La firma_2_27 de diciembre de 1978

    

Archivo Linz_Fundación March_Pueblo 8-12-1978

      La política de consenso se hizo necesaria durante el bienio 1977-79 por la necesidad de alumbrar una nueva Constitución. Las amenazas eran cada vez más claras y las instituciones eran todavía muy frágiles. Era vital elaborar una Constitución aceptada por la mayoría de las fuerzas políticas.

     El debate se había circunscrito a círculos restringidos, las Cortes, y diluía opciones políticas y sindicales movilizadas en los últimos años del franquismo. Creemos que esto se pudo solucionar con la votación en referéndum de la Constitución aprobada en las dos cámaras de las Cortes surgidas en junio de 1977. Por la experiencia acumulada por la historia constitucional española, la aprobación de las constituciones solamente por parlamentos y la acusación de ser constituciones de una parte, conservadora o progresista, se veía afectada la aceptación de esos textos legales.

     La propia duración de la dictadura había conformado una sociedad expectante y pasiva que, queriendo derechos y libertades, estaba confortablemente establecida en la sociedad de consumo que se había desarrollado a partir de los años sesenta.

     La ponencia constitucional finalizó sus trabajos en abril de 1978. Pasó a la Comisión Constitucional al mes siguiente, donde las dificultades se subsanaron con reuniones cara a cara entre los socialistas y centristas (UCD). Se debatió posteriormente en Congreso y Senado. Definitivamente, la aprobación se produjo el 31 de octubre de 1978 en las Cortes. 

     De los 325 diputados, únicamente 6 votaron en contra y 14 se abstuvieron. Y de los senadores, 226 a favor, cinco en contra y ocho abstenciones.

     El 6 de diciembre el proyecto constitucional fue sometido a referéndum. Votó el 67 por ciento del censo electoral. Bajó con respecto a la votación de la reforma política y a las primeras elecciones libres de junio de 1977. Los votos afirmativos al texto fueron el 87% y los negativos, el 7%. Donde se produjo la mayor abstención fue en el País Vasco, pero los que votaron, fueron afirmando el texto en un 68% frente al 23% negativo que solo consiguió la propaganda nacionalista radical. Pero reflejaba el origen del problema, con violencia, que se iba a producir en los años siguientes.

     La abstención pudo obedecer a la creciente desmovilización política por dejarlo todo en manos de las actuaciones partidistas, un cierto cansancio del electorado no acostumbrado a votar y al fenómeno del desencanto, tanto por no avanzar en las libertades hasta donde una parte quería como por la prudencia ante las amenazas del un régimen en formación que pudiera desestabilizarse o probable involución. 

     La constitución fue calificada de rígida por los requisitos exigidos para su modificación, conociendo nuestra historia constitucional, y, a su vez, por las formas en las que doblemente se aprobó, por las Cortes y los ciudadanos. 

     Al igual que la democracia no había llegado con la muerte del dictador, la transición no acababa cronológicamente con la aprobación de la Constitución. Quedaban abiertos flancos muy importantes, como el asentamiento del sistema de partidos, la asunción constitucional por las instituciones y la toma de conciencia ciudadana de los derechos y libertades que habían votado. 

     Problemas como el terrorismo, la crisis económica (precios del petróleo, 1973-1979) y la organización territorial del estado estaban sin resolver. Se ha asumido por la mayoría de la doctrina que este periodo se alarga hasta 1982. 

     El título de esta entrada hace referencia al compromiso firmado por la jefatura del estado con el texto aprobado en las Cortes y en el refrendo posterior de 6 de diciembre de 1978 de los ciudadanos y cómo fue reflejado por la prensa más influyente de Madrid, ejemplificado en las crónicas de EL PAÍS y ABC. La foto inicial es de diario Pueblo, obtenida del archivo Linz, que está depositado en la Fundación March.

     Sin firma, EL PAÍS informaba del discurso de don Juan Carlos: Como expresión de los momentos históricos que estamos viviendo, y cuando acabo de sancionar, como Rey de España, la Constitución aprobada por las Cortes y ratificada por el pueblo español, quiero que mis primeras palabras, breves y sencillas, sean ante todo de agradecimiento hacia los miembros y grupos de estas Cámaras que han elaborado la norma fundamental por la que ha de regirse nuestra convivencia democrática...(enumeraba agradecimientos a todas las instituciones del Estado y llegaba al punto siguiente de interés)... Y gracias, por fin, al pueblo español, verdadero artífice de la realidad patria, representado por las distintas fuerzas parlamentarias, y que ha manifestado en el referéndum su voluntad de apoyo a una Constitución que a todos debe regirnos y todos debemos acatar... Y hoy, como Rey de España y símbolo de la unidad y permanencia del Estado, al sancionar la Constitución y mandar a todos que la cumplan, expreso ante el pueblo español, titular de la soberanía nacional, mi decidida voluntad de acatarla y servirla. 

     Institucionalmente, dejaba de ser un jefe de Estado venido de la dictadura a ser el jefe de Estado en el nuevo ordenamiento constitucional de 1978. 

     Uno de los redactores fundadores de EL PAÍS, Bonifacio de la Cuadra, incidía en ese resumen, señalando además que los parlamentarios y el público asistente recibieron con aplausos la llegada de los Reyes y el Príncipe de Asturias, ovacionando larga e intensamente el instante de la firma y el final del discurso del jefe del Estado, a excepción de los miembros de PNV, que se pusieron de pie, pero permanecieron pasivos.

    Manuel Vicent contó ese día para el mismo diario que El acto de ayer tuvo una solemnidad breve y discreta, sin abuso de maceros, ni frases redondas. Aquí se está cogiendo ya el tranquillo a la elegancia inadvertida de marbete europeo, mas, a pesar de todo, el hemiciclo ofrecía destellos de bautizo con los palcos abarrotados de judíos, moros y cristianos, un fru fru de cardenales, altos mandos militares, medallas, uniformes, visones dentro de ese perfumé a espliego y paño de calidad que irradian las ilustres personalidades, las damas elegantes con el vestido lleno de campánulas y los distinguidos caballeros invitados, amigos y enemigos de la Constitución, todos aplaudiendo con suave encanto cuando el texto ha sido finalmente rubricado por el Monarca. Abajo, los senadores y diputados vestían el traje gris marengo de los domingos, los verdaderos padres de la criatura con corbata plateada...

     En ABC se dedicaban también varias páginas a la firma sancionando la Constitución. Ese 28 de diciembre de 1978, la portada era fiel reflejo de la presencia del Rey. En su página 5, fotografías del acto donde decían que los Reyes fueron aclamados a la entrada del hemiciclo a las once y media de la mañana, incidiendo en el aplauso del secretario general del PSOE, Felipe González. Para ABC era importante reseñar el último discurso del Presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil, quien cesaría de su cargo con la entrada en vigor de la Carta Magna, y a quien el ABC dedica un editorial elogioso. En la página 7 se reproducían las firmas de las autoridades el día de la sanción, el importante discurso del Rey y la referencia al joven Príncipe de Asturias.

     La redacción mollar del acto corrió a cargo del corresponsal político de ABC en esos momentos, Pedro J. Ramírez. Señalaba unas palabras del Rey que mostraban las grandes esperanzas depositadas en el texto legal que se aprobaba: el mejor aval para que España pueda iniciar un nuevo periodo de grandeza. Señalaba también que la pluma con la que firmó el jefe del Estado era de Christian Dior, que el padre del monarca, el conde de Barcelona, asistía al acto en una de las tribunas emocionado. Según Pedro J., el tiempo acompañó, después de la lluvia de la noche anterior.

     Ramírez nos detalla más las personalidades del Estado que acudieron y aquellas personas que no siendo instituciones, seguían representando esa caracterización del Estado que se iba, pero que asistía a su próxima desaparición: El presidente de la Conferencia Episcopal, aperturista, monseñor Tarancón, y su enlace en las Cortes, el padre Martín Patino. La nobleza, con la duquesa de Alba y su marido, Jesús Aguirre; o el presidente del Club Siglo XXI, Guerrero Burgos, coronel jurídico del Ejército.

     Hubo más presencias que ausencias, según el redactor de ABC. Entre las ausencias, las de Josep Tarradellas, Dolores Ibárruri y el ex etarra Patxi Iturrioz. Todos, o casi todos, con corbata, con la excepción de Nicolás Redondo Urbieta, que no la portaba. Refrenda la noticia de Bonifacio de la Cuadra sobre el respeto sin aplauso de los miembros de PNV, pero él observó a alguno del PSOE que tampoco lo hizo. No da nombres. En cuanto a PNV, uno de sus senadores, Miquel Unzueta, en la línea moderada de Juan Ajuriaguerra, aplaudió al final. Arzallus, líder de PNV, dijo que acataban la Constitución sin entusiasmo.

     Tras los discursos del Presidente de las Cortes y del jefe del Estado, y cuando el Rey había manifestado que Al ser ésta una Constitución de todos y para todos, es también la Constitución de todos y para todos, es también la Constitución del Rey de todos los españoles... y que Todo mi tiempo y todas las acciones de mi voluntad estarán dirigidas a este honroso deber que es el servicio de mi Patria... hubo una parada militar, dejando el hemiciclo, que habían ocupado diputados y senadores, vacío. En ese momento, Pedro J. quería mostrar un ambiente que respiraban todos o la mayoría de los parlamentarios, y él mismo, que Las Cortes ya no volverán a reunirse en su actual composición y el deseo de que ninguno de los de ayer presentes volvamos a ser testigos de la sanción solemne de ninguna otra Constitución.

      Grandes esperanzas en la solución de los problemas. Como colofón, recordamos unas palabras que leímos a Abdón Mateos: Las Cortes salidas de las elecciones de junio de 1977 se convirtieron en Constituyentes contraviniendo la Ley de la Reforma Política. Además tuvieron que realizar un aprendizaje político de las exigencias de un régimen de monarquía parlamentaria... lo más importante para todos era construir un futuro de convivencia democrática.

      


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    -MARÍN, J. Mª, MOLINERO, C. e YSAS, P.: Historia política 1939-2000. Istmo. Madrid. 2001.

    -TUSELL,J.:  La transición española a la democracia. Historia 16. Madrid. 1999.

    -  https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647605_850215.html

     - https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647602_850215.html

     - https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647603_850215.html#?rel=listaapoyo

     - ABC, 28 de diciembre de 1978, páginas 5-7-9-10-12. 

     - AVILÉS, J., EGIDO, A. y MATEOS,A.: Historia Contemporánea de España desde 1923. Dictadura y democracia. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2011. pág. 175.

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