"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La invisibilidad de lo enorme

     
     “Escribió que su cara era trescientas setenta veces más ancha que diez mil mundos; entendió que lo gigantesco puede ser una forma de lo invisible y aun de lo abstracto.”
Jorge Luis Borges, El otro Whitman, (1929). Discusión. 

      Era extenso, difuso e inabarcable. Nunca se definió ni se pudo saber dónde encontrarle. Era tan enorme que su visión era imposible a la dilatación y la irisación del ojo humano. Sus reflejos de luz eran distorsionados hasta el infinito y, en ese infinito, capaz de incapacitar todo proceso de aprehensión y distinción.
      Podía pensarse cuando se reducía a su mínima parte y, todavía así, tenía tal dificultad de abstracción que solo tras largos años de estudio se conseguía absorber el primer principio de su conocimiento. Por mucho que pretendiera obtener rasgos o cualidades de algo de su ser, era necesario un largo aprendizaje semejante al de los antiguos augures que, tras largos años auscultando las vísceras calientes de un animal sacrificado, veían aquello que otros no verían en varios miles de años.
      Era tan enorme, tan gigantesco que nunca cambió de lugar, ni de tiempo. Era tan inabarcable que solo pensar en él era un esfuerzo sobrehumano. 
     No era siquiera advertido por su olor porque se confundía con el de la propia atmósfera, en todo aire respirado.
       El lugar que ocupaba era denominado universo porque no se podía ocupar más, con sus luces y sus estrellas.
      Tal asombró provocó múltiples definiciones que solo podían reputarse como falsas, que solo podían ser meramente declarativas, que solo, en definitiva, podían ser comunicativas y, por tanto, universales.
      No es que sus vigilantes, sus observadores, sus investigadores fueran liliputienses que anudaran con finos hilos y disparasen pequeñas flechas, minúsculas, síntoma inequívoco de su localización, visión y magnitud. No es que sus buscadores fueran marineros anclados, naufragados y perdidos en la cueva de Polifemo que tuvieran, necesitaran vitalmente, travestirse para huir tras impresionarse de la furia del cíclope de un único ojo.

      Tal vez podía ser el temor o el miedo al desconocimiento, a sus efectos, a su incapacidad para predecir o conocer su ser, letal en muchos casos, que estaba y no estaba allí, aunque nunca fuera perceptible.
      Aparentemente inocuo, inoculaba, pervertía y contaminaba. Algo que solo era presumible, sin certeza, solo una hipótesis, producto de una quimera real que la imaginación consideraba imposible o falsa pero que sucedía y acontecía, en sí, como cierto.
      Era, tal vez, como el genuino universo, era algo infinito, era algo grandioso y era todo invisible, como la propia atmósfera como el aire que da vida. Una difuminada pretensión de lo excesivo que no podía ser valorado como sobresaliente, porque lo excedía y conformaba, puesto que era numen de todo y finalidad de toda musa o inspiración. Era fascinante sin faz, engaño sin asunción que alucinaba sin motivo o sin específico científico, ofuscando, conturbando y confundiendo a todo aquel que no era muy experimentado.

      Era un misterio melindroso que incapacitaba a afectados y delicados.
      Su atracción era irresistible. Su singularidad producía una euforia agradable, asumida por la mayoría, que armonizaba los miembros de la sociedad e impedía desacuerdos. En su distancia era inmensurable, su masa no era perceptible, ni había medios para pesar su fuerza y movimiento.
      Era el mundo feliz, era el ensueño querido. Un mundo perfecto. Nada.

Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.”
      García Lorca, Federico. La leyenda del tiempo, Así que pasen cinco años (1933).



No hay comentarios:

Publicar un comentario

El expediente Gregorio Prieto

  Ficha JAE, parte. JAE      El conferenciante leía su ponencia. Se dirigía hacia el final de su exposición. Quería contar la experiencia d...