Vasos canopos egipcios para guardar restos eternamente
Con la anuencia del cuerpo, diplomático o no, hemos asistido a su disección. Tras ser abierto de frente a occipucio, nada dijo. No se quejó. Guardó un respetuoso silencio, alterado, excepcionalmente, por el ruido de la sierra mecánica de dientes avasalladores. Saltaron varias astillas óseas y un reguero de sangre se proyectó sobre la pared como pintura de gotelé.
Como era habitual, el cuerpo, diplomático o no, no se enteró de su propio deceso. Ni siquiera pudo ordenar o pedir el responso habitual. Hubiera sido apropiado leer la Carta de San Pablo a los Romanos con la emoción consabida: 'pero
Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió
Cristo por nosotros'. O leer Las Coplas por la Muerte de su Padre de Jorge Manrique: 'Recuerde el alma dormida/ avive el seso e despierte/ contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte'.
Al final nos fuimos a dormir la siesta, tal y como al finado le hubiera gustado, asintiendo y asistiendo los acompañantes entre regüeldos y risas de la opípara comida que los cocineros de la casa habían preparado. ¿Quieren algo más?, decían. ¿Qué objetar? Lo pagábamos, lo pagamos y lo pagaremos entre todos. ¡Qué remedio! No hubo sal de frutas suficiente. ¿Existe todavía la sal de frutas? Preguntaremos al oráculo de Omeprazol. Lo mejor de la comida fue el aperitivo de sesada al ajillo, regada con un Jerez prodigioso, solera AOS de 1924 de Osborne, que se embotelló cuando el hijo del Conde de O. cumplió 21 años. Secó y con mucho cuerpo, de 22º de alcohol. Para su elaboración se utilizó uvas de la variedad Palomino y Pedro Ximénez. Veinticinco años creando un color caoba con ribetes verdes que recuerdan a la maceración de algunas carnes. No hace falta decir que la sesada y el vino recordaba al cuerpo diplomático.
Las exequias se celebraron en el teatro Falla a ritmo de murgas, comparsas y chirigotas. La tierra cubrió sus restos. Los asistentes cantaron viejas salmodias desconocidas acompañadas del ronroneo de los gatos y del graznido de los cuervos.
Esa misma noche, se permitió a todos los ciudadanos participar en la verbena en honor del servicio, exterior o no, donde se bailó hasta la madrugada cuando se preparó un desayuno de pan moreno con aceite de oliva virgen extra, tostadas untadas con manteca 'colora' y pisto manchego en hogazas de pan blanco.
¡He visto
cosas que ustedes no creerían! Un hombre en las horas postreras de
una vida intensa. Un escritor que relataba mi corta vida. Gente del
cine disfrutar de estas estancias en medio de la meseta que me
alberga. Políticos dialogando de reformas democráticas. Todas estas
cosas, y más, permanecerán en el tiempo, como las alegrías y las
lágrimas en la lluvia. ¡Es hora de contarlo!
Ignacio Sánchez Mejías1 fue uno de los mecenas o
mentores de una brillante generación de literatos que, a su vez, habían influenciado en él, convirtiéndole en un creador más y
adquiriendo nuevas realidades intelectuales gracias a Lorca, Alberti,
Guillén o Diego. Había vuelto a la tauromaquia en 1934,
como cuando el hijo pródigo regresa a los orígenes, corriendo el riesgo de
perder la vida contando lo que había vivido y aprendido en los años de
ausencia. Actuó en La Coruña el seis de agosto de 1934. Volvió al
día siguiente a Madrid y se encontró con Domingo Ortega que había
sufrido un accidente de coche. El de Borox le pide que le sustituya en la
corrida que tiene en Manzanares el 11 de agosto. Lo aceptó más por
compromiso entre colegas que por deseo porque tenía que lidiar el día
anterior y el posterior. Hay quien asegura que pudo aceptarlo
por necesidades económicas. Lo que es seguro es que se comprometió. Envió su
cuadrilla al festejo del día siguiente y se marchó a Manzanares
donde sería asistido por una cuadrilla inferior de la que únicamente
los picadores formaban parte de la cuadrilla de Ortega. La situación
se complicó porque no consiguió inicialmente alojamiento, pero al final lo obtuvo, en el
Albergue de Manzanares. Durante la corrida fue
cogido por un toro de Ayala llamado Granadino2.
Cuarenta y ocho horas después fallecía en Madrid a las cinco de la
tarde. Eran las cinco en punto de la tarde3
cuando se convirtió en mito literario gracias a Federico García
Lorca.
Ignacio Sánchez Mejías. El país.
Ese mismo
año, Pedro Muñoz Seca, escritor teatral de éxito, escribió El
Refugio mientras se alojaba en el Albergue. El refugio es
una obra en tres actos que sitúa la acción en la instalación
hotelera cuando el establecimiento cumplía tres años. Muñoz Seca murió fusilado en una de las sacas de Paracuellos del Jarama en los inicios de la Guerra Civil española.
Al final del primer acto,
Horacio, uno de los protagonistas, habla por teléfono:
“Estoy
en un parador, en un «albergue» que tiene el Turismo cerca de
Manzanares. He encontrado aquí acomodo, y me aprece que voy a ganar
bastante dinero. Mañana os enviaré diez duros.”
En
esa época, estaba dotado con un verdadero lujo: los colchones se
importaban de Inglaterra, existía un frigorífico General Electric y
una radio pickup americana, además de dos baños completos.4 El Albergue situó a Manzanares en el mapa geográfico de los alojamientos turísticos de España.
Pedro Muñoz Seca. Abc.
Estos
muros que ven presenciaron a los actores que participaron en el rodaje de la primera película española
que compitió al premio Óscar, que participó en Cannes y
causó un gran revuelo entre los habitantes de la zona. Juan Antonio
Bardem rodó en 1957 La
Venganza
protagonizada por Carmen Sevilla, Jorge Mistral y Ralf Vallone.
Carmen Sevilla afrontaba un exitoso papel dramático, Jorge Mistral
era uno de los galanes de la época gracias a películas como Botón
de Ancla
y Ralf Vallone pertenecía a esos actores italianos internacionales de larga trayectoria y recordo como el cardenal papable de El
Padrino III
de Coppola, por ejemplo. Juan Antonio Bardem era favorable al Partido Comunista,
opuesto a la dictadura, aunque en 1956 el partido había abogado por la
reconciliación nacional. Ese espíritu se intenta plasmar en
el film. Quiso inicialmente titular la película 'Los segadores',
pero la censura franquista no lo permitió porque recordaba el
himno catalán. Manzanares, Membrilla, Minaya, El Toboso fueron
algunos de los escenarios de la película que compitió al Óscar a
mejor película extranjera.
La Venganza. Filmaffinity.
Los
años fueron pasando como pasaron muchas familias que
visitaron estos muros del albergue que con los años se convirtió en
parador. Las bodas, las comuniones, los aniversarios, las reuniones
de todo tipo. Comidas, cenas, desayunos. Alojamientos. Refugios.
Un día se pudo observar como políticos de nuevo cuño
dialogaban para desarrollar la democracia española, como fue la creación de los entes autonómicos. La creación de la autonomía
castellano-manchega tuvo como escenario el Parador de Manzanares durante 1981 con la constitución de la Asamblea Mixta
encargada de iniciar los trabajos estatutarios. Se convocaban en ese
día 41 parlamentarios nacionales y los 120 diputados provinciales de
la región5.
La fase regional de aprobación del estatuto daba comienzo.
Esta explanada de entrada siguió
recibiendo visitantes que parecían abrazar las paredes del Parador
que se mantenían fuertes y renovadas, incluso con el paso del tiempo, que
disfrutaban de los momentos vividos, contemplando el campo
que les circundaba y su vista se dirigía al horizonte por donde el sol iluminaba cada día. Noventa años era solamente el principio.
1Para
conocer más de Ignacio Sánchez Mejías: Archivo-Museo Ignacio
Sánchez Mejías, Calle de las Monjas 12 13200 Manzanares,
926614056, museosdemanzanares@gmail.com
2TERUEL
MARTÍNEZ, S. M.: Ignacio Sánchez Mejías: Torero y escritor. Su
relación con la Vanguardia y con la Generación del 27. Tesis
doctoral Departamento de Literatura Española, Teoría de la
Literaturay Literatura Comparada, Facultad de Letras de la
Universidad de Murcia. 2014. Páginas 52-63
3GARCÍA
LORCA, F.: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935).
Austral, Espasa Calpe. Madrid. 1984. Edición junto a Poeta en
Nueva York y Diván del Tamarit. Páginas 143-156.
4P.
L. M.: Paradores: Entre la tradición y la vanguardia.
Revista Sesenta y más. Publicación
del Ministerio de Trabajo nº 239. Junio 2005. Páginas 8-13.
5CASTELLANOS
LÓPEZ, J. A.: Quién fue quién en la transición en Castilla-La
Mancha (1977-1982). Ediciones Castilla-La Mancha. Obtenido por Books
Google. Página 8.
Detalle de "El beso", Gustav Klimt, Galería Belvedere, Viena
La besaría
eternamente, con gusto, con placer. La amaba. Tanto originariamente
como en las sucesivas copias. Su destino era quererla y disfrutar de su
mejilla. Abrazarla, recogerla con un calor humano y cercano.
Se dejaría
abrazar envuelta en sus ropajes. Sus mejillas enrojecían con el beso
eterno que le daba. Se sentía enorme con su cariño a pesar de verse
empequeñecida entre sus brazos. Se agarraba en su cuello, le asía
su mano junto a su pecho. Su amor era como el más dulce de los sueños. Del cual no
quería despertar.
No sabían qué
hacían en esa sobria habitación. Sí, eran una copia. Pero merecían
estar en una pequeña galería de arte, en una librería, en un café
literario o en la casa de unos pequeños burgueses, bohemios e
intelectuales. No esperaban besarse eterna y deliciosamente en la
consulta de enfermería de un centro de salud. Ella le dijo que la
enfermera era agradable, que únicamente iba unas horas al día, pero que le
molestaba ver como enseñaban las más dispares partes del cuerpo
las personas que le visitaban. Ella estaba acostumbrada a enseñar su
cuerpo a él, y él a ella. Los dos se sentían incómodos cuando,
sin ninguna cortesía, llegaba una persona y se bajaba los pantalones
o se levantaba su falda y enseñaba una parte de su culo y, aún más,
se extrañaban de la rapidez que se daba la enfermera para, con una
jeringa, pinchar. ¡Amor qué cosas vemos! También se asombraban del
tamaño de algunos órganos y de los aparatos que colocaban en
brazos y dedos y de las regañinas que daban cuando, además de pinchar
la yema de un dedo, le decían a un señor llamado Ramón que no
comiese pasteles. Su padre, Gustav Klimt, les condenó a besarse
eternamente para su gusto y para el placer de los ojos expectantes
ante la riqueza visual y simbólica de una obra, original o copia,
que se colocaba en todas las retinas hasta llegar a nuestro cerebro
para provocarnos con su estética. Nacieron para contar un placer sin
fin a través de los tiempos.
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-Buenos días.
-Buenos días.
-Me ha dicho la
doctora Benito que debe ponerme estas inyecciones de vitamina B-12.
-Dígame su
nombre
-Prometeo Pérez
Heras.
Teclea el
ordenador y con una satisfecha sonrisa escondida tras una mascarilla
dice aquí está, tiene razón, se las tiene que poner
-¿Dónde?
Dice él.
-¿Trae las
inyecciones? En el culo. Lado derecho, primer día, y las sucesivas
alternamos, bueno alterna usted.
-De acuerdo.
Hace mucho que no vengo a esta consulta. ¿Desde cuándo tiene una
copia de Klimt?
-¿Quién es
Klimt? -Le pregunta como diciendo yo no soy culpable- Ya estaba
allí cuando llegó. Nunca se planteó de dónde vino, ni quién
la puso.
Sobre la camilla, a la misma altura del botiquín hay una
copia de El beso de Gustav Kilmt, un poco amarillento por el paso del
tiempo, en una ubicación inicialmente extraña, en la sala de
enfermería de un centro de salud de una localidad manchega que
levita levemente del suelo cada mañana cuando amanece al percibir el
milagro de la vida cuando sale el sol. La sala de enfermería se
beneficia de ese sol por unos ventanales con vistas a tejados de
casas con visos de abandono y cuando acaricia sus cristales, la
vida entra allí. Una camilla, una báscula, un
escritorio con ordenador, dos sillas frente al sillón de la enfermera
son completados por un armario de curas y aparatos de ayuda
sanitaria. La pareja que se besa en la copia de Klimt tiene
iluminación propia.
El hombre que
padece el pinchazo en su cuarto trasero derecho observa la copia. Ve
una sensual pareja arrebolada en su éxtasis amoroso sobre un bello
prado florido, ciertamente primaveral, en su máxima intimidad. El
hombre que besa a su amada, probablemente el mismo Klimt, porta una
túnica con cuadros rectangulares en blanco y negro sobre un luminoso
fondo dorado con dibujos de espirales y luce en su cabello una corona
floral verde. Ella, su amada Emilie Flöge, siguiendo el paralelismo
con Gustav, lleva un esbelto vestido estampado de círculos que
contienen otros menores que semejan motivos florales sobre un fondo
dorado ornamentando de flores, cuadrados y motivos geométricos
preciados y valiosos. Su pelo, cortado a la moda de principios de siglo, está cubierto de
flores que se habrá puesto para que su amado no la olvide. Parece
llevar un collar de flores de probable inspiración polinesia.
-Sí, creo que
es de Klimt, dice mientras se abrocha el cinturón, saca su frasco de
gel y le dice a la enfermera hasta mañana.
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Klimt visitó
Rávena a principios de siglo XX y se
maravilló de los mosaicos bizantinos de San Vital, de la utilización
de oro y plata como fondo, actualizando su uso. El beso de Klimt es de 1907-08.
Cuenta la
Crónica General de San Juan de la Peña1
que, a la muerte de Alfonso el batallador, los aragoneses nombraron
rey a su hermano Ramiro que había tomado los hábitos negros de
monje. Como los navarros habían nombrado rey a otro, los aragoneses
estuvieron resentidos con ellos. Ramiro se casó con la duquesa de
Poitiers, del otro lado de los Pirineos y mostró tal generosidad con
sus nobles que lo tomaron por blando y no respetaban su autoridad ni
las leyes del reino por lo que el rey determinó tomar medidas.
Solicitó consejo al monje Forzado que había sido su maestro durante
su formación como benedictino y envió un mensajero. El maestro
mostró alegría y, al mismo tiempo, preocupación porque no quería
dar a entender que era tal la debilidad real que necesitaba el
consejo de su antiguo preceptor. Solicitó al mensajero que le
acompañara al huerto y observase como, mientras leía la misiva
real, cortaba con un cuchillo los tallos más grandes de las coles
quedando solamente las más pequeñas. Hecho esto, le indicó al
mensajero que fuese al rey y le dijera lo que había visto, que no
daría otra respuesta. El mensajero regresó molesto, considerando
que no había recibido respuesta del monje. Inicialmente, el rey
Ramiro reaccionó igual, pero al relatar el mensajero la escena del
huerto, dedujo que el huerto era su reino, y las coles, sus nobles. Y
que para hacer unas buenas coles, era necesaria la carne.
San Juan de la Peña. 2009. Foto propia.
Con el pretexto
de construir una campana que honrase a Huesca, convocó a los nobles
a cortes pues quería que fuese oída en todo su reino, que traería
maestros franceses para que la fundieran. Cuando fueron llegando los
nobles, que había tomado esta propuesta como un dislate de su rey,
fueron llevados a consejo de uno en uno los que le habían
traicionado y les fue cortando la cabeza, llegando a doce antes de la
hora de la comida, no siguiendo más la escabechina debido a que otros huyeron al conocer la noticia de cuál era la almendra del consejo real. Obviamente el reino
quedó subordinado al poder real.
“El Abad,
que sabio era, al mensajero tomara:
metióle
dentro una huerta, y sin decirle palabra,
afilado un
cuchillito, las ramas altas cortaba,
aquellas que
eran mayores, que a otras sobrepujaban.
Díjole que
se volviese, que más respuesta no daba”
La
leyenda del romance de la campana de Huesca, según Alvar que cita a
Duran, tiene un origen oriental y guarda parecido con la leyenda de
los Abencerrajes ajusticiados por el clan de los Zegríes en un salón
contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra, que desde entonces se
llama Salón de los Abencerrajes.
Patio de los Leones, Alhambra de Granada. Restauración 2012. Fuente propia.
Los
constructores de campanas franceses recuerdan la difusión del primer
arte internacional de la Edad Media, el románico, con la orden
benedictina de Cluny, la llegada de nobles y artesanos del norte de
los Pirineos y el vehículo de esa diseminación que supuso el Camino
de Santiago y la multiplicación de iglesias con un lenguaje común
que abandona el rito mozárabe con la reforma gregoriana.
En
San Juan de la Peña hay un monasterio, en realidad dos, pero el más
famoso se encuentra bajo una peña con un claustro precioso con
capiteles bellísimos sobre columnas dobles donde la observación
para el tiempo y el espacio se ensancha.
En
el monasterio nuevo, en una verde pradera cercana a la peña, hay un
centro de interpretación del reino de Aragón3.
José Casado del Alisal, 1832-1886, pintó en 1880 La leyenda del
Rey Monje cuando era director de
la Academia de Bellas Artes de Roma con un estilo tenebroso e
impactante.
“Yo,
Nabónido, el gran rey, el rey fuerte, el rey del universo, el rey de
Babilonia, el rey de los cuatro ángulos, el cuidador de Esagila y
Ezida, para quien Sin y Ningal en el vientre de su madre decretó un
destino real como su destino, el hijo de Nabû-balâssi-iqbi, el
príncipe sabio, el adorador de los grandes dioses, yo:...Al comienzo
de mi reinado eterno, me enviaron un sueño, Marduk, el gran señor,
y Sin, la luminaria del cielo y del inframundo, estaban juntos.
Marduk habló conmigo: “Nabónido, rey de Babilonia, lleva tus
ladrillos en tu caballo de montar, reconstruye a Ehulhull y haz que
Sin, el gran señor, establezca su residencia en medio de ella.” Cilindro de Nabónido.
Cilindro de Nabónido
Cuentan que
Nabonido, rey de la Babilonia caldea, la dinastía que dio un
prestigio sin igual a la milenaria ciudad, abandonó la ciudad más
famosa de Mesopotamia para instalarse, 552 a. C., en la comercial
Teima en Arabia, ciudad que en la Biblia relacionan con la reina de
Saba. Se cree que, durante los diez años que permaneció en ese oasis, se intentó
preparar contra el creciente poder persa, no confiando mucho en los
babilonios ni en el clero dominante de Marduk, aunque también podía
ser que, en esa zona de Arabia, se desarrollaba un creciente poder
económico por su minería y el control de las rutas comerciales que
relacionaban el Creciente Fértil con el sur de Arabia y el
Índico. Durante su ausencia dejó como gobernante de Babilonia a su
hijo Belshazaa, el rey Baltasar del Libro bíblico de Daniel, pero, debido a su ausencia, no se celebró la fiesta de Año Nuevo en la que se
leía el Poema babilónico de la Creación y se celebraba la
procesión por el equinoccio de primavera. La procesión recorría la Vía de las Procesiones y pasaba por la Puerta de Isthar.
La Babilonia caldea fue un poder temporal breve, 625-539 a. C., pero alcanzó una
alta cima artística, dotando a la capital de un esplendor sin igual,
que inspiró e influyó durante siglos. Nabopolasar se independizó
del poder asirio y su sucesor Nabucodonosor II (604-562 a. C. ) dotó
de prosperidad con una hábil labor constructiva que magnificó
Babilonia con obras como la Vía de las Procesiones y la
puerta de Isthar. El soberano caldeo aunaba conquistas y
construcciones como evidencia de prestigio y poder económico.
Cada una de las puertas de la ciudad (8) daba acceso a una vía dedicada a una divinidad protectora. La Vía
de las Procesiones estaba situada al norte, atravesaba de
forma longitudinal la ciudad, tenía una clara función política y
ceremonial que, por la Fiesta de Año Nuevo, realizaba un desfile
durante unos centenares de metros entre muros decorados de frisos de
ladrillos vidriados con representaciones de leones símbolos de la
diosa Isthar. Había una zona de circulación entre
dos zonas de espectadores, a modo de aceras. Al fondo, la puerta de Isthar,
de estructura doble, correspondiendo al doble encintado de la
muralla, con vestíbulos interiores, y se coronaba por torreones con
almenas. Al igual que en las paredes de la Vía Procesional, estaba decorada con ladrillo vidriado y policromado, con relieves de
toros y dragones híbridos, amarillos y blancos, sobre el fondo azul turquesa,
como en la vía procesional, y en honor a las deidades locales.
Puerta de Isthar, detalle.
La Babilonia caldea se nutrió en sus orígenes en el mundo sumerio, más
pacífico que el asirio, dando solidez a unas construcciones, bellas, dotadas de simbolismo, con referentes a los dioses de la ciudad de
ciudades. Durante ese período efímero, se reunificó el poder
mesopotámico, comunicando el golfo Pérsico con el Mediterráneo,
junto con áreas de Anatolia, creando un tráfico comercial que
regará Babilonia de ingentes recursos. En la Vía Procesional, 120 leones de fauces abiertas presenciaban en relieve como desfilaban sus ciudadanos. En esa procesión anual
se renovaba, con el equinoccio primaveral, el matrimonio o contrato
entre el rey y la sacerdotisa con el fin de asegurar la fertilidad de
las cosechas y evocar el origen del mundo. La procesión era la
vertiente pública de la celebración. El rey desfilaba con la deidad de la ciudad en un momento único, contemplado por los habitantes de la
ciudad, que abarrotaban la vía. Detrás de los dioses y el monarca,
que llegaba tomar la mano del dios, seguían las altas autoridades,
los botines de guerra y los prisioneros.
Nabónido, el último rey de los caldeos, ha pasado por ser uno de los primeros arqueólogos. Descubrió una inscripción de Naram-Sin, hijo de Sargón, de 1700 años antes, de otro tiempo, de otro instante, de otra forma de ser. La ungió con aceite, le hizo ofrendas, colocó una inscripción propia y las dejó, ambas, en el lugar original donde la encontró.
La influencia de la opulencia de Babilonia inspiró durante siglos todas las artes, entre ellas el cine. En 1916, una de las escenas más brillantes de "Intolerancia" de Griffith rememoraba la caída de Babilonia.
Bibliografía:
-KINDER H. y HILGEMAN W.: Atlas
Histórico Mundial (I). De los orígenes a la Revolución Francesa.
Akal/Istmo. Madrid. 2006. Página 31
-MARTINEZ DE LA
TORRE C., GÓMEZ LÓPEZ C y VIVAS SAINZ I.: Arte
de las grandes civilizaciones antiguas: Egipto y Próximo Oriente.
Editorial Universitaria Ramón Areces. Uned. Madrid. 2012.
Páginas 343-345.
-PÉREZ LARGACHA,
A.: Historia antigua
de Egipto y del Próximo Oriente.
Akal. Madrid. 2007 .
Páginas 435-436.
-PODANY, A.: El
Antiguo Oriente Próximo. Una breve introducción.
Alianza Editorial. Madrid. 2016. Páginas 178-180.
Fruto de
una vivencia religiosa, el arte egipcio era una experiencia colectiva
y, generalmente, anónima. Los artesanos vivieron durante parte de su
vida en poblados cercanos a las construcciones de sus mandatarios.
Para evitar los saqueos desde tiempos predinásticos, como uno de los
motivos, se comenzó a separar la tumba del templo funerario, puede
que desde Amenofis I (1525-1504 a. C.). El recuerdo de este faraón
fue venerado por los artesanos que convivieron en el poblado de Deir
el-Medina, desde la dinastía XVIII, con el Imperio Nuevo.
Junto al
Valle de los Reyes, en Tebas, la ciudad donde construyeron tumbas los
faraones, y cercano al Valle de las Reinas y el Valle de los Nobles,
se edificó esta comunidad cuyos restos arqueológicos han aportado
una información importante sobre la vida cotidiana del Egipto
imperial.
Unos
trabajadores privilegiados respecto al resto de la sociedad egipcia.
En este valle de los artesanos se acomodó un poblado organizado en
torno a una calle principal con eje norte-sur, en forma de rectángulo
de ángulos mellados, abigarrados, y en busca de un futuro más
próspero, al menos desde Tutmosis I (1504-1492 a. C.). Unas
empalizadas de piedra, a modo de murallas, recubrían esta
planificada estructura poblacional más o menos ordinaria. No había
espacios de separación entre unos artesanos y otros, ni entre unas y
otras de sus familias. Se observa variadas medidas en los habitáculos
dependiendo de la categoría del artesano.
Son
hileras de casas dispuestas en torno a calles paralelas a la
principal. Las murallas tenían dos puertas. Los ostraka, bocetos
rápidos sobre trozos lisos de piedra caliza o restos de vasija
encontrados en yacimientos, informan de los proyectos de estos
trabajadores cualificados. Por la estrechez de los habitáculos debió
existir escasa privacidad, solamente posible escapando a la montaña (Qurnet
Murai), y una necesaria logística para obtener recursos básicos
como el agua, que se encontraba alejado del Nilo, y alimentos.
Además de ostracas, los papiros y documentos nos dicen que este
poblado estaba situado a la izquierda del Nilo, que tuvo diferentes
periodos de actividad, sería abandonado en época amarniense,
siendo la ramesida la más habitada. Pese a la reverencia especial a
Amenofis I, no hay restos que acrediten su fundación, salvo que
acarrearía más trabajo, que agradecerían.
Bibliografía:
-PÉREZ LARGACHA, A.: Historia
antigua de Egipto y del Próximo Oriente.
Akal. Madrid. 2007. Páginas 327-328 y 362.
-MARTINEZ
DE LA TORRE C., GÓMEZ LÓPEZ C y VIVAS SAINZ I.: Arte de
las grandes civilizaciones antiguas: Egipto y Próximo Oriente.
Editorial Universitaria Ramón Areces. Uned. Madrid. 2012. Páginas
41-42 y 180.
-PARRA,
J. M.: La vida cotidiana en el antiguo Egipto.
Titivillus. 2016. Epub. Páginas 285-294.
-PÉREZ-ACCINO
PICATOSTE, J. R. Topografía de la legitimidad: Paisaje y
Arquitectura como metáfora a comienzos de la XVIII dinastía
egipcia. Dirigida por Jesús Urruela Quesada. Universidad Complutense
de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. 1998. Páginas 146-177.
Era
el tema de conversación. Sí, era el tema. Una tercera ola que
vendría tras el fin de año. No la conocía, porque antes hubo otras.
Samuel
Huntington publicó La tercera ola, 1991, en la que expresaba
que un sistema democrático es aquel en el que el poder se basa en
elecciones limpias, honestas y periódicas, donde los candidatos
compiten libremente por los votos y toda la población, en teoría,
tiene derecho al voto. Obviamente, es necesario que exista derecho a
la libertad de expresión, de reunión y asociación que posibilite
el debate público político y la organización de campañas
electorales que conduzcan al ejercicio del voto. Este politólogo
norteamericano manifestaba, adicionalmente, que la democracia había
avanzado en el mundo a través de tres olas sucesivas o tres periodos
de expansión que arrancan, la primera, con las revoluciones
americana y francesa a finales del siglo XVIII, que condujo a países
con sistemas políticos a unos mínimos democráticos basados en el
ejercicio responsable del poder que responde ante un parlamento, que
es elegido periódicamente por un cuerpo electoral que se pretende
que sea lo más amplio posible y que alcanzaría su cota más alta en
la Primera Guerra Mundial, 1914-1918, con hitos destacables como las
elecciones americanas de 1828 o la adopción del sufragio universal
en las elecciones noruegas en 1918. El retroceso de la primera ola
democratizadora se produjo con el final de Gran Guerra por el auge de
los totalitarismos de los años veinte y treinta del siglo XX con la
dictadura nazi como exponente más conocido, con sus conquistas
durante la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945, y, que tras su derrota,
dio paso a una segunda ola democratizadora que potenció la
descolonización, pero que tuvo un breve lapso de permanencia por la
aparición de dictaduras en África, Asia y América Latina. La
tercera ola democratizadora comenzó con las transiciones a la
democracia de Portugal con la revolución de los claveles de 19741,
y el fin de las dictaduras griega y española situando el sur de
Europa como el origen de esta oleada que pasaría a América Latina de
forma sucesiva o inmediata, también a Asia y a los países comunistas del Este
europeo a finales de los ochenta y que se ralentiza después con
algún fracaso como el intento democratizador de la dictadura china.
Pero
no, no es de la tercera ola democratizadora sobre la que oigo hablar.
Alvin
Toffler utilizó también el sugestivo símil de las tres olas para
urdir la trama del progreso humano durante su proceso de
civilización. Existiría una primera ola, dentro del progreso
histórico, producida por la revolución neolítica, hace diez mil
años, por la que se domesticaron animales y plantas, se desarrolló
la agricultura, los modos de vida sedentaria y el inicio de vida
urbano con sus medios de defensa y convivencia. Una segunda ola
coincidiría con la Revolución Industrial, iniciada hacia mediados
de siglo XVIII en Gran Bretaña y durante el siglo XIX en el resto de
Europa, EEUU y Japón, de forma distinta distribuida según las
peculiaridades de cada país y que se caracterizó por la utilización
de nuevas fuentes de energía como el vapor, el carbón y el petroleo,
que sustituyeron la fuerza animal, por la aparición de estructuras
modernas de transporte como el barco de vapor, el tren y el automóvil
y el perfeccionamiento de las armas de fuego y medios de defensa. Se
consolidan como fuentes de energía la electricidad y el petroleo que
dominan los avances científicos y tecnológicos hasta la aparición
de la energía nuclear durante la Segunda Guerra Mundial.
Paralelamente se desarrolla la conciencia de clase y los derechos
sociales y la lucha por su consecución y respeto. La tercera ola
coincidiría con el final de la fase más avanzada de la Revolución
Industrial2,
con el surgimiento de la revolución tecnológica que estamos
viviendo en estos momentos con la denominada Sociedad de la
Información que ha dado paso a la era de los sistemas informáticos y el desarrollo de la Inteligencia Artificial. En definitiva, el dominio de las
tecnología de la información y comunicación como medio de
civilización y defensa.
Pero
no, no es de esta ola de la que se habla y se escribe. Se habla de la tercera
ola de diseminación del virus Covid-19 porque no podemos remediarlo.
Como en la fábula del escorpión y la rana, estamos pidiendo al
gobierno rana de turno que nos permita pasar el charco de las
navidades porque nos portaremos bien. ¡Qué se fie de nosotros! Pero
sabemos, que en medio del charco, escorpión y rana flaquearan y
confraternizaran, con o sin picadura, se ahogaran en el charco o en
el vaso de agua. Y la tercera ola de contagios sucederá antes de la
calma chicha de la vacunación de mediados del año 2021.
¡Cuídense!
1AVILÉS
FARRÉ, J y SEPÚLVEDA MUÑOZ, I.: Historia del Mundo Actual.
Síntesis. Madrid. 2010. Páginas 101-107
2TORRÓN
DURÁN, R. La tecnología y la defensa.
Arbor CLXV. 651. Marzo. 2000. Páginas 509-517.