016 es el teléfono de atención a las víctimas de violencia
de género. No se rastrea. El 112 es el teléfono de emergencias. Ayude a las
víctimas.
El 4 de octubre
escribir una entrada en mi blog criticando la violencia de género de baja intensidad.
El empleo de engaños para arruinar la vida de las personas que se encuentran física
y mentalmente en debilidad. Cómo mudaba la piel de serpiente[i].
Perplejo. Sí,
perplejo. Sorprendido. En España la ley 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de
protección integral contra la violencia de género, aprobada por unanimidad[ii],
decía en su exposición de motivos: “La violencia de género no es un problema
que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más
brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una
violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser
consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad,
respeto y capacidad de decisión.”
Ayer, 14-10-20129,
una mujer agitaba una tela de color rojo y amarillo[iii].
Un hombre se acercó a ella. Le quitó el paño. Cuando ella quiso recupera el
lienzo, él le golpeó en la cara de forma brutal y cayó en el suelo. Un golpe animal,
feroz, inhumano.
Dicen que son dos nacionalistas.
Ella, del nacionalismo de extrema derecha de Vox. Él, del nacionalismo extremista
o separatista catalán. No comparto, no entiendo la apelación a los sentimientos
primarios de cada uno. Siempre he creído que las normas de un Estado deben
racionalizar todas las formas de pensar en la armonización que produce la
consecución de la convivencia. Que la convivencia, la igualdad y la tolerancia
se ejercitan gracias a la aprobación de leyes por mayorías amplías, aunque sé
que es complicado convencer a todos todo el tiempo.
No comparto, no
entiendo la apelación a los instintos y el destierro de la razón en la convivencia
política. No comparto, no entiendo las proposiciones fáciles a problemas
complicados. Pero soy incapaz de prohibir la forma de pensar de nadie mientras
no atenten con hechos las normas que mayoritariamente hemos elegido.
Llevamos un año con
muertes y violencia contra la mujer de forma latente, a veces con sordina. Ni
la forma de vestir, ni la forma de pensar puede dar permiso a golpear y maltratar
a una mujer.
No entiendo los
remilgos de ayer. No comparto, no entiendo, siento compasión por la falta de
sensibilidad hacia los que no comparten, piensan y actúan de otra manera.
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