Cultura y sociedad

Extraños signos de vida

 

Captura de pantalla de la edición de Amazon kindle

    

      -Seguirás el camino de la vega en dirección oeste hasta llegar a la ciudad de los veteranos, tomarás la vía argentífera que lleva hasta El Betis. Continuarás por el camino de Onuba que lleva a la confluencia del Urium y el Urius, donde buscarás el lugar que la prístina liquidez ocultó durante milenios espadas pistiliformes. Ahora déjame que pronto vendrá Melquiades para la interpretación de los pergaminos. Él comprende los secretos del sánscrito, tanto como tú conoces las veredas del fin del mundo.

     - ¿Qué debo buscar? Sé andar por mil caminos, encontrar cientos de artefactos escondidos, decenas de documentos olvidados, alguna idea peregrina, pero nunca me han enviado a rastrear una serendipia ignorada donde hubo espadas pistiliformes, atunes venideros y gorrinos futuros.

     -He auscultado las entrañas del Festival de Eurovisión. He descubierto que los humanos habían enloquecido con la música, con graves heridos lesionados por movimientos espasmódicos. Sabes que te ordené atarme a la puerta del pasillo como al mástil de un navío. Recuerda cómo te tapaste los oídos con cera para no chocar con las paredes al escuchar las canciones porque habías aprendido de los desgraciados argonautas que destrozaban las naves contra las rocas tras los terribles sonidos de las sirenas.  

     - ¿Te han curado en Urgencias?

     - El dedo índice terminó descarnado. Estuve votando toda la noche con la mano libre tras atarme a la puerta. Voté por Saltés, pero no ganó.

     - ¿Cómo va a ganar Saltés? No cantó. Y no lo hizo porque no participó ningún país con ese nombre. ¿Cuántos votos pulsaste?

     - Lo sé, es una isla. Pero todo era una sinrazón y me uní al disparate. Debía haber votado a Malta, San Marino o Islandia. Ahora busco la soledad de los Buendía en Macondo. Ahora rastreo en los mapas la escondida senda de los pocos sabios supervivientes del concurso. Ahora que está empobrecido el mundo, sé que se alimentan de las hierbas del campo rebuscadas. Miran a su alrededor y no ven nada. No hay luz, no hay comunicación. Solamente son felices con el maná caído del cielo. Ve y vuelve a encontrar la inspiración, la belleza, la música callada, la alineación de los acordes melódicos, el derrocado orden del cosmos. Salvemos al mundo para salvarnos nosotros. Recuerda, repite los versos de Gerardo Diego cuando las aguas te muestren su secreto: permíteme que te hable/ entre tres naipes de fuego. Será la contraseña con la que despertarán los ciudadanos de su letargo.

     Se ajustó las cuerdas de la mochila a la espalda. Se untó repelente de insectos y se armó con el bastón de punta de hierro que blandió como el bieldo de un antiguo segador manchego. Al alba, con el primer destello, partió camino de la gloria.

     Encerrado en la torre del castillo con la despensa llena de jamón y vino, el amanuense leyó y escribió por varias generaciones mientras esperaba la vuelta del emisario. ¿Tardaría unos días, una semana, un mes o un año? ¿No volvería?

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Solazamiento con un cuento

     Cuenta Bocaccio en el Decamerón que una noche las novicias y monjas de un convento fueron a buscar a su abadesa para contarle que una de las monjas dormía acompañada por un mozo del pueblo cercano. La abadesa se levantó de su lecho rápidamente y se vistió con la ropa que había sobre la cama. Fueron con unas luces de lucerna alumbradora hacia la celda de la monja acompañada. La abadesa le recriminó su actitud y, lejos de asustarse, empezó a reír tímidamente, risa que se convirtió en carcajada cuando distinguió el tocado de la abadesa. Todas las novicias, todas las monjas miraron a su abadesa. Y la abadesa se quitó su tocado. No era el propio de su hábito. Eran los calzones del párroco que estaba pasando la noche con ella. 

     Todas se retiraron a sus celdas. Y la vida siguió su curso.


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     Muchos años después, volvió a leer Cien años de soledad. Se acordó que aquella primera lectura fue un disfrute dilatado en el tiempo y el espacio. Cuando se tenía o cuando se buscaba el momento. Con el café, con la almohada. Con el silencio y la soledad hallada. Una lectura de todos los mundos encerrados en una pequeña ciudad.

      Ahora, más medido, más organizado, más analizado, la lectura fue veloz. Todo estaba en algún sitio. Que si tenía veinte capítulos, que no tenía numeración ni título... Que si se podía leer de un tirón entre 12 y 17 horas según la velocidad y las pausas. ¿Qué necesidad había de medir algo que se tenía que disfrutar? Incluso si era un profesional o estudioso, necesitaba alimento, sueño, la evacuación de los fluidos y el aseo. Sin embargo, era difícil escapar al peso y la medida.

     ¿De 12 a 17 horas sin parar? Audible lo aseguraba. Un lector por muy voraz que sea necesita comer y dormir para ser plenamente consciente de lo que lee. Puedes leer rápido y no enterarte, lento y no enterarte, y despacio y dejarlo. Hay que disfrutar su lectura. En las obras previas de García Márquez había unos temas que tomaron cuerpo en el Macondo de Cien años de soledad, como:

     - Ese intento por ensanchar los límites de la realidad. Había elegido temas irracionales con motivos y técnicas apropiadas.

       - La intencionada interrelación entre distintas generaciones en monólogos, diálogos o recuerdos.

     - La alteración del tiempo, por ejemplo, con la experiencia de la muerte. Ojo, había que distinguir la ayuda de los distintos espacios: Dentro, fuera, visible o invisible. O el mismo lugar a través del tiempo. Recuerda a Barrio Sésamo. No es igual.

     - La distinción entre la naturaleza y el mundo en sociedad. Más claro, la distinción entre barbarie y civilización.

     - Pretendía ser precursor, profeta, visionario y analista de la soledad. Todo en uno.

     - La vuelta y revuelta a la infancia, la vejez y la muerte como puntos extremos de la vida. Nuestro pasado, nuestro futuro.

     - Una cierta prefiguración de que todo está escrito de alguna forma, como mitificado. Los pergaminos de Melquiades. Por cierto, ¿Dónde estás, Melquiades?

     - El cómo saber distinguir exageración de realidad. Su dialéctica y saber qué es exageración y qué realidad.

     - El relato hiperbólico que ayuda a magnificar lo particular. Y con la magnificación se llega a lo mítico, diferente a lo cotidiano. 

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      Esa idea de círculo en movimiento, ciclo, tiene en Cien años la forma de rueda giratoria con eje desgastado al utilizar la repetición de nombres en los personajes. Le sirve para destruir la separación entre lo real y lo mágico. Esa cierta hipérbole caribeña. 

     Los hechos son narrados con naturalidad. Los reales y los irreales. Vargas Llosa habla de una obra entendible por cultos e imbéciles. Lo cuenta García Márquez sin juzgar, sin explicación ni justificación. Con un lenguaje comprensible.

     Nos presenta un mundo inmutable en el que puede subyacer una tentativa de denuncia, de exorcismo o de enmascaramiento. Puede que sea la primera por utilizar cierta inflexión valorativa al adjetivar.

     La estructura de la novela es cíclica, o circular, y dinámica. Novela dentro de novela, pergaminos de Melquiades, -ya estaba escrito-. No hay numeración de capítulos ni su nombre. Reiteraciones constantes. Mito cosmogónico y mito apocalíptico:

     a) mito cosmogónico: visiones edénicas (Adán y Eva), utópicas y arcádicas iniciales.Ideas fuerza: Idealización y naturalismo.

     b) mito histórico: El progreso científico y José Arcadio Buendía. De la armonía original al estado de discordia- recuerda el autor en su memoria las crónicas de Colón, de Pigafetta, de Díaz del Castillo...-. La historia de los héroes de Macondo. Aureliano Buendía. Ciclo del incesto y la soledad. El personaje de Úrsula Iguarán, importante. La estrecha relación con la casa. El incesto y destierro. El remordimiento. 

     c) El mito apocalíptico: La utilización de los pergaminos de Melquiades. Escritos en sánscrito, cifrados, concentrados en un siglo de episodios cotidianos para que coexistieran en un instante. Nos lleva a la eterna coexistencia del tiempo y el espacio. Eternidad. Lo apocalíptico solo lo pueden revelar o interpretar pocas personas, los “justos” o “rectos”. La numerología de los cien años. La predeterminación de la historia. El camino hacia la destrucción. Las plagas. Babilonia Hispanoamericana. Aureliano Babilonia y su tía-pareja Amaranta Úrsula.

     Es la novela total, tal vez la mejor novela después del Quijote manchego. Historia de una fundación: Saga familiar con temor profético como historia de América Latina y la historia universal de la humanidad.

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     Mario Vargas Llosa escribió Historia de un deicidio. Analizaba la obra de García Márquez hasta llegar a Cien años de soledad. Rosa Chacel decía que no le gustaban mucho los escritores del boom latinoamericano. A continuación se le escapaba: bueno, Cortazar no está mal, Cien años de soledad es una buena novela, y me gustan los ensayos de Vargas Llosa. Y Vargas, después del puñetazo a su amigo, estuvo varios años prohibiendo la reedición de su estudio doctoral sobre el autor de Cien años de soledad, hasta que también recibió el Nobel y se publicaron sus obras completas. Cuando le entrevistó Joaquín Soler Serrano en A Fondo, durante la Transición Española, el hispano peruano era todavía esquivo en las preguntas sobre el tema, casi diez años después.

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     Un hombre no elige sus "demonios": le ocurren ciertas cosas, algunas lo hieren tanto que lo llevan, locamente, a negar la realidad y querer reemplazarla. Esas "cosas", que están en el origen de su vocación, serán también su estímulo, sus fuentes, la materia a partir de la cual esa vocación trabajará.

                          Mario Vargas Llosa, Historia de un deicidio

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           Bibliografía empleada:

           -Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

           -Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa.

           -Poemas adrede, Gerardo Diego. Leído como empieza Cien años de soledad:  "Muchos años antes", en la biblioteca del Archivo Museo Sánchez Mejías, algunas páginas previas a la Fábula de Equis y Zeda, tomo I de las Obras Completas.

            -Decamerón, jornada IX, novela II. Bocaccio.

            -Doce escritores contemporáneos, Antonio Lorente y Julio Neira. 

            -La Odisea, Homero. El canto terrible de las sirenas.

           - Génesis y Éxodo, La Biblia. Mundo edénico y maná de los seguidores de Moises.

           -La vida es sueño, drama de Pedro Calderón de la Barca. Décima del sabio.

           - https://www.youtube.com/watch?v=uFgctURyGp4 Estranha forma de vida, Amalia Rodrigues.

19-05-25  17:59 Actualizado 20-05-25 6:20.

4 comentarios:

  1. El autor nos deja, pero quedan sus letras que perduran. Excelente elección. Un abrazo

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  2. Buenas Blas!
    Lo que está claro, es que García Marquez no escribía para contar el mundo, sino para reinventarlo, y entre su desidio y el escepticismo de Rosa Chacel, queda claro que la literatura también es una guerra civil a pluma limpia.
    Gracias por el repaso. Has cruzado los tiempos como Melquiades por los pergaminos!!
    Un abrazo Blas!!

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    1. Hola Finil: Gracias por tu comentario. Hay más guerra de egos, que puede llegar a mayores, que guerra civil. En la RAE ahora están votando por un sillón dos personas. Con tal de no elegirlos, van ganando los votos en blanco.
      Melquiades es el tiempo. Irrepetible, tras cien años de soledad finalizados con el viento. Un abrazo, Finil.

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