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Plano de Madrid 1812 IGN |
Entre tanto, paisanos sin resguardo ni apoyo se precipitaron al parque de artillería, en el barrio de las Maravillas, para sacar los cañones y resistir con más ventaja. Los artilleros andaban dudosos en tomar o no parte con el pueblo, a la misma sazón que cundió la voz de haber sido atacado por los franceses uno de los otros cuarteles. Decididos entonces, y puestos al frente D. Pedro Velarde y Luis Daoiz, abrieron las puertas del parque, sacaron tres cañones y se dispusieron a rechazar al enemigo, sostenidos por los paisanos y un piquete de infantería, a las órdenes del oficial Ruiz. Al principio se cogieron prisioneros algunos franceses, pero poco después una columna de éstos, de los acantonados en el convento de San Bernardino, se avanzó, mandada por el general Lefranc, trabándose de ambos lados una porfiada refriega. El parque se defendió, menudearon las descargas, y allí quedaron tendidos número crecido de enemigos. De nuestra parte perecieron bastantes soldados y paisanos; el oficial Ruiz fue desde el principio gravemente herido. Don Pedro Velarde feneció, atravesado de un balazo; y escaseando ya los medios de defensa con la muerte de muchos, y aproximándose denodadamente los franceses a la bayoneta, comenzaron los nuestros a desalentar y quisieron rendirse. Pero cuando se creía que los enemigos iban a admitir la capitulación, se arrojaron sobre las piezas, mataron a algunos, y entre ellos traspasaron despiadamente a bayonetazos a D. Luis Daoiz, herido antes en el muslo. Así terminaron su carrera los ilustres y beneméritos oficiales Daoiz y Vealarde; honra y gloria de España, dechado de patriotismo, servirán de ejemplo a los amantes de la independencia y libertad nacional. (Conde de Toreno: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España) El Conde de Toreno fue un liberal ilustrado y escritor de una de las obras más importantes sobre la guerra de la Independencia (1808-1814). |
España 1808. IGN |
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El martes 3 de mayo de 1814 amaneció a las 5:02. Estaba previsto que el crepúsculo se produjera a las 6:58. El número 32 de Atalaya de la Mancha en Madrid contaba que era el día de la Invención- descubrimiento, hallazgo- de la Santa Cruz, según la tradición. Sigamos a este periódico:
Era día festivo, pero se podía trabajar, según contaba. Este periódico, antirreformista y defensor de Fernando VII, estaba dirigido por Fray Agustín de Castro, teólogo jerónimo, polemista con la prensa liberal y crítico con las ideas afrancesadas. Tuvo una importante resonancia con reimpresiones en diversas ciudades. En este periódico colaboró el padre Manuel Martínez.
En su página 261 informaba de la Pompa fúnebre del 2 de mayo de 1814. Contaba que se había dispuesto la exhumación y traslación de los héroes que con su sangre abrieron los cimientos de nuestra libertad. El acompañamiento del pueblo madrileño realzaba la fiesta definitiva, derramando lágrimas de ternura.
La pompa fúnebre se preparó en el Parque de Artillería, donde estaban depósitados los restos de Luis Daoiz y Pedro Velarde. En el Paseo del Prado se encontraba una capilla provisional con las cenizas de las víctimas sacrificadas en ese paraje. El público se desparramaba entre estas dos distancias, extendiéndose hasta la Iglesia de San Isidro, lugar de los oficios sagrados. Las espaciosas calles, los balcones más vistosos, no eran capaces de acomodar al enorme gentío. La tropa estaba distribuida por el itinerario. El sonido ambiental se nutrió de marchas en el recuerdo de los héroes. Las parroquias, las comunidades regulares, las hermandades, el Ayuntamiento, se reunieron presididos por la Comisión de Cortes.
La marcha procesional con las dos urnas salió a las 11 hacia el destino final con sus compañeros. Un aire de majestad sopló en el ambiente.
Ocho caballos cubiertos de luto tiraban del carruaje. En la parte delantera se veía una matrona hermosa con la Biblia abierta en una mano, con las siguientes palabras: Y no quisieron quebrantar la ley de Dios, y fueron destrozados; y fue grande en extremo la ira contra el pueblo. La otra mano apuntaba hacia las urnas indicando: Imitadlos.
Junto a la Patría aparecía la Santa Cruz y un Manto Real, signo de que habían muerto por la religión y su rey cautivo. Dos leones despedazaban los trofeos del tirano... Dos cañones tenían colgados trozos de cadenas, rotas por la artillería para que no fuéramos esclavos de los invasores.
Las urnas estaban decoradas con alusiones a la inmortalidad, a la victoria y la gloria de la muerte por la Patria.
Los actos fúnebres duraron hasta las seis de la tarde. No hubo memoria de un acto semejante.
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Carro de triunfo fúnebre en 1814 de Daoiz y Velarde |
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Muchas veces la identidad de una nación se forja sobre personajes anónimos o desvaídos entre lo histórico y lo legendario. Según Ferrán Archilés, con la aprobación de la Constitución de 1978, quedó fijada la existencia jurídica de la nación española, de manera que (aunque con vacilaciones y contradicciones) el texto constitucional se convirtió en una suerte de grado cero de la nación misma (aunque en realidad se reconocía, o se reconoció, la preexistencia de la nación al acto constitutivo). Cree, además, que no se ha cerrado el nacionalismo español. Con el estado de las autonomías se ha reinventado y consolidado la identidad nacional española. Es verdad que coexiste con la idea de nación fallida o parcialmente fallida desde la modernidad con la calificación de nacionalismo débil. Si la constitución vigente no se reforma o se cambia de alguna manera, Archilés ve cinco elementos de pervivencia de la nación o nacionalismo español:
- Es el único sujeto de la soberanía nacional;
- En el relato histórico hay lazos comunes, o compartidos, jurídicos y culturales, de una experiencia común y anterior;
- La oposición a cualquier deseo de secesión;
- La definición de nación española es, además de cívica, cultural;
- El tipo de "enemigo interno" de los otros nacionalismos.
El Estado, que se relegitimaba o refundaba en el periodo 1975-1977, mantuvo el control de la redefinición del marco territorial, y su visibilidad no fue necesaria a partir de 1978 cuando el estado nación ya estaba refundado. En cuanto a su debilidad o banalidad, la misma no es incompatible con su presencia activa. Archilés aprecia en el nacionalismo español un caso similar al nacionalismo francés (nacionalismo invisibilizado). Presencia activa y carácter banal son dos caras de la misma moneda, compuesta por una materia llamada «identidad nacional». Las crisis de legitimidad de los regímenes son las que abrieron la posibilidad a nuevas demandas o cambios: 1898, 1931, permitieron una relectura del significado de lo nacional en España. Podríamos citar el plan Ibarretxe (2005) y el proceso independentista de Cataluña (2012-2022, prov.) relacionado con el revisionismo de la Transición y la crisis financiera y de la construcción, a partir de 2007-2008.
No debemos obviar tampoco que se ha olvidado la idea de nacionalismo español por su identificación con el pasado franquista. La misma idea de crisis de legitimidad ha permitido la refundación del concepto. Los nacionalismos perifericos son una parte del proceso, con un electorado variable.
La sensación, a los treinta años de su aprobación, era la de un estado continuo de revisión, y con otro prisma muy importante, parece que el artículo 2 apuesta por una definición nacional única. Para Ferrán Archilés, el problema se plantea al disociar la nación política de la nación cultural, y la inexistencia de una cultura política nacional «común». Se ha llamado Nacionalidades a "naciones sin Estado". La coyuntura del proceso constituyente marcó la cuestión de la nación española, ante las amenazas antidemocráticas.
Para de la Granja, Beramendi y Anguera, la nación española moderna nace al calor de la resistencia contra la ocupación napoleónica y por el brusco hundimiento de las instituciones políticas de la Monarquía, provocado por la invasión, incluso en zonas no ocupadas. Con el vacío de poder, el bando antifrancés tiene la voluntad de restablecer la independencia y unidad de la patria española. En cambio, se quiebra el antiguo acuerdo respecto de a quién corresponde la soberanía legítima en esa "reunión de los españoles de ambos hemisferios", que es la nación española para la Constitución de 1812. Y tampoco habrá acuerdo sobre el modo de estructurar territorialmente el poder político. Desde el principio, en las concepciones de la nación, se producen fracturas en el movimiento ilustrado: Entre los afrancesados, por un lado, y los reformistas antifranceses de Jovellanos, por otro.
En la resistencia antifrancesa se manifiesta una tensión entre el naciente liberalismo español y la reacción, identitaria contra un invasor, y que se siente atacada en sus valores tradicionales. Esta pugna se enconará cuando desaparezca el invasor.
Hay que considerar que las dos primeras constituciones liberales, la de 1812 y la de 1837, no contemplan ningún tipo de descentralización. Por su influencia surgen las provincias que dividen los antiguos reinos. Y estas constituciones se elaboran bajo el influjo de la pérdida de la mayoría del imperio español por las independencias. Aunque el efecto no fue sentido como en 1898, de carácter más ideológico, la nación española se vio privada en su origen del desarrollo económico y la posible facilidad en su implantación social, o en su cohesión, de permanecer junto a los españoles de ambos hemisferios, como decía la constitución de 1812.
5-3-2025 12:43
De Manuel Malasaña si he leído algo, pero no sabía lo del convento de San Bernardino, gracias por compartirlo, un abrazo
ResponderEliminarGracias, Núria. La edad contemporánea llegó con sangre. Un abrazo.
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