Fruto de una vivencia religiosa, el arte egipcio era una experiencia colectiva y, generalmente, anónima. Los artesanos vivieron durante parte de su vida en poblados cercanos a las construcciones de sus mandatarios. Para evitar los saqueos desde tiempos predinásticos, como uno de los motivos, se comenzó a separar la tumba del templo funerario, puede que desde Amenofis I (1525-1504 a. C.). El recuerdo de este faraón fue venerado por los artesanos que convivieron en el poblado de Deir el-Medina, desde la dinastía XVIII, con el Imperio Nuevo.
Junto al Valle de los Reyes, en Tebas, la ciudad donde construyeron tumbas los faraones, y cercano al Valle de las Reinas y el Valle de los Nobles, se edificó esta comunidad cuyos restos arqueológicos han aportado una información importante sobre la vida cotidiana del Egipto imperial.
Unos trabajadores privilegiados respecto al resto de la sociedad egipcia. En este valle de los artesanos se acomodó un poblado organizado en torno a una calle principal con eje norte-sur, en forma de rectángulo de ángulos mellados, abigarrados, y en busca de un futuro más próspero, al menos desde Tutmosis I (1504-1492 a. C.). Unas empalizadas de piedra, a modo de murallas, recubrían esta planificada estructura poblacional más o menos ordinaria. No había espacios de separación entre unos artesanos y otros, ni entre unas y otras de sus familias. Se observa variadas medidas en los habitáculos dependiendo de la categoría del artesano.
Son hileras de casas dispuestas en torno a calles paralelas a la principal. Las murallas tenían dos puertas. Los ostraka, bocetos rápidos sobre trozos lisos de piedra caliza o restos de vasija encontrados en yacimientos, informan de los proyectos de estos trabajadores cualificados. Por la estrechez de los habitáculos debió existir escasa privacidad, solamente posible escapando a la montaña (Qurnet Murai), y una necesaria logística para obtener recursos básicos como el agua, que se encontraba alejado del Nilo, y alimentos.
Además de ostracas, los papiros y documentos nos dicen que este poblado estaba situado a la izquierda del Nilo, que tuvo diferentes periodos de actividad, sería abandonado en época amarniense, siendo la ramesida la más habitada. Pese a la reverencia especial a Amenofis I, no hay restos que acrediten su fundación, salvo que acarrearía más trabajo, que agradecerían.
Bibliografía:
-PÉREZ LARGACHA, A.: Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente. Akal. Madrid. 2007. Páginas 327-328 y 362.
-MARTINEZ DE LA TORRE C., GÓMEZ LÓPEZ C y VIVAS SAINZ I.: Arte de las grandes civilizaciones antiguas: Egipto y Próximo Oriente. Editorial Universitaria Ramón Areces. Uned. Madrid. 2012. Páginas 41-42 y 180.
-PARRA, J. M.: La vida cotidiana en el antiguo Egipto. Titivillus. 2016. Epub. Páginas 285-294.
-PÉREZ-ACCINO PICATOSTE, J. R. Topografía de la legitimidad: Paisaje y Arquitectura como metáfora a comienzos de la XVIII dinastía egipcia. Dirigida por Jesús Urruela Quesada. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. 1998. Páginas 146-177.
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