Cultura y sociedad

Hermes y Argos Panopte

      Hera estaba celosa de la infidelidad de Zeus. Encargó a Argos Panopte, el gigante de los cien ojos, que vigilara a una bella ternera porque creía que era la ninfa Io que había sido encantada por su esposo para engañarle tras seducir a su amante cubriendo la tierra de una densa y extensa neblina.

      Según Ovidio, la cabeza de Argos estaba rodeada de cien ojos, de los cuales, dos por turno se entregaban al sueño, mientras los demás vigilaban todo el tiempo fuese cual fuese su postura y situación.

      Como Zeus deseaba salvar a la ternera, ordenó a Hermes, el hijo de Maya por otro desliz, que adormeciera a Argos con la música de su caramillo y se presentó bajo el aspecto de un pastor. Argos le pregunta quién ha inventado el bello instrumento que suena tan bien y que lenta y blandamente le induce al sueño, y el descendiente de la atlántida Maya, el Mercurio romano, le cuenta que fue Pan cuando creyendo que tenía sujeta a la Náyade Siringe agarraba, en realidad, unas cañas del pantano porque así lo había solicitado la perseguida a sus hermanas ninfas. Pan suspiró amorosamente las cañas y el viento producido fue semejante a un bello lamento que le hizo declarar que sería la forma de comunicarse con Siringe y utilizó cera para juntar las cañas creando un nuevo arte, la música, que se expresaba con dulces notas.

      Mientras, el panóptico Argos había cerrado todos sus ojos adormecidos por la música y el relato, momento que Hermes aprovechó para cortarle la cabeza al guardián de la ternera que deja de iluminar el entorno con sus múltiples pupilas. Cuando Hera se entera, recoge sus ojos y los coloca en el pavo real al que está consagrada dotándole de un adorno semejante a las estrelladas perlas12.

      En el Museo del Prado la escena de Hermes y Argos es tratada por Velázquez y Rubens desde dos puntos de vista distintos. Velázquez representa el adormecimiento de Argos por Hermes3 en presencia de la ternera como un asunto pastoril, nada mítico, nada violento. Adornará junto con otras tres escenas mitológicas el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid y única superviviente de las cuatro al incendio de 1734.


     
     Argos deja la vigilia y pierde el poder de ver todo a todas horas. Lo que no sabe es que perderá la vida. Y este momento previo a la muerte es el que retrata Rubens, que plasma el prólogo a su decapitación siendo un momento de máxima tensión con la ternera expectante. Este cuadro del pintor flamenco formaba parte de la decoración de la Torre de la Parada, el pabellón de caza cercano al monte del Pardo, a la que el pintor contribuyó4

Mercurio y Argos. Rubens. Museo del Prado. Madrid

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1OVIDIO: Metamorfosis. Bruguera Libro Clásico. Barcelona. 1984 Páginas 29-34

2MARTÍNEZ DE LA TORRE, C., ALEGRE CARVAJAL, E.: Mitología Clásica e Iconografía Cristiana. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2010. Páginas 77-78

 

El futuro estaba por llegar

     

Vasos canopos egipcios para guardar restos eternamente


      Con la anuencia del cuerpo, diplomático o no, hemos asistido a su disección. Tras ser abierto de frente a occipucio, nada dijo. No se quejó. Guardó un respetuoso silencio, alterado, excepcionalmente, por el ruido de la sierra mecánica de dientes avasalladores. Saltaron varias astillas óseas y un reguero de sangre se proyectó sobre la pared como pintura de gotelé. 

     Como era habitual, el cuerpo, diplomático o no, no se enteró de su propio deceso. Ni siquiera pudo ordenar o pedir el responso habitual. Hubiera sido apropiado leer la Carta de San Pablo a los Romanos con la emoción consabida: 'pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros'. O leer Las Coplas por la Muerte de su Padre de Jorge Manrique: 'Recuerde el alma dormida/ avive el seso e despierte/ contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte'.

     Al final nos fuimos a dormir la siesta, tal y como al finado le hubiera gustado, asintiendo  y asistiendo los acompañantes entre regüeldos y risas de la opípara comida que los cocineros de la casa habían preparado. ¿Quieren algo más?, decían. ¿Qué objetar? Lo pagábamos, lo pagamos y lo pagaremos entre todos. ¡Qué remedio! No hubo sal de frutas suficiente. ¿Existe todavía la sal de frutas? Preguntaremos al oráculo de Omeprazol. Lo mejor de la comida fue el aperitivo de sesada al ajillo, regada con un Jerez prodigioso, solera AOS de 1924 de Osborne, que se embotelló cuando el hijo del Conde de O. cumplió 21 años. Secó y con mucho cuerpo, de 22º de alcohol. Para su elaboración se utilizó uvas de la variedad Palomino y Pedro Ximénez. Veinticinco años creando un color caoba con ribetes verdes que recuerdan a la maceración de algunas carnes. No hace falta decir que la sesada y el vino recordaba al cuerpo diplomático.

    Las exequias se celebraron en el teatro Falla a ritmo de murgas, comparsas y chirigotas. La tierra cubrió sus restos. Los asistentes cantaron viejas salmodias desconocidas acompañadas del ronroneo de los gatos y del graznido de los cuervos. 

     Esa misma noche, se permitió a todos los ciudadanos participar en la verbena en honor del servicio, exterior o no, donde se bailó hasta la madrugada cuando se preparó un desayuno de pan moreno con aceite de oliva virgen extra, tostadas untadas con manteca 'colora' y pisto manchego en hogazas de pan blanco. 

    El futuro estaba por llegar.

 

     

Albergue, parador y refugio

     

Parador de Manzanares. Wikipedia

     ¡He visto cosas que ustedes no creerían! Un hombre en las horas postreras de una vida intensa. Un escritor que relataba mi corta vida. Gente del cine disfrutar de estas estancias en medio de la meseta que me alberga. Políticos dialogando de reformas democráticas. Todas estas cosas, y más, permanecerán en el tiempo, como las alegrías y las lágrimas en la lluvia. ¡Es hora de contarlo!

      Ignacio Sánchez Mejías1 fue uno de los mecenas o mentores de una brillante generación de literatos que, a su vez, habían influenciado en él, convirtiéndole en un creador más y adquiriendo nuevas realidades intelectuales gracias a Lorca, Alberti, Guillén o Diego. Había vuelto a la tauromaquia en 1934, como cuando el hijo pródigo regresa a los orígenes, corriendo el riesgo de perder la vida contando lo que había vivido y aprendido en los años de ausencia. Actuó en La Coruña el seis de agosto de 1934. Volvió al día siguiente a Madrid y se encontró con Domingo Ortega que había sufrido un accidente de coche. El de Borox le pide que le sustituya en la corrida que tiene en Manzanares el 11 de agosto. Lo aceptó más por compromiso entre colegas que por deseo porque tenía que lidiar el día anterior y el posterior. Hay quien asegura que pudo aceptarlo por necesidades económicas. Lo que es seguro es que se comprometió. Envió su cuadrilla al festejo del día siguiente y se marchó a Manzanares donde sería asistido por una cuadrilla inferior de la que únicamente los picadores formaban parte de la cuadrilla de Ortega. La situación se complicó porque no consiguió inicialmente alojamiento, pero al final lo obtuvo, en el Albergue de Manzanares. Durante la corrida fue cogido por un toro de Ayala llamado Granadino2. Cuarenta y ocho horas después fallecía en Madrid a las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde3 cuando se convirtió en mito literario gracias a Federico García Lorca. 

Ignacio Sánchez Mejías. El país.

 

      Ese mismo año, Pedro Muñoz Seca, escritor teatral de éxito, escribió El Refugio mientras se alojaba en el Albergue. El refugio es una obra en tres actos que sitúa la acción en la instalación hotelera cuando el establecimiento cumplía tres años. Muñoz Seca murió fusilado en una de las sacas de Paracuellos del Jarama en los inicios de la Guerra Civil española.

      Al final del primer acto, Horacio, uno de los protagonistas, habla por teléfono:

      “Estoy en un parador, en un «albergue» que tiene el Turismo cerca de Manzanares. He encontrado aquí acomodo, y me aprece que voy a ganar bastante dinero. Mañana os enviaré diez duros.”

     

      En esa época, estaba dotado con un verdadero lujo: los colchones se importaban de Inglaterra, existía un frigorífico General Electric y una radio pickup americana, además de dos baños completos.4  El Albergue situó a Manzanares en el mapa geográfico de los alojamientos turísticos de España.

    

Pedro Muñoz Seca. Abc.


      Estos muros que ven presenciaron  a los actores que participaron en el rodaje de la primera película española que compitió al premio Óscar, que participó en Cannes y causó un gran revuelo entre los habitantes de la zona. Juan Antonio Bardem rodó en 1957 La Venganza protagonizada por Carmen Sevilla, Jorge Mistral y Ralf Vallone. Carmen Sevilla afrontaba un exitoso papel dramático, Jorge Mistral era uno de los galanes de la época gracias a películas como Botón de Ancla y Ralf Vallone pertenecía a esos actores italianos internacionales de larga trayectoria y recordo como el cardenal papable de El Padrino III de Coppola, por ejemplo. Juan Antonio Bardem era favorable al Partido Comunista, opuesto a la dictadura, aunque en 1956 el partido había abogado por la reconciliación nacional. Ese espíritu se intenta plasmar en el film. Quiso inicialmente titular la película 'Los segadores', pero la censura franquista no lo permitió porque recordaba el himno catalán. Manzanares, Membrilla, Minaya, El Toboso fueron algunos de los escenarios de la película que compitió al Óscar a mejor película extranjera.

     

La Venganza. Filmaffinity.


      Los años fueron pasando como pasaron muchas familias que visitaron estos muros del albergue que con los años se convirtió en parador. Las bodas, las comuniones, los aniversarios, las reuniones de todo tipo. Comidas, cenas, desayunos. Alojamientos. Refugios.

      Un día se pudo observar como políticos de nuevo cuño dialogaban para desarrollar la democracia española,  como fue la creación de los entes autonómicos. La creación de la autonomía castellano-manchega tuvo como escenario el Parador de Manzanares durante 1981 con la constitución de la Asamblea Mixta encargada de iniciar los trabajos estatutarios. Se convocaban en ese día 41 parlamentarios nacionales y los 120 diputados provinciales de la región5. La fase regional de aprobación del estatuto daba comienzo.

      Esta explanada de entrada siguió recibiendo visitantes que parecían abrazar las paredes del Parador que se mantenían fuertes y renovadas, incluso con el paso del tiempo, que disfrutaban de los momentos vividos, contemplando el campo que les circundaba y su vista se dirigía al horizonte por donde el sol iluminaba cada día. Noventa años era solamente el principio.

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1Para conocer más de Ignacio Sánchez Mejías: Archivo-Museo Ignacio Sánchez Mejías, Calle de las Monjas 12 13200 Manzanares, 926614056, museosdemanzanares@gmail.com

2TERUEL MARTÍNEZ, S. M.: Ignacio Sánchez Mejías: Torero y escritor. Su relación con la Vanguardia y con la Generación del 27. Tesis doctoral Departamento de Literatura Española, Teoría de la Literaturay Literatura Comparada, Facultad de Letras de la Universidad de Murcia. 2014. Páginas 52-63

3GARCÍA LORCA, F.: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935). Austral, Espasa Calpe. Madrid. 1984. Edición junto a Poeta en Nueva York y Diván del Tamarit. Páginas 143-156.

4P. L. M.: Paradores: Entre la tradición y la vanguardia. Revista Sesenta y más. Publicación del Ministerio de Trabajo nº 239. Junio 2005. Páginas 8-13.

5CASTELLANOS LÓPEZ, J. A.: Quién fue quién en la transición en Castilla-La Mancha (1977-1982). Ediciones Castilla-La Mancha. Obtenido por Books Google. Página 8.

Gustav Klimt junto al botiquín

   

Detalle de "El beso", Gustav Klimt, Galería Belvedere, Viena

La besaría eternamente, con gusto, con placer. La amaba. Tanto originariamente como en las sucesivas copias. Su destino era quererla y disfrutar de su mejilla. Abrazarla, recogerla con un calor humano y cercano.

     Se dejaría abrazar envuelta en sus ropajes. Sus mejillas enrojecían con el beso eterno que le daba. Se sentía enorme con su cariño a pesar de verse empequeñecida entre sus brazos. Se agarraba en su cuello, le asía su mano junto a su pecho. Su amor era como el más dulce de los sueños. Del cual no quería despertar.

      No sabían qué hacían en esa sobria habitación. Sí, eran una copia. Pero merecían estar en una pequeña galería de arte, en una librería, en un café literario o en la casa de unos pequeños burgueses, bohemios e intelectuales. No esperaban besarse eterna y deliciosamente en la consulta de enfermería de un centro de salud. Ella le dijo que la enfermera era agradable, que únicamente iba unas horas al día, pero que le molestaba ver como enseñaban las más dispares partes del cuerpo las personas que le visitaban. Ella estaba acostumbrada a enseñar su cuerpo a él, y él a ella. Los dos se sentían incómodos cuando, sin ninguna cortesía, llegaba una persona y se bajaba los pantalones o se levantaba su falda y enseñaba una parte de su culo y, aún más, se extrañaban de la rapidez que se daba la enfermera para, con una jeringa, pinchar. ¡Amor qué cosas vemos! También se asombraban del tamaño de algunos órganos y de los aparatos que colocaban en brazos y dedos y de las regañinas que daban cuando, además de pinchar la yema de un dedo, le decían a un señor llamado Ramón que no comiese pasteles. Su padre, Gustav Klimt, les condenó a besarse eternamente para su gusto y para el placer de los ojos expectantes ante la riqueza visual y simbólica de una obra, original o copia, que se colocaba en todas las retinas hasta llegar a nuestro cerebro para provocarnos con su estética. Nacieron para contar un placer sin fin a través de los tiempos.

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      -Buenos días.

      -Buenos días.

      -Me ha dicho la doctora Benito que debe ponerme estas inyecciones de vitamina B-12.

      -Dígame su nombre

      -Prometeo Pérez Heras.

      Teclea el ordenador y con una satisfecha sonrisa escondida tras una mascarilla dice aquí está, tiene razón, se las tiene que poner

      -¿Dónde? Dice él.

      -¿Trae las inyecciones? En el culo. Lado derecho, primer día, y las sucesivas alternamos, bueno alterna usted.

      -De acuerdo. Hace mucho que no vengo a esta consulta. ¿Desde cuándo tiene una copia de Klimt?

      -¿Quién es Klimt? -Le pregunta como diciendo yo no soy culpable- Ya estaba allí cuando llegó. Nunca se planteó de dónde vino, ni quién la puso. 

     Sobre la camilla, a la misma altura del botiquín hay una copia de El beso de Gustav Kilmt, un poco amarillento por el paso del tiempo, en una ubicación inicialmente extraña, en la sala de enfermería de un centro de salud de una localidad manchega que levita levemente del suelo cada mañana cuando amanece al percibir el milagro de la vida cuando sale el sol. La sala de enfermería se beneficia de ese sol por unos ventanales con vistas a tejados de casas con visos de abandono y cuando acaricia sus cristales, la vida entra allí. Una camilla, una báscula, un escritorio con ordenador, dos sillas frente al sillón de la enfermera son completados por un armario de curas y aparatos de ayuda sanitaria. La pareja que se besa en la copia de Klimt tiene iluminación propia.

      El hombre que padece el pinchazo en su cuarto trasero derecho observa la copia. Ve una sensual pareja arrebolada en su éxtasis amoroso sobre un bello prado florido, ciertamente primaveral, en su máxima intimidad. El hombre que besa a su amada, probablemente el mismo Klimt, porta una túnica con cuadros rectangulares en blanco y negro sobre un luminoso fondo dorado con dibujos de espirales y luce en su cabello una corona floral verde. Ella, su amada Emilie Flöge, siguiendo el paralelismo con Gustav, lleva un esbelto vestido estampado de círculos que contienen otros menores que semejan motivos florales sobre un fondo dorado ornamentando de flores, cuadrados y motivos geométricos preciados y valiosos. Su pelo, cortado a la moda de principios de siglo, está cubierto de flores que se habrá puesto para que su amado no la olvide. Parece llevar un collar de flores de probable inspiración polinesia.

      -Sí, creo que es de Klimt, dice mientras se abrocha el cinturón, saca su frasco de gel y le dice a la enfermera hasta mañana.

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      Klimt visitó Rávena a principios de siglo XX y se maravilló de los mosaicos bizantinos de San Vital, de la utilización de oro y plata como fondo, actualizando su uso. El beso de Klimt es de 1907-08.

"Teodora y su séquito" I. de San Vital, Rávena

 



 

La leyenda del Rey Monje

     

San Juan de la Peña. 2009. Foto propia.

      Cuenta la Crónica General de San Juan de la Peña1 que, a la muerte de Alfonso el batallador, los aragoneses nombraron rey a su hermano Ramiro que había tomado los hábitos negros de monje. Como los navarros habían nombrado rey a otro, los aragoneses estuvieron resentidos con ellos. Ramiro se casó con la duquesa de Poitiers, del otro lado de los Pirineos y mostró tal generosidad con sus nobles que lo tomaron por blando y no respetaban su autoridad ni las leyes del reino por lo que el rey determinó tomar medidas. Solicitó consejo al monje Forzado que había sido su maestro durante su formación como benedictino y envió un mensajero. El maestro mostró alegría y, al mismo tiempo, preocupación porque no quería dar a entender que era tal la debilidad real que necesitaba el consejo de su antiguo preceptor. Solicitó al mensajero que le acompañara al huerto y observase como, mientras leía la misiva real, cortaba con un cuchillo los tallos más grandes de las coles quedando solamente las más pequeñas. Hecho esto, le indicó al mensajero que fuese al rey y le dijera lo que había visto, que no daría otra respuesta. El mensajero regresó molesto, considerando que no había recibido respuesta del monje. Inicialmente, el rey Ramiro reaccionó igual, pero al relatar el mensajero la escena del huerto, dedujo que el huerto era su reino, y las coles, sus nobles. Y que para hacer unas buenas coles, era necesaria la carne.
San Juan de la Peña. 2009. Foto propia.

      Con el pretexto de construir una campana que honrase a Huesca, convocó a los nobles a cortes pues quería que fuese oída en todo su reino, que traería maestros franceses para que la fundieran. Cuando fueron llegando los nobles, que había tomado esta propuesta como un dislate de su rey, fueron llevados a consejo de uno en uno los que le habían traicionado y les fue cortando la cabeza, llegando a doce antes de la hora de la comida, no siguiendo más la escabechina debido a que otros huyeron al  conocer la noticia de cuál era la almendra del consejo real. Obviamente el reino quedó subordinado al poder real.

      “El Abad, que sabio era, al mensajero tomara:

metióle dentro una huerta, y sin decirle palabra,

afilado un cuchillito, las ramas altas cortaba,

aquellas que eran mayores, que a otras sobrepujaban.

Díjole que se volviese, que más respuesta no daba”

      'Romance de la campana de Huesca', parte2.

      La leyenda del romance de la campana de Huesca, según Alvar que cita a Duran, tiene un origen oriental y guarda parecido con la leyenda de los Abencerrajes ajusticiados por el clan de los Zegríes en un salón contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra, que desde entonces se llama Salón de los Abencerrajes.

Patio de los Leones, Alhambra de Granada. Restauración 2012. Fuente propia.

      Los constructores de campanas franceses recuerdan la difusión del primer arte internacional de la Edad Media, el románico, con la orden benedictina de Cluny, la llegada de nobles y artesanos del norte de los Pirineos y el vehículo de esa diseminación que supuso el Camino de Santiago y la multiplicación de iglesias con un lenguaje común que abandona el rito mozárabe con la reforma gregoriana.

      En San Juan de la Peña hay un monasterio, en realidad dos, pero el más famoso se encuentra bajo una peña con un claustro precioso con capiteles bellísimos sobre columnas dobles donde la observación para el tiempo y el espacio se ensancha.

      En el monasterio nuevo, en una verde pradera cercana a la peña, hay un centro de interpretación del reino de Aragón3.

     


     José Casado del Alisal, 1832-1886, pintó en 1880 La leyenda del Rey Monje cuando era director de la Academia de Bellas Artes de Roma con un estilo tenebroso e impactante.

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1ALVAR, M.: Épica Medieval. Orbis. Editora Nacional. Barcelona. 1983. Páginas 203-204.

2ALVAR, M.: Obra citada. Página 213.

 

La procesión del equinoccio de primavera

     

Vía Procesional, detalle.

      “Yo, Nabónido, el gran rey, el rey fuerte, el rey del universo, el rey de Babilonia, el rey de los cuatro ángulos, el cuidador de Esagila y Ezida, para quien Sin y Ningal en el vientre de su madre decretó un destino real como su destino, el hijo de Nabû-balâssi-iqbi, el príncipe sabio, el adorador de los grandes dioses, yo:...Al comienzo de mi reinado eterno, me enviaron un sueño, Marduk, el gran señor, y Sin, la luminaria del cielo y del inframundo, estaban juntos. Marduk habló conmigo: “Nabónido, rey de Babilonia, lleva tus ladrillos en tu caballo de montar, reconstruye a Ehulhull y haz que Sin, el gran señor, establezca su residencia en medio de ella.” Cilindro de Nabónido.

 Cilindro de Nabónido

      Cuentan que Nabonido, rey de la Babilonia caldea, la dinastía que dio un prestigio sin igual a la milenaria ciudad, abandonó la ciudad más famosa de Mesopotamia para instalarse, 552 a. C., en la comercial Teima en Arabia, ciudad que en la Biblia relacionan con la reina de Saba. Se cree que, durante los diez años que permaneció en ese oasis, se intentó preparar contra el creciente poder persa, no confiando mucho en los babilonios ni en el clero dominante de Marduk, aunque también podía ser que, en esa zona de Arabia, se desarrollaba un creciente poder económico por su minería y el control de las rutas comerciales que relacionaban el Creciente Fértil con el sur de Arabia y el Índico. Durante su ausencia dejó como gobernante de Babilonia a su hijo Belshazaa, el rey Baltasar del Libro bíblico de Daniel, pero, debido a su ausencia, no se celebró la fiesta de Año Nuevo en la que se leía el Poema babilónico de la Creación y se celebraba la procesión por el equinoccio de primavera. La procesión recorría la Vía de las Procesiones y pasaba por la Puerta de Isthar.

     La Babilonia caldea fue un poder temporal breve, 625-539 a. C., pero alcanzó una alta cima artística, dotando a la capital de un esplendor sin igual, que inspiró e influyó durante siglos. Nabopolasar se independizó del poder asirio y su sucesor Nabucodonosor II (604-562 a. C. ) dotó de prosperidad con una hábil labor constructiva que magnificó Babilonia con obras como la Vía de las Procesiones y la puerta de Isthar. El soberano caldeo aunaba conquistas y construcciones como evidencia de prestigio y poder económico.

      Cada una de las puertas de la ciudad (8) daba acceso a una vía dedicada a una divinidad protectora. La Vía de las Procesiones estaba situada al norte, atravesaba de forma longitudinal la ciudad, tenía una clara función política y ceremonial que, por la Fiesta de Año Nuevo, realizaba un desfile durante unos centenares de metros entre muros decorados de frisos de ladrillos vidriados con representaciones de leones símbolos de la diosa Isthar. Había una zona de circulación entre dos zonas de espectadores, a modo de aceras. Al fondo, la puerta de Isthar, de estructura doble, correspondiendo al doble encintado de la muralla, con vestíbulos interiores, y se coronaba por torreones con almenas. Al igual que en las paredes de la Vía Procesional, estaba decorada con ladrillo vidriado y policromado, con relieves de toros y dragones híbridos, amarillos y blancos, sobre el fondo azul turquesa, como en la vía procesional, y en honor a las deidades locales.

Puerta de Isthar, detalle.

      La Babilonia caldea se nutrió en sus orígenes en el mundo sumerio, más pacífico que el asirio, dando solidez a unas construcciones, bellas, dotadas de simbolismo, con referentes a los dioses de la ciudad de ciudades. Durante ese período efímero, se reunificó el poder mesopotámico, comunicando el golfo Pérsico con el Mediterráneo, junto con áreas de Anatolia, creando un tráfico comercial que regará Babilonia de ingentes recursos. En la Vía Procesional, 120 leones de fauces abiertas presenciaban en relieve como desfilaban sus ciudadanos. En esa procesión anual se renovaba, con el equinoccio primaveral, el matrimonio o contrato entre el rey y la sacerdotisa con el fin de asegurar la fertilidad de las cosechas y evocar el origen del mundo. La procesión era la vertiente pública de la celebración. El rey desfilaba con la deidad de la ciudad en un momento  único, contemplado por los habitantes de la ciudad, que abarrotaban la vía. Detrás de los dioses y el monarca, que llegaba tomar la mano del dios, seguían las altas autoridades, los botines de guerra y los prisioneros. 

     Nabónido, el último rey de los caldeos, ha pasado por ser uno de los primeros arqueólogos. Descubrió una inscripción de Naram-Sin, hijo de Sargón, de 1700 años antes, de otro tiempo, de otro instante, de otra forma de ser. La ungió con aceite, le hizo ofrendas, colocó una inscripción propia y las dejó, ambas, en el lugar original donde la encontró. 

     La influencia de la opulencia de Babilonia inspiró durante siglos todas las artes, entre ellas el cine. En 1916, una de las escenas más brillantes de "Intolerancia" de Griffith rememoraba la caída de Babilonia.



Bibliografía:

-KINDER H. y HILGEMAN W.: Atlas Histórico Mundial (I). De los orígenes a la Revolución Francesa. Akal/Istmo. Madrid. 2006. Página 31

-MARTINEZ DE LA TORRE C., GÓMEZ LÓPEZ C y VIVAS SAINZ I.: Arte de las grandes civilizaciones antiguas: Egipto y Próximo Oriente. Editorial Universitaria Ramón Areces. Uned. Madrid. 2012. Páginas 343-345.

-PÉREZ LARGACHA, A.: Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente. Akal. Madrid. 2007 . Páginas 435-436.

-PODANY, A.: El Antiguo Oriente Próximo. Una breve introducción. Alianza Editorial. Madrid. 2016. Páginas 178-180.

-Griffith.: Intolerancia. 1916. La caída de Babilonia

 

El poblado junto a la falsa pirámide

    


      Fruto de una vivencia religiosa, el arte egipcio era una experiencia colectiva y, generalmente, anónima. Los artesanos vivieron durante parte de su vida en poblados cercanos a las construcciones de sus mandatarios. Para evitar los saqueos desde tiempos predinásticos, como uno de los motivos, se comenzó a separar la tumba del templo funerario, puede que desde Amenofis I (1525-1504 a. C.). El recuerdo de este faraón fue venerado por los artesanos que convivieron en el poblado de Deir el-Medina, desde la dinastía XVIII, con el Imperio Nuevo. 

     Junto al Valle de los Reyes, en Tebas, la ciudad donde construyeron tumbas los faraones, y cercano al Valle de las Reinas y el Valle de los Nobles, se edificó esta comunidad cuyos restos arqueológicos han aportado una información importante sobre la vida cotidiana del Egipto imperial.

      Unos trabajadores privilegiados respecto al resto de la sociedad egipcia. En este valle de los artesanos se acomodó un poblado organizado en torno a una calle principal con eje norte-sur, en forma de rectángulo de ángulos mellados, abigarrados, y en busca de un futuro más próspero, al menos desde Tutmosis I (1504-1492 a. C.). Unas empalizadas de piedra, a modo de murallas, recubrían esta planificada estructura poblacional más o menos ordinaria. No había espacios de separación entre unos artesanos y otros, ni entre unas y otras de sus familias. Se observa variadas medidas en los habitáculos dependiendo de la categoría del artesano.

      Son hileras de casas dispuestas en torno a calles paralelas a la principal. Las murallas tenían dos puertas. Los ostraka, bocetos rápidos sobre trozos lisos de piedra caliza o restos de vasija encontrados en yacimientos, informan de los proyectos de estos trabajadores cualificados. Por la estrechez de los habitáculos debió existir escasa privacidad,  solamente posible escapando a la montaña (Qurnet Murai), y una necesaria logística para obtener recursos básicos como el agua,  que se encontraba alejado del Nilo, y alimentos.

   Además de ostracas, los papiros y documentos nos dicen que este poblado estaba situado a la izquierda del Nilo, que tuvo diferentes periodos de actividad, sería abandonado en época amarniense, siendo la ramesida la más habitada. Pese a la reverencia especial a Amenofis I, no hay restos que acrediten su fundación, salvo que acarrearía más trabajo, que agradecerían.

Bibliografía:

-PÉREZ LARGACHA, A.: Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente. Akal. Madrid. 2007. Páginas 327-328 y 362.

-MARTINEZ DE LA TORRE C., GÓMEZ LÓPEZ C y VIVAS SAINZ I.: Arte de las grandes civilizaciones antiguas: Egipto y Próximo Oriente. Editorial Universitaria Ramón Areces. Uned. Madrid. 2012. Páginas 41-42 y 180.

-PARRA, J. M.: La vida cotidiana en el antiguo Egipto. Titivillus. 2016. Epub. Páginas 285-294.

-PÉREZ-ACCINO PICATOSTE, J. R. Topografía de la legitimidad: Paisaje y Arquitectura como metáfora a comienzos de la XVIII dinastía egipcia. Dirigida por Jesús Urruela Quesada. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. 1998. Páginas 146-177.

 

Bodas de sangre

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