"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

El director de orquesta


     Me encontré una foto antigua, probablemente de principios del siglo XX, donde posan los miembros de la banda municipal cuando era dirigida por José Sánchez Maroto Carrasco[i]. Imagen que tiene un color añejo y sepia. Reflejaba la capacidad de armonizar distintas sensibilidades, diferentes capacidades y desiguales orígenes. Nada se regalaba, todo se ofrecía.
Orquesta/Banda Manzanares, primeras décadas siglo XX
     Bajo la batuta de alguien que debía tomar la responsabilidad, el director de la orquesta o banda se convertía en figura central. Siempre, siempre, el director tomaba ese compromiso porque sabía que era su obligación. Por mucho que los músicos tuviesen la intención de reproducir acordes, el director debía armonizar. Era el elegido, y no debía esperar que los acordes sonaran de manera armónica sin tomar ninguna acción directiva. Era la persona fiable.

    En un director de orquesta se valoran habilidades musicales junto a virtudes como el liderazgo, el carisma, el magnetismo y el buen trato para con los artistas. Su personalidad define el estilo y el carácter de toda la orquesta y sus interpretaciones musicales.
     Es una figura de autoridad que debe coordinar a toda la orquesta. El director de orquesta imprime su carácter a la interpretación y se responsabiliza de velar por una conjunción interpretativa dentro de la orquesta.
     Además de dirigir la orquesta, dirige la escena y organiza y planea los ensayos. De igual modo, elige el repertorio y el programa de interpretación.
     Los instrumentos que utiliza son su cuerpo y la batuta. Se puede utilizar solo las manos, pero lo más usual es la batuta. Depende, por tanto, de la expresividad física y capacidad para trasmitir con movimientos y miradas a músicos y público[ii].  

     El trabajo del director tomó forma alrededor del siglo XIX. Podía ser dirigida por el compositor con su clavecín o clavicémbalo. Con las representaciones y la ausencia del compositor, se recurrió a un miembro de la orquesta, el violinista o el pianista.
     Con la mayor complejidad de las obras y con el aumento de músicos que participaban en ellas, fue necesario introducir la figura de un músico que no tocase ningún instrumento para ocuparse de la concertación y la coordinación de los intérpretes, leyendo una partitura completa y dando a los músicos indicaciones gestuales, verbales y auditivas.
    Primeros directores de orquesta famosos: Louis Spohr, Carl Maria von Weber y Félix Mendelssohn. Héctor Berlioz y Richard Wagner, además, escribieron ensayos dedicados a la dirección de orquesta[iii].

     Enrique García Asensio[iv] decía que toda obra musical tiene tres elementos necesarios para que exista: creador (el compositor), ejecutante y oyente. Ninguno de estos tres elementos podría existir sin los otros dos. Pues bien, de ellos y dentro del elemento ejecutante, el director es miembro decisivo. El director es una necesidad que ha nacido a causa de la evolución de la Música. El director cobró una personalidad independiente con la aparición del Romanticismo.
     Consideraba que la misión principal del director es la de aunar en una sola inteligencia las distintas formas de interpretar una partitura por los profesores de la orquesta, músicos como él, y cómo lo puedan sentir[v].  

     Cuando alguien consigue una plaza, es designado para un puesto o se postula como la persona que organiza, dirige y armoniza un grupo, no puede dejar de actuar, de tomar decisiones. No puede desistir de cumplir sus funciones. Un jefe coordina el trabajo de un equipo y sin esa labor no se podrían cumplir objetivos ni tareas.

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