Cultura y sociedad

La Fuente de la Foncalada

 

Fuente de la Foncalada. Oviedo. bmre.

     Uno de los monumentos de Oviedo y del reino prerrománico de Asturias que forma parte de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco es la fuente de La Foncalada[1]. Es una obra de ingeniería hidráulica distinta, por su función civil, de los edificios relacionados con el poder político y religioso como son las iglesias de Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, Santa Cristina de Lena, San Julián de los Prados o la Cámara Santa de la catedral de San Salvador.

     Durante la edad Moderna, sólo dos cronistas asturianos mencionan La Foncalada. Ambrosio de Morales alude a su cruz del frontis y su leyenda, que atribuye a Alfonso III (848-910). El padre Carballo sobre este parecer dice que no es Alfonso III, sino Ordoño II (871-924) quien hizo esa labor, que no justifica.

     En época contemporánea, Caveda y Nava la menciona por el caudal y la calidad de las aguas, pero no por el arte con que fue construida. Su estado material hacía que no fuese considerado un monumento. A finales del XIX, el profesor Canella se fija en su aspecto monumental y se queja de la mala atención del municipio y su deterioro. Fortunato de Selgas, 1908, hablaba de la calzada que desde la ciudad se dirigía a la fuente pasando por el palacio de Alfonso III. Tolivar Faes la sitúa como final de la calle Gascona hasta Foncalada[2].

     El diseño de la Fuente de la Foncalada responde a un sistema proporcional de raigambre clásica con fuentes en las matemáticas pitagórica y euclídea, y su desarrollo en las ideas de Platón y Aristóteles. Estos preceptos fueron sistematizados por Vitrubio en el siglo I; preceptos que tuvieron gran influencia en la Antigüedad y en la Edad Media. En general se utilizan relaciones proporcionales sencillas, como las existentes entre los lados del cuadrado. Algunas veces, en las zonas de mayor resalte estético se utilizan recursos geométricos más complejos como el triángulo perfecto, aritmético o de Pitágoras[3].

     La doctrina actual tiende a ubicar la fuente en el reinado de Alfonso II e incluso se ha conjeturado con un origen romano. Las excavaciones arqueológicas de los años noventa del siglo XX exhumaron parte del estanque y del canal de edificación, rescatando su antigua monumentalidad.

     La mayoría de la epigrafía del monumento que se ha conservado es ilegible por la sustitución de sillares y por el desgaste de las piedras.

     Entre el hastial y el arco se ha podido reconstruir los siguientes textos:

-        Hilada 3, “Por este signo es protegido el piadoso. Por este signo es vencido el enemigo”.

-        Hilada 4, “Pon, Señor, el signo de la salvación en esta fuente, para que nos permitas que entre el ángel golpeador”

     A los lados del arco, el orden de lectura era/es de arriba abajo, primero por el lado de la jamba A (izquierda, mirada frontal, monumento), y luego por la B (derecha, mirada frontal). En A se grabó desde la hilada quinta a decimocuarta; en B, desde la quinta hasta la decimosexta, descartando la anterior.

     El texto ensalza el poder del agua y su valor como instrumento de la providencia divina. La idea era que el lustre que se daba a la fuente sirviera de refuerzo a la ideología que animaba el reino asturiano con el trasunto del paso del Mar Rojo por los seguidores de Moisés y el trágico ahogamiento de los egipcios, comparados aquí con los musulmanes:

     “Santificada seas por la palabra de Dios, ola celeste; santificada seas, agua

hollada por las plantas de Cristo; los montes que te ciñen no te encierran;

los escollos que te golpean no te quiebran; extendida por las tierras, no te

extingues. Tú sostienes la tierra firme, soportas el peso de los montes, y no te

hundes. Esparcida por todo en torno tuyo, te abarca el vértice de los cielos;

lavas todas las cosas y no eres lavada. Endurecida en forma de hielo, tú te

comprimes para el pueblo fugitivo de los hebreos. Por el contrario, disuelta

en torbellinos salados, pierdes a los habitantes del Nilo y persigues a la tropa

enemiga con un mar alborotado. Eres única e igualmente salvación de los

fieles y castigo para los culpables. La peña golpeada por Moisés te expulsó

y, aunque estabas retirada, no pudiste mantenerte oculta en las rocas, ya que

saliste obligada por el mandato de la Majestad. Transportada por las nubes,

tú fecundas los campos con la grata lluvia”

     Da la impresión de que la fuente fue sacralizada para el rito cristiano y que su corriente ya era utilizada desde antiguo, puede que con la creencia de su valor medicinal. Las alusiones bíblicas, como se ha mencionado, se orientan a la legitimación de la ideología del reino asturiano, empeñado en su defensa frente los poderes andalusíes. En los textos influyen obras litúrgicas, como Ordines, del periodo asturiano, y el Liber Ordinum Episcopalis, de rito mozárabe, que ha ayudado a reconstruir el texto[4].

     El reino asturiano alcanzó su época de mayor esplendor durante los reinados de Alfonso II (791-842), Ramiro I (842-850) y Alfonso III (866-910). Este último fue clave en la construcción del discurso legitimador que establecía una conexión simbólica entre el reino asturiano y el desaparecido reino visigodo. El arte asturiano es un arte de la Tardoantigüedad[5].

     Otros autores retrasan a Alfonso II el programa político del reino, utilizando en Oviedo la constitución política de los visigodos y su organización eclesiástica. En el preámbulo de la dotación que el rey hace a la Iglesia del Salvador en 812 se consagra este programa que enlaza la pérdida del reino godo del siglo anterior con la nueva monarquía asturiana. No se restablece la organización visigoda. Se habla únicamente de continuidad entre los reinos, aunque en la práctica sea un reino que surge de uno de los focos de resistencia[6].

     El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco declaró la Arquitectura Prerrománica Asturiana como Patrimonio Cultural de la Humanidad en su sesión del día 6 de diciembre de 1985. España se había adherido a la Convención del Patrimonio Mundial el 4 de mayo de 1982 mediante el procedimiento de Aceptación. Desde ese momento, la Administración española se encargó de poner en funcionamiento un mecanismo reglado para la admisión y presentación de candidaturas al Comité del Patrimonio Mundial[7].


Placa y sello de UNESCO en Fuente de la Foncalada. bmre.






[2] BORGE CORDOVILLA, F. J.: Sobre los accesos y entorno de Foncalada. En Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos. Número 142. Oviedo. Julio-diciembre 1993. Páginas 196-216.

[3] BORGE CORDOVILLA, F. J.: La fuente de la Foncalada (Oviedo): Aplicaciones de métodos gráficos en infográficos de análisis compositivo y metrológico a la formulación de Anastilosis Virtual del Monumento. En Virtual Archeology Review, Volumen 2 número 3. Abril, 2011. Páginas 165-168.

[4] VALDÉS GALLEGO, J. A.:  Los textos inscritos en la Foncalada de Oviedo. En Medievalismo, 28, 2018, páginas 319-336.

[5] MONTEIRA, I., ALEGRE, E., PAULINO, E. y VALLEJO, A.: Arte cristiano y arte islámico en época medieval (siglos III a XII). Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2019. Páginas 272-273.

[6] AGUADÉ, S.: Consolidación de la resistencia cristiana. En Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por ÁLVAREZ, V. A. Ariel. Barcelona. 2002-2011. Páginas 97-122.

[7] GARCÍA, M.V., SOTO, V., y MARTÍNEZ, J.: El estudio del Patrimonio Cultural. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2017. Página 259.



18-9-2025 20:00

Romaxe de Nosa Señora da Barca, poema gallego de Federico García Lorca

   

   

Atardecer en Santa María de la Barca. Muxía 2007. bmre.

     

     Resumen: Los poemas gallegos de Federico García Lorca con la ilustración de Luis Seoane de un ejemplar y el recuerdo de la Virgen de Santa María de la Barca y la anécdota de Sánchez Mejías y García Lorca.

     Cronológicamente, se sitúa Seis poemas galegos entre el Llanto por Ignacio Sánchez Méjias y Divan del Tamarit, hacia 1935, en el corpus poético de Federico García Lorca. En ellos se nota la influencia del cancionero galaicoportugués medieval que Lorca conocía[1] y están muy relacionados con Santiago de Compostela, con las distintas emigraciones gallegas en América, con la Virgen de Santa María de la Barca de Muxía, o con su admirada Rosalía de Castro.

Santa María de la Barca. Muxía. 2007. bmre.


     Es conocida la fama que tuvo en la Edad Media las Cantigas de Santa María de Alfonso X El sabio, rey de Castilla. Eran cuatrocientas canciones dedicadas a la Virgen y creadas por la corte del rey Alfonso en gallego. En ella colaboraron varios trovadores junto al monarca. Combina fuentes literarias e hispanas con textos de nueva creación sobre historias milagrosas en las que la madre de Jesús intercede por los fieles que solicitan su ayuda. El primero de los manuscritos conservados, el llamado Códice Rico, contiene casi doscientas cantigas, que aúnan texto, música e imagen. Cada poema tiene un folio iluminado, dos si termina en cinco; las imágenes cuentan la historia contenida en el texto, pero añaden detalles adicionales que enriquecen- iluminan- la narración con nuevos elementos y personajes[2]. Es una de las obras más destacadas del arte medieval hispano. La poesía lírica culta se escribía en este idioma en los siglos XIII-XIV.

     Sobre la ilustración de poemas gallegos hay una obra rara por extraordinaria y escasa que se relaciona con la publicación de los Seis poemas galegos de Federico García Lorca, ilustrado uno de sus ejemplares por Luis Seoane[3]. En el transcurso vital de Seoane son figuras esenciales el abogado argentino Norberto Frontini y la poetisa y recitadora Mony Hermelo, matrimonio que conoce en 1932 por medio del poeta orensano Eduardo Blanco-Amor. Seoane, Fontini y Hermelo conocen a Federico García Lorca en ese año, junto a Alfonso Castelao, Arturo Cuadrado, José Eiroa y Carlos Maside. En ese momento nace la idea de escribir los poemas gallegos de Lorca, que no se publicarían hasta 1935.

     Blanco-Amor entre 1933 y 1935 ejerció como corresponsal de La Nación, de Buenos Aires. Antes del viaje exitoso de García Lorca a Uruguay y Argentina se conocieron y, tras el periplo rioplatense, le recibió el poeta granadino en La Huerta de San Vicente en 1934. Allí tomó forma la publicación de esos poemas en gallego. Doscientos ejemplares, según comentaba Blanco-Amor en la copia que envió a Guillermo de Torre. Una parte fue confiscada por los sublevados en la guerra civil. Veinte fueron enviados a Federico y 12 llegaron a Buenos Aires llevados por Blanco-Amor. Pronto fue una rareza por su escasez, entrando muy rápidamente en objeto de coleccionista. Uno de los ejemplares fue entregado a Luis Seoane para que lo dedicara en 1937 al matrimonio Frontini-Hermelo, quienes le habían ayudado a establecerse en tierras argentinas y librarlo cuanto antes de un servicio militar en ese país, que reseña en el manuscrito, como agradecimiento a esta pareja: “A Mony y Norberto los dibujos que son al libro como los espontáneos en las plazas de toros. Sin palabras. ¿Para qué? Todas tienen un corazón, vosotros lo tenéis. Yo también. Mejor, yo lo tenía y ahora ando un poco vacío. Pero tengo el suficiente para dar una enorme y sincera amistad…”

     Seoane ilustró el manuscrito con dibujos originales a tinta. Temas gallegos con importante carga simbólica: marineros, campesinos que asemejan ángeles, vacas, hórreos, lluvias, lunas, estrellas, manos y peregrinos del Camino de Santiago[4].

     Se recuerda aquí la anécdota de Luis Sáenz de la Calzada[5], ahora más entendible, del café de la Victoria, donde Ignacio Sánchez Mejías[6] contaba que los tartesios habían subido desde las marismas del Guadalquivir, a través de Portugal, hacia Galicia y Asturias. Como apoyo, García Lorca cantaba asturianadas por soleares y fandangos por muñeiras. Lorca escribió los poemas gallegos desde su óptica andaluza.

Portada de “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

 

Página 2 “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

 

Página 3 “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

     Uno de los poemas galegos de Lorca está dedicado a la Virgen de la Barca. Nuestra Señora de la Barca es muy venerada en Muxía. En agosto de 2007 se pudo comprobar esta devoción. Arzúa-Santiago fue la última etapa (41 km.[7]) que se realizó en esas fechas para terminar el Camino Francés. Tras tomar unas tazas con unas peregrinas de Yecla, al día siguiente se decidió seguir hasta Finisterre a pie para recordar las navajas a la plancha con vino blanco que años antes había probado. Ese día terminó en Negreira. Al día siguiente todo cambió. Una distensión muscular en la rodilla derecha trastocó los planes de forma definitiva. Nunca llegaría a pie a Finisterre. Se preguntó a un paisano donde estaba la parada de autobús más cercana. Allí se caminó buscando un lugar en algún sitio y momento. En la parada, a los veinte minutos llegó un autobús:

     -Buenos días, ¿hacia dónde va?

     -A Muxía, ¿sube?

     -Sí, ¿por qué no? ¿Cuánto es? ¿Conoce alguien que aloje en Muxía?

     -Es … En Muxía vaya al Bar… y pregunte.

     El trayecto fue cómodo y rápido y Muxía fue un espectáculo visual en todos los sentidos. Al llegar se buscó el bar indicado.

     - ¿Café con leche? Buenos días.

     - ¿Quiere algo más?

     -Me ha dicho el conductor del autobús que usted conoce a quién puede darme alojamiento. Estaba haciendo el camino a Finisterre y tengo mal la rodilla… ¿Conoce a alguien?

     -Sí, esta mujer, la señora … Alquila habitaciones frente al paseo marítimo.

     -De acuerdo. Me puede facilitar su dirección. ¡Gracias!

     Una hora después, la rodilla encontró reposo. El Santuario de la Virgen de la Barca de Muxía tiene uno de los finales del día más bellos y tardíos de la Península Ibérica. Entre rocas rozadas por el viento, entre piedras atacadas por el agua, el Sol se esconde más tarde en medio de una línea marina. La Virgen, como canta Lorca, es pequeña. Una barca decora el paisaje y las rocas recuerdan el peligro de la naturaleza. La rodilla se recuperó y las navajas de Muxía estaban buenas y no hubo recuerdo de Finisterre. El verano dirigía tímidamente su curva hacia el final.

     El poema de Lorca:

  Romaxe de Nosa Señora da Barca 

     ¡Ay ruada, ruada, ruada

da Virxen pequena

e a súa barca!     

     A Virxen era pequena

e a súa coroa de prata.

Marelos os catro bois

que no seu carro a levaban.    

     Pombas de vidro traguían

a choiva pol-a montana.

Mortos e mortos de néboa

pol-as congostroas chegaban.

     ¡Virxen, deixa a túa cariña

nos doces ollos das vacas

e leva sobr’o teu manto

as foles da amortallada!  

     Pol-a testa de Galicia

xa ven salaiando a i-alba. 

A Virxen mira pra o mar

dend’a porta da súa casa.

     ¡Ay ruada, ruada, ruada

da Virxen pequena

e a súa barca![8]



[4] GUTIÉRREZ VIÑUALES, R.: Un ejemplar de los “Seis poemas galegos” de Lorca convertidos por Seoane en una obra de arte. En Quiroga, revista de Patrimonio Iberoamericano. Universidad de Granada. Número 7. Enero-junio 2015. Páginas 90-94.

[5] SAÉNZ DE LA CALZADA, L.: La Barraca, Federico García Lorca y su teatro universitario. Revista de Occidente. Madrid. 1976.

[6] Sobre Ignacio Sánchez Mejías, Archivo Museo Sánchez Mejías, Casa Malpica, Monjas 12, 13200 Manzanares. 926614056. https://www.instagram.com/museosdemanzanares/

[8] GARCÍA LORCA, F.: Romaxe de Nosa Señora da Barca. En Obras Completas. Versión Kindle. Página 909. ebooklasicos.com 2015-2023.

 


16-09-2025 13:26 actualizado 19:53

 

El Museo Nacional de la Escultura de Valladolid



         
Sibilas. Alonso Berruguete. Museo Nacional de la Escultura. 2022. bmre

         Resumen: Uno de los museos más antiguos de España se fundó en Valladolid- 1842- con obras de arte procedentes de los conventos desamortizados. En 1933, durante la II República, se quiso reconocer la riqueza de sus esculturas y se elevó a la categoría de museo nacional. Las reformas se sucedieron. Se rehabilitó en Colegio de San Gregorio, se le incorporó el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, fundado a finales del XIX, y entre 2009 y 2011 tuvo una nueva remodelación.

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     A partir de la desamortización de Mendizábal (1836), el Estado liberal tutela los tesoros artísticos de los conventos y los destina al disfrute y educación del público, creando los Museos Provinciales de Bellas Artes. En Valladolid se crea su museo en 1842 en el Colegio de Santa Cruz. Aproximadamente, se cree que ya tenía entonces mil pinturas y doscientas esculturas. En 1879 hubo una escisión que originó del Museo Provincial de Antigüedades (Museo de Valladolid). Su supervivencia durante el siglo XIX  se mostró complicada[1].

     La fecha decisiva para dar un salto cualitativo en su categoría fue producto del nuevo interés de los intelectuales, a comienzos del siglo XX, por el estudio de las fuentes históricas y literarias por las raíces de lo español. Vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y a la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas se crea en 1910 el Centro de Estudios Históricos (CEH) bajo la dirección de Menéndez Pidal. Dentro del CEH hubo una sección dedicada al arte escultórico y pictórico de la Edad Media y el Renacimiento. Entre los estudiosos de esta materia se encontraba Ricardo de Orueta.

Detalle de Cristo yacente en su sepulcro. Juan de Juni. 2022. bmre


      Cuando llega la II República, Orueta es nombrado director general de Bellas Artes. En 1933, el Museo Provincial de Bellas Artes es elevado a categoría de Museo Nacional de la Escultura, que remarcaba su representación en la materia objeto- escultura- del museo, le daba una orientación investigadora, científica y distinguía el patrimonio español.

      El proyecto se acompañaba del traslado a otro edificio, el Colegio de San Gregorio, reformado por los arquitectos Emilio Moya y Constantino Candeira y la colaboración de Francisco Javier Sánchez Cantón. La colección se enriqueció con obras del Museo del Prado.

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     Francisco Javier Sánchez Cantón[2] escribió en el número 3, mayo 1933, en la revista Residencia, donde relataba que, por un decreto de Fernando de los Ríos, se había elevado a Museo Nacional el Provincial de Bellas Artes de Valladolid. Sánchez Cantón señalaba la disposición y las urgencias de los lujos por la cultura del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.

     Añadía que desde junio de 1932 se trabajaba en la consolidación y adaptación del Colegio de san Gregorio en museo. El Colegio necesitaba esa reforma porque había sido ultrajado por las tropas napoleónicas, atacado por las torpezas burocráticas y los excesos de los restauradores.

     El autor no olvida a Ricardo de Orueta. Señala que sus obras sobre Pedro de Mena, Alonso de Berruguete, Gregorio Fernández, entre otras, sirvieron para que se alojase en el sitio indicado las obras de los escultores que había investigado.

     A las directrices de Bellas Artes ayudaba el Patronato de Tesoro Artístico que fue quien dotó de los servicios más básicos al museo: sistemas antiincendios, luz, calefacción y otros servicios. Los arquitectos eran Emilio Moya, arquitecto de zona, y Constantino Candeira, arquitecto provincial de Valladolid. Las galerías del primer patio recuperaron su aspecto inicial, abrieron puertas y ventanas, que acentuaron la altura de pilares y la esbeltez de la construcción.

     Realizada la obra, se procedió al traslado de las obras expuestas en Santa Cruz; la instalación fue dirigida por Ricardo de Orueta, asistido por Sánchez-Cantón, subdirector del Museo del Prado, y la ayuda de los arquitectos. Sin olvidar la intervención del director del museo, Francisco de Cossío.

     Sánchez Cantón remarcaba la importancia de las esculturas policromadas de los siglos XVI al XVIII, arraigadas hondamente en el alma del pueblo. Aunque olvidadas por el neoclasicismo, fue preciso la llegada de tiempos en que los estudios arqueológicos revelasen que la Edad Media coloreó también las imágenes, y que la misma Grecia del siglo VII al IV valoraba las estatuas y los conjuntos escultóricos con incrustaciones y tintas de vivos tonos, para que se concediese categoría estética a la imaginería española.

     El autor sabía que quedaban en las iglesias de toda España retablos e imágenes innumerables de extraordinario valor, y visibles en los lugares para donde se labraron. El Museo de San Gregorio, y sus fondos, sería, a la vez, estímulo para visitar los templos que guardasen esculturas valiosas. Sería un foco donde estudiar nuestra escultura y un lugar para conocer el sentido de la devoción de su creación.

Detalle de Belén Napolitano. Palacio de Villena. 2022. bmre

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     Con el paso de los años, la colección del museo ha ido aumentando, puesto que se han enriquecido sus depósitos artísticos y se han modernizado sus instalaciones y equipamientos.

     Las esculturas de la colección histórica, talladas en madera y policromadas, forman parte de la fase más importante de nuestra historia del arte de los siglos XV a XVIII: Alonso Berruguete, Juan de Juni, Gregorio Fernández o Pedro de Mena.

     En el año 2011, los fondos del museo se incrementaron con la incorporación de la colección del desaparecido Museo de Reproducciones Artísticas, con un catálogo de más de 3.000 piezas, que está considerado como uno de los mejores de Europa, por su antigüedad, calidad y abundancia. El museo tiene hoy tres sedes que se extienden por la peatonal Cadenas de San Gregorio: Colegio de San Gregorio con las riqueza de los siglos XV-XVIII; el Palacio de Villena, con las exposiciones temporales, el salón de actos, la biblioteca, aula didáctica y la llamativa sala del Belén Napolitano; y la Casa del Sol, que fue una propiedad del conde de Gondomar, diplomático y erudito de la época de Felipe III, donde se exhibe la colección de reproducciones artísticas añadidas en 2011.

      El considerado como el itinerario histórico del museo ocupa 20 salas del Colegio de San Gregorio. Se desarrolla en tres secciones:

-        El siglo XV. Inicios de un arte nuevo. Jorge Inglés, Rodrigo Alemán o Pedro Berruguete.

-        Las Artes del Renacimiento. Siglo XVI. Felipe Bigarny, Alonso Berruguete, Juan de Juni o Pompeo Leoni.

-        Imágenes del Barroco. Siglo XVII. El naturalismo español. Gregorio Fernández, Alonso Cano o Pedro de Mena, llegando a Salzillo o Salvador Carmona en el siglo XVIII, hacia el rococo y el purismo academicista. 

     Hay un itinerario considerado temático que se divide en cuatro grupos de salas independientes y que contienen conjuntos escultóricos singulares o visiones que complementan la colección y el edificio que alberga:

-        Memoria del museo, que explica la historia del Colegio de San Gregorio y la fundación y vida del museo.

-        Los pasos procesionales de la Semana Santa: Francisco de Rincón y Gregorio Fernández.

-        Arte y vida privada. Desde el gabinete del aristócrata a la vida de clausura.

-        El Belén Napolitano, colección permanente en el Palacio de Villena. Siglo XVIII.

     La colección de reproducciones artísticas de obras clásicas de la Antigüedad, en la Casa del Sol, hace referencia las copias realizadas en los talleres de los grandes museos durante el siglo XIX y primeras décadas del XX, cuando se permitía sacar vaciados de las piezas originales de Laocoonte o Discóbolo, pasando por los retratos del Fayum o las colecciones de camafeos y piezas de orfebrería. Estas copias nacieron con la intención de acercar el arte a la sociedad y como admiración de los europeos por el arte de las civilizaciones griega y romana.[3]

    

Inmaculada Concepción. Pedro de Mena. MNE. bmre


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     Ricardo de Orueta fue uno de esos ciudadanos que comprometieron las libertades democráticas a la defensa de la cultura. Entre 1910, año de su llegada a Madrid y 1931, cuando ingresa en política, se le aprecia en aquellos ambientes más interesantes, en las investigaciones más renovadoras y en los círculos más decididos por la defensa de la cultura española, por su respeto y por su custodia.

    En los inicios, como siempre un amigo, Jiménez Fraud, clamaba por su valía:

     “¡Hombre, no pudieron ustedes hacer más por lo de Ricardo O! ¡Luego se quejarán ustedes de falta de gente, y cuando tiene a uno dispuesto a dar el alma en una cosa le desperanzan (sic) y desesperan de este modo! ¡Si la Junta no es la que sabe escoger hombres y se contenta con medias cucharas…!”[4]

     Ricardo de Orueta dedicó una especial atención a la modernización de los museos. Comprendió que era una manera de frenar las salidas de obras de arte españolas al extranjero. Era, a su vez, la manera de estudiarlas más allá de los textos, muy relacionado con el ideario institucionista, con el fin de que fueran accesibles a los ciudadanos.

    Como mencionamos en una entrada anterior, por las cartas de Moreno Villa a Jiménez Fraud, Orueta volvió a Madrid. Quería terminar su libro sobre la escultura cristiana medieval. Esta obra quedó inconclusa porque la guerra civil también afectó a la escasez de papel que hizo inviable su publicación. Poco antes de su muerte en febrero de 1939 fue nombrado director del Museo Nacional de Reproducciones. Tuvo una caída fatal por sus escaleras[5]. Hoy el Museo de Reproducciones Artísticas es una sección del Museo de la Escultura de Valladolid, en la sede de la Casa del Sol.

     A principios del siglo XX se redescubrió a El Greco por Manuel Bartolomé Cossío (1908) y Alonso Berruguete por Orueta. El Museo de la Escultura cita unas palabras suyas sobre el escultor:

     “Muchas figuras de Berruguete no tienen alma, son un simple embrollo de líneas, un garabato, un revoltijo que no puede convencer, ni razonar, ni hablar: son un quejido, un grito, un suspiro… Sus espíritus nunca sueñan, ni meditan; sólo reaccionan como fieras, escalan, chillan y gesticulan en una lucha de titanes, pero con más vigor de nervios que muscular.” (1917)[6].   



[1] Museo Nacional de la Escultura, Museos de titularidad estatal, Curso de Museología, Fundación Uned. 2017. Coordinado por Fernando Adam Fresno.

[2] SÁNCHEZ CANTÓN, F.J.: El Museo Nacional de la Escultura de Valladolid en revista Residencia, mayo 1933, número 3.

[3] Carta de Servicios del Museo nacional de Escultura de Valladolid. 2015-2018. Catálogo de publicaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas. Subdirección General de Museos Estatales. Edición 2015.

[4] Carta de Alberto Jiménez Fraud a José Castillejo, secretario de la Junta de Ampliación de Estudios el 1 de agosto de 1912, desde Londres, en la que le exhorta a utilizar más a Ricardo de Orueta por su dedicación. JIMÉNEZ FRAUD, A.: Epistolario, tomo I. Edición dirigida por James Valender y José García-Velasco. Fundación Unicaja. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid. 2017. Reseña 31-07 y 13-08, 2025. Archivo Museo Sánchez Mejías.

[5] BOLAÑOS, M.: Ricardo de Orueta, crónica de un olvido. María Bolaños Atienza es doctora en Historia del Arte y profesora titular de la Universidad de Valladolid. Es autora de Historia de los Museos en España (2.ª ed., 2007) y La memoria del mundo (2002). Fue directora del Museo Nacional de la Escultura. Publicaciones del MECD. 2014.

[6] Museo Nacional de la Escultura de Valladolid. Cita de su estudio sobre Alonso Berruguete realizado en 1917.

      Otras referencias:

     -Referencias a la vuelta a Madrid de Ricardo de Orueta.


Vaciado grupo Laocoonte según modelo Museos Vaticanos. Casa del Sol. Museo Nacional de Reproducciones Artísticas. MNE. Valladolid.





     9-09-2025 19:35 Actualizado 19:53 


Un paseo hacia la mezquita-catedral de Córdoba

   

Mezquita de Córdoba, junio 2021. bmre.

      Fue caminando por las antiguas calles de los arrabales omeyas que se habían cristianizado con el paso del tiempo. De su origen medieval ya casi nada quedaba, salvo la estrechez de algunos tramos. Conforme descendía hacia la ribera del Guadalquivir, se cruzaba con paisanos que se iban transformando en turistas de pantalón corto, botella de agua y sombrero. Era la metamorfosis por aproximación al objeto deseado. 

     Había dejado a la derecha la plaza de san Agustín y la placeta de las Beatillas. Para otra ocasión, pensaba, el desvío hacia el palacio renacentista de Viana. Los adoquines y los cantos se sucedían y alternaban armoniosamente al ritmo de la pisada cuando holló Rejas de don Gome y siguió por Juan Rufo. El paseo despejaba las brumas de la concentración acumulada en los últimos veinte días. Se había disipado ya el retraso del Alvia, que era un vago y frívolo recuerdo en la distancia. 

     Caminó por Alfaros y Alfonso XII, tomó Ambrosio de Morales y se paró unos instantes para ver las columnas del templo romano, majestuosas, eternas, y hermosas. Antes de llegar a la Calle Villar pasó por la estatua de Antonio Gala que avistaba su fundación. Cuando sus ojos entraron por la calle marqués de Villar fue haciendo eslalon, dejando a Séneca en su estatua con la boca abierta. Jadeaba, debía tomar otro café con media de jamón. Recuperar fuerzas. Ya lo intentaría después, al final, cuando probara el guiso de carne y las naranjas a la antigua.

     Llegó al final de marqués de Villar, donde se encontró con la plaza de Jerónimo Páez. Había parado dos o tres veces por allí. Por distintos motivos y en distintas ocasiones. La primera vez fue para visitar el Museo Arqueológico de Córdoba. Allí vio los restos de la Córdoba romana-cristiana, la Córdoba visigoda y la omeya califal. Recordaba el mosaico de Pegasus y las ruinas del subsuelo donde se encuentra los restos del teatro romano y pensaba la emoción de aquellos habitantes cuando aplaudían las obras de Plauto.


Ánfora oleica, junio 2021. bmre.



     En otra ocasión se había dedicado a tomar algo en una terraza cuando escrutaba al resto de los mortales que por allí pasaban mientras miraba la fachada del palacio de los Páez de Castillejos. Paseantes, turistas, ensimismados, mirando la ruta en su móvil, alzando los ojos al cielo y obviando el derredor que les envolvía.

     Caminaba tranquilo. Pensaba que no habría mucha gente entre semana. No le preocupaba. Esperaría. Sus pies le llevaron por el Horno del Cristo, Rey Heredia y Encarnación. Ya estaba cerca. La calle acababa entre el Bar Santos, la tienda de regalos El Myrab y la taberna Casa El Pimpo. Los turistas más jóvenes y extranjeros hacían cola para la tapa de tortilla de Santos. El Pimpo tenía buenas tapas pero menos público. En la tienda de regalos la gente daba vueltas y miraba. 


Mihrab, junio 2021. bmre.

     Y allí estaba la mezquita y la catedral. Y su patio de naranjos. La entrada costaba en su billete sencillo 13 €. El Taj Mahal cuesta 1.100 rupias (13-14,50 €, según el cambio) y al Ara Pacis en  Roma, 5 €. Menos que la entrada a los Museos Vaticanos, 20 o 25 €. Sobre estos precios pensaba que pueden ser caros o baratos. El patrimonio había que preservarlo. ¿En manos públicas o privadas? Tenía dudas. La eficiencia y la calidad eran innegociables en cualquier caso. Era defensor, por principios, de lo público. Pero los impuestos se recaudaban en su mayoría de la gente privada. En estas meditaciones se encontraba cuando vio una máquina expendedora de entradas. Dejó de hacer cola al ver que nadie las usaba y escupió la entrada. Había mucha gente. De todos los colores, de todos los países, creyentes o no. Cristianos y musulmanes de todo el orbe terráqueo. 


Anunciación de Pedro de Córdoba, junio 2021. bmre.

     La mezquita había sido incluida en 1984 en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Los criterios en los que se basó fueron todos por la preservación del arte omeya y andalusí. Iniciada en el siglo VIII por Abderramán I, desde el siglo XIII se dedica al culto católico y desde el XVI incorpora una catedral en su interior.

     Vagó durante un tiempo que no se puede medir en horas, minutos o segundos. Estaba emborrachado de gusto entre el bosque de columnas, entre el mestizaje de culturas, entre la cara de los turistas absortos, frente al mihrab de Alhakem II. Y las capillas cristianas. Este mes de agosto ardió una capilla que da a la calle magistral González Francés, en la zona de la última ampliación de Almanzor, en el 991. Ahora toda la calle de columnas pegadas a esa calle está cerrada al público por reforma. El resto de esta maravilla se puede visitar y vagar sin sentido. Parecía una romería, donde los turistas se extasiaban entre alguna cámara grabando. Fue cuando tomó realidad del día y el espacio. Se dirigió a la salida por el patio de los naranjos. Miró de nuevo las maderas de alerce que, durante siglos, habían cubierto la techumbre de la mezquita y recordó su milenaria historia: Maderas consideradas ignífugas que se exhibían en la plaza como un bien preciado.  


Maderas de alerce de antigua techumbre, junio 2021. bmre

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    - https://blasmaesoruizescribano.blogspot.com/2021/08/la-madera-de-alerce-africano.html
     



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