Dos mil quinientos nueve años después, un ser humano ha
corrido una maratón por debajo de dos horas. En 1959 contaba el afamado
periodista italiano Indro Montanelli en La
historia de los griegos que Fedípides o Filípides, el mensajero enviado
para anunciar en Atenas la victoria, cayó muerto, con los pulmones reventados,
con un pundonor solo comparable, por su fuerza y valor, con el maratoniano Emil
Zatopek, apodado ‘Locomotora checa’.
Hoy es Eliud
Kipchoge. Aunque su récord no sea homologado, alguien, un ser humano, ha
recorrido una maratón en menos de dos horas. Creyó en sus posibilidades, se
mentalizo y preparó su cuerpo, su mente, y prometió llevarlo hasta su fin, la
meta y el crono por superar los límites humanos.
Para cualquier trabajo,
empeño o estudio se hace necesario tratar de cumplir tres premisas para poder
solucionar los obstáculos que se presentan durante el cumplimiento de unos
objetivos y/o proyectos:
- Creer en el
proyecto.
- Conseguir una
buena mentalidad personal y la del grupo que necesites, en el caso que pueda
hacer falta.
- Y el compromiso
con el proyecto u objetivo hasta su definitivo cumplimiento.
La batalla de Maratón,
490 a. C., se produjo durante las Guerras Médicas entre los griegos y el
imperio persa. Fue la primera victoria griega. Para la conciencia cultural
griega tuvo un significado de largo alcance, especialmente para los atenienses.
La victoria en
las Guerras Médicas afirma el sentimiento comunitario entre aristocracia (los
jefes) y pueblo (sociedad) en la defensa de un objetivo común, su ciudad. Los
atenienses tomaron conciencia, se mentalizaron, de su poder. A partir de este
hito histórico, se desplegaron por el Egeo en defensa de los jonios. Su causa era
justa, porque su régimen político era superior a la tiranía persa, con una
organización más eficiente. Su causa era aún más justa porque los atenienses creyeron
haber recibido ayuda divina. La participación del pueblo había sido decisiva por
lo que, ahora, deseó participar en el gobierno de la ciudad. Y esta batalla
contribuyó al aumento de la confianza en la inteligencia humana en la historia.
En su historia. En suma, creyeron en sus instituciones, se mentalizaron o
concienciaron en el servicio a la ciudad, y se comprometieron en un ideal de
concordia dentro y fuera de la ciudad: en la ayuda al más débil, porque, además,
todo esto y solo esto daba gloria y poder[i].

¿Qué conclusiones
podemos adquirir de lo ocurrido hace veinticinco siglos?
Que cualquier
persona, cualquier equipo, cualquier grupo humano para llevar a cabo sus
proyectos debe analizar sí está preparado para su realización. Que debe creer
en sus posibilidades, saber cómo se ha formado y que se sigue formando. Nunca
es suficiente. Es la única forma de creer en uno mismo. Y conociendo sus
propias limitaciones y cualidades y las del equipo en el que está o dirige. En
definitiva, saber sí él, y las personas que están con él, son capaces, de
llevar a cabo, a la práctica, los objetivos hasta el final. El compromiso.
Un ejemplo más cercano
y popular fue la creencia, mentalización y compromiso que tuvieron los
jugadores de la selección de futbol de España cuando ganaron la Eurocopa de
2008. La labor del entrenador, Luis Aragonés, no fue exclusivamente la
dirección de los partidos, fue de mucha más extensión emocional y mental. Desde
1964, España no había ganado ningún título internacional. Consiguió que un
grupo de jóvenes deportistas creyeran en sus capacidades, les mentalizó para
que superaran las adversidades y se adaptaran a las circunstancias, creyendo
también en ellos mismos. Con una buena dirección del equipo, les situó en el campo
de una forma determinada para que fueran más efectivos según sus cualidades, y
con las victorias, con un futbol creativo, consiguió que su compromiso llegara
hasta el final. Su objetivo: La gloria y el título internacional[iii].
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