores. El cartujo y la ornamentación

      La Cartuja de Miraflores. Autor      Don Martín recibió la siguiente dedicatoria:      “A la venerada memoria de mi viejo maestro ...