Cuenta Mario Crespo en El 27 y la Universidad Internacionalde Santander(1932-2008) quela afición taurina de José María de Cossío le facilitó amistades desde joven con toreros y ganaderos y abrió el abanico de relaciones de los poetas de la generación del 27.
Cossío presentó a Sánchez Mejías y Alberti. Abrió a su vez hacia el mundo de los toros los temas o motivos literarios de los poetas. Facilitaba conexiones como la de Luis Cernuda y Gerardo Diego.
Toro Cultura.
En el Museo Casa de Tudanca de Cossío se guarda un kilométrico ferroviario que usaba el cuñado de Ignacio Sánchez Mejías, Joselito, para su cuadrilla en la que se incluye a José Cossío, un taurino convencido.
Cossío dijo en el prólogo a las poesías de Villalón que ninguna generación de poetas, por la del 27, ha estado tan próxima al saber erudito de la poesía, en un extremo, y al canto popular más auténtico, en otro extremo. Fusionando ambos extremos con sabiduría e inspiración.
Museo Casa de Tudanca
Según contaba Antonio Díaz Cañabate, Cossío se consideraba aglutinante de todos ellos. Que lo había comentado en presentaciones de Federico y Alberti en Valladolid y Santander. Que, además, todos habían pasado con él unos días en Tudanca donde había estado escribiendo. Y procuró suavizar la rivalidad que comenzó a surgir entre Alberti y Lorca.
Se vivía en el mundo de las tertulias. Cuando Sánchez Mejías iba a Santander a torear se pasaba por la tertulia de la Atalaya que amenizaba José del Río Sainz. Este periodista puso en contacto a Gerardo Diego y José María de Cossío. Organizaron una excursión a Tudanca desde Reinosa a pie rememorando la obra de Pereda Peñas Arriba que se ambientaba en Tablanca, nombre ficticio que encubría a Tudanca y la Casona. Soportaron temporales de verano donde los paraguas ejercen de trasto inútil, pero llegaron mojados y Diego tuvo que vestir con ropajes enormes del casero. Tras recuperar las fuerzas, se dedicaron a escuchar al dueño de la casa su última obra.
José del Río (Pick)
Estas relaciones de intelectuales con otros sectores de la sociedad necesitaban de personas como Cossío. En una carta de 9 de agosto de 1920 contaba a Gerardo Diego que había recibido unas fotografías de José del Río Sainz gracias a la intermediación de Sánchez Mejías. José del Río Sainz visitó a su vez Pino Montano. En Manzanares, en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías se guardan artículos y originales de este peculiar periodista y marino del que poca gente se acuerda, que renovó el periodismo de provincias, y, por tanto, nacional, a quien los santanderinos dedicaron una estatua en uno de sus paseos marítimos.
Es llamativa la ausencia de Cossío en los actos de diciembre en Sevilla por el tercer centenario de Góngora en el inicio canónico de la generación del 27.
Cossío recibió la siguiente carta:
Sevilla, 19 de diciembre 1927
Sr. D. José María de Cossío
Torrecillas, 5. Valladolid
Agraviados por tu ausencia,
triunfadores en Sevilla,
siete "enfants"-¡qué maravilla!-
te gritan ¡qué inconveniencia!
¡¡gandul!! en esta quintilla.
Gerardo (Diego)
Bergamín— ¡Qué vergüenza! Alberti— Dámaso Alonso— Jorge— José Bello.
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Para saber más:
—CRESPO LÓPEZ, M.: El 27 y la Universidad Internacional de Santander (1932-2008). Fundación Gerardo Diego y Centro Cultural Generación del 27. Santander.2009. Páginas 52-56. Leído el 26-07-2023 en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías de Manzanares.
Museo Sánchez Mejías
—Cossío contrató a Miguel Hernández para la elaboración del Los Toros. Tras la guerra civil intercedió por el poeta para que se le conmutara la pena de muerte a la que fue condenado. Ver estudio crítico de Mario Crespo sobre José María de Cossío para Fundación Ignacio Larramendi publicado en Madrid en 2013.
—Gerardo Diego/José María de Cossío. Epistolario. Nuevas claves de la generación del 27. Edición de Rafael Gómez de Tudanca. Ediciones de la Universidad de Alcalá de Henares. Fondo de Cultura Económica. Madrid. 1996.
En la
anterior entrada se decía que, según
Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, la idea de estas relaciones
se incardina dentro de la política cultural de Felipe II. Es un monarca que se
embarca en la construcción del monasterio de El Escorial, los inicios del Archivo
de Simancas, la Biblia Regia de Arias Montano/Plantino, la Academia de Ciencias
en la que participa Juan de Herrera, el comienzo del Jardín Botánico; empresas
en las que se incluiría los proyectos inacabados de las relaciones
topográficas, geográficas e históricas. Como se ha mencionado antes, la
pretensión de la recogida de datos fue la elaboración de una historia. Los
datos recogidos por las Relaciones eran herramientas. Felipe II había
señalado por medio de una Real Cédula de 27-10-1575 que hasta este momento no
se había hecho una descripción particular de los pueblos de estos reinos, por
lo que se ordenaba que se hiciese dicha descripción y una historia de las
particularidades y cosas notables de los pueblos.
El rey era
consciente de la dificultad del empeño. Con todos los frentes que la Monarquía
Hispánica soportaba, dedicar unos funcionarios a preguntar pueblo por pueblo el
cuestionario se mostraba como una labor quimérica y larga en el tiempo. La Real
Cédula ordenaba que la labor fuera llevada a cabo por prelados, corregidores y
justicias para que cumplimentaran el cuestionario porque pensaba el rey que
sería más rápido. Les exhortaba también a que fueran las preguntas cumplidas
(completas), ciertas y con la mayor verdad posible. Los cuestionarios, una vez
cumplidamente rellenados, debían enviarse al secretario real Juan Vázquez de
Salazar.[1]
Los datos de las
Relaciones Topográficas de Felipe II recogen los cuestionarios del reino de Toledo,
aproximadamente lo que sería Castilla La Nueva más tarde, parte de Murcia,
parte de Jaén, y parte de Extremadura. Había también dos pueblos de Salamanca y
otros dos de Alicante.
Por provincias,
aunque no existían administrativamente todavía: Toledo envió 229 cuestionarios,
Guadalajara 175, Madrid 108, Ciudad Real 75, Cuenca 49, Cáceres 35, Albacete
20, Jaén 19, Badajoz 4, Murcia 3, y los correspondientes de Alicante y
Salamanca citados.
Manzanares envió
el cuestionario con fecha 17 de marzo de 1579. Membrilla el 5 de diciembre de
1575. Talavera de la Reina el 1 de abril de 1576. Guadalajara el 16 de septiembre
de 1579. Únicamente, por citar unos ejemplos. Del total, dos pueblos mandaron
tres relaciones; 82 pueblos, dos; y 551 pueblos, una[2].
Las Relaciones
Topográficas fueron un empeño único en Europa. Producto de un ideal nuevo
humanista, renacentista. En el caso de la actual Castilla- La Mancha, es una
fuente valiosísima para conocer los datos históricos y estadísticos del paisaje
manchego en el siglo XVI. Obra que no sería superada hasta dos siglos después.
Castillo de Pilas Bonas, Manzanares. Booking
Es un caso
curioso reseñar que, aunque La Mancha era de siempre una tierra de cereales como atestigua la existencia de los molinos harineros como el Molino Grande de Manzanares, ya
había una extensión de viñedo considerable. Según Rogelio Jorge Martín, en las
Relaciones, las poblaciones que reconocen actividad vitivinícola representan un
76,64% del total. Ya gozan fama los vinos de Valdepeñas, así como los de
Villanueva de los Infantes y La Solana. En cuanto a la Encomienda de Manzanares,
en la respuesta XXV, se dice que, junto al castillo de la encomienda, a la
parte de oriente hay una casa de tercia buena que ha hecho… el Marqués de
Priego... vasijas para beneficiar y encerrar diez mil arrobas de vino y para ello
hay cuevas bastantes y pozos y aderezos necesarios.[3]
Finalmente, se
podría reseñar que, con los datos suministrados en las Relaciones Topográficas
de 1575, se ayudaría a llevar a cabo el levantamiento cartográfico de los
pueblos de Castilla La Nueva para organización militar o económica de las
encomiendas de las propias órdenes militares o del ejército.[4]
Viñedos en Castilla-La Mancha. Agro CLM
[1] CAMPOS Y
FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F. J.: Las relaciones topográficas de Felipe II: perspectivas
de unas fuentes históricas monumentales sobre Castilla la Nueva en el siglo XVI.
En La ciencia en el monasterio de El Escorial: actas del Simposio, 1-4 de
septiembre de 1993. Páginas 381-430.
[2] CAMPOS Y
FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F. J.: Las relaciones topográficas de Felipe II: Índices,
fuentes y bibliografía. Separata del Anuario Jurídico y Económico Escurialense.
San Lorenzo de El Escorial. XXXVI. 2003. Páginas 442-574.
[3]
JORGE-MARTÍN, R.: Historia económica del vino en Castilla-La Mancha:
producción y comercio en tiempos de Felipe II a través de “Las Relaciones
Topográficas”. Anuario Jurídico y Económico Escurialense, LIV. 2021.
Páginas 311-340.
[4] NAVARRO
LUNA, J.: Las Relaciones Topográficas de Felipe II, en relación con la
estrategia militar. En La Organización Militar en los siglos XV y XVI.
Actas de las segundas jornadas nacionales de Historia Militar. Málaga. 1993. Páginas
391-395.
Molino de canal. Museo del Molino Grande Manzanares
Una de las ofertas museísticas de
Manzanares más interesantes es el Molino Grande. Es un museo etnográfico sobre
la molienda de cereal y leguminosas, sobre los artesanos y trabajadores que
emprendieron esta industria y que cuida del mantenimiento y conservación de este
antiguo oficio que vivió de la explotación del curso del agua de
un río de cauce irregular durante siglos.
Sí, durante siglos. La existencia de
molinos hidráulicos en el río Azuer a su paso por Manzanares está constatada
por las Relaciones Topográficas de Felipe II. Este rey ordenó en 1575 conocer
mediante unos cuestionarios, no sólo las características geográficas de sus
reinos, sino que utilizando el nombre genérico de relación, crear la base
para una futura historia general de los mismos con datos sociales y económicos.
Este esfuerzo informador y estadístico se aplicó también al cuestionario que se envió en 1577
por medio del Consejo de Indias a los virreinatos para saber su situación y
que hoy se conoce como Relaciones Geográficas de las Indias.
Teodoro Sánchez-Migallón cita en su tesis
doctoral que había concentración de molinos hidráulicos en La Mancha Baja en el
tramo medio del río Azuer; en el tramo entre los Ojos, Daimiel y Villarrubia de
los Ojos en el Guadiana, entre Socuéllamos, Pedro Muñoz, Campo de Criptana y
Alcázar de San Juan; en el río Cigüela; y entre Ruidera, Argamasilla de Alba y
Alcázar en el Guadiana.
En el caso de Manzanares cita el Molino Grande, el Molino Chico, el Molino de don Blas, los tres con dos piedras, y el Molino
Carnicero, con una piedra. Por las dimensiones de la sala de molienda, el de
don Blas tenía más metros que el Molino Grande, 83 y 42 metros cuadrados,
respectivamente. En el Catastro de Ensenada de 1751 se habla de la existencia de
un molino de aceite contiguo al de agua en el Molino Grande, propiedad del Conde
de Sevilla La Nueva, con dos vigas y dos piedras, la una muele con caballería y
la otra con agua[i].
Corrobora el dato del plano de Perola de 1616 existente en el Archivo Histórico
Nacional en la sección de Órdenes Militares, del que se exhibe una copia en el Museo
del Molino Grande de Manzanares.
Felipe II elaboró además de estas
relaciones topográficas/geográficas, el conocido como Atlas del Escorial y/o las
vistas de las ciudades que encargó a Anton van de Wyngaerde dentro de un
conocimiento inicial de lo que serían estudios de catastro o estadística[ii]. La denominación de
relaciones fue definitivamente adoptada siglos después.
Atlas del Escorial. IGN
En la pregunta XXII del cuestionario, que
nos vuelve a la existencia de molinos en el río Azuer a su paso por Manzanares
se pedía que se informara de la existencia de los molinos y aceñas y los
barcos y puentes señalados que en los dichos ríos y términos del dicho lugar
oviere, y los aprovechamientos dellos, y cuyos son[iii].
La respuesta fue la siguiente: que en
el dicho arroyo que dicen del Azuel hay molinos que muelen de invierno, y pasa
el dicho río por junto a esta villa y por otro tiempo el dicho río, no trae
agua y se va a moler al río de Guadiana, a donde nace y corre, que son los
molinos de Su Majestad que dicen de Ruidera y a otros molinos del Priorazgo de
San Juan y a otros de Guadiana la baja cerca de la dicha villa de Daimiel que
están a ocho y más leguas de esta villa[iv].
Museo del Molino Grande. Museos de Manzanares
Los datos interesantes de esta relación
sobre Manzanares nos informan de la existencia del número de habitantes en la
década de 1570, 700, y de casas, 600. Llegó a haber 900, que por la
esterilidad de los años se han ido a vivir a otras partes.
Según Francisco Javier Campos y Fernándezde Sevilla, la idea de estas relaciones se incardina dentro de la política
cultural de Felipe II. Es un monarca que se embarca en la construcción del
monasterio de El Escorial, los inicios del Archivo de Simancas, la Biblia Regia
de Arias Montano/Plantino, la Academia de Ciencias en la que participa Juan de
Herrera, el comienzo del Jardín Botánico; empresas en las que se incluiría los
proyectos inacabados de las relaciones topográficas, geográficas e históricas.
Como se ha mencionado antes, la pretensión de la recogida de datos fue la
elaboración de una historia…(continuará)
[i] SÁNCHEZ MIGALLÓN JIMÉNEZ,
T.: Aproximación a la arquitectura popular en La Mancha Baja. El caso de
Manzanares. Tesis doctoral de la Escuela Superior de Arquitectura de la
Universidad Politécnica de Madrid. 2015. Tomo II, páginas 186-205.
[ii] KONYUSHIKHINA, N.: Los
cuestionarios para las Relaciones topográficas de Felipe II y las Relaciones
geográficas de Indias de los años 1570. Catastro n º 89, 6 ª época, abril
2017. Páginas 9-30.
[iii] ORTEGA RUBIO, J.: Relaciones
Topográficas de los Pueblos de España. Lo más interesante de ellos. Impreso
por la Sociedad Española de Artes Gráficas en Madrid en 1918. Páginas 1-31.
[iv]Relaciones
topográficas de Felipe II. Respuesta 22. Datos obtenidos en la web www.manzanares.es
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ediciones Casariego.
Hace unos meses se expuso en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, Casa Malpica de Manzanares, una
muestra de las distintas traducciones, tanto históricas como raras o
extraordinarias, del Llanto por Ignacio Sánchez Mejíasde Federico
García Lorca. Esta exposición mostraba la repercusión internacional que
tuvo dicha obra, la fama que alcanzó García Lorca en su corta y truncada
vida, y el esmero que pusieron los distintos editores en esta obra desde un
primer instante.
Es por esta razón,
el cuidado y mimo de los editores al presentar un nuevo trabajo que no se tiene
otro remedio que hablar de un trabajo maravilloso sobre el Llanto publicado
en 1993 por Editorial Casariego S. L.[1]
Casariego hizo
una tirada de 1.750 ejemplares. Se va a reseñar el que hace el número 910. Los cien
primeros números fueron encuadernados en piel. Además, se numeraron los 55
primeros para los colaboradores de la obra, pero la presentación que se tiene
en mano tiene tapa dura en negro con letras del título en rojo y en amarillo
del autor. Igualmente, en rojo, la estampa o dibujo de un diestro y la
editorial que lo presenta.
La estructura de
la edición es la siguiente:
-Una introducción
de uno de los poetas mayores de la generación del 27: Jorge Guillén.
-El Llanto por
Ignacio Sánchez Mejías acompañado por las ilustraciones de Picasso.
-Una nota aclaratoria
del editor de las razones por las que se añade la edición facsímil de la obra.
-Y la edición facsímil.
En total 66
páginas. La edición facsímil no está numerada.
¿Qué cuenta
Jorge Guillén en la introducción?
En primer lugar,
que llanto, planto o elegía tienen un sentido similar que nos lleva hacia la conmoción
ante algo. El llanto es una elegía conmovedora, estructurada en cuatro
partes, con distintos nombres:
1.La
cogida y la muerte no tiene, según Guillén, una narración realista. La hora
de las cinco no puede abarcar todos los sucesos que se imaginan, aunque el
estribillo sea un gran acierto:
A
las cinco de la tarde
Eran las cinco en punto de la tarde…
… ¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
La irrealidad simbólica
reúne sucesos que no sucedieron como el niño con la sábana, la espuerta
de cal, la paloma y el leopardo, las campanas de arsénicoy
de humo hasta una rotura de ventanas por el gentío. Hay según
el poeta, crítico y amigo una leve indicación al hecho en sí como muslo con
el asta o heridas quemantes, que laten bajo el estribillo que
imprime una gran eficacia patética que no se recuerda en ninguna otra elegía:
“¡Ay que terribles cinco de la tarde!” …
“las cinco en sombra.”
2.La sangre
derramada
Aunque García
Lorca no estuvo en el ruedo, ve la sangre sobre la arena cuando ya no hay nadie
en la plaza. Por eso invoca a los jazmines, a la vaca del viejo mundo y a los
toros de Guisando. Pero no quiere ver esa sangre:
¡Qué no quiero verla!
Surge de pronto,
según Guillén, la necesidad de un retrato del fallecido tanto espiritual como
psicológico que incide en que era como el primero entre todos, No hubo
príncipe en Sevilla, por su fuerza y prudencia, dentro del aire de Roma
andaluza. Persona y lugar. Armonía clásica.
A Jorge Guillén
le emocionan o conmueven los versos siguientes:
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
Le emocionan porque
contienen y potencian la idea de país, desde un punto de vista andaluz.
3.Cuerpo
presente.
El cuerpo
adquiere forma pétrea, activa, que coge simientes o nublados. Y más
cosas. Se pregunta Guillén sí la piedra es una tumba o simplemente una metáfora.
Lo dice por la cabeza de oscuro minotauro y porque la lluvia penetra
por su boca. Lorca nos pide contemplar el cadáver como un reto para
despedirlo.
Según Guillén
todo va juntándose: sueño, vela, reposo. Como una liberación imaginada. Nos queda
como consuelo la denominada incongruencia, según el introductor, cuando dice
que ¡También se muere el mar!, pero que nos remite a otros elementos de
la naturaleza.
4.Alma ausente.
Guillén ve que
el muerto ya está solo, que nadie le conoce, porque te has muerto para
siempre. Se enuncia una verdad general, deja al muerto en el cementerio. El
autor del poema, según Guillén, piensa en su mito, en su héroe, cuando estaba
vivo y relata su madurez superior a aquellos de su clase, insigne por su conocimiento, con
las palabras nobles y elevadas de un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Y termina:
Yo canto su elegancia con palabras que
gimen
Y recuerdo una brisa triste por los
olivos.
Guillén ve
caminando a Ignacio y Federico entre esos olivos.
El editor nos presenta
el Llanto con veintitrés ilustraciones de Picasso. Se hace una cata o selección:
En la página 5,
una cuadrilla con picador va a salir a la plaza.
En la página 8,
la suerte de banderillas.
En la página 13, la vista aérea de un colorido coso, fechado en 1-08-1957.
En la página 20,
un toro a carbón o emplaste.
En la página 24,
un torero levantado por un toro, en rojos y azules sobre fondo blanco y negro.
En la página 29,
el torero está envuelto en su capote mientras espera al toro como la vida y la
muerte.
En la página 31,
Pase ayudado en alto de un torero, sin toro.
En la página 33,
par de banderillas cara al toro.
En la página 36,
Cristo con corona de espinas.
En la página 44,
Virgen llorando fechada el 2-3-1959.
En la página 49,
torero clásico ¿rondeño? En gris y negro.
En la página 50,
como el final citado, un campo de olivos en negro y blanco[2].
Se hace aquí una
digresión para recordar que en la tesis de Peña Robledo[3] sobre Ignacio Sánchez Mejías
en ABC recordaba la teoría de Olano sobre la posible relación entre una primera
idea para el Guernica como recuerdo por la muerte de Sánchez Mejías, por
el impacto que tuvo. Y también la teoría que entronca a uno de los pintores deudores
y divulgadores del modo de pintar veneciano, el flamenco Rubens, por su cuadro Los
horrores de la guerra, visto de forma invertida y transformado por Picasso
en un tema taurino y doloroso, pero que coinciden con las deudas que tienen Las
señoritas de Avignon, 1907, con los desnudos de los pintores venecianos.
Por otra parte,
como indican diferentes estudios, como el de Fátima Halcón o Álvaro Martínez Novillo,
no era extraño el tema taurino a Picasso, como a cualquier español desde
finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX. Y claro, en una persona nacida en
Málaga en esta época[4].
El editor,
volviendo a la edición de Casariego, añade la reproducción facsímil del manuscrito
que se custodia en el Museo Casa de Tudanca que perteneció a José María de Cossío.
El lector, y el curioso, podrá observar las diferencias y variaciones entre el
manuscrito original y el texto final publicado. Es decir, se puede ver cómo fue
el proceso creativo.
García Lorca
termina la impresión en marzo de 1935 con las ilustraciones de José Caballero
en Ediciones El Árbol para Cruz y Raya. El poema fue leído en público en el
Teatro Español y, en abril, en el Alcázar de Sevilla. El manuscrito dedicado
llega en mayo a Cossío con el dibujo de un Arlequín llorando. Está expuesto en
el centro de la sala principal de la planta baja cubierto por unas vitrinas y
se puede apreciar la dedicatoria a Cossío y el dibujo del arlequín. En el libro,
la reproducción facsímil, sin numerar, supuestamente según se ha podido
comprobar, serían las páginas 52 a 66.
Como es sabido,
hay una dedicatoria anterior a la que hace a Cossío en el manuscrito. Es la
dedicatoria siguiente:
[1] GARCÍA
LORCA, FEDERICO: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Ilustrado por Pablo Ruiz
Picasso. Editorial Casariego. Ediciones de Arte, fascículos y bibliofilia.
Madrid. 1993. Ejemplar 910. ISBN: 84-86760-34-8. Libro propiedad de Gloria Patón
Fernández-Pacheco, coordinadora de Museos de Manzanares. Depositado en Archivo
Museo Ignacio Sánchez Mejías.
[3] PEÑA
ROBLEDO, E. M.: Ignacio Sánchez Mejías según el diario ABC. Tesis doctoral en
la Universidad de Burgos dirigida por P. Ojeda Escudero. Páginas 203-213
[4] HALCÓN, F.:
Picasso y el ruedo. Sobre su idea de plaza de toros. En Laboratorio de Arte 29,
2017.
MARTÍNEZ
NOVILLO, A.: Reseña sobre Picasso Toros y toreros en Revista de Estudios
Taurinos, Número1, 1994.
GÁMEZ JIMÉNEZ,
R.: El Guernica de Picasso como recurso didáctico. En el Centro virtual
Cervantes, Actas XLI (AEPE)