"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La marea humana

    


 
     Cuando intentó entrar a la catedral, desistió. No por falta de fe, ni por la hora tardía, ni por el frío interior, ni el calor exterior. Nada le hubiese impedido entrar. Pero se encontró con la barrera más difícil de sobrepasar: La marea humana.

     Dos cruceros bajaron e inundaron de regueros humanos, sudorosos y hambrientos. No había suficiente cazón en adobo, ni calamares, ni langostinos, nada era suficiente. En las Flores se hacía colas para encontrar una mesa, en el parque Genovés se mercadeaba a la usanza fenicia, aunque el aspecto emulaba los múltiples mercadillos medievales.


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