Cultura y sociedad

Andrés Fernández de Andrada y la 'Epístola moral a Fabio'

     

Epístola moral a Fabio. Flickr.com

      A finales de octubre de 1612, Andrés Fernández de Andrada, escribió la
Epístola moral a Fabio, poesía mayor en español, que forma parte de todas las antologías1 del Siglo de Oro y que ha influido en autores contemporáneos del siglo XX como María Zambrano, Jorge Guillén y Luis Cernuda. 

     Entronca con la huida de la fama, el rechazo a las riquezas del mundo, y el paso de, y por, la vida, tan presente en poetas como Jorge Manrique (Coplas a la muerte de su padre), Fray Luis de León (Canción de la vida solitaria).Y, también, en el capítulo LXXIV de la 2ª parte de Don Quijote de la Mancha de Cervantes o el pintor Valdés Leal2 ( In ictu oculi).

      La idea de cansancio del imperio asoma desde comienzos del siglo XVII. La idea de crisis fue tomada de los historiadores de los precios por la caída de los indicadores económicos. El flujo de plata se hallaba ligado al comercio americano, que alcanza su máximo hacia 1608-1610, y comienza a tener un serio descenso en la década de 1620. Otro comercio de la época, la trata de esclavos, también tiene un descenso entre 1620-1650, dentro del ascenso continuado de este tráfico hasta 17503.

      La autoría de Fernández de Andrada fue muy debatida hasta 1875, momento en el que Adolfo de Castro encontró el manuscrito S, que permitió atribuir a este autor casi desconocido una obra excepcional. Su obra es reducida, su vida poco conocida, representación de la huida de la fama y las riquezas que el texto presenta. De los catorce manuscritos existentes, cinco lo atribuyen al capitán Andrés Fernández de Andrada, tres a Bartolomé Leonardo de Argensola, uno a Lupercio Leonardo de Argensola y otro, por nota marginal, a Francisco de Medrano. Otros cuatro no designan autor. Se sigue aquí al magnífico estudio de Dámaso Alonso. Las autorías, la firmas de autor, que deciden, estaban antes de las ramificaciones. O bien, como segunda posibilidad, se ha producido independientemente en textos distintos. Y para un autor casi desconocido. Para Dámaso Alonso, la atribución a Fernández de Andrada no podía enriquecer a nadie. Y que él sabe que lo que si existen son falsas atribuciones a Góngora4. Habla, obviamente, con conocimiento, por su estudio (Góngora y la literatura contemporánea, 1926, premio nacional de literatura) y su tesis doctoral sobre Góngora.

Dámaso Alonso. Flickr.com

      La epístola está escrita en setenta y siete tercetos que rematan, según la costumbre, en un cuarteto final (205 versos) para evitar el rompimiento final de la cadena de rimas:

Ya, dulce amigo, huyo y me retiro

de cuanto simple amé: rompí los lazos;

ven y sabrás al alto fin que aspiro

antes que el tiempo muera en nuestros brazos.


     Para María Zambrano, es un pequeño tratado filosófico en el que la moral se hace poética, tratado filosófico nutrido por la filosofía de Séneca, donde, además, hay un reproche al Imperio contra sus afanes de mantenimiento perpetuo. La idea de tiempo, su aprovechamiento, y la muerte, que llegará, están muy presentes. Para ella, esta composición es una meditación, una guía, un tratado, una confesión y un poema. Una justificación.5 6


      El autor, sevillano y militar, tuvo gran amistad con el veinticuatro Alonso Tello de Guzmán (se piensa que es Fabio), nombrado hacia 1612 corregidor en México y casado con María de Mendoza. Siguió a su amigo a Nueva España, ocupando cargos menores en la Administración, llevando una vida tranquila, en pueblos pequeños, haciendo actos piadosos, y manteniendo los deseos de la epístola. Falleció hacia 16487.


                                      



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Notas:

1MICÓ, J.M. y SILES, J.: Paraíso Cerrado. Poesía en lengua española de los siglos XVI Y XVII. Nueva Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores. Barcelona.2003. Páginas 469-476.

2En la primavera de 2022 hubo una antológica de Valdés Leal en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

3PALOP RAMOS, J. M.: La crisis del siglo XVII en Historia del Mundo Moderno, coordinada por RIBOT, L. Actas. Madrid.1992. 1ª reimpresión, 2010. Páginas 317-342.

4FERNÁNDEZ DE ANDRADA, A.: Epístola moral a Fabio y otros escritos. Edición, estudio y notas de Dámaso Alonso. Real Academia Española. Madrid. 2014.

5MUÑOZ COVARRUBIAS, P.: Dos lecturas de la Epístola moral a Fabio después del exilio de 1939. Revista de El Colegio de San Luis. Nueva Época. Año IX, número 18. México. Enero a abril, 2019. Páginas 259-281.

6SÁNCHEZ MECA, D.: Historia de la filosofía moderna y contemporánea. Dykinson. Madrid. 2010. Páginas 665-668

 

De Torre, Losada y Borges

     

   

Gonzalo Losada. Cervantes virtual

      El español es un idioma latinoamericano que se habla en España. Tras la época de los descubrimientos, tras la época de la conquista y colonización, el español esponjó su acervo con múltiples palabras que designaron cosas que no tenían nombre en nuestro idioma: caimán, cacique, patata, chocolate, cacao, tomate ..., unas por no conocidas, otras por un distinto significado.

     Durante la pandemia, el escribano aprendió que para Neruda, España era cristal de copa, no diadema, sí machacada piedra, combatida ternura de trigo, cuero y animal ardiendo.

     Encontró un libro olvidado con estas palabras perdidas. Era un libro de pasta blanda, de hojas amarillas por el tiempo. De la editorial Losada. Buenos Aires, Argentina.

      Tercera residenciai fue un poemario editado por Losada en 1947. El escribano tenía una edición de 1961, con un dibujo curioso en la portada. Curioso por la brújula, el ojo y el pez, con una simbología de recuerdo paleocristiano con el nombre del autor. El libro era pequeño, se escondía entre otros libros, tapado, como símbolo de su significado literario, eslabón en la obra del autor, desde lo más sentimental al compromiso político. Así, de:

"Este es un cuento de puertos adonde

llega uno, al azar, y sube las colinas,

suceden tantas cosas"

a:

Armas del pueblo! Aquí! La amenaza, el asedio

aún derraman la tierra mezclándola de muerte,

áspera de aguijones!”

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      La editorial Losada había tenido una época brillante entre 1938 y 1955. Los fundadores del sello editorial fueron Gonzalo Losada, Guillermo de Torre y Attilio Rossi, a los que luego se agregaron Pedro Henríquez Ureña, Amado Alonso, Francisco Romero, Felipe y Luis Jiménez de Asúa, Lorenzo Luzuriaga, Teodoro Becú y Enrique Pérez. 

     Según Henríquez Ureña, en una carta a Alfonso Reyes (8-08-1938), la razón de la creación estuvo en que Espasa Calpe Argentina, durante el primer franquismo, únicamente publicaba libros de ultraderecha o inofensivos. La editorial llegó a ser conocida como de los exiliados, aunque ni Losada, ni de Torre lo eran. De los exiliados porque publicaron a aquellos que pertenecieron al bando republicano, tanto muertos como exiliados, y después de la Guerra Civil, porque tardarían años en ser publicados en editoriales españolas.

      Gonzalo Losada, que tenía ideas republicanas, residía en Buenos Aires desde 1928 y estaba relacionado con la editorial Espasa Calpe hacia 1938, de la que era delegado. Guillermo de Torre había salido de Madrid días después del inicio de la Guerra Civil, tras el fracaso del levantamiento militar, 18-07-1936, de futuro incierto en ese momento. De Torre había llegado por primera vez a Buenos Aires en 1927. Había estado relacionado con varias empresas culturales desde el primer momento, como la revista y editorial Sur, en la editorial Espasa Calpe con Urgoiti, era conocedor de la literatura hispanoamericana y, por ende, de la literatura española de ambos hemisferios. Se había casado con la artista plástica Norah Borges. Sí, era cuñado de Jorge Luis Borges.

Norah y Guillermo. Wikipedia.
   

      El escribano me contó que había consultado el epistolario entre Torre y Huidobroii, donde un juvenil Torre (1919-1920) mantenía una intensa actividad cultural, como la creación de las revistas Cosmópolis, Vertical, Grecia o Vórtice, de mayor o menor éxito. En esa época mantenía relaciones y enfrentamientos con Vicente Huidobro y Gerardo Diego, entre otros, sobre el devenir del ultraísmo y el creacionismoiii. Ya en Buenos Aires, trabó amistad con el gerente de la delegación Espasa, Losada.

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      Gracias. Alguien, no recordaba quién, le había dado las gracias, subrayadas al prestarle Tartufo La escuela de los maridos El burgués gentilhombre de Molière, editado por Losada originalmente en 1940. El escribano había conseguido una segunda edicióniv (1974). Decía estar emocionado porque, en tiempos de desagradecidos, alguien hubiese mostrado interés por no seguir dicha conducta.

     Tartufo seguía la línea iniciada por Molière con El ávaro, criticando la hipocresía de los falsos creyentes que buscan desplumar a inocentes. Dentro del estilo moralizante, La escuela de los maridos mostraba la distinta educación de los jóvenes, y El burgués gentilhombre incidía sobre las pretensiones nobiliarias de enriquecidos burgueses.


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      De Torre fue fundamental en el origen y desarrollo de la Editorial Losada con las colecciones Biblioteca contemporánea, La pajarita de papel, Cristal del tiempo, o Panorama, así como con la publicación de las Obras Completas de Federico García Lorca. También dirigió la colección de Poetas de España y América. Actuaba como un director editorial, aunque compaginaba esta ocupación con la crítica en revistas y medios de comunicación latinoamericanos. Mientras estuvo implicado directamente en esa especie de dirección editorial, Losada tuvo su periodo más fértil intelectualmente. En 1955, de Torre empieza a dar clases en la universidad. Primero en la ciudad de Rosario y, después, en Buenos Aires. Permaneció en el Directorio de Losada, pero no supervisaba directamente las publicaciones.  Gonzalo Losada era el gestorv. El rumbo, a partir de 1955, fue más comercial, sin dejar de publicar a grandes autores, pero no acertaron con el boom latinoamericano. Coincide también con el periodo final de la primera época peronista y las dificultades económicas que se presentaron en Argentina en los años 50, tras la Segunda Guerra Mundial.

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      El escribano me mostró el libro que había llegado de Puebla de Afindén, Zaragoza. Estaba en buen estado. La encuadernación estaba en rústica, con solapas. La cubierta tenía la misma ilustración y tipografía a dos tintas, como el ejemplar que se guardaba como oro en paño en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, Cal y canto. Sobre los Ángeles. Sermones y moradas, de Rafael Alberti: “Rubios, pulidos senos de Amaranta, / por una lengua de lebrel limados…”vi.

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      De igual forma, influyeron las nuevas incorporaciones hispanas, exiliadas también, pero que cambian el enfoque hacia autores del exilio interior como José Hierro o Dionisio Ridruejo. Y la competencia desde otras áreas del español. Dentro del franquismo, Austral de Espasa Calpe ya había publicado Hijos de la Iravii de Damaso Alonso en 1946, aunque la segunda edición no se produjo hasta 1958.

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       De Guillermo de Torre tenemos la visión de su hijo Miguel, quien en el número 2 de la revista Artes del Ensayo (2018), nos recuerda su afición por las revistas literarias y el género epistolar. Refleja la tensión juvenil por la publicación de Hélices y el control que pretendía ejercer en la edición e impresión. Y de los problemas, también, que tuvo para encontrar editor de Literaturas europeas de vanguardia.

       Los recuerdos más interesantes se refieren a la vida bonaerense. Por la mañana iba a Losada y por la tarde, tras la siesta, contestaba cartas, escribía para conferencias, ensayos, artículos, etcétera. Gustaba del cine, pero era más aficionado al teatro.

     Realmente, lo que al escribano interesaba era la versión que su hijo daba de la relación entre Guillermo de Torre y Jorge Luis Borges.

     ¡Cuñados! De Torre, hombre metódico en sus ficheros, lecturas, puestas al día en las informaciones culturales, veía a Borges extravagante con amigos absurdos. El sobrino relataba que su Tío, en los años cuarenta, hablaba con los dientes cerrados y muy rápido. Deciá que su padre nunca hablo mal de Borges, aunque recuerda el escribano que hay una crítica furibunda en Memoranda estética (1924).

      Borges si despotricaba contra Torre, pero no en presencia de su hermana, por la simple razón que nunca hubiera encontrado un marido aceptable para Norah, compañera de empresas poéticas de Borges. Su única relación se producía cuando Torre hacía de intermediario entre editores extranjeros y Borges, lo que les obligaba a charlar sobre empresas literarias en marcha. O, después de un viaje, se interrogaban de las novedades literarias, las personas que habían visto de índole cultural. Nunca sobre el viaje, o sobre la familia o el fútbol. Únicamente literatura y libros. 

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      En Evaristo Carriego, Borges describe un libro. “Un volumen, un prisma de seis caras rectangulares hecho de finas láminas de papel que deben presentar una carátula, una falsa carátula, un epígrafe en bastardilla, un prefacio en una cursiva mayor, nueve o diez partes con una versal al principio, un índice de materias, un ex libris con un relojito de arena y un resuelto latín, una concisa fe de erratas, unas hojas en blanco, un colofón interlineado y un pie de imprenta.”viii

Borges. Wikipedia

 




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Bibliografía adicional o para saber más:

  • MALAMUD, C.: Historia de América. Alianza Editorial. Madrid. 2010. 539 páginas.

  • PÉREZ HERRERO, P.: Auge y caída de la autarquía. Síntesis. Madrid. 2007. Páginas 205-218.

  • BETHELL, L.: Historia de América Latina. 15. El cono sur desde 1930. Cambridge University Press. Crítica. Barcelona. 2002. 370 páginas.

     





  Notas------------------------------

i NERUDA, P.: Tercera residencia. Losada, Biblioteca clásica y contemporánea. Buenos Aires, 1961. 5ª edición, 1976.

ii Consultado en sala Biblioteca de Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, Casa Malpica, Manzanares. 6-10-2022.

iii GARCÍA, M.A.: La desesperación del artista. El ultraísmo en las cartas cruzadas de Guillermo de Torre, Huidobro y Gerardo Diego. Revista Chilena de Literatura. Número 102. Noviembre, 2020. Páginas 311-338.

iv MOLIÈRE: Tartufo, La escuela de los maridos, El burgués gentilhombre. Losada, Biblioteca clásica y contemporánea. Buenos Aires. 2ª edición. 1974.

v LARRAZ, F.: Guillermo de Torre y el catálogo de la editorial Losada. Kamchatka. Revista de análisis cultural 7 (junio 2016). Páginas 59-71.

vi ALBERTI, R.: Cal y Canto. Sobre los Ángeles. Sermones y moradas. Losada, contemporánea. Buenos Aires. 1952. Segunda edición, 1959. 150 páginas y con sello del importador. Amaranta, página 11.

vii “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas) …” ALONSO, D.: Hijos de la ira. Austral, Espasa Calpe. Madrid. 1946. Octava edición, 1983. Página 15.

viii BORGES, J. L.: Evaristo Carriego. Obras Completas I, 1923-1936. Emece. Licencia editorial de María Kodama para Círculo de Lectores. Barcelona.1995. Evaristo Carriego es una obra de 1930. Página 145.

Frómista y el Canal de Castilla

 

Iglesia de san Martín, Frómista. Foto: BMR-E

      Una de las obras hidráulicas comenzadas, y abandonadas, en el siglo XVI, que tuvo un nuevo impulso en el siglo XVIII, fue el Canal de Castilla. Este ingenio civil tuvo una fecha de inicio, 1753, con el comienzo de las obras, y para las que el tesoro dedicó tres millones y medio de reales anuales[1].

     Detrás de este impulso se encontraba Zenón de Somodevilla (1702-1781). De orígenes hidalgos, por la protección del secretario Patiño, se había especializado en la administración naval, desde donde hizo méritos en la reconquista de Orán (1732) y en la expedición de Nápoles. Méritos por los que fue recompensado con el título de Marqués de la Ensenada (1736). Tras la muerte de Campillo, en 1743, se convierte en el hombre más importante de los secretarios de Fernando VI. Fue secretario de Hacienda, Marina, Indias y Guerra. Además, secretario de Estado y superintendente de ingresos.[2]

    

Canal de Castilla, Frómista. Foto: BMR-E

El
Canal de Castilla surge por la creencia de la relación entre la falta de navegabilidad de los ríos castellanos y su atraso social y económico. Su precedente fue el Informe de Bustamante de Herrera, 1549, que presentaba un proyecto de tres canales de navegación y riego que se nutría de los ríos Carrión, Pisuerga y Arlanzón dirigiéndose hacia Valladolid.

     El reformismo del despotismo ilustrado de los Borbones retomará, dos siglos después, con el fin de facilitar las exportaciones, una más fácil salida al mar, fijándose en las iniciativas pluviales europeas de los canales de Braire, Midi o Languedoc.

     Tras el Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los Reinos, donde se contenían las determinaciones para la ejecución de cuatro canales navegables, se encontraba la labor del ingeniero Lemaur, quien trabajaba desde 1752 en los distintos planos y proyectos de la obra, siguiendo órdenes de Ensenada.

     Ensenada ordena, 1753, que se inicien las obras, pero estas se paralizan dos años después por un cúmulo de distintas circunstancias, y no se reiniciarán hasta 1842.[3]

   

Interior Iglesia de san Martín. Foto: BMR-E.

 
La historia nos cuenta que cuando el canal está terminado, empieza a llegar el ferrocarril, quedando como labor más importante el riego. Que, en teoría, era la menos
relevante de sus funciones originales. Que la navegación estaba en los orígenes de su construcción, como el caso del Canal Imperial de Aragón. Y que hoy, junto a las funciones de riego, tiene unas perspectivas funcionales dirigidas al turismo y/o la conversión en determinados edificios en museo. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas realizó un plan de desarrollo turístico de la zona en 1985-86 tomando como modelo el Canal de Castilla.

     El Canal sobrevivió como medio de navegación hasta 1959, quedando solamente como canal de regadío. Lo que hoy nos queda es el cauce por donde transcurrían los barcos de transporte, las esclusas que salvaban los desniveles del terreno, las dársenas donde se embarcaba o desembarcaba, las edificaciones del servicio, las instalaciones que aprovechaban la fuerza del agua del canal (de molinos a batanes, por ejemplo) y los puentes de paso.[4]

     Los equipamientos y accesibilidad de los pueblos ribereños parecen permitir un desarrollo turístico aceptable. A este desarrollo turístico contribuye la cercanía de paso del Camino de Santiago.

     Por un caminante supe que, a la entrada de Frómista, el Camino se hacía mucho más atractivo con el paseo ribereño por el Canal de Castilla. El Canal mostraba, decía, una forma de “Y” invertida.

Interior Iglesia de san Martín. Foto: BMR-E

     La palentina Frómista forma parte del ramal norte. El canal, en su aproximación a la ciudad, toma una forma en ángulo recto o “L” invertida. El caminante dijo que, en los días de viento del Oeste, se percibía una suave brisa durante el estío, y que el canal se alejaba hacia el sur cuando dejaba a su derecha el enclave románico y jacobeo.

     Obviamente, después de una caminata matutina, el viajero, o cualquier peregrino, agradecía la vista del Canal que formaba parte o cuerpo del último esfuerzo que le dirigía tanto al deseado descanso como a la recuperación de fuerzas. Me dijo que, una vez alojado y aseado, probó las carnes y verduras de la zona, acompañado de un pan blanco de excelente calidad.

    Para la tarde dejó la visita a la Iglesia de San Martín, uno de los enclaves románicos más importantes. Contaba que, para él, el románico español tenía los siguientes hitos en el Camino de Santiago: La Catedral de Jaca, La iglesia de san Martín de Frómista, La Colegiata de san Isidoro de León y la catedral de Santiago de Compostela. Al menos, eso pensaba.

    San Martín de Frómista era un ejemplo puro de románico pleno, de gran calidad. Un modelo de iglesia del Camino, de influencia francesa, que se había conservado a través de los tiempos sin alterar su fisonomía original. La construcción era anterior a la Catedral de Jaca.

     Estaba relacionada con un monasterio que había mandado erigir la viuda de Sancho III de Pamplona, doña Mayor (o Muniadora) en 1066. El viajero me contó que había muchos turistas o peregrinos, que la fama de la iglesia estaba justificada.  Me habló de su aspecto exterior, con los canecillos que rodeaban la iglesia de torres de planta circular y fachada elegante.

     Me recordó que la iglesia tenía tres naves acabadas en ábsides. Que la nave central era más alta y que el transepto se engarzaba en la nave central. Las naves se separaban por pilares que tenían adosadas medias columnas de los que arrancaban arcos fajones que articulaban la bóveda de cañón típica del románico.

     El crucero estaba rematado, creía recordar, por un cimborrio octogonal y, hacia arriba, cúpula semiesférica sobre trompas abocinadas y vanos que iluminaban el espacio superior.

     Pero, me dijo el viajero, que lo que realmente le impresionó fueron los capiteles con temas cristianos, pero que bebían en lo romano pagano, adaptado a los momentos medievales.

  

Exterior Iglesia de san Martín. Foto: BMR-E.

  
Para él, el Camino fue una de las primeras plataformas de difusión cultural tanto del arte románico como de otras artes. Y que, además, fue fuente de desarrollo económico, ciudadano y religioso, sin olvidar el carácter constructivo de las ciudades que surgían junto a iglesias y monasterios.[5]

     Vea atentamente, decía, los puentes, las calzadas y las fortificaciones de todo tipo.

 

 



[1] AVILÉS FERNÁNDEZ, M. y otros.: La Instauración borbónica. EDAF. Madrid. 1982. Pág. 132.

[2] LYNCH, J.: Historia de España 5. Edad Moderna. Crisis y recuperación, 1598-1808. Crítica. Barcelona. 2005. Páginas 411-412.

[3] SOLA ALONSO, J. R.: La Tierra y el Agua, constructoras del Canal de Castilla. Construcción con Tierra. Investigación y Documentación. XI CIATTI 2014. Páginas 151-162.

[4] LENO CERRO, F.: La evaluación del potencial turístico en un proceso de planificación: El Canal de Castilla. Estudios Turísticos, n.º 116. 1992. Páginas 49-85.

[5] MONTEIRA ARIAS, I (coord.). Arte Cristiano y Arte Islámico en época medieval (Siglos III a XII). Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2019. Páginas 302, 379-381.

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