Cultura y sociedad

Lo que la historia enseña: Ramón Carande

  

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 1985. FPA

     En latín rarus significa algo extraño o poco frecuente. En castellano, raro, tiene más significados. Uno nos dice que raro es algo poco frecuente o extraordinario. Otro, define raro como insigne, sobresaliente o excelente en su línea. Ramón Carande escribió un libro sobre personas sobresalientes que tituló Galería de raros atribuidos a Regino Escaro de Nogal.

     Ramón Carande Thovar recibió el premio príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985, un año antes de fallecer, cuando su sabiduría extraordinaria era reconocida como algo poco frecuente y alejado de lo vanidoso de la fama. Era un recurso habitual de cualquier profesor universitario de Historia de la economía, del derecho o de la Administración comenzar su enseñanza con “como decía Ramón Carande en Carlos V y sus banqueros…”, como argumento de autoridad real sobre la materia. Gustavo Villapalos, quien fue rector de la Universidad Complutense y consejero de educación madrileño con Ruiz Gallardón lo citaba asiduamente. En ese mismo año, 1985, el vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra, le había hecho entrega del título de cartero honorario. Los dos premios honraron una trayectoria universitaria ejemplar que se caracterizaba por un singular espíritu humanista y una plena entrega a la investigación rigurosa, en palabras del jurado del premio Príncipe de Asturias.


Cartero honorario 1985. Archivo Efe

     En su prolongada vida, fue discípulo de Giner de los Ríos y convivió en la Residencia de Estudiantes en la época de la calle Fortuny. Entre la variada correspondencia que mantuvo a través de los años, el contacto con Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia hasta acabada la guerra civil, se reinició en los años sesenta con motivo de la despedida de Carande de la universidad y con el añadido del cincuentenario de la Residencia de Estudiantes. El historiador envió a Natalia Cossío[1] y Alberto Jiménez Fraud, exiliados en Londres, una carta el 5 de mayo de 1960 con estas palabras de admiración por un estudio que el segundo había hecho sobre Maquiavelo. Lo consideraba un trozo de historia por lo que dice del pasado y por lo que permite adivinar del presente. Y a continuación, escribía la siguiente reflexión sobre lo que la historia enseña:

“Es reconfortante para la doliente humanidad, tan reacia a aprender lo que la historia enseña, encontrar en buenas plumas réplicas discretas de lo que fue tan festejado, aunque por desgracia sea tan difícil desarraigarlo, porque si malo fue aquello en manos de intérpretes inteligentes, lo que ha venido después es insoportable, tendremos que soportarlo con resignación…”[2]´

     Según el epistolario editado por su hijo, Bernardo Víctor Carande, respondió igualmente, con tanta dedicación como sabiduría, a la carta de una hispanista norteamericana, Jean Cross Newman, que le preguntaba sobre Pedro Salinas, fallecido en 1951.

      Había sido rector de la Universidad de Sevilla cuando Salinas era profesor. La hispanista quería obtener varias respuestas sobre la correspondencia de Salinas con Luis Cernuda o Romero Murube, sobre la estancia del poeta en Inglaterra, o de la siguiente en Sevilla. Además, la forma por la que ganó la oposición en la universidad; la asistencia a las típicas tertulias literarias del primer tercio del siglo XX; su vida familiar con su mujer e hijos; su visión de la enseñanza, su participación en cursos de verano o estancias en Burgos, su mudanza a Madrid; y otros temas, como su ausencia en las celebraciones del tercer centenario de Góngora en Sevilla en diciembre de 1927 o sí había tenido amistad con Ignacio Sánchez Mejías. Por cierto, hasta el ocho de enero de 2023 hay una interesante exposición sobre distintas ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Lorca en su Archivo Museo.

Ediciones de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Foto: BMRE


    Quería, en definitiva, saber cómo era como persona, en las distancias cortas, en sus fotos, en su amistad, en su relación. Sus méritos y sus premios.

     La relación de Salinas y Carande había sido continua entre 1918 y la caída de la República. No guardaba correspondencia con él por los avatares de la guerra civil donde había sido perseguido por leales y rebeldes, en palabras de Carande. Le informó de las personas que podrían tener correspondencia con Salinas como la familia del pedagogo manchego José Castillejo, que había fallecido en Londres y colaboraba en la BBC durante su exilio.

    En 1974, y no habiendo sido poeta ni participante en los actos del Ateneo de Sevilla, Carande le dijo a Jean Cross que él no podía aclarar las relaciones entre Pedro Salinas e Ignacio SánchezMejías.  Ni podía aclarar sobre el centenario de Góngora, ni sí Juan Ramón Jiménez interpuso alguna influencia, que dudaba, y tampoco creía que Salinas jugase lo que denominaba emboscada, ni ocultara las causas deliberadas o fortuitas, de su ausencia. Le recomendaba establecer contacto con José Bergamín, que pasaba temporadas en Madrid, aunque desconocía su dirección. Sabía, eso si, que Salinas no se vanagloriaba de los premios que le otorgaban ni de los trabajos excepcionales que había realizado como traductor de Proust, entre otros autores.

     Finalmente, Carande expuso a la investigadora que el carácter de Salinas, su humor se había moldeado entre Sevilla y Madrid con lo que sería difícil la vida, su vida, durante el exilio al no poder hablar con españoles y practicar la ironía y las creaciones o juegos de palabras al que era aficionado. Por el contrario, en la intimidad lo apreciaba indefenso e indeciso. Y tenía una especie de manía, comprar medicamentos con envoltorios aparentes.

    Salinas, sobre todo, era uno de los grandes poetas de la generación del 27, que escribía poemas como el comienzo de Hallazgo de “Fábula y signo”, 1931:

     “No te busco

     porque sé que es imposible

     encontrarte así, buscándote

     Dejarte. Te dejaré

     como olvidada

     y pensando en otras cosas

     para no pensar en ti

     en ellas, disimulada.”

 

Salinas con sus hijos. Foto: Carmen Conde.

 



[1] https://elpais.com/diario/1980/12/02/cultura/344559605_850215.html Natalia Cossío realizó una gran labor pedagógica e hizo la edición definitiva de El Greco de ManuelBartolomé Cossío, su padre.

[2] JIMÉNEZ FRAUD, A.: Epistolario I, II, III. Fundación Unicaja y Residencia de Estudiantes. Madrid. 2018. Consultado en sala biblioteca ArchivoMuseo Ignacio Sánchez Mejías, 15-11-2022.

El sonido del gong

 

      


    Ramón Carande, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985, evocaba en el cincuentenario de la Residencia de Estudiantes que, cuando era residente en la sede de Fortuny, la voz grave de mando la emitía un gong que reclamaba puntualidad como regla más elemental de cortesía y de respeto.

     El gong es un instrumento musical de percusión formado por un disco que vibra al ser golpeado por una maza mientras está suspendido. Puede ser plano o abombado, con una protuberancia central denominada pezón. Se cree que los primeros aparecieron en Indonesia y se fueron extendiendo por el continente asiático. En su forma más primitiva era ya utilizada por los griegos y lo difundieron durante las conquistas de Alejandro Magno. Tiene una función ceremonial, ritual, e incluso terapéutica. La expansión de la religión budista contribuyó a su mayor difusión.

     



     En Europa es introducido en el siglo XVIII como instrumento musical. Su sonido depende del metal con el que esté elaborado. En la actualidad tiene también aplicación en la musicoterapia y la meditación.

      Algunos especialistas señalan un origen chino, otros, en el Cercano Oriente en el siglo VIII a. C., pero las referencias escritas que se poseen lo sitúan entre el mundo mesopotámico y/o el griego del primer milenio a. C., relacionado bien con conocimiento de signos zodiacales, bien con mitos eleusinos, respectivamente.

     Hubo una productora y distribuidora cinematográfica de origen británico, J. Arthur Rank Films, que se hizo famosa por la escena que presentaba a esta empresa porque se golpeaba un enorme gong antes del comienzo de la película. Inicialmente, esta productora tenía origen en una sociedad de origen religioso metodista (1932), que se extendió en su crecimiento económico al cine comercial británico con la compra de Pinewood Film Studio y cadenas de distribución para películas familiares y de acción. Ipcress (1965, Sidney J. Furie) o Hamlet (1948, ), por ejemplo.


     



     Cuando la Residencia de Estudiantes se creó al amparo de la Institución Libre de Enseñanza y la Junta de Ampliación de Estudios, se intentó copiar los sistemas de estudios europeos, especialmente británicos. Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes entre 1910 y 1939, introdujo rituales de las islas y decidió durante su estancia en el Reino Unido enviar a Madrid un gong que había visto utilizar en instituciones educativas.

     El pedagogo manchego José Castillejo, secretario de la Junta de Ampliación de Estudios, hizo acuse de recibo, en una carta dirigida a Jiménez Fraud, del gong, con fecha 9 de julio de 1913, que fue destinado a la Residencia, cuando tenía su sede en la Calle Fortuny.

     Según distintos relatos, se empleaba para la llamada a la comida. En los escasísimos documentos visuales que existen anteriores a la guerra civil, aparece la jefa de comedor, Casimira Mayor, tocando el gong a mediados de los años 20 del siglo pasado.

     El efecto terapéutico del sonido del gong sería mayor si la comida saciaba el apetito de los residentes.

Reclamando puntualidad en la Residencia de Estudiantes

 

 

      Para saber más, bibliografía:

      https://dle.rae.es/gong

     https://www.ecured.cu/Gong

     https://www.escueladegong.com/2021/02/el-gong-origenes/

     https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/J._Arthur_Rank?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

     — Carta de José Castillejo a Alberto Jiménez Fraud, 9 de julio de 1913. JIMÉNEZ FRAUD, A.: Epistolario I, II y III. Edición de James Valender, José García-Velasco, Tatiana Aguilar-Álvarez Bay y Trilce Arroyo. Fundación Unicaja y Residencia de Estudiantes. Madrid. Octubre 2018. Consultado en sala biblioteca del Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, 22-11-2022.

     -Carande Thovar, R.: Fortuny 14. Artículo conmemorativo de los cincuenta años de la Residencia de Esudiantes. Publicado en 1963 en la Revista de la Residencia.

 

El sueño hollywoodense de Bergamín

      

La Odisea

     Tras el ataque japonés en diciembre de 1941, la industria americana del cine no fue ajena al resto de la economía americana que se había puesto a disposición de su país para el esfuerzo bélico. El cine de acción se transformó, cambiando el cine negro de gánsteres por el del soldado heroico que lucha en distintos parajes geográficos en defensa del orgullo americano, con las barras y estrellas de la bandera como estandarte.

     Cineastas como Frank Capra alcanzaron el grado de coronel y colaboraron con el Departamento de Guerra en el documental Why We Flight (Por qué volamos). John Ford fue movilizado con el grado de comandante colaborando con la Marina de Guerra americana. El grueso de la producción cinematográfica giró hacia historias donde la combatividad propia junto a la de los aliados se resaltaba[1] y premiaba en los Óscar. Así ocurrió con La Señora Miniver(1942, W. Wyler, seis premios Óscar) o El Sargento York (1941, H. Hawks, Óscar a Gary Cooper en 1942).


     En este ambiente bélico hubo españoles que intentaron encontrar un hueco en la industria americana del cine. Entre ellos, José Bergamín, miembro de la generación del 27, que en 1942 se encontraba en México atravesando ciertas dificultades por el estancamiento del proyecto editorial Séneca durante su exilio de España tras la Guerra Civil.

     Bergamín estuvo manteniendo correspondencia con el poeta Humberto Rivas sobre la posibilidad de adaptar al cine americano un guion propio e introducirse en Hollywood. Había escrito una comedia titulada Penélope o ¿cuál de las tres?, la cual pensaba adaptar al cine con el futurible nombre de El último rincón del mundo o La vuelta del héroe. En palabras de Bergamín, era una Penélope moderna que había perdido a su marido en la Primera Guerra Mundial y ahora veía marchar a Telémaco a la Segunda. La historia se complicaba con tres hijas que se negaban a tejer y destejer a la espera de la vuelta del joven soldado para mantener el fuego sagrado del hogar y la esperanza de la supervivencia[2]. Cuando el héroe regresa, el fuego se había apagado, la madre muerta y, solo al final, una de las hijas conseguía empalmar el hilo roto. Es, como se aprecia, una mezcla de mito homérico de La odisea con recuerdos de El Rey Lear de Shakespeare.

Rey Lear

     Bergamín fue gran aficionado a Calderón. Especialmente a La vida es sueño y su protagonista Segismundo. Y las posibilidades de introducirse en el mundo del cine americano fue eso, un sueño, con vagas esperanzas de Humberto Rivas, quie era algo ingenuo y aficionado a la literatura de Bergamín, pero que, en ese momento bélico, no encajaba con los gustos americanos.

     Como ha señalado Dennis, Bergamín no tuvo ningún proyecto cinematográfico en la industria mexicana y su aportación al cine se remitió a dar alguna idea, y el nombre, de la película de Buñuel El ángel exterminador, y, además, un papel fugaz en El fantasma de la libertad, años después[3].

     La correspondencia con Rivas se inserta en el mantenimiento de la esperanza en un futuro mejor de dos exiliados que ven el sueño americano como una luz en la oscuridad; como ilusión, no como realidad.

     Bergamín transmitió a Pedro Salinas, en otra carta en esas fechas, el carácter de salvavidas del proyecto de guion cinematográfico[4]. 

     Bergamín había escrito sobre cine en La Gaceta Literaria acerca del cómico Harold Lloyd hacia 1930, y había participado activamente en las sesiones del Cineclub Español de la Residencia de Estudiantes.

     Formó parte, como anécdota final, del dibujo de Maruja Mallo Los ojos de Buñuel sobre la mesa, custodiados por Rafael Alberti, José Bergamín, Federico García Lorca, la Virgen del Pilar y Pablo Neruda. El ojo como asunto cinematográfico.

     El tema del ojo estuvo presente en la generación del 27. Se vio en El perro andaluz. Tenía origen en El viaje a la Luna de Méliès[5], El acorazado Potemkin de Eisenstein[6], y en las miradas al cielo nocturno de Buñuel y Pepín Bello al observar como una nube cortaba la Luna como una navaja[7].

 


    



[1] GUBERN, R.: Historia del cine. Anagrama. Barcelona. 2014. Páginas 297-302.

[2] DENNIS, N.: José Bergamín en sus cartas. Centro cultural de la generación del 27. Málaga. 2011. 174 páginas. Consultado en sala biblioteca Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, 3-11-2022.

[3] DENNIS, N.: Obra citada. Página 139.

[4] DENNIS, N.: José Bergamín sueña con Hollywood desde su exilio en la ciudad de México (correspondencia inédita con Humberto Rivas). Exils et migrations ibériques au XXe siècle. Nº 6. 1999. Páginas 259-277.

[5] El cohete aterriza en un ojo lunar

[6] Un culatazo golpea un ojo.

[7] GUBERN, R.: Proyector de Luna. La generación del 27 y el cine. Anagrama. Barcelona. 1999. 505 páginas.

 

Bodas de sangre

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