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El Guateque (The Party, 1968) es una película de Blake Edwards, con Peter Sellers como protagonista. Una comedia que mezcla el slapstick- humor físico- con una sátira social sutil.
Peter
Sellers interpreta a Hrundi V. Bakshi,
un torpe, pero entrañable actor indio que, por error, es invitado a una lujosa
fiesta en Hollywood. A partir de ahí, la película se convierte en una sucesión
de situaciones absurdas y gags físicos, del estilo de Jacques Tati o Buster Keaton*, pero con el sello característico de
Sellers.
Lo interesante de El Guateque es su estructura: no parece existir un guion; en lugar de una trama convencional, la película es una serie situaciones conectadas sucesivamente.
La dirección de Edwards parece una coreografía donde el desastre es progresivo, desde tropiezos hasta una fiesta completamente fuera de control. ¿Qué hace especial la película? Puede que nada, que sea un bodrio. Pero...
Peter Sellers sin filtros; Sellers era admirado/odiado.
Una mezcla perfecta de inocencia y torpeza, con un gran sentido del ritmo cómico. Apenas hay diálogos largos, porque el humor se basa en gestos, silencios y reacciones; una crítica a la alta sociedad de Hollywood: Se ridiculiza la superficialidad y el esnobismo de la élite del cine.
Y la banda sonora de Henry Mancini: Con tono jazz y sonido sesentero.
Aunque hoy en día el personaje de Sellers- un hindú- podría generar debate sobre utilización cultural del otro para ridiculizarlo, en su momento no se percibió así, sino como una exageración más dentro del estilo de la película. Hoy podría haber críticas por la posible parodia hindú.
La puerta abierta en El Guateque es un detalle que funciona tanto a nivel cómico como con otro significado. Durante toda la película, el protagonista, Hrundi Bakshi, es un personaje que no debería estar ahí, pero que de alguna manera sigue entrando y alterando el orden de la fiesta.
Cuando finalmente aparece el elefante, la puerta se convierte en el último punto de ruptura con la realidad. ¿Está abierta esperando al elefante o se abre para que entre? Esa ambigüedad es lo que hace especial la escena. ¿Sí la puerta ya estaba abierta, es como si la fiesta misma llamara al desastre, dejando entrar lo absurdo de manera natural? ¿Sí la abren para que pase el elefante, entonces refuerza la idea de que el caos es inevitable? ¿Todos lo aceptan? ¿Se está buscando profundidad donde no te mojarás nunca?
Es un momento clave porque transforma completamente la recepción inicial: lo que empezó como una elegante fiesta de Hollywood, termina en un delirio con espuma, pintura y un elefante decorado con flores. La entrada del animal es el punto en el que la alta sociedad se suma al desorden y se entrega a la fiesta. El protagonista se pone serio cuando dice que en su país no se pinta así al elefante.
Blake Edwards tenía un talento especial para el humor visual- La Pantera Rosa o Mickey Rooney en Desayuno con diamantes, escena eliminada en 2022-, y esta secuencia es una prueba de ello. Es posible que la puerta abierta también sea una invitación constante a lo inesperado.
Esa ambigüedad es lo que hace a El Guateque especial, ya que nunca ofrece una respuesta clara, sino que invita a jugar con las posibilidades, manteniendo la esencia del caos y lo imprevisible.
Al inicio, una parodia absurda de GungaDin (1939, George Stevens), donde el personaje principal era un valiente sirviente indio que, en un acto heroico, salva a un grupo de soldados británicos, solo para morir en el proceso. La película, protagonizada por Cary Grant, es un clásico de aventuras que, en su momento, mantenía una imagen muy romántica y heroica de la figura del "buen salvaje" o "el héroe humilde". Pero una película que exaltaba el mundo anglosajón heroico y/o imperial en un periodo bélico/pre bélico, necesitado de propaganda. El cine fue utilizado en esa dirección.
En El Guateque, Blake Edwards y Peter Sellers hacen una parodia de ese tipo de narrativa heroica, pero con un giro cómico y absurdo. El personaje de Hrundi V. Bakshi, un hombre desubicado y torpe, se ve a sí mismo como un héroe, e intenta imitar esa imagen épica sin tener cualidades para hacerlo. Ocurre que termina cayendo simpático su comportamiento desastroso.
Ya sé que hay a quien no le gusta Sellers.
El autor de estas palabras puede estar también equivocado o mitificando lo que es una película nada más. Y puede ser también un ejercicio de autocrítica cultural, que pone en evidencia las convenciones sociales y las representaciones idealizadas que existían en el cine y en la sociedad de la época. Blake Edwards y Peter Sellers están parodiando también las expectativas de la audiencia sobre la figura del héroe rescatador.
La película reflexiona sobre cómo el cine, la
cultura popular y las narrativas históricas han idealizado tipos, pero, en lugar de hacerlo de manera directa o pesada, Edwards lo presenta de
forma ligera y divertida, lo que
permite que el público se cuestione esas convenciones mientras se ríe.
Puede que la crítica/autocrítica esté desactualizada hoy en día. Otra cosa es que se deba hacer en el momento que se produjo porque tenía un sentido y un significado. Hoy en día el Imperio Británico ya no existe y el periodo pre bélico es algo lejano- o no-, pero hay que tenerlo en cuenta a la hora de saber cómo era y es el mundo anglosajón.
El humor en el cine, incluso el más absurdo, refleja las circunstancias sociales y políticas del momento.
Esperando al elefante.
*Tener en cuenta la reseña del maquinista de la generación: La huella del maquinista (Francisco Javier Gutiérrez, 1-2, 2000) y Buster Keaton y la generación del 27 (Tomasa Ferreras, 17, 2009), y el libro de Gubern.
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