Cultura y sociedad

"Las calles de Cádiz" ante la crítica periodística (1933)

    

El Sol, 15-10-1933, Hemeroteca Digital

     Uno de los musicólogos más influyentes del primer tercio del siglo XX fue Adolfo Salazar. Colaboraba en el diario “El Sol” como crítico musical. El 15 de octubre de 1933 escribió la siguiente crónica sobre el estreno en el Teatro Español de la Compañía de Bailes Españoles de la Argentinita la noche anterior:

     “El cuadro que se estrenó, “Calles de Cádiz”, contiene momentos de intenso sabor popular. En cuanto se liguen un poco más… pueden constituir un ejemplo muy típico de lo que puede ser el nuevo “ballet” de esta compañía. Hay en “Calles de Cádiz” elementos cuyo valor no es fácil que lleguen a un público como el del Español, pero que son carne viva de Andalucía. Tales, por ejemplo, el viejo “cantaor” Ezpeleta, y otro más joven de vibrante timbre, llamado “el Gloria”. De las muchachas, Manolita Maora y Jeroma son deliciosas; excelentes “bailaoras” además, tanto “en lo suyo” como en su intervención en “El amor brujo”. El viejo Tili hace una pareja impagable con la Macarrona. Lillo tiene un estilo distinguido y de gran elegancia… El cuadro del patio jerezano es digno de Bartolozzi, su autor.

     El romance de la hija de Villacampa, que canta la Argentinita, es por sí solo una estampa de género… da ejemplo de lo que esta compañía de “ballets” debe ser: esto es, tan popular como se quiera; pero enseguida, superándose a sí misma, superando lo popular para adquirir el nivel del gran arte. Primero “baile”. En seguida, “danza”. - Ad. S.[1]

     Salazar había alcanzado gran relevancia como crítico, musicólogo y compositor en los años 20-30 del siglo XX. Su relevancia sobrepasó los límites nacionales y muestra de ello es la importancia que tuvo en la creación del Colegio de México. Es muy interesante su epistolario que se consultó en el Archivo Museo Sánchez Mejías. Cartas con Ezra Pound, García Lorca, los hermanos Rodolfo y Ernesto Halffter, Gerardo Diego o Luis Sánchez Cuesta, entre otros[2].

     El diario El Sol, que había sido creado en 1917 por Nicolás María de Urgoiti, estaba dirigido por Félix Lorenzo y tuvo a José Ortega y Gasset como referente editorial. Un hijo de Nicolás María de Urgoiti fue uno de los primeros socios financieros de Luis Buñuel: Ricardo Urgoiti Somovilla y su productora Filmófono en 1935. Antes, Buñuel, lo había intentado con Ignacio Sánchez Mejías, según cuentan las cartas que remitió a José “Pepín” Bello[3].

     El diario Ahora, del propietario/director Luis Montiel con la ayuda de Chaves Nogales, no firmaba la critica de la presentación en el Teatro Español de la Compañía de Bailes Españoles de La Argentinita:

     “… se estrenó el poema popular “Calles de Cádiz”, original de Jiménez Chavarri, sucesión de estampas… “Canción de corro”, “Lección de baile”, “Tangos”, “Bulería del Camaronero”, “Guardias del Barrio”, “Nochebuena”… con Argentinita y Pilar, la Fernanda, la Macarrona, La Malena, la Jeroma, Manolita Maora… Antonio y Juanito Jiménez, el Churri, Espeleta… Todas las estampas , de un gran colorido, de un añejo sabor popular, presentadas con ponderada estilización y fino sentido artístico, fueron muy celebradas…Ella (Argentinita), su hermana, sus colaboradores y acompañantes, escucharon muestras inequívocas de la aprobación del público, que llenaba la sala del teatro municipal.”

Ahora, 15-10-1933, Hemeroteca digital

     Ahora dejo de editarse en 1939, tras una segunda época en la que fue controlada por un Consejo Obrero según relata Chaves Nogales[4] en A sangre y fuego, destituyendo al propietario, que años más tarde fundaría Semana y As. Luis Montiel fue diputado en Cortes en la monarquía de Alfonso XIII, director general de aduanas en la dictadura de Primo de Rivera, y presidente del Círculo Mercantil de Madrid[5].

     El Heraldo de Madrid había publicado una entrevista previa el 13 de octubre donde informaba de la presentación de “Las calles de Cádiz” de Jiménez Chavarri. Argentinita decía que el autor era un músico joven que tendría muchos éxitos y natural del propio Cádiz. La entrevista previa estaba encabezada por el título: “Mañana, en el Teatro Español, se presentará la ilustre bailarina Encarnación López (Argentinita) con la gran compañía de bailes que ha formado. Y estrenará “Las calles de Cádiz”, de Jiménez Chavarri. Otra vez Encarna.[6]

El Heraldo de Madrid, 16-10-1933, Hemeroteca digital

     La crítica del estreno fue escrita por Enrique Ruiz de la Serna el 16 de octubre, el cual manifestaba que “el programa era casi el mismo que la temporada anterior: “El amor brujo”, en la primera parte, y, en la segunda, una serie de estampas- en su mayoría andaluzas- de intenso sabor racial. Esto fue lo más interesante… La Argentinita y su hermana Pilar, en alternada actuación, bailaron y cantaron con ese arte suyo, único e inalienable, que hasta los más frígidos arrebata y arranca el aplauso… en fin, en todo el programa, que culminó en la “Nochebuena” y en la zambra gitana que le pone remate… La postura en escena, original- demasiado original- en “El amor brujo” y muy adecuada en todas las estampas de la segunda parte, que, en esto, como en todo, tuvo su mejor fortuna. - E. Ruiz de la Serna.

     La Argentinita e Ignacio Sánchez Mejías (Jiménez Chavarri era el pseudónimo con el que había escrito el libreto de “Las calles de Cádiz) tuvieron que esperar al 17 de octubre para recibir la crítica de Luz. Sabían o presumían que podría escribirla Juan Chabás, pero puede que la escribiera un músico y musicólogo llamado Salvador Bacarisse, primo del escritor Mariano Bacarisse, y miembro del grupo de los ocho que era la versión musical de la generación del 27, que había crecido bajo los postulados musicales de Adolfo Salazar.

    Chabás hacía las críticas de teatro; las musicales las escribía Bacarisse. Argentinita había presentado una nueva forma de llevar a escena los cuadros y bailes españoles.

     Chabás había firmado la crítica teatral del día 16 de octubre y era bastante negativa[7].

Luz, 17-10-1933, Hemeroteca digital


     Finalmente, en la sección de Teatros, cines y conciertos, Salvador Bacarisse escribió sobre el estreno del Teatro Español remitiéndose, en su inicio, a la aparición de la compañía rusa de Diaghilew que ha sido aplaudida por el público, ofreciendo “mayores y más nuevas perspectivas a las corrientes actuales de la música y la plástica al servicio del arte del teatro. Hasta el momento nada se había intentado entre nosotros en este sentido…Diaghilew derivó con su compañía, del arte- si no popular, típico ruso-, hacia otro tipo universal, cosmopolita. Quizás esta agrupación tenga que mantenerse constantemente dentro de lo popular auténtico- por lo menos como técnica de baile-… en ello estribará seguramente su principal atractivo, ya que no estará nunca expuesta a presentar un espectáculo híbrido que en nuestro país no caería en el academicismo, pero si seguramente en la mediocridad zarzuelera.

     En el programa… la sabrosísima… “Calles de Cádiz”, de Jiménez Chavarri, cuadro vivo, no cuadrito de costumbres, trasplantando a la escena con toda la rotundidad de su alegría frenética, desordenada, improvisada… ¡Qué lejos de las danzas que nos han presentado algunas veces de otras regiones…

     En sus escenas: canción de corro, lección de baile, tangos, bulerías, villancicos, obtuvo un éxito ruidoso toda la compañía. Argentinita, su hermana Pilar, Rafael Ortega reverdecieron sus triunfos anteriores en las danzas de Falla y de Albéniz, en las estampas de García Lorca, así como en su versión tan original del magnífico “Amor brujo”, conducido por Rodolfo Hallfter, de la Orquesta Bética de Cámara. Salvador Bacarisse[8].”

     Salvador Bacarisse nació el 12 de septiembre de 1898. Miembro de una familia burguesa, tuvo acceso a estudios superiores. Ganó tres premios nacionales de música, 1923-1931-1934, fue considerado durante mucho tiempo como alejado de la ortodoxia musical, no entendido por el público. Su estilo varió entre el impresionismo, el neoclasicismo y el neorromanticismo. Tras la Guerra Civil se instala en París y su estilo se siente influido por la nostalgia por lo español y evoluciona su obra hacia neocasticistas y neorrománticos[9]. Muestra de ello, su famoso “Concertino para guitarra y orquesta”, 1957.

     Lo que promovió Argentinita, con su Compañía de Bailes Españoles, con la colaboración de Federico García Lorca e Ignacio Sánchez Mejías era la renovación desde dentro. Desde fuera, ya lo habían intentado Antonia Mercé, La Argentina, y Vicente Escudero. Encarnación y Pilar López comenzaron a frecuentar a principios de los treinta del siglo XX la Residencia de Estudiantes y los círculos intelectuales en los que se movían los miembros de la generación del 27. En 1931 graba Argentinita con Lorca la Colección de Canciones españolas antiguas, mezclando tradición y vanguardia. La aparición de Ignacio Sánchez Mejías, su cercanía con la bailarina, el desarrollo personal del sevillano como dramaturgo, actor ocasional en La malcasada (1926) y polifacético factótum ayudó a germinar la compañía de danza. En ella colaborarían Salvador Bartolozzi, Santiago Ontañón, Manuel Fontanals, Alberto Sánchez, Francisco Santa Cruz y José Caballero. En la parte musical los hermanos Halffter, Rodolfo y Ernesto, dirigiendo la Orquesta Bética fundada por Manuel de Falla, del que se representaba alguna de sus obras, más las de otros contemporáneos: Albéniz, Chueca o Granados. El logotipo de la compañía sería diseñado por Santiago Ontañon[10].

     Como curiosidad y síntoma del ambiente multidisciplinar de las inquietudes de los miembros de la Edad de Plata: Algunos de los colaboradores de la Compañía de bailes españoles participaron en los montajes, a su vez, de teatro clásico de La Barraca, dirigido también por Federico García Lorca con la ayuda en la escena de Eduardo Ugarte, su mano derecha.




[1] El sol, 15 de octubre de 1933, página 12. Año XVII, número 5048.

[2] SALAZAR, A.: Epistolario: 1912-1958. Fundación Scherzo, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Instituto de las Artes Escénicas y la Música. Madrid. 2008. 1047 páginas.

[3] Cartas de Luis Buñuel a Pepín Bello de agosto de 1927 y 5 de septiembre de 1928 en CASTILLO, D. y SARDA, M.: Conversaciones con José “Pepín” Bello. Anagrama. Barcelona. 2007. Fecha de lectura en Archivo Museo Sánchez Mejías: 11-12-2022.

[5] ABC, sábado 17 de julio de 1976, edición de Sevilla, página 36.

[6] El Heraldo de Madrid, 13 de octubre de 1933, página 4.

[7] Luz, 16 de octubre de 1933, página 6

[8] Luz, 17 de octubre de 1933, página 7.

[10] MURGA, I.: La Compañía de bailes españoles (1933-1934). Argentinita, Lorca y Sánchez Mejías. Instituto de Cultura, Fundación Mafre. Ediciones Mahalí. Valencia. 2012.

 

 

Si Garcilaso volviera

 


     Contaba Rafael Alberti que, cuando releía la Égloga III de Garcilaso, a su memoria venían tres paisajes o escenas diferentes:

     La primera, la habitación en la Residencia de Estudiantes de Federico García Lorca. Una habitación blanca, casi como una celda, o mejor dice jaula, únicamente decorada por un dibujo de Dalí, cercada por flores, árboles, y la sierra de Guadarrama al fondo. Entonaba entre almohadas los versos 225-228 del poema, en medio del gorjeo de los gorriones ocultos en la vegetación cercana:

Todas, con el cabello desparcido,

Lloraban una ninfa delicada (Hacía una pausa Federico…)

Cuya vida mostraba que había sido

Antes de tiempo y casi en flor cortada; … (Otro silencio del poeta granadino).

    Una segunda escena se desarrollaba en una sala cuadrada, con olores a barnices y trementinas sobre troncos cortados e impregnados. ¿La duda? El lugar, tal vez un bosque, un río... Es el joven pintor antes escribir ripios. Los rojos, la sangre, inundan el lienzo. Se encuentra cerca de Tintoretto o Tiziano tras pintar La bacanal de los andrios. Es un recuerdo del Prado.

     Destas historias tales varïadas

Eran las telas de las cuatro hermanas,

Las cuales con colores matizadas,

Claras las luces, de las sombras vanas…


 

     Una tercera escena le llevaba a un momento de fragor militar, junto a un castillo, en Malpica de Tajo. Un castillo ahora tranquilo por las flores del foso, los cipreses del río y el voznar de los cisnes[1]. Ya no hay arqueros que les ataquen. Tal vez pudo herir a la ninfa que canta Garcilaso:

En el semblante triste, y traían

Cestillos blancos de purpúreas rosas,

Las cuales esparciendo derramaban

sobre una ninfa muerta que lloraba[2].

     El Tajo era el río numen de la poesía bucólica y las fábulas clásicas de inspiración castellana e influencia italiana traída por Garcilaso, el poeta y soldado que trajo el itálico modo junto a Boscán. El domingo caminábamos hacia el Museo del Molino Grande de Manzanares y nuestra imaginación volaba a la época en que la madre nueva llevaba agua incluso en el estío. El río es uno de los símbolos del paso de la vida, como la salida y el ocaso del sol diario.

     Alberti cuenta, precisamente sobre Garcilaso, que entró en la Orden de Toledo, sobre la que los miembros de la Residencia de Estudiantes hacían pasar por exigente en lo tocante a la admisión. No hubo de ser tanta porque admitieron rápidamente a Alberti, sea por su fama o por amistad. Orden en la que hubo degradaciones como es el caso de Dalí.

    Alberti debía vagar la primera noche por las calles toledanas, sin luz apenas, sin transeúntes que le orientaran. Iban a dormir, poco o mucho, a la Posada de la Sangre y de aquí salían en la noche con sábanas utilizadas con fines fantasmagóricos tras un acto poético. Figuras fantasmales que pretendían confundirle. Se dejó llevar. Callejeó sin sentido, buscando el alba, hasta pasar ante un edificio señorial con muros de yedra donde había una losa en la pared con una inscripción que la noche cerrada obligaba a acercarse para leer con la ayuda de un pequeño farolillo:

AQUÍ NACIÓ GARCILASO DE LA VEGA[3]

     Unas letras más pequeñas impedían entender bien el texto. Obligaba a forzar la vista. Al final indicaba la fecha, siempre dudosa en su nacimiento: 1503-1536. Alberti sintió el espíritu del poeta toledano que imaginó que bajaba del muro frondoso y le acompañaba persiguiendo el alba.


     El portuense dedicó dos poesías a Garcilaso que nosotros recordemos. La primera en Marinero en Tierra, donde se rinde al poeta clásico y quiere ser su escudero, dejando su traje de marinero y destocando su sombrero:

Si Garcilaso volviera

   Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.

   Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera,
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.

   ¡Qué dulce oírle, guerrero
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.[4]

 

    Años más tarde publicaría la Elegía a Garcilaso en Sermones y moradas. En el recuerdo permanece su lectura a finales de septiembre de 2022 en la edición de Losada que hay en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías. Comienza la elegía imaginando que lloran las yedras durante el velatorio de las aguas tristes ante un yelmo sin alma:

 

 

Elegía a Garcilaso, (Luna, ¿1501? -1536)




 


... antes de tiempo y casi en flor cortada.
Garcilaso de la Vega

 

Hubierais visto llorar a las yedras cuando el agua más triste se pasó toda
              una noche velando a un yelmo ya sin alma,
a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme los
              espejos de los castillos
a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vida
al ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas y los laúdes se
              ahogan por arrollarse a sí mismos.
Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas.
Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armadura vacía.

¿Cómo hay luces que decretan tan pronto la agonía de las espadas
si piensan en que un lirio es vigilado por hojas que duran mucho más
              tiempo?
Vivir poco y llorando es el sino de la nieve que equivoca su ruta.

En el Sur siempre es cortada casi en flor el ave fría.[5]


 

     Alberti incluyó estas dos poesías en un prólogo homenaje en Editorial Pleamar de las Poesías de Garcilaso que publicó en Buenos Aires (1946), según Robert Marrast[6].

     La influencia en los poetas del 27 es muy palpable. Salinas tituló una de sus obras cumbre, La voz a ti debida, por un verso de la Égloga III:

Más con la lengua muerta y fría en la boca

Pienso mover la voz a ti debida; …[7]

     José María de Cossío decía que la obra de Garcilaso está colmada de alusiones y recuerdos ovidianos. En el caso de la Égloga III se representan tres fábulas: Orfeo y Eurídice, Venus y Adonis, y Apolo y Dafne[8]. Nosotros vemos referencias menos ovidianas en las citas cultas a Apeles y Timantes, famosos pintores de la antigüedad griega.

     La fascinación por poetas renacentistas y barrocos fue producto del espejo donde querían mirarse los jóvenes poetas. Poetas que se consagran en el tercer centenario de Góngora, 1927, y que, por ejemplo, hacen números especiales a Fray Luis de León en el número tres-cuatro de Carmen, y que se sienten subyugados por el teatro de Lope de Vega (Lorca, Bergamín, etcétera) o el misticismo de San Juan de la Cruz (Cernuda).



[1] ALBERTI, R.: Imagen primera de… Turner. Madrid.1975. Páginas 149-151.

[2] VEGA, GARCILASO DE LA: Poesías castellanas completas. Edición de E. L. Rivers. Clásicos Castalia. Madrid. 1982. Página 193-208.

[3] ALBERTI, R.: La arboleda perdida. Seix Barral y Círculo de Lectores. Barcelona. 1959 y 1975. Página 197-198.

[4] ALBERTI, R.: Marinero en Tierra, La Amante, El Alba del Alhelí. Edición de Robert Marrast. Clásicos Castalia. Madrid.1982. Páginas 134-135.

[5] ALBERTI, R.: Cal y Canto, Sobre los Ángeles, Sermones y Moradas. Losada. Buenos Aires. 1952. Página 148.

[6] ALBERTI, R.: Marinero en Tierra, La Amante, El Alba del Alhelí. Edición de Robert Marrast. Clásicos Castalia. Madrid.1982. Página 134.

[7] VEGA, GARCILASO DE LA: Obra citada. Página 193.

[8] COSSÍO, J. M.: Fábulas Mitológicas en España. Espasa-Calpe. Madrid. 1952. Páginas 75-80.

Bodas de sangre

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