Años antes de su última prisión, Francisco de Quevedo envió un poema desde La Torre de Juan Abad, en su retiro y/o destierro de la corte, en el sur de La Mancha y al norte de Sierra Morena, a su editor y amigo Joseph (Josef) Antonio González de Salas:
“Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años, vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.”
Un elogio a los libros y un canto a la educación y modelo de vida que propugnaba desde sus inicios el Humanismo, que coadyuvaba a conformar nuestra libertad interna con la creencia de una mayor felicidad: el sueño de la vida plena.
Quevedo nos certificaba la escasez de población de la Mancha en el Campo de Montiel, donde libros escogidos le ayudaban a mantener o soportar, metafóricamente, el hablar o escuchar con los ojos a los muertos. Buscaba el retiro horaciano que nos contó Fray Luis de León, pero se quejaba de la soledad cuando la encontró. En las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575), La Torre de Juan Abad declaraba en la respuesta 39 que vivían trescientos vecinos en la villa. En la actualidad cuenta con 970 habitantes.
Esa ambivalencia vital se reflejaba en los endecasílabos del segundo cuarteto: no siempre/ siempre; enmiendan/ fecundan; músicos callados; sueño/ vida/ despierto.
En el primer terceto se alababa la perpetuación del recuerdo de escritores o sabios gracias a la imprenta.
El tiempo es irrefrenable, irresistible en su fugacidad. Nos invitaba en el último terceto a celebrar el paso de nuestra vida utilizando la cuenta con el cálculo o piedra: la mejor piedrecita blanca para los días justos, y otra peor, oscura, para los infaustos. Días que mejorarían con aprendizaje y estudio. Es un ejemplo de poesía moralizante, con propósito de enmienda/ mejora.
El concejo de La Torre de Juan Abad sostuvo un litigio con el señor y su señorío por la cuantía de las rentas.
La tumba de Quevedo impresionó a García Lorca durante una de las giras de La Barraca al pasar por el campo de Montiel. En el poeta del Siglo de Oro predomina lo intelectual, como predominaba lo sensorial en Góngora y la vida y el mundo natural en Lope.
Gracias a Juan de Ávila Gijón Granados y a Juan Ramón Romero Fernández Pacheco
(Dir. Archivo Histórico Nacional) se consiguió la referencia más
fehaciente de la existencia del Molino Grande de Manzanares y de una
zona de huertas entre el caz nuevo y el viejo del río Azuer en 1616. El motivo se encontró en un plano de Esteban de Perola que se encuentra en el Archivo Histórico
Nacional, en la sección de órdenes militares.
Una copia del plano se expone en el Molino Grande de Manzanares. Esa copia nos
permite adivinar cómo era el aspecto del canal creado por la orden de
Calatrava a principios del siglo XVII.
Si observamos el detalle, se ve el acceso al agua para el riego a
través de las acequias y la distribución de los lotes de tierras que se
dedicaban a cultivos de regadío, más productivos y ricos. El acceso al
agua tenía un coste según el lote de tierra poseído.
Otra información que nos refleja el plano es el rollo de la
justicia, que sentenciaba o absolvía a los juzgados, junto al inicio de
la actual calle Cárcel, pues la misma se hallaba a mitad de ella, donde
actualmente se encuentra la biblioteca Lope de Vega. Donde estaba el
rollo de la justicia es el paraje que envuelve la caseta municipal La
Pérgola, el Quiosco de la Música y lo que fue la Fábrica de Harinas de
Ayala y Juan.
La parte final del plano nos lleva por el caz de don Pedro Fernández de
Salinas a su Molino de pan y aceite, poco antes de terminar el caz nuevo
al encontrarse con el viejo caz del que se había separado en el Puente
de la Reina.
El terreno entre el caz nuevo y el viejo fue conocido como Isla
Verde, por ser tierra de huertas. Hubo pleitos entre el detentador de la
encomienda de Calatrava y los usuarios/propietarios de las tierras de
labranza. Hacía la fecha del plano en cuestión, 1616, se decidía en
Almagro el litigio de los diezmos que debía cobrar el Marqués de Velada
con los agricultores de la zona.
Detalle del rollo de la justicia en el plano de 1616 de Esteban de Perola. Molino Grande de Manzanares
Es sabido que cuando alguien se mete en un jardínse enreda sin necesidad en peroratas o locuacidades sin sentido o teatrales, o bien se halla en una situación complicada. Recuerda una situación parecida, pero no igual, pues no tiene salida o efugio, que sucede cuando estás o te pones en un brete.
El jardín es también una reducción en diferentes escalas de la naturaleza. Un descanso mínimo, que puede ser íntimo cuando es de disfrute personal.
Federico García Lorca escribió un texto en prosa en el que exaltaba las pequeñas cosas de Granada, personalizado o personalizando en la figura de Soto de Rojas, poeta granadino de la escuela de Góngora.
Soto de Rojas en el retiro de su carmen del Albaicín imaginó un jardín de estructura compleja donde encontrar el descanso, la armonía y el conocimiento. En su caso, la naturaleza daba paso a lo culto y artístico, combinado con una vida interna y/o de puertas cerradas.
Hace un año se contaba en este blog el hallazgo juvenil de Gerardo Diego de un poema perdido sobre Alfeo y Aretusa en la biblioteca de la Menéndez Pelayo, que transcribió, y sobre el que escribió un ensayo no publicado. La autoría, con el tiempo, fue atribuida a Soto de Rojas por Rosa Navarro Durán. El estudio de Navarro Durán si fue publicado y se ha consultado (11-07-23) en el Archivo Museo Sánchez Mejías. La publicación se estructura básicamente en cuatro partes: La fábula de Alfeo y Aretusa, el artículo no publicado de Diego sobre el hallazgo, el facsímil del manuscrito encontrado y el facsímil del trabajo de Gerardo Diego sobre el que trabaja la autora.
“Granada, paraíso cerrado para muchos” fue una alabanza a lo diminuto, al gusto por las pequeñas cosas que observaba en la ciudad nazarí. Y no únicamente en esa ciudad, en toda Andalucía, porque el lenguaje del pueblo pone, según Lorca, los verbos en diminutivo.
Soto de Rojas recuperaba el espíritu humanístico del jardín con las experiencias barrocas de un lenguaje gongorino. En Soto de Rojas conjugaba pintura, arquitectura, escultura y nos llevaba a la naturaleza de los mitos ovidianos.
Lorca era también un enamorado de los jardines. Por ello escribió sobre Soto de Rojas, de quien dijo que su poema era el más original del XVII, destacando el valor simbólico de los mitos y el carácter efímero de las cosas.
Pero iba más allá al hablar de Granada. Consideró Federico que las creaciones justas de esta ciudad son el camarín y el mirador de bellas y reducidas proporciones, tanto como el jardín pequeño y la estatua chica.
García Lorca decía que Granada era/es una ciudad para la contemplación y la fantasía, donde el enamorado mejor escribe las palabras, el lugar con las horas más largas y sabrosas, y el mirador con crepúsculos complicados, de luces inéditas imperecederas.
Jardines conjunto Alhambra-Generalife-Palacio Carlos V. BMRE
Remate final: un poco de Soto de Rojas…
Pedro Soto de Rojas: Paraíso cerrado para muchos, jardines cerrados para pocos. (Selección de la Mansión Primera).
“Aquí, pues, verdes señas que los cuidados hacen a el aseo, varias declaran flores, ya que no como amantes advertidos, como cortés lisonja a los sentidos. Aquí hermosos cometas de esmeraldas dulce influyen descanso. Aquí el Favonio manso, si fragancia olorosa derrama entre la hierba, entre la rosa, toca tanto instrumento, que apenas comprehenderlo puede el viento, y, entre mil ruiseñores, citarista de pájaros cantores, los brazos tiende este jardín hermoso, verdores conquistando, como lascivo nadador luchando con cristal espumoso… Al arquitrabe y frisos carmín los cubre lisos; columnas, basas, nicho y capiteles, oros ilustran, platas y cinceles. Paraíso cerrado.”
Para saber más:
—GARCÍA LORCA, FEDERICO: Obras completas. Versión Kindle
—SUÁREZ MIRAMÓN, ANA: La construcción de la modernidad en la literatura española. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2015. ISBN-13 978-84-9961-205-8
—Gerardo Diego y la fábula de “Alfeo y Aretusa”, de Pedro Soto de Rojas Navarro Durán, Rosa (1947-)Santander: Fundación Gerardo Diego; Málaga: Centro Cultural Generación del 27, 2013 (Bedia Artes Gráficas). ISBN: 978-84-695-8749-2
Las personas interesadas en la historia de las religiones asumen, mayoritariamente, que la Navidad tiene su origen en la festividad de Sol Invictus, en las saturnalias o en el dios Mitra que los romanos adoptaron de los persas. Incluidos los cristianos.
La celebración de la Navidad el 25 de diciembre vendría a sustituir a estas fiestas paganas en el 336 de nuestra era cristiana.
Hay un teólogo indonesio que cree que estas festividades ya se celebraban con anterioridad a la institucionalidad llevada a cabo por el Imperio.
Martinus Ariya Seta cuenta que Hipólito (170-235), antipapa que terminó reconciliado con la iglesia de Roma y santificado, ya mencionaba la fecha citada como la del nacimiento de Cristo en su Comentario de Daniel, hacia 204. En esa época se utilizaba el calendario juliano introducido por Julio César dos años antes de su magnicidio.
La tradición judía creía, además, que la muerte de Jesús coincidía con su concepción. Y la situaba hacia el 25 de marzo. Nueve meses antes del 25 de diciembre. Este teólogo afirma que las fiestas de Sol Invictus se celebraban en agosto, que las saturnalias se festejaban en la tercera semana de diciembre y que sobre el culto a Mitra no es concluyente su celebración el 25 de diciembre.
Sobre Mitra, hay que reseñar que estaba su culto extendido a lo largo del imperio romano. En el Museo Arqueológico de Córdoba se expone una estatua de Mitra encontrada en Cabra, datada en el siglo II, y que contextualiza la elaboración y comercio de estas imágenes en territorios alejados a su origen. La influencia entre los militares que habían participado en campañas en las fronteras es conocida.
Volviendo a las celebraciones de la Navidad anteriores a su constitución como religión del Imperio, el teólogo indonesio cita tres fuentes anteriores a 336 d. C.
En un manuscrito del 250, Didascalia apostolorum, se cita la festividad de la Epifanía, manifestación, que se relaciona con la adoración de los magos de Oriente. En el Museo del Prado, se recuerda, hay una adoración de Rubens maravillosa. La fecha se celebraba el 6 de enero, según el calendario juliano. Al adoptar el calendario gregoriano, el seis de enero se atrasó al 25 de diciembre.
Didascalia apostolorumes un texto del siglo III de autor desconocido y que originalmente se creyó obra de los apóstoles.
Otro texto anterior fue el Liber Pontificalis que señalaba que el papa Telesforo ordenó celebrar el nacimiento de Jesús, sin citar fecha. Aunque hay opiniones que dicen que lo atribuido al papa Telesforo en el Liber Pontificalis no es genuino, original.
Un tercer texto, la Epístola de Teófilo, comentaba que se celebraba el nacimiento de Jesús antes de 196 d.C.
Un aspecto reseñable desde el punto de vista del arte es la representación del nacimiento. Su iconografía bebe de fuentes evangélicas, ya sean ortodoxas o apócrifas, que se impregnan con el tiempo de aportaciones humanas, leyendas o no, o de personajes famosos.
Cuando se ve un pesebre o un comedero de ovejas como el de la Casa Malpica donde se expone el Museo del Queso Manchego o el pesebre de la cuadra del Molino Grande de Manzanares, se recuerda la utilización del austero pesebre en la iconografía cristiana, que representa al recién nacido en Belén hace más de dos mil años.
El diccionario de la Real Academia nos da varias acepciones de pesebre. Unas son definitorias como cajón o lugar donde comen las bestias; otra, despectiva, es el beneficio o prebenda a la clientela de grupo político, empresarial o religioso; y otra, finalmente, se identifica con la representación iconográfica del nacimiento de Jesús.
La historia es conocida. María, hija de Ana y Joaquín, vivía en Nazaret. Estaba casada con un humilde carpintero que respondía por José. Ambos descendían de la familia de David, que pertenecía a la tribu de Judá. En tiempos del emperador Augusto hubo un empadronamiento de los súbditos del imperio romano en el lugar de su nacimiento. Fueron a Belén, donde se produjo el parto.
Siglos después, el santo de Asís, en el siglo XIII, llevó a cabo la primera representación del pesebre más famoso de la historia.
El suceso es relatado por Tomaso de Celano. Cuenta como san Francisco quiso celebrar la navidad de 1223 en una cueva de la montaña de Greccio. Colocó un pesebre lleno de heno, un asno y un buey. Se identificaba con los sentimientos más íntimos de la piedad popular, con la de aquellos que menos tienen.
Pesebre de Greccio. Basílica de Asis. Artehistoria
Al fundador de la orden franciscana le pareció que Greccio se parecía a Belén. Greccio fue una colonia de la Grecia clásica. En la representación, como se ha podido apreciar, faltaba la Virgen, San José y Jesús. La descripción de Celano y la posterior de Bonaventura de Bagnoregio, Leggenda Maggiore, fue utilizada por Giotto para componer la pintura del Pesebre de Greccio ubicada en la basílica de Asís. La leyenda de Bonaventura de Bagnoregio decía que un caballero virtuoso, que había sido miembro de la milicia y seguidor del san Francisco, dijo que había visto como el santo recogía del comedero a un recién nacido, al cual abrazaba mientras despertaba de un sueño mortal, como milagro. La pintura al fresco tiene un tamaño considerable, 2,70 X 2,30 metros. En la escena, hay multitud de personajes que presencian la escena. Las reacciones ante el milagro alternan entre la incredulidad y la sorpresa. En otros casos, miran al santo y el lugar se corona con la cruz sobre la escena. Escena que deja boquiabiertos a los presentes.
A partir del siglo XV la escena se representó como una adoración de Jesús, en la que la madre aparece arrodillada, orante ante el Niño que irradia luz. Una escena íntima con un san José secundario.
Cuando calienta el Sol aquí en la playa. La mañana era
fría, pero su ánimo estaba caliente pensando en la lejana playa calentada por el
astro rey. Recordaba, a su vez, las celebraciones de Sol Invictus romano y el Atón egipcio.
El Sol, siempre, el Sol, a través del tiempo, creando vida.
Y el Sol cumplía, cumple y cumplirá durante mucho tiempo su función
estelar como cuerpo celeste que brilla con luz propia. Una estrella compuesta
de hidrógeno y helio a temperaturas elevadas en estado de plasma.
El estado de plasma es el cuarto de los estados de la materia tras el sólido, el líquido y el gaseoso. En el Universo es mayoritario en un 99%. Es un estado
altamente ionizado, muy conductivo eléctricamente. Es parecido al gas, aunque contiene
átomos ionizados con electrones que circulan libremente[1].
El Sol ya tiene una edad. Cerca de 5.000 millones de años. Se halla a la
mitad de la carrera de su vida. Le espera cumplir otros 5.000 millones de años
para convertirse en una estrella “giganta/e roja”. ¿Qué?
Sí, contestó el señor del otro extremo de la barra. Gigante y roja es
una estrella grande, muy fría. 3.000/4.000º kelvin[2].
Poco para una estrella rutilante. Mucho para cualquier humano. Un grado Kelvin
es -273,15 grados Celsius. Si tenemos 300º Kelvin, la temperatura sería 26’85º
Celsius.
La luz y el calor se producen por fusión termonuclear que transforma el
hidrógeno en helio. Las fusiones termonucleares son fusiones nucleares
provocadas por agitación térmica, a elevada temperatura[3].
¿Y el paso del hidrógeno a helio? En la Tierra el elemento más abundante
es el hidrógeno, como en todo el Universo[4].
El hidrógeno es fuente de vida al componer con oxígeno el agua. En el Universo
es abundante el helio y escaso en la corteza terrestre[5].
El campo magnético del Sol es poderoso e inestable debido a la rotación
diferencial de los polos y el ecuador. La rotación diferencial consiste en que
una masa o materia no rote a la misma velocidad unas partes/zonas/regiones con respecto
a otras. Es el caso del Sol y los planetas grandes. La Tierra gira a la misma
velocidad en los polos y la zona ecuatorial. 23 horas, 56 minutos, 4 segundos.
A 28 kilómetros por minuto[6].
El viento solar y su emisión produce el fenómeno de las auroras. Una
aurora boreal es una aurora polar en el hemisferio norte. Una aurora austral es
una aurora polar en el hemisferio sur. ¿Y qué es una aurora polar?
La aurora polar es un fenómeno luminoso producido por el impacto en la
atmósfera terrestre, en sus capas más elevadas, de partículas atómicas y subatómicas
que proceden del Sol. Al impactar, las moléculas del aire atmosférico se
excitan y brillan en colores muy peculiares. Las particulas solares están muy
cargadas. El campo magnético de la Tierra las desvía hacia capas cercanas de
los polos magnéticos, lugares únicos de observación[7].
La estrella más cercana al Sol es Próxima Centauri. Un viaje a ella nos
dejaría exhaustos.Se habría viajado
cuatro años a la velocidad de la luz. En magnitudes astronómicas es un corto
viaje. Con las naves espaciales actuales, 40.000 km/h., se tardaría varios
miles de años[8].
El Sol es la fuente de nuestra vida. El Paseo del Sistema Solar[9]
diseñado por Julián Gómez Cambronero en el parque que lleva su nombre nos hace
soñar con las magnitudes colosales del Sistema y su inserción en el Universo
infinito, el conocido, el pensado y el que se descubrirá[10].
“Mes de
abril de 1926. Una improvisada y amistosa tertulia pone sobre la mesa de un café
el tema del Centenario de Góngora. Hay que hacer algo. Y tenemos que hacerlo nosotros.
Si esperamos que lo hagan las corporaciones oficiales pasaremos por el bochorno
de que España celebre el Centenario de su más grande poeta entre una absoluta indiferencia… Y
aquella misma tarde…quedaron trazadas las líneas esenciales del proyecto…estábamos
reunidos Pedro Salinas, Melchor F. Almagro, Rafael Alberti, alguno más que no
recuerdo y Gerardo Diego.” (Revista “Lola” n.º 1, diciembre de 1927).
Fuera
como reacción a sus mayores, fuera por sus deseos de honrar a Góngora,
revisitando a los clásicos por considerarlos modernos contra lo establecido, la
idea del homenaje que se celebró en Sevilla en diciembre de 1927 se fue gestando desde
abril de 1926 entre unos poetas jóvenes que tenían como signo distintivo la
amistad.
Los cronistas
de aquellos tiempos fueron Gerardo Diego y Rafael Alberti. Gerardo Diego a través
de la revista “Lola”, que en sus dos primeros números cuenta la preparación de los
actos. En su tercer número remata con los actos festivos de la coronación de Dámaso
Alonso. Rafael Alberti, en “La arboleda perdida”, rememora los inicios de la
amistad y los actos preparatorios, con alguna diferencia en cuanto al momento del conocimiento, así como el papel promotor del viaje a Sevilla de Ignacio Sánchez
Mejías. La idea literaria de Góngora cambio como nos relata a continuación Rafael Alberti:
“He aquí
parte del saldo positivo que arrojó esa victoriosa lucha: Las Soledades.
Edición, prólogo y versión de Dámaso Alonso. Obra extraordinaria, que ahí sigue
todavía. Los Romances, al cuidado de Cossío, y la Antología Poética en
honor de Góngora, seleccionada y prologada por Gerardo Diego… Resulta casi
divertido comparar lo que se decía de Góngora en los manuales de literatura antes
de 1927 y lo que se dice ahora… Si mal estaba que Juan Ramón me considerase
perdido por andar con Sánchez Mejías, era mucho peor que afirmase lo mismo de
Federico García Lorca por escribir para la escena, siguiendo una clara vocación
teatral, nacida casi a la par de sus primeros versos… No le gustaba a él que
algunos de aquellos jóvenes poetas nacidos a su clara sombra hiciésemos teatro… Aquel
1927…K. Q. X[1]… comenzó
a dar señales evidentes de que estaba cansándose de algunos de nosotros… Entretanto,
Ignacio Sánchez Mejías, casi siempre por medio de Cossío, ya había intimado con
todos. Su afición literaria, más decidida cada vez por contagio nuestro, lo
llevó a ser un ardiente entusiasta de la nueva poesía… ¡Qué raro talento el de
Ignacio para entrar enseguida en lo más difícil, para saltar de lo más serio a
lo más absurdo y alocado! Comprendía con toda facilidad las escuelas modernas
de pintura, el último ismo parisiense arribado a Madrid… se acordaba poco
de su vida taurina… Ni siquiera las damas aristocráticas… seguían siendo de su agrado.
Su corazón ya no lo repartía… estaba fijo en uno solo, que le fue fiel hasta la
muerte. Con quien Ignacio se encontraba realmente bien era con nosotros. Tanto
que un día nos metió a todos en un tren y nos llevó a Sevilla” (Rafael Alberti,
“La arboleda perdida”).
El
atractivo de Sánchez Mejías, su capacidad para aprender y comprender todo lo
nuevo de las vanguardias, llevado por una inteligencia natural, señalada por
Jorge Guillén, fue una nota característica del señor de Pino Montano.
Aunque
Lorca y Sánchez Mejías congeniaron, se conocieron tardíamente con respecto a poetas
y literatos famosos como Gerardo Diego, Alberti, Bello o Cossío. José Javier
León señala:
“1927 fue
el año en que se vieron por primera vez las caras Federico e Ignacio, y su
encuentro se produjo en Madrid, a mediados de diciembre, poco antes del famoso
acto de reivindicación gongorina en Sevilla. Es sorprendente que Lorca que
conocía a Argentinita desde el principio de la década, fuera uno de los últimos
de su promoción en ser presentado al matador” (José Javier León[2], “La sangre derramada:
ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca” y “El pase de la
muerte”).
Más tarde
invitaría a dar una conferencia en la Universidad de Columbia, en Nueva York,
titulada “El pase de la muerte”, acompañado de Argentinita, quien tenía allí compromisos
de trabajo.
En cuanto a
la fecha en la que se conocieron Alberti y Gerardo Diego hay discrepancias
entre uno y otro. Alberti recuerda el momento en que los dos recogen el dinero
por el premio Nacional de Literatura y Diego lo retrasa a una velada nocturna
en marzo de 1926.
“Allí, ante
la ventanilla, por la que iba a recibir, juntas, las primeras cinco mil pesetas
de mi vida, encontré a una persona que esperaba lo mismo. Era Gerardo Diego… Salimos,
ya amigos, a la mañana madrileña, clara y primaveral, subiendo, en animada
charla, por el Salón del Prado. Un poeta de Cádiz y otro de Santander… Las
pesetas que hacía un instante guardara… no eran para el Gerardo creacionista…,
sino para el poeta reposado, frecuentador de Góngora, Jáuregui, Bocángel, Medina
Medinilla… Azotea y bodega” (Rafael Alberti, La arboleda perdida).
Alberti
conocía los inicios creacionistas de Diego con Huidobro, Larrea y De Torre y como había
madurado personalmente y gracias a los clásicos. Diego relata otra versión del inicio de su
amistad y de las relaciones literarias con García Lorca:
“Anoche
conocí a Alberti: guapo chico, optimista y simpático. A Lorca le volví a la
otra carga para que entregue su original para amigos. Está en ello, pero tan
abúlico como siempre. Ya verías su triunfo en Valladolid” (Carta de Gerardo Diego
a José María de Cossío el 28 de marzo de 1926).
Cossío
no estuvo en Sevilla. Inicialmente, estaba entre los que iban a colaborar:
“Desde
luego contar conmigo para todo lo que queráis pro-Góngora. Espero instrucciones.”
(Carta de José María de Cossío a Gerardo Diego el 4 de mayo de 1926).
“Lo de
Góngora parece que empieza a marchar. Dime cómo van los Romances.” (Carta
de Gerardo Diego a José María de Cossío el 28 de octubre de 1926. Bajo la fecha anota Góngora 1927).
“Me reuní
con los gongorinos y procuré reanimar su catalepsia. Los únicos que han
trabajado con entusiasmo son Alberti, y sobre todo, Dámaso Alonso. Alberti está
escribiendo una tercera soledad, la de “las selvas” según el plan de D. Luis,
de la que me leyó un largo y laberíntico fragmento. Él se encarga de invitar y
recoger homenajes en verso y prosa. Te pediría tu contribución… Me gustaría
rematar las vacaciones con la Feria de Sevilla chez Pino Montano, porque
este año cae junto a Pascuas. ¿Me acompañarías?” (Carta de Gerardo Diego a José
María de Cossío el 23 de enero de 1927 desde Gijón y con Góngora como encabezamiento).
Pino
Montano ya era un hospitalario lugar antes de los actos de diciembre de 1927
para los amigos del torero, a los que vistió en los actos gongorinos con disfraces morunos.
La “Soledad
Tercera” de Alberti es un homenaje a Don Luis de Góngora y Argote, 1627-1927,
por su tercer centenario. Apareció publicado en su poemario “Cal y Canto”,
1926-1927:
“Arpas de rayos húmedos,
tendidas
Las flotantes y arbóreas
cabelleras,
De las aves guaridas,
De los sueños y fieras
Domador y pacífico
instrumento,
Al joven danzan las
entretejidas
Esclavas de los troncos,
prisioneras
En las móviles cárceles
del viento.”
La amistad
perdura en el tiempo hasta la muerte, en la que queda el recuerdo de la memoria
y en el registro de los historiadores, como recordaba al final de la década de
los setenta del siglo XX Gerardo Diego en un lúcido artículo llamado “El valor
de los recuerdos”:
“La vida
sigue, sigue siempre. Y cada vez que se me muere un amigo, un admirador, un lector,
un pariente, no sólo se muere para la historia y para la memoria, sino que además
se me muere a mí, personalmente, me disminuye, me deja en soledad de duelo y
oración” (Gerardo Diego[3], El valor de los recuerdos.
Arriba, 15-04-1979).
[1] Según
Gerardo Diego en Lola escribió Juan Ramón Jiménez firmada como KQK en la
que no quería participar en el homenaje, lo cual originó la broma de llamarle Kuan
Qamón Kiménez, siguiendo la corriente al poeta de Moguer al que se le
rebelaban sus jóvenes poetas.
[2] LEÓN,
JOSÉ JAVIER.: La sangre derramada: ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías
en García Lorca. El pase de la muerte. Athenaica. Sevilla. 2020. Prólogo de
Carlos Marzal. ISBN: 978-84-17325-96-1. Fichado en biblioteca Archivo MuseoIgnacio Sánchez Mejías el 21-10-2023.
[3] DIEGO, G.:
Obras Completas. Tomo IV. Alfaguara. Madrid. 1989. Edición de Francisco Javier
Díez de Revenga. Páginas 115-117. ISBN Obras completas: 84-204-8471-7. Anotado
el 5-07-2023 en biblioteca Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías.