Ofrenda y recital

 

Iglesia de san Pedro, Gijón. bmre (2022)


Por las noches el mar vuelve a mi alcoba

Y en mis sábanas mueren las más jóvenes olas

No se puede dudar

Del ángel volandero

Ni del salto del agua                   corazón de la pianola

La mariposa nace del espejo

Y la luz derivada del periódico

 Yo no me siento viejo

Debajo de mi lecho

                           Pasa el río

Y en la almohada marina

Cesa ya de cantar el caracol vacío

 (Recital, Manual de Espumas[1], Gerardo Diego)

 

      Vivió Gerardo Diego en la calle Eladio Carreño de Gijón. La calle se encuentra encorsetada entre el mar y la calle Marqués de Casa Valdés. En los días de temporal, el oleaje entraba hasta la alcoba, apagando las últimas brasas de San Lorenzo. Rugían las ondas acuáticas, majestuosas, llenas de espuma, sin dique y sin contención sonora. Un ruido ensordecedor impedía conciliar el sueño.

     Cuando a vosotros vine, regresaba de un viaje

-mieses agavilladas, calles de olor de anís-.

Se apagaba el verano, y en mi retina traje

Amarillo de Soria y grises de París.

     ¿Comprendéis mi secreto? Mi oído era una urna

De castas soledades armoniosas de insectos,

De músicas de dancings, donde la moda turna

Ritmos disciplinados en compases perfectos.

     Y yo, desde la costa, frente al arco del abra,

Pastoreaba antiguos rebaños de emociones,

Y quebraba un marisco o una bella palabra

Para ver qué escondían en sus caparazones.

     Delicia de los ojos. Playa de San Lorenzo,

De Este a Oeste extendido su manto de canela.

La mirada perdida en el confín del lienzo

O acariciando el seno sonoro de la vela.

     Y el mar me iba ofreciendo su muestrario de espumas

De jabón, de gris plata, de licor verde o fresa,

Efímeras estrellas disueltas entre brumas

Para el hombre que sufre y la mujer que besa.

     Naturaleza y Arte. La lección de insistencia,

De reiterado impulso, de eternas tentativas.

Porque el mar sólo es eso. Voluntad de presencia

Y un ensayo paciente de estrofas sucesivas.

     Así para mis versos cursé el aprendizaje,

Buscando un equilibrio de belleza madura,

En esta villa vuestra que aún es casi paisaje,

Y no tiene dos casas de la misma estatura.

     ¿Vuestra? Y mía también. Devané en ella el ocio

Que se tradujo en flores de una inútil poesía.

Pero no todo es estéril. Cumplí ese sacerdocio

De enseñar lo que apenas se aprende día a día.

     Amigos: a vosotros estos versos de ofrenda

Y a vuestra villa honrada del carbón y el navío.

Camino a la Belleza, planté en ella mi tienda.

La ruta es imposible, pero el norte es ya mío.

     El mapamundi me abre sus dos valvas gemelas.

Cruje de ociosas brisas mi náutico aparejo.

Acompañadme en tanto a remendar las velas

Y a educir el elástico tubo del catalejo

                                               (1925)

     (A mis amigos de Gijón, al aparecer mi «Manual de espumas». OFRENDA, Versos Humanos[2], Gerardo Diego).

      Hoy cuesta trabajo reconocer las antiguas casas de Eladio Carreño, de distintas alturas, que recordaba Diego. Son estas casas hoy edificios de pisos, homogéneos y pétreos. No hay una placa, no hay un recuerdo, del joven profesor que llegaba del amarillo Soria y los grises de París.

     Cuenta Luis Álvarez Piñer, discípulo de Diego y colaborador en Carmen, la revista chica de poesía, que cuando mantuvo la última conversación con su maestro, al lado del piano, pero con sus manos desobedientes del deseo musical, se acordaba de la época en Gijón, ya en su residencia madrileña. Álvarez Piñer situaba su estadía gijonesa con la época de plenitud literaria, que se completaba con la docencia, lo sentimental y el afecto. En Gijón hizo la cartografía de su generación, mapa le llama Piñer, geografía que habría de señalarle eternamente.

     En su primer año gijonés culmina su Manual de espumas, el cual intentó publicar con variadas dificultades, según las cartas que cruzaba con José María de Cossío, al menos desde agosto de 1920, y desde Gijón, en 1922.

     Manual... es el límite de sus escarceos y experimentaciones con la vanguardia. Empieza, a partir de ese momento, una etapa de madurez. En «Arrabales del puerto» o en «Ofrenda», junto a «Recital», Álvarez Piñer cree ve esa visión íntima del Gijón de entonces, polarizado en la vida fabril y marinera, con un nivel cultural excepcional entre los núcleos urbanos de su clase.

     Recuerda a su maestro en las visitas diarias al Ateneo Obrero, donde presentó en aquella ocasión «Cántico» de Jorge Guillén, cuando todavía no se vendía en los anaqueles de las librerías. Su memoria eleva la vista a los paseos inalterables por el Muro y Lequerica, cuando se paraba a ver el trajín de pescadores y traineras al llegar a la costa. Sonaban acordeones, cuando las casas no tenían la misma estatura y la ciudad era paisaje.

     Y en el Real Instituto Jovellanos, y por su fructífera influencia, se recibió a la mejor lírica militante española, y se oyó la mejor música en la Sociedad Filarmónica. Álvarez Piñer fue su mano derecha en Carmen cuando se preparó lo de Góngora, cuando despegó el grupo de poetas de la mejor lírica del siglo XX. Piñer, finalmente, le recuerda como el orfebre que crea «Fábula de Equis y Zeda». Él percibió que su maestro hacía una innovación esforzada y total, donde se cruzaban dos líneas, antes paralelas, la de la gran tradición con la aventura, lo que provocaba uno de los viajes estéticos más estimulantes.

          Y Gerardo Diego, camino de la Belleza, plantó allí su tienda, durante su mejor momento.



[1] DIEGO, G.: Manual de Espumas en Obras Completas, tomo I. Alfaguara. Madrid. 1989. Páginas 163-202. Archivo Museo Sánchez Mejías (25-07-2023).

[2] DIEGO, G.: Versos Humanos, en Obra Citada, páginas 203-218. Archivo Museo Sánchez Mejías (25-07-2023).

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     Otra bibliografía:

     DIEGO, G. y COSSÍO, J.Mª.: Epistolario. Nuevas claves de la generación del 27. U. de Alcalá de Henares y F. C. E. 1996.

     ÁLVAREZ PIÑER, L.: Carta de Luis Álvarez Piñer, Revista Aldaba del Real Instituto Jovellanos, enero de 1989. Gijón.

Paseo del Muro de san Lorenzo, vista este. bmre.(2022)



5-04-2025 20:24




2 comentarios:

  1. Hola, Blas, genial Gerardo Diego. Quizá otro de los menos conocidos de la Generación del 27, aunque no por ello, peor que los demás.
    Gracias por traerlo.
    Un abrazo. :)

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    Respuestas
    1. En todo grupo hay gente que está entre bambalinas, en la sala de máquinas o preparando guiones y borradores. No tienen el carisma de García Lorca o Alberti, no son el perfecto cicerone o mantenedor como Ignacio Sánchez Mejías; los tres con un atractivo especial. Pero hay quien organiza, quien hace antologías... quien diseña la lengua, tanto en su creación como en su presencia. Y ahí están Gerardo Diego o Dámaso Alonso, que sin "Versos Humanos" o "Hijos de la ira", la historia de nuestro castellano sería distinta. Gracias a ti. Un abrazo. :)

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