La casa

Modelaje casa en el jardín. bmre


      En el principio, no había nada. Ni cielo, ni tierra, ni personas. Nada y nadie que las señalase o llamara...
     Como no había tierra, no había ni orden, ni concierto. Ni la tierra se llamaba tierra, ni había palabras para nombrarla... 
     Él vino y sacó la luz de las tinieblas.  Y cuando anduvieron, lo hicieron por caminos ignotos, inapreciables, vacíos... buscando aposento...
     Las hierbas comenzaron a crecer con los más bellos amaneceres, con las más bellas flores, con los más intensos olores que surgían por los cielos más azules, unas veces más grises, otras veces más verdes. Intensos...

El paraíso perdido. bmre.



     Él había llamado a la luz, día, y a las tinieblas, noche. Y un día que estaba el sol más claro y que la noche tardaba en llegar, dijo que lo que empezaban a roturar, era la tierra y les hizo gracia que llamase cielo a las nubes y estrellas de la bóveda que iluminaba su techo,  alrededor de la que daban vueltas, con el suelo, con el césped, con la casa, sin saberlo...
              Como la tierra producía hierba y otras plantas que daban semillas, decidieron vivir allí. El agua estaba tan cerca, la naturaleza era tan feraz y el aire tan suave... Un viento de lo que luego fue nombrado oeste acariciaba sus caras... Buscaron las tierras más ocres, las más manejables, las más resistentes, las más fértiles. 
     Él, que parecía que no descansaba, había creado lo que luego se llamarían animales que crecían vertiginosamente, cada mañana, al ver el azul del cielo, entre azules y grises, entre la nieve y el sol, con la lluvia, con la brisa...

     Debían cubrir el techo de todas las inclemencias, de todas las verdades... de sus vergüenzas, de aquellas que no lo eran..., pero se resistían a estar a oscuras, y abrieron los vanos, y no cerraron las puertas...



Distribución. bmre


           Encontraron refugio y se dieron cobijo. Elevaron las paredes, que trepaban sobre el tupido verde, con los olores no descritos, como el del heno recién cortado, con su raigrás y su ballico... sobre la tierra más productiva del conocido mundo, escasamente comprendido, escasamente habitado...

Muros. bmre



     La luz inundó la nueva morada cuando entró por la puerta y atravesó las ventanas. Era la vida que invadía la nada, que invitaba a mirar, que invitaba a soñar... que invitaba a salir..., que invitaba a pasear por el tupido manto verde en el que se había convertido, tras ser una tierra yerma...

     Acabada la casa, se fueron a comer. En la comida probaron la fruta prohibida, aunque no sabían que era fruta, ni que estaba prohibida; su sabor les gustó. Y se dieron cuenta de su desnudez, sintieron pudor, sin saber qué era, y empezó la historia de la indumentaria, cuando se cubrieron con plantas silvestres que todavía no habían domesticado, ni cultivado, aunque no sabían qué era cultivar, pero crecían cerca de la hierba de la casa. 

     Él les dijo que un día aparecería un hombre venido de lo que llamarían norte, con unas batas; les dijo que le siguieran. Se llamaría Amancio. Les abrigaría. Aunque no sabían quién era Amancio, ni qué eran las batas o albornoces, obedecieron. Empezaba a refrescar...

            

Alzado. bmre


4-03-2025 20:25 act. 11-04-25



4 comentarios:

  1. La de cosas que se desconocen. Un abrazo

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  2. Hola, Blas, parece el inicio de la Biblia o del mundo. Aunque el hombre que acudiría no se llamaba Jesús, sino Amancio, y creo que la Biblia tampoco hablaba de casas en un principio, ni techos, metafóricamente hablando, claro. Curioso texto, Blas.
    Un abrazo. :)

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    1. Hola Merche: Hay un poco del Génesis, de Gabriel García Márquez (et alii) con recuerdos/vivencias. Un abrazo. :)

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